RAMON MARRERO ARISTY ro si puede perder un poco de tiempo, iya voy a oir histories de sus amores y de sus combates! Par alli se acerca. Crei que se hallaba en el batey vecino, hacienda la rueda a una querida que tiene alia y por la cual la buena de Nica -la mujer de "entre-ca- sa que tiene aqui, callada y taciturna como una figu- ra de la desesperanza-, vive ahogada en celos. Y no me causa extrafieza que haya dirigido el mulo hacia aci, ya que no puede pasar cerca de la bodega sin darse su "palo". Despu6s de atar las bridas del mulo en una de las delgadas columns de madera de una especie de balc6n que tiene la bodega para que los compradores mediana- mente escapen a las inclemencias del tiempo, se ha pa- rado delante del mostrador, y como desde alli no se me ve, porque estoy en el dep6sito, suena su voz inconfun- dible: -iBodeguero, bodeguerol Saiga d'eso rincone y ven- ga a poneime una toma. Ut6 tA viviendo mejoi que l'ami- nitradoi dei central. Sonrio y voy a servirle, y no bien lo he hecho, cuan- do ya tiene el. vaso en la diestra y levantindolo a la altu- ra de sus ojos hacienda como que mira a trav6s del cris- tal y del ron el paisaje que ofrecen los caliaverales, dice: --Ay, bodeguerol iAsina e' como m6 bonita se ven 1. cc-a! Y bebe de un trago el espirituoso ron. Hace un gesto de desagrado, escupe y comenta: -Me va a cotai cambiai esa maica, poique ya tan daftindola. . AicAnceme un chin de agua. Le dejo escupiendo y voy por to que me ha pedido. Cuando estoy de regreso, antes de tomar el agua, inclina el cuerpo sobre el mostrador, y mirando hacia su casa