Jos6 Marti. La revista cubana del pasado siglo podia, pues, legitimamente concebirse con un programa limitado "a la exposici6n de ideas" sin que ello implicase ni asomo siquiera de traici6n a los deberes supremos que con el destino nacional tenia la inteligencia. Eran esas ideas precisamente, en proceso de crecimiento y triunfo hist6rico, la armaz6n ideol6gica necesaria a la incubaci6n transformadora. Cuando esta transforrnaci6n, al fin se realiza, ella coincide con ]a postrera plenitud del universo capitalista. Tambidn con este minuto en que vira definitivamente hacia el progreso anhelado nuestro devenir, comienza ]a nueva epoca. Nosotros sufrimos todos los rigores de la contradicci6n. Tardiamente entramos en la 6rbita de la plenitud burguesa; y prematuramente salimos de ella. El naciente estado nacional y con 61 toda la vida cubana colectiva ha sufrido intensamente, entraxiablemente, las consecuencias de este fatal desequilibrio entre nuestras posibilidades internas y las realidades exteriores. El impacto de los capitales extranjeros expansionados perturba primero, y despuds detiene los ritmos incipientes de nuestra organizaci6n industrial y econ6mica. La ruptura de estos ritmos desnivela los factores productivos. Los mecanismos coloniales de explotaci6n conviven con la andrquica competencia individualista. La economia nacional se precipita hacia una desintegraci6n creciente, en el seno de la cual s6lo se consolidan las fuerzas mds negativas y opresoras: el latifundio, el monocultivo de azticar, la sujeci6n comercial al mercado extranjero. El Estado, la organizaci6n political, apura en tanto el goce puramente ilusorio y te6rico de una recidn adquirida soberania. La falta de correspondencia orgenica entre lo econ6rnico y lo politico se acent6a desmesuradamente hasta producir uno de los mds peculiares fen6menos sociol6gicos que cabe examinar contempordneamente. La crisis de la nacionalidad cubana se hace, luego, dramdtica e irresponsable. Hay una ancha fase que exhibe s6lo como peripecias hist6ricas de nota, el sucederse caudillista, la hipertrofia burocrdtica, el partidismo de turno, la Ilamada politiqueria, ignorant y culpable. El movimiento intelectual languidece hasta su total desaparici6n. Ya Sanguily ha muerto y Varona, despu6s de grandes cornbates ideol6gicos, derrotado, vencido, se aparta y se calla. Sus reflen/ones filos6ficas son quizd lo dnico perdurable de esta triste epoca. Lo demds, no alcanza altura ni rango de pensamiento; es pura hojarasca sin importancia. La Universidad eiste dentro de muros vetustos y la inteligencia universitaria vegeta a la sombra de las explicaciones de Cdtedra. Sin rnovimiento intelectual, c6mo podria haber pubhicaci6n que lo expresase? No es posible negar los avances del conocimiento cientifico. Figuras prestigiosas, claro estd, de ]a ciencia del Derecho, do ]a ciencia de la Medicina, de la ciencia de ]a Ingenieria y do otras ramas, no nos han faltado. Pero el gran vacio del pensamiento filos6fico proyectado en lo hist6rico tuvo una sola excepci6n, ya citada, la de Enrique Jos6 Varona. Varona solamente supo ser joven entre ..