RAMON MARRERO ARISTY mujer, me molestas a mi; eres una sanguijuela que pre- tende chupimme la sangre. iVete! Si. Eso fue lo que dijo. Y mientras sus duras pala- bras me pegaban en el rostro, mi madrastra. con cara de Mefist6feles, sonreia desde una puerta, Y si no fuera por el hambre que me atormenta, creeria que todo fue un suefio, pero idemonios! aque- lHa repleta mesa se perdi6 para siempre... Mas, pienso a reigl6n seguido: ies esto para un hombre joven? Si y no; o mejor dicho: no y si . No, porque siendo joven, natural es que se tengan fuerzas, much orgullo y un aspect agradable. por todo lo cual no se puede dudar que se es duefio de la vida. Si, porque si se tiene orgullo no se pide, y hoy nadie ofrece; porque si se busca trabajo no se halla, y ade- mis, porque en este pueblo cualquier extrafio les roba el alma a todos, para con los que conocemos nadie es aquel "noble y hospitalario dominicano" que aparece en las cr6nicas y que seg6n afirman existe en el Cibao. El Cibao, iah, el Cibao! Pero esa rica region estA a muchos kil6metros de aqui; endiablados kil6metros de carretera gris, quemada por este sol tropical, que es ideal, cantado por los poetas, pero terrible cuando se le soporta de Ileno. Si yo tuviera aquella limpara de Aladino en mis manos para frotarla: jzis!... Y se abriria para mi el alma de algin mister del central azucarero, o me caeria del cielo una buena mesa con alg6n lechoncito ricamen- te asado, y plates de ensaladas, y pan dorado, y... jay! ePara que sofiar? Cierto es que frente a mi esti el central de aveni- das hermosas y casitas de ensuefio, pero s61o ofrece su