OVER le hablo: -Mr. Robinson,.. Yo deseo que usted me permi- ta algunas palabras. Me mira. iQu6 ojos tan azules y desconfiados! Pa- rece que no es possible entabler relaciones cordiales con su dueno. Se diria que teme ensuciarlos mirando a per- sonas que no sean como 6l. -Hablando pronto-, exige en tono poco amable. S6 que no debo perder tiempo y digo: -Deseo trabajar en este departamento. Tengo ex- periencia en el oficio, porque en mi vida no he hecho otra cosa. Nunca habia vendido una libra de arroz, pero lo dije con gran serenidad. -D6nde trabajando usted anteriormente? -En muchas parties. Yo... -iMi pregunta que donde trabajando usted la l- tima vez! -lAh! Ya entiendo... iEn Barahona! --CuAnto tiempo? -Cinco afios. dPor qu6 saliendo usted? Eee... yo renunci& porque tenia aqui un pariente enfermo. Usted comprenderi... -iBasta! -me corta aspero. No tengo tiempo de pensar. He dicho una porci6n de mentiras que no habia preparado. Estoy en el aire. El americano prime un bot6n y se present mister Lilo. -Arreglando este hombri para mandarle al cam- po-, ordena el jefe. El segundo se inclina ante 61 y con la mirada me indica que le siga los pass. Nos trasladamos a otro departamento. Casi no pue-