OVER san a sus j6venes esposas, acarician a sus nifios, toman el baio. y luego. ponen la radio a tocar y leen un pe- ri6dico, un iibro. .Eso es vivir feliz y humildemente! Y segu;ra sofiando si no me atormentara tanto el est6mago, pero... iDemonios! Esto es lo que se lla- ma hmrnmr,.' Pues no tengo gusto en conocerla, sefiora. Mejor quisiera aquella maravillosa lAmpara... Pero ya vuelvo a sofiar y esto no es convenient. Ahora recuerdo que me queda un amigo. Se trata de un buen hombre que fue pe6n de mi casa. Se llama Julio. Yo le defend muchas veces, le trat6 mejor que los demas y hasta le regale alguna moneda. Al ora tie- ne un ventorrillo; voy a ocuparle, pues por poca cosa que tenga un ventorrillo, alli se pueden hallar guineos, mangos y naranjas. Cuatro zancadas y ya veo la casa. Me acerco fin- giendo que paseo, tal como corresponde a una persona de mi condici6n. Llego a la puerta y me detengo. -iOh, vale Julio! -exclam6 en tono amable. --QuB tal, don Danielito? -me responded son- riendo-. iDichoso lo s' ojo que lo ven! Y al instant agrega solicito: -Epere que le limpie esa caja, caramba. Nosotro semo probe, pero ut6 siempre aqui estA bien l.legao. Ha dicho esto con tanta alegria, tan sencillamente, que me ha conmovido. iSi supiera este buen hombre que no he venido por 61, sino por sus guineos! -No se apure, vale. Yo no soy pretensioso. Eso le digo, y luego, como quien scaba de comerse una gallina, pregunt6: -gY esos guineos? Y 61 resoonde: -Son como n7?iuPr