' t'-'iW EXTRACTO DEL REGLAMENTO PRESTAMO DE LIBROS # por quince das prorrogadles solicita personalmente en la El lector que retuviere un libro ms tiempo del sealado pagar por cada da de retraso y por cada libro, un centavo de multa. El lectorque conservare en su poder un libro ms de sesenta das, perder el derecho al prstamo. El lector que pierda un libro deber reponerlo. La Biblioteca se reserva el derecho de rHimrff' si* BIBLIOTECA , DE LA CASA DE LA COMUNIDAD HEBREA REVISTA DAVAR \p i AUTOR (HOMENAJE A WEISvANNl TITULO Fecha Prstamo Fecha Devolucin NOMBRE y APELLIDO ¡¡i§llss$ 1 v'if. f elegancia a prueba de arrugas Por su finsima calidad, y por ser totalmente inarrugables, las telas AMANTRENE realzan la elegancia femenina y destacan el buen gusto de la mujer moderna. FUNDADA EN 1914 GRINBERG HIJO LIE* SOCIEDAD ANONIMA DE ELECTRICIDAD Y RADIOTELEFONIA CORRIENTES 1824 BUENOS AIRES FABRICANTES IMPORTADORES EXPORTADORES ELECTRICIDAD RADIO ARTEFACTOS Sucursales: ROSARIO SANTA FE MENDOZA Corrientes 460 San Martn 2631 Lavalle 119 TUCUMAN 25 de Setiembre 360 EPISTOLARIO DE BARUJ SPINOZA CON UNA INTRODUCCIN DE CARL GEBHARDT Traduccin directa del latn y prlogo de OSCAR COHAN POR PRIMERA VEZ EN CASTELLANO Goethe ha dicho: EL EPISTOLARIO de Spinoza es el libro ms interesante del mundo por su sinceridad y amor a los hombres PRECIO $ 8 m/n. NO SOCIOS $ 13. m/n. EDICION DE LA S. H- A. SOCIOS DAVAR REVISTA LITERARIA 43-44 SECRETARIO DE REDACCION BERNARDO VERBITSKY PUBLICACION BIMESTRAL POR LA SOCIEDAD HEBRAICA EDITADA ARGENTINA SUB COMISION DE DAVAR DE LA SOCIEDAD HEBRAICA ARGENTINA Leonardo Glusberg Lzaro Liacho (Secretario) Marcos Diner Mximo Yagupsky Abraham Rosenvasser Acabado de imprimir el 22 de abril de 1953 Macagno, Landa y Ca., Aroz 164. Buenos Aires HOMENAJE DE DAVAR A WEIZMANN Ha dicho Tolstoy que la vocacin artstica no se mani fiesta por el amor al arte sino por el amor a la hu manidad, y si pensamos en Weizmann, poltico, y en Weizmann el sabio, es fcil llegar a la conclusin de que aquel amor a la humanidad es la condicin de la grandeza autn tica cualquiera sea la forma de expresin que la manifiesta. Fu un hombre de ciencia eminente y un poltico genial pero ni la ciencia ni la poltica fueron para l objetivos en s. Le mova un impulso moral y sus xitos en los dos campos fueron puestos al servicio de su pueblo y de los otros pueblos. La personalidad de raz popular de este judo ruso, re presentante tpico del prodigioso mundo de la judera orien tal, signific desde su aparicin la mayor humanizacin de una idea necesaria. Encarn en su natural dignidad la ms adecuada sntesis entre el sentimiento popular y la majestad de un Herzl. Esta facultad de armonizar signos contrarios constituye una caracterstica de su mentalidad y su obra. Cuando trabaja a principios del siglo en un laboratorio suea con el hallazgo de un mtodo para producir protenas sintticas que sirviesen de barato alimento para el pueblo. Cuando suea con el Estado de Israel pone sus mayores ilu siones en el trabajo a cumplirse en Palestina. Es un idealista prctico porque todos sus esfuerzos nacen de su fe en un sueo y porque cree que slo el trabajo puede convertirlo en realidad. Herzl haba despertado la vieja nostalgia. Mientras otros proponan territorios africanos o cualquier lugar sin vnculo 6 BAYAS con la tradicin juda, Weizmann desde el primer momento fij las aspiraciones propias y las de su grey en Palestina, el antiguo solar de la raza desposeda. Toda la labor de Weizmann se cumple en la misma di reccin hacia la que tienden las fuerzas de la Historia, pero hay un instante en que la grandeza de Weizmann se impone a las circunstancias, las excede y las domina al mismo tiempo. Es en aquel inolvidable 24 de julio de 1918 cuando coloca la piedra fundamental de la Universidad de Jerusaln, en aquel maravilloso escenario cuya misma soledad sirve para dar mayor resonancia a todos los ecos que vienen de la Biblia. Entre las piedra.- y el arenal que los ingleses teman que los turcos pudiesen reconquistar en cualquier momento esta ban a tiro de can del Monte Scopus se estaba realizando un gran acto de fe por medio del cual los judos tomaban posesin de la tierra prometida. Definicin espiritual y afir macin poltica, era el primer paso, forzado por la visin de Weizmann, que daba comienzo de cumplimiento a la Decla racin Balfour. Ms feliz que Moiss, Weizmann lleg a la tierra vislum brada, pero como Moiss, vag cuarenta aos en el desierto. Propios y extraos trataron de desorientarlo en esa marcha penosa, pero la brjula de su fe lo mantuvo en su rumbo, porque esa fe no era arrogante seguridad en s mismo sino fe en su pueblo. No le importaron las negaciones en la lucha poltica mientras la colonizacin laboriosa fuera la respuesta a sus esperanzas. As consigui en medio de las alternativas de la historia ganarle la batalla al tiempo. Cuando las cir cunstancias internacionales permitieron el milagroso acuerdo de voluntades, Israel era una realidad capaz de justificar la confianza del mundo. Israel era ya digno de su oportunidad. Toda la poltica de Weizmann tendi a lograr esa preparacin para el momento preciso y los hechos confirmaron su idea de que mejor que mostrarse vana y prematuramente belicosos contra la potencia mandataria, era dar prioridad al trabajo constructivo en la seguridad de que slo de este modo el tiempo actuara en su favor. Largo y rido fu ese tejer y destejer el hilo de la historia con hebras de una nerviosa impaciencia y una trmula esperanza, pero estructurado el HOMENAJE HE HAVAE A WEIZMANN 7 pas se pudo apoyar con actos la reclamacin de los derechos. Se debe as en buena parte a Weizmann el que en esta cita del pueblo de Israel y su destino, ambos fueran puntuales. Esta coincidencia, vital para Israel, tambin importa al mundo, que legaliz e impuso la nueva realidad. El 29 de noviembre de 1947 el mundo civilizado, a travs de una de cisin memorable admiti por primera vez con tal amplitud que el problema judo no era slo un problema de los judos sino un problema de la humanidad. Y "Weizmann mejor que nadie simboliza el perseverante esfuerzo y tambin el alto precio en dolor y desesperacin para lograr ese reconocimiento que proclama que es la humanidad toda la que avanza me diante todo triunfo de la justicia. Por eso la creacin de Israel constituye un captulo tan importante en la historia de nuestro tiempo. Por eso Weizmann, grande para los ju dos, es asimismo una figura universal. El Hombre y su Perfectibilidad Es el hombre esclavo, o soberano? Es una vctima de las circuns tancias aun cuando contribuyera a crear algunas o es o podra al menos aspirar a ser el dueo de su destino? Qu puede ofrecer la larga historia del pueblo judio como respuesta a este problema? A primera vista, podra parecer que la historia juda es la ilustracin trgica del desamparo del hombre. Qu pueblo ha estado en estos l timos dos mil aos ms a merced de las fuerzas externas del mundo? Pero sta es apenas una impresin superficial. Observando ms profunda mente, la leccin que extraemos es muy distinta. Las naciones, como los individuos, imprimen su sello en la historia de dos maneras: por lo que son y por lo que hacen. Ambos conceptos claro est, son interdependientes. El carcter se expresa en la accin, y la accin revela el carcter. Pero la influencia definitiva de una nacin o un individuo, se mide ms por el ejemplo de su carcter que por el movimiento que hayan podido producir en los acontecimientos humanos. La accin es, naturalmente, ms espectacular aue el carcter. Produce un efecto ms obvio. La epopeya de la conquista de casi toda Europa por Napolen es ms impresionante, en la superficie, que el quieto re trato moral del alma de Lincoln. Pero en ltimo anlisis el carcter de Esta pgina del extinto presidente de Israel, resume lo que bien puede llamarse su Credo. Weizmann que ya en su libro autobiogrfico A la Verdad por el Error mostrara su alta calidad de escritor, revela aqu la, hondura de su pensamiento, y la esencia de su fidelidad a lo judaico, condicin sta que pocas veces ha sido tan eficazmente enfo cada. Difcil es definir lo judaico, lo que hace ms admirable la for ma en que Weizmann delimita el significado y el contenido de lo que es a la vez ideal y vocacin, destino y misin. EL HOMBRE ¥ SU PERFECTIBILIDAD 9 Lincoln, ejerciendo su influencia en el nuevo mundo, produjo efectos ms duraderos y ms benficos que las hazaas de Napolen. Nos encontramos, pues, ante la extraa paradoja de que el carcter produce valores ms duraderos que la hazaa. Lo que el hombre es, significa ms, a la larga, que lo que el hombre hace. Lo mismo sucede con las naciones. Tomemos un ejemplo clsico: Cul de las dos famosas naciones de la antigedad, Grecia o Roma, ejerci la influencia ms profunda en la civilizacin occidental? Roma hizo ciertas cosas, Grecia era ciertas cosas. Roma conquist el mundo y lo administr; Grecia hizo, en comparacin, pocas conquistas, pero fue ciertas cosas: fue el pensar, el sentir, el espritu esttico del mundo antiguo. En cierto sentido y solamente en un cierto sentido las diferencias existentes entre Grecia y Roma pueden compararse con las diferencias existentes entre el sacerdote y el profeta dentro de la historia juda. A cul de las dos civilizaciones debe ms el mundo moderno? A los conquistadores y procnsules de Roma o a los pensadores y cientficos de Grecia? A los profetas de Israel o a sus sacerdotes? Creo que la respuesta es clara. Al estudiar la historia juda por su contenido especfico, cul es el motivo constante que la anima? Descubrimos que es un pueblo obsesio nado por una idea: la idea de la perfectibilidad del gnero humano; perfectibilidad aqu, en este pequeo mundo nuestro, no en algn pa raso del futuro. Sin negar una futura existencia, la filosofa juda se concentr siempre en nuestro planeta particular. Ser lo que se ha dado en llamar un justo, he aqu a lo que se aspiraba. Esta perfectibilidad como ideal no significa que el pueblo judo se considerara perfecto. Por el contrario, no hay pueblo que cuente con tanta literatura de autocrtica como el pueblo judo. Cuanto ms alta es la meta ms bajo es, necesariamente, el logro relativo. Pero la perfec tibilidad aqu y ahora, en nuestro propio medio, ha sido el sueo del judo. El persistente y obstinado monotesmo judo, que no ceda a la ms cruenta persecucin, era el acompaamiento obligado de esta creencia en la perfectibilidad humana. Un Dios severo, exigiendo la perfeccin de la humanidad, he aqu, resumido, el credo judo. Me permito afirmar ahora que al perseguir un ideal, el hombre reafirma su soberana y su libertad. Si dependiera enteramente de las circunstancias, mal podra perseguir nada. El sera el perseguido. En todo momento obrara impelido por el dictado de los factores externos. 10 DAVE Desafiar las fuerzas externas, superar las circunstancias, es proclamar la soberana del espritu humano. Jams hubo relacin alguna entre la fuerza fsica del pueblo judo y su influencia sobre el espritu humano, ya que la fuerza fsica o poltica del pueblo judo jams signific mucho. Su influencia no se midi por su significacin como potencia poltica, social o financiera; dependi de la fuerza de la idea, y en esta forma constituy siempre una reafirmacin de la supremaca del hombre sobre las circunstancias. El monotesmo, la suprema importancia de la perfectibilidad en este triste mundo sublunar, la negativa a someterse a una fuerza superior, el derecho a persistir como minora: he aqu los elementos principales de la contribucin juda al progreso humano. No pretendo afirmar que todos los judos, o todos los grupos de judos, hayan sido consecuentes en su contribucin a esta idea. Desde los tiempos ms remotos, los conductores del pueblo han castigado seve ramente las desviaciones de esta conducta. Pero en lo fundamental, el pueblo judo no ha dejado de cumplir esta' funcin: proclamar la pre valencia del espritu humano sobre la brutalidad de las circunstancias. Es claro que, al referirme a los judos como a los propulsores de la soberana de la idea, y en consecuencia, como los maestros de la libertad, no estoy hablando de formas abstractas, de teoras o filosofas, sino ms bien de las formas que stas asumen al incorporarse a la vida de hombres y mujeres y a los instrumentos sociales. La contribucin juda a los valores humanos, all donde el judo haya permanecido fiel a s mismo, ha emanado del ser. Entre judos no se conceba que un filsofo proclamase las excelencias de un sistema y practicara otro que viviera divorciado de sus propias teoras. Por inteligente y capaz que un hombre fuera, no poda ser maestro si lo que deca no estaba de acuerdo con su manera de vivir, si su vida y su prdica no constituan un ejemplo. Porque, se arga, no poda dirigir la vida de otros quien era incapaz de dirigir la propia. Si lo que es no complace ni a Dios ni a los hombres, qu valor puede tener lo que diga? El deseo de hallar la perfeccin, de superar lo fsico y hallar la armona del ser, constituye la nota afirmativa a lo largo de la historia juda. Naturalmente, no ha sido una nota constante; se ha visto frus trada desde afuera, ha vacilado desde adentro; pero el milagro consiste en que no se haya borrado; aun existe, aun es capaz de rendir sus EL BOMBEE Y SU PEEFECTIBILIDAD 11 frutos. Se la encuentra all donde las comunidades judas viven de acuerdo con la tradicin. A esta altura de la historia de la humanidad, es difcil profetizar si las afirmaciones humanas han de triunfar sobre las negaciones, si el espritu creador se sobrepondr a la destruccin. Una cosa es cierta: entre las afirmaciones, la que se desprende de la larga historia del pueblo judo es de singular valor. Como siempre, las cantidades fsicas comprendidas son insignificantes en comparacin con los vastos problemas de la humanidad. Esperemos empero que, como siempre, la influencia que pudiera ejercer est fuera de toda proporcin con las cantidades fsicas JAIM WEIZMANN El Lder de un Movimiento y de un Pueblo La personalidad de Weizmann encarn la condicin y la responsa bilidad de jefe del movimiento sionista durante 35 aos. No hubo lder judo que al igual de Weizmann haya recorrido un camino tan largo y lleno de dificultades, dotado de tanta paciencia, perseve rancia, perspicacia y flexibilidad. Fu el smbolo del renacimiento judo, su embajador y portavoz. Como soador que predica un feliz porvenir a su pueblo, hizo surgir recuerdos y reminiscencias del pasado lejano, exigi sacrificios del Estado que existi tan slo en la imaginacin, pero arraig en sus hermanos la fe en que a la brevedad lo veria reconstruido. Desde su infancia concentr su pensamiento en el pas desolado y entristecido. Ese pensamiento ferment en l, lo tuvo absorbido, y llen todo su ser. Esta idea lo arranc de su ciudad natal y lo llev a Suiza e Inglaterra en donde se prepar para el desempeo de su misin. En nombre de esa misin domin su sed de estudio, abandon su laboratorio, eligiendo el difcil camino de conductor de un pueblo disperso que del punto de vista poltico aun no exista. El camino que le toc recorrer nunca fu claro ni seguro; tampoco conduca di rectamente hacia la meta. Tuvo conciencia el Dr. Weizmann de la Louis Lipsky es una de las figuras ms importantes del judaismo de los Estados Unidos, pas donde naci hace ya 77 aos. Consagrado a la actividad sionista dirigi entidades y peridicos que lucharon por el Estado Judo. En 1927 se reunieron en tres tomos una parte de sus escritos. En Renacimiento de Israel compilado por Ludwig Lewinsohn y editado en castellano en 1937 con prlogo de Gerchunoff figura su trabajo Se oyen canciones en el Monte Seopus publicado al inaugurar se la Universidad Hebrea. EL LIDER DE UN MOVIMIENTO Y DE UN PUEBLO 13 imposibilidad de definir el sionismo mediante una definicin lgica y precisa. Todo el movimiento sionista fue fruto de condiciones espe ciales. Teniendo como base los elementos del sionismo tradicional la esperanza, el sueo, la fe toc a los lderes de la misin aprovechar las ocasiones que fueron surgiendo de las condiciones irregulares, y utilizarlas para el beneficio de su causa. Solamente en momentos ex cepcionales nos fue dado fijar las normas de conducta del movimiento a travs de manifestaciones o algn acto. Principios y reglas, frmulas y slogans respondieron a las necesidades de la propaganda y los pro gramas que se confeccionaron fueron ms bien resultado de las cir cunstancias que de propsitos definitivos. El Dr. Weizmann fu el lder indiscutido en una poca de cons truccin y de actividad poltica. No intervino en las rencillas partida rias. Supo elevarse por encima de las discusiones inmediatas y como centinela experimentado del pueblo de Israel dirigi su mirada hacia lejanas y supo distinguir el lugar hacia donde se encaminaba el mo vimiento. Comprendi que deba extender su mirada y su vigilancia a mltiples direcciones para evitar un desastre. Su preocupacin prin cipal fu la suerte del movimiento y por ello no toler actos precipi tados. A travs de toda su actuacin sionista se sinti siempre responsable por el destino mismo de su pueblo, procediendo como si le correspon diera cumplir una orden secreta que no debe ser revelada sino a esas personas excepcionales capaces de comprenderla. Por ello no obstante las severas disputas que surgieron con motivo de su conduccin tam bin sus opositores aceptaron colaborar con l en vistas del fin comn, llegando a darle su apoyo hasta los que desconocieron el sueo de su vida. Un lazo misterioso de comprensin les uni y les inspir con fianza y fe en sus aptitudes de conductor. Su flexibilidad result su fuerza. Weizmann valoriz ms las conquistas alcanzadas en Israel que los xitos en el campo poltico. En cada colonia que se levantaba en el pas vi el triunfo de nuestro trabajo. Cada dnam adquirido, cada rbol plantado, constitua para l un logro importante. Cada escuela, establecimiento educacional o profesional le serva de prueba sobre el poder decisivo del movimiento. El Instituto cientfico que levant en Rejovot le sirvi de arma poltica. Con arrogancia de poltico defenda sus conquistas, pero supo bajar la voz cuando la obra concreta se lo reclamaba. Nunca pronunciaba palabras ltisonantes. 14 DAVAB El afn de apresurar el fin y la falta de paciencia de sus contrin cantes siempre le preocuparon. Slo contra su voluntad se complic en discusiones sobre la meta final del movimiento. Como brillante ora dor no las evit. No hubiera llevado al tapete los variados clculos diplomticos, como los del Estado binacional, Federacin, o divisin del pas, etc., si no hubiese sido obligado por las circunstancias. Pero cuando se dejaba enredar en esas discusiones era cuando ms se iba afianzando en su conviccin de que slo la obra de construccin del pas fomentara la benfica unidad de todas las corrientes polticas, y que en cambio todos los clculos polticos contribuiran a aumentar la confusin y agudizar las divergencias. Weizmann preconizaba la paz y llamaba a la concordia. Pero el pueblo se rebel contra este concepto pacfico, la actuacin mesurada y las discusiones sutiles y todo ese empeo de encontrar un camino de reconciliacin con los judos no sionistas, con los rabes y los ingleses. Ms de una vez provoc la ira del pueblo en contra suyo, y en dos ocasiones fu alejado de su cargo. Pero no por mucho tiempo. A poco le era conferida nuevamente la investidura de la presidencia y la carga del conductor. El pueblo no alimentaba profunda fe en que su camino condujese verdaderamente a la redencin de un futuro no muy lejano. Ni l mismo tuvo esa seguridad. Fu un hombre de ciencia que se ocupaba de objetos visibles y tangibles. Si hubiese dependido de l hubiera renunciado en horas graves a las llamadas cosas grandes y se hubiera contentado con poco, a con dicin de que dentro de ese poco hubiramos podido disponer de com pleta libertad de accin. Agachaba la cabeza frente a la embestida de cada ola y vinculaba sus esperanzas a posteriores coyunturas con tal de conservar las fuerzas vitales acumuladas. En su empeo por lograr la concordia disminuy el paso en el camino que se traz, un camino angosto y lleno de dificultades. Pero en el movimiento rein muchas veces otro temperamento, el cual rehusaba reconciliarse con las condiciones reinantes, rechazando rotundamente la consigna de que "lo impuesto no debe ser denunciado. El movimiento pretenda dar plena y pblica expresin a su deses peracin y su ira. Anhelaba la conduccin de quien supiese elevar la voz por encima del trueno del combate poltico. Al agotarse la pa ciencia del Movimiento, la fe sola, sin ser acompaada de una accin adecuada no poda apaciguar su nimo atormentado. La cmoda pers- EL EIDER DE UN MOVIMIENTO V DE UN PUEBLO 15 picacia de los hombres de accin mesurada, provocaba su ira. Se de cidi a apresurar el fin. Las divergencias alrededor de la meta final y los sistemas de tra bajo, fueron despedazados al chocar con la cruel realidad cuando subi al poder el mximo carnicero alemn y el mundo se convirti en una montaa sacudida por un terremoto. Los hombres bestias haban ex pedido su veredicto sobre el pueblo judo. Cuando Weizmann volvi a ocupar la presidencia despus de cuatro aos de alejamiento, ya se extenda la sombra de una guerra total sobre el mundo y en espe cial sobre el pueblo judo. Y no hubo de quien esperar compasin. La actividad del Dr. Weizmann choc con un grueso muro. Haban en durecido los corazones de los polticos. El Dr. Weizmann al mirar sus rostros comprendi el profundo cambio y se sinti acongojado por esa transformacin y por el soplo de helada indiferencia que proceda de ellos. Les habl a veces en tono de abierta recriminacin y siempre con amargura. Vi cmo sus hermanos eran pisoteados como objetos despreciables, no habiendo quin se acordase de sus derechos de hom bres, sin que nadie se estremeciese presintiendo lo que estaba por suceder. Poco despus se unieron finalmente los pueblos amantes de la li bertad para borrar el gobierno de la maldad y a sus secuaces. Un hlito de fe y de seguridad atraves de nuevo el mundo, hasta que lleg la paz codiciada. No obstante ello, cuando los ejrcitos aliados del Oriente y del Occidente marcharon al encuentro de la victoria, se olvidaron del pueblo que fu vctima del ataque mayor, y mostraron indiferencia por el destino de cientos de miles de nuestros hermanos que fueron conducidos como ganado para la matanza desde los cam pos de concentracin hacia las cmaras de gas. No les prestaron ayuda ni levantaron un dedo para salvarlos. Vieron a decenas de miles de judos escapar de manos de sus asesinos y les cerraron el camino de la salvacin, que conduca a Eretz Israel. Y pretendieron ocultar su rostro de aliado ms fiel inclusive hasta en la hora de festejar la victoria. En esos das de amargura, cuando todas las puertas del mundo se nos cerraban, nuestro pueblo moviliz todas sus fuerzas fsicas y morales para afrontar el combate decisivo. Los sucesos horren dos produjeron una transformacin en el alma de nuestros hermanos. El espritu de rebelda se apoder de ellos. Estaban resueltos a no mendigar ms compasin, a no someterse a quien les haba atacado. Haban derramado demasiado sangre y soportado demasiadas decep- 16 DAVAB dones. Su determinacin fu frrea: golpear al enemigo donde lo encontrasen. Esa determinacin se convirti en la orden del da. Todos los judos tomaron parte en ese combate, que tuvo lugar en todo el mundo: en las calles de Varsovia, detrs de las lneas del frente de los nazis, en los ejrcitos aliados, frente al estallido brutal del antisemi tismo en las ciudades de Amrica, y luego en la heroica defensa del Ischuv de Eretz Israel. Una nueva conciencia haba madurado en la conciencia tanto de los sionistas como de los no sionistas. El frente de Eretz Israel se extendi hasta la Dispora. El pueblo judo enfrent su hora decisiva. Sobre la balanza fu puesta la dignidad y el honor judo, su coraje y su fe. Ningn judo a quien era caro el nombre de Israel pudo mantenerse a distancia. Tan slo unos pocos se negaron a apoyar ese combate. Esta defensa juda, en un orden mundial, hizo posible la primera guerra triunfal del joven Estado contra los ejrcitos de todas las naciones rabes. Todo el movimiento sionista se moviliz para ese combate. Se puso punto final a las discusiones, las que fueron reem plazadas por la accin. Ese captulo fu el ms hermoso de la vida de Weizmann. No per miti que sus derrotas personales afectasen su fe. Tampoco eligi el aislamiento espiritual encerrndose en s mismo. Su alma estuvo li gada al alma del Ischuv. Algunas de las semillas del renacimiento judo, orgullo y decoro del Ischuv, fueron sembradas por l. Ech los cimientos de la Universidad Hebrea, contribuy al desarrollo del Tecnicum de Haifa, fund el Instituto Sief y luego el Instituto Weiz mann. Particip en la creacin y desenvolvimiento de las Colonias del Emek. Fu testigo de las dificultades iniciales de toda la obra de construccin de la patria. Weizmann extendi su mano a la rebelin. Tom parte en el combate desplegado al lado de sus hermanos sin formular queja al guna. Ech por tierra costumbres y un modo de pensar de cincuenta aos, particip en todas las negociaciones realizadas, compareci delante de varias comisiones investigadoras en Eretz Israel, en Wshington y en la UN. Su testimonio fu siempre de mucho peso. Su voz fu la voz fiel de la Dispora exponiendo su misin y su derecho sobre el pas. Sus palabras siempre dieron en el blanco. Se encontr en el fragor del combate cuando se declar el Estado Judo y el Gobierno de Israel tom sobre s la responsabilidad de gobernar el pas. Fu EL LIDES DE UN MOVIMIENTO Y DE EN PUEBLO 17 electo primer Presidente de Israel. Su casa en Rejovot se convirti en un smbolo del Estado. Agotadas sus fuerzas fsicas pero con un cerebro lcido y conservando intacta la fe falleci el domingo 21 de Jeschvan. Como al tiempo de su vida y desde los primeros aos del movimiento sionista, al fallecer, su nombre uni a todos los judos del mundo entero en un sentimiento de congoja y fe comn. LOUIS L1PSKY. Oracin de Ben Gurin stamos viviendo el sentimiento de nuestra orfandad. En la madrugada de ayer se extingui la vida del centi nela del pueblo hebreo, el centinela de su generacin, el primer presidente de Israel, un eximio qumico, una figura dotada de una inspiradora fascinacin y de una excelsa in teligencia. Durante ms de un ao y merced a su gran fortaleza vital luch con la muerte. Este es el fin fatal al cual no puede es capar ni el ms grande. Y por cierto fu Weizmann la figura juda ms eminente de su tiempo, pues a travs de decenios sirvi de foco luminoso, fuente de inspiracin de ideas y ac ciones, de sueos y realizaciones y nadie tuvo antes tan des tacada participacin en el surgimiento del Estado de Israel. No fu el primero. Fu precedido por figuras magnficas que cumplieron grandes cometidos, cada uno en su plano; una en el campo de acciones y realizaciones, otra con el vuelo de su visin y su dominio sobre corazones humanos: Edmundo de Rotschild y Teodoro Herzl. Cada uno de ellos fu nico en su gnero, sin parangn durante su vida y sin heredero despus de su muerte. Slo una concepcin falsa y vulgar ver en el famoso filntropo a un rico caprichoso, derrochando su dinero en forma arbitraria en beneficio de una utopa. Esta es la Oracin que pronunci ante el Parlamento de Israel el primer ministro David Ben Gurin.. al comunicar a los miembros de la Knesset el fallecimiento del primer presidente del Estado Judo. OEACION BE BEN GlION 19 Este vstago francs del abolengo de los Rotschild fu iluminado por la visin del surgimiento de su vieja patria y hasta el fin de sus das, que acaeci a una edad avanzada, fu esta visin la meta de todos sus pensamientos y de sus anhelos ms ntimos, de lo que tuve ocasin de convencerme en una conversacin mantenida con l, pocos das antes de su fallecimiento. No le precedi ni le sucedi persona alguna de recursos financieros tan vastos y de espritu tan generoso que haya beneficiado tanto a su pueblo con la bendicin de su riqueza y amplitud de su alma. Cometi errores y olvid a veces que lo fundamental es el hombre en su capacidad creadora y reali zadora, pero no obstante sus equivocaciones, quin sabe si llegaramos a poseer lo que es nuestro hoy en da sin las pri meras obras de colonizacin sostenidas y ampliadas por el famoso filntropo. Mucho ms grande y potente fu la aparicin y la in fluencia de Iierzl, que cual un poderoso meteoro resplande ci sobre el cielo triste y sumido en tinieblas de la Dispora a travs del breve perodo de su actuacin sionista en total 7 u 8 aos logrando transformar con el esplendor de su visin y genio de estadista la faz de su pueblo, marcando un sendero nuevo hacia su redencin. Herzl fu el primero; soador y revolucionario crey en la posibilidad de abreviar distancias. Como la mayora de las definiciones debe tambin sta aceptarse con cierta re serva, pues Herzl no fu el creador de la idea sionista, ni un innovador en su concepcin estatal. Le haban precedido Pinsker, Kalisher, Alkalay, Spinoza, Don Josef Hanasi, Shlo- mo Molcho y otros. Pero fu Herzl el primero, por el vuelo audaz y luminoso de su visin y el primero en crear los ins trumentos para realizar su plan estatal. Herzl vino a su pueblo, al que casi no conoca, consiguiendo romper todos los lazos que le ligaban al pasado y a su ambiente de origen, y apresur la llegada a la meta, extinguindose en la plenitud de su vida. Weizmann no posea la riqueza inmensa de Rotschild ni ejerca el fabuloso encantamiento de los sueos de Herzl. 20 DAVAE No lleg como ellos del judaismo asimilado de occidente, que haba roto todo contacto con el resto del pueblo. Weizmann lleg desde adentro, desde el medio judo ms autntico, de un pequeo pueblo de la zona delimitada para los judos cuna y centro del judaismo del mundo de aquel entonces. Desde una existencia cultural juda, y de una realidad popular, se asom Weizmann al gran mundo adquiriendo el conocimiento de la ciencia y de la vida. No fu el antisemitismo el origen de su sionismo, el cual slo fu nutrido por su judaismo. Como hombre de ciencia no crea en saltos sino en un crecimiento evolutivo, desconociendo tal vez que los procesos histricos no son idnticos a los proce sos en la naturaleza aunque en ella misma sucede que pro cesos ocultos maduran en una explosin repentina. Y he aqu el milagro: lo que no pudo lograr Rotschild con sus millones, lo que no fu dado alcanzar a Herzl con la fuerza hechicera de su visin fu realizado por Weizmann en los dos terrenos a la vez, sin que en ninguno de ellos le fuera dado disfrutar de conquistas fciles o accidentales. La personalidad de Weizmann congenia armoniosamente con la visin estatal del primero y la obra de colonizacin del se gundo. Pero Weizmann no fu un mero reflejo de Rotschild y de Herzl; todo su carcter, su idiosincrasia y su concep cin del mundo eran esencialmente distintas pues derivaron de su visin personal de los problemas, siempre en relacin con las fuentes vivas de su pueblo, e igualmente determinada por los adelantos de la ciencia y la sabidura de nuestros tiempos. Ello revela el secreto de su grandeza y explica la naturaleza de la gran influencia y de la fama internacional de que disfrut Jaim Weizmann. En los ltimos 150 aos el pueblo judo di al mundo algunas personalidades cuya actuacin e influencia han de jado huellas profundas en el mundo entero, sobrepasando las fronteras de su pas natal. Mencionar tan slo a dos: Disraeli en el siglo xix y Trotzky en el siglo xx. Pero ambos lo mismo que otras semejantes se han convertido en figuras internacionales por su actuacin e influencia no como judos y no en funcin del pueblo judo, sino por su contacto con aquellos pueblos que los absorbieron. ORACION DE BEN GURION 21 La nica figura de magnitud internacional que fu total mente juda, no por su origen y su raza si no por su actua cin dentro del pueblo judo y en su nombre fu la figura del Dr. Weizmann. A travs de toda la historia juda no se puede encontrar a otro judo, que haya gozado de semejante posicin internacional. Herzl fu sorprendido por la muerte casi a principios de su actuacin y resulta difcil pronosticar su destino hist rico si hubiera seguido viviendo. Ms claro es el hecho de que Weizmann no se benefici nunca con resultados de fcil alcance y que no recibi en herencia nada, de nadie. No pocos aos pobres en pensamiento y en accin transcurrieron desde el creador de la Organizacin Sionista hasta la aparicin de Weizmann como jefe del movimiento sionista y su conductor supremo. Tanto Herzl como Weizmann nacieron con la corona real puesta sobre sus cabezas. Los dos fueron los elegidos del pueblo antes de que alguien los hubiese designado. No fu el Congreso el que eligi a Herzl; Herzl, en quien el pueblo vi a su lder, fu quien eligi al Congreso y le di toda la trascendencia de una asamblea de la nacin y la jerarqua de su ms alta tribuna. Tambin Weizmann fu colocado a la cabeza del movimiento sionista, presentndole su primera gran conquista poltica la Declaracin Balfour sin ser miembro del ejecutivo sionista. Pero en contraste con Herzl ya tiene en su activo una intensa y fructfera militancia en las filas de avanzada del sionismo, pues Weizmann fu sionista desde su nacimiento ya que desde su nacimiento fu ntegramente judo. Pero ha de disminuir la figura de Weizmann quien la apreciase tan slo como una bendita sntesis entre sionismo prctico y poltico, o una fusin de Rotschild y de Herzl. Tanto al gran filntropo, que se hizo acreedor del nombre de padre de la colonizacin, como al venerado creador de la organizacin sionista, a los dos precedi y tal vez hizo surgir, el julutz annimo, el cual no contribuy a la redencin de su pueblo con riquezas fabulosas, ni tal vez lo ilumin con visiones profticas. Pero no fu pobre el jalutz annimo. La riqueza de su alma no poda ser medida con oro y el vigor de su sueo result ms fuerte que la muerte. Ofreci al 22 DAVAR surgimiento de su pueblo un modesto regalo su propio ser, pero su ser entero. De la antigua Jerusaln, de la lejana Hungra, de la extensa Rusia, de Rumania, llegaron hace muchos decenios, aun antes de existir la Organizacin Sio nista y aun antes de iniciarse la moderna obra de colonizacin, invirtiendo su trabajo, su herosmo y su amor a la vida, en forma incondicional y sin escatimar esfuerzo alguno, para re construir la patria echando los cimientos para una vida na cional e independiente. Pocos y aisladamente llegaron los primeros jalutzim an nimos. Por largo tiempo el pueblo ni los comprendi, y mu chos de ellos sucumbieron y cayeron, tan terriblemente penosos fueron los primeros pasos que conducan hacia la creacin de una patria y de un pueblo. Pero la corriente jalutziana no se interrumpa. Una vez que se hizo camino, fu como un caudal creciente, aunque imperceptible al igual que un to rrente estrepitoso, que bullese en las profundidades de la tierra. Despus de la desaparicin del gran visionario pol tico y creador de la organizacin sionista se extinguieron las luces y en su lugar brill una llama falsa y engaadora. Llegaron entonces das de pequeneces y de confusin y fue ron estos pioneros los que salvaron la obra y la visin con su modesto aporte de la realizacin personal en su vida y en su muerte. Jaim Weizmann no se encontraba entre aquellos hombres annimos, y su actuacin antes y despus de haber adqui rido fama se concentraba en el movimiento sionista oficial y en su obra poltica y prctica. Pero no hubo lder sionista, salvo el Dr. Ruppin, que justipreci tanto el valor y la fun cin decisiva del sionismo jalutziano, como Weizmann, y na die como l supo captar las vibraciones del alma jalutziana en su fervor realizador. Weizmann no lleg a identificarse con la masa jalutziana en su vida cotidiana y gran parte de ella no comparti sus conceptos polticos. Pero no hubo sionista fuera de las filas jalutzianas, que valorizase como l la obra jalutziana y esas cualidades jalutzianas que imprimieron su sello sobre Weiz mann. Su profunda afinidad espiritual con los pioneros de la ORACION DE BEN GURION 23 realizacin constituy el tercer rasgo que caracterizaba la fi gura tica de Weizmann. Me muestro parco y eso intencionalmente en mis re ferencias sobre la grandeza de Weizmann en un aspecto esen cial: me refiero al valor cientfico que represent el presi dente desaparecido. Y lo hago no porque la vasta y fructfera obra cientfica de Weizmann en lo que a las ciencias qumicas se refiere, no guarde relacin alguna con el movimiento sio nista y con la creacin del estado judo. Todo lo contrario. No hubo dos Weizmann, Weizmann el sionista y Weizmann el qumico. El sionismo de Weizmann fu cientfico aunque se alimentaba de las tradiciones y del sentir del pueblo judo; y la ciencia de Weizmann sirvi con fidelidad y constancia a la obra sionista, tanto en lo poltico como en lo que a la colonizacin se refiere. Tal vez se pueda ver una casualidad que las investigacio nes qumicas de Weizmann durante la primera guerra mun dial hayan facilitado el logro de la Declaracin Balfour. Pero no es casual la obra cientfica de Weizmann y de sus colaboradores en Israel. Fu fruto de firmes principios y del concepto de que el Estado de Israel, su economa, su cultura y su seguridad, no descansarn sobre la base firme sin el cul tivo mximo del genio cientfico judo y sin el apoyo de las conquistas cientficas modernas y los adelantos constantes. Como nadie supo Weizmann definir el verdadero valor que tiene el avance de la ciencia y de la tcnica para el por venir y existencia de nuestra patria. De este modo si no me he detenido a resear el valor cientfico de Weizmann, es porque la justa y exacta apreciacin de su aporte cientfico- puede ser ofrecida nicamente por un experto en la materia. No todo lo que Weizmann hizo, fu coronado por el xito. Le toc soportar muchas decepciones, siendo algunas de ellas originadas en la organizacin sionista y otras de la situacin internacional. Esas decepciones lo hirieron profundamente pero nunca lograron doblegar su espritu. Weizmann como judo ntegro no supo lo que era desfallecer y renunciar a sus propsitos, conservando an en los momentos de ms gran de amargura la entereza de su espritu y la profunda fe, 24 DAVAR tanto en el futuro de su pueblo como en el triunfo de la ver dad y de la justicia, que llegar para la humanidad entera. Pero Weizmann no tuvo tan slo decepciones, tuvo el privilegio que no alcanzaron grandes y numerosos conducto res tanto del pueblo judo como de otros pueblos: arrib a su meta en vida, lleg a ver el Estado de Israel. Fu su pri mer presidente. Y sta fu a su vez la suerte del Estado de Israel. Weiz mann fu cual una corona en su cabeza al renacer despus de 2000 aos. Ayer se extingui el hombre; Weizmann en su forma cor prea no existe ms. Weizmann la figura histrica y reden tora, su aureola, no oscurecern nunca. DAVID BEN GUBIN. Ischuv: Se designa as por extensin al conjunto del pueblo judo agrupado en Israel. Jalutz: el pionero, el que constituy la vanguardia colonizadora en Israel. Recuerdos e Impresiones sobre el Dr. Weizmann El arte de gobernar es un fenmeno nuevo en la vida juda. Siem pre existi alguna clase de gobierno entre los judos, pero no por eleccin, ni se aceptaba incondicionalmente y sin criticas sino que se reconoca la autoridad, limitada principalmente a las esfe ras religiosas y espirituales. La observacin de rabi Akiba de que Israel sin sus ancianos es como un pjaro sin alas, ejerci una instintiva atrac cin sobre los judos dispersos. Sin embargo, no siempre la conduccin es el arte de la poltica y puede decirse que, en cuanto a la prctica, el arte de gobernar de los judos, en la ms amplia acepcin de la palabra, termin con el Yavneh de Ben Zakkai. Hubo en la historia juda una serie de dramticos intentos de revivir el gobierno judo, pero todos fracasaron. Disraeli soaba con la poltica juda, pero sus sueos slo quedaron como expresiones literarias. Lassalle tuvo un momentneo impulso de dedicarse a la liberacin de los judos, pero slo fue un impulso juvenil. Cremieux podra haber sido un gobernante judo, pero a pesar de su intenso judaismo estaba demasiado implicado en la pol tica francesa. La refirmacin de la poltica juda advino con Herzl, quien ech las bases de una poltica nacional y cre el instrumento para dar al pueblo la direccin de un guDemante judo, que diez aos despus de su muerte asumi Jaim Weizmann. Exista el programa, la plataforma y parte del mecanismo, pero no el nombre ni las condiciones y oportu nidades necesarias. Jaim Weizmann fue el hombre. Capt el espritu de la poca y sus oportunidades y merced a sus cualidades surgi como el estadista capaz de realizar la poltica nacional juda. La personalidad del Dr. Weizmann ya estaba fundida con la historia juda mucho antes del fin de su vida. Tuvo la dicha de ver la realiza- 26 DAVAE cin de algunas de las esperanzas y sueos que inspiraron y constitu yeron la mayor empresa de su existencia. Concret sus esperanzas. Ha ba dado forma a los esfuerzos del pueblo judo para lograr el antiguo hogar de sus antepasados y tuvo la inesperada fortuna de ser el jefe del hogar por el cual luch. Difcilmente hubiera pensado que eso suce diera durante su vida. El primer presidente de la Tercera Comunidad juda es un grato personaje para el historiador, el bigrafo y el literato. Su rica persona lidad, sus dones, su vitalidad y su cordialidad, son tan proverbiales como su gigantescas hazaas. Toda clase de ensayos pueden hacerse en torno al tema Jaim Weizmann. Slo los muy competentes podrn hacer jus ticia y dar una resea completa no slo de sus hazaas como sionista sino del hombre, su temperamento, su ascenso, su influencia sobre el sionismo y sobre la judera como conjunto y sobre el mundo exterior. Habiendo tenido el privilegio de una estrecha relacin con l durante ms de tres dcadas, de haberlo visto casi diariamente cuando estaba en Londres y de haber observado el florecimiento de su genio desde antes de la declaracin Balfour, creo interesante publicar mis apuntes e impresiones sobre el comienzo de su carrera. I Mi primer contacto personal con Weizmann data de 1915. Por su puesto, lo conoca de antes. Cuando se estableci en Inglaterra, su nombre ya era conocido para los sionistas, pero no fu de importancia visible el impacto que caus entre los sionistas ingleses. Estos eran fie les discpulos de Herzl, mientras se saba que Weizmann lo criticaba siendo uno de los dirigentes del grupo democrtico y despus infati gable opositor al proyecto Uganda. Tambin haba atacado constante mente a Israel Zangwill, querido y admirado por las masas judas a pesar de su Organizacin Territorial, y la forma sino la esencia de sus ataques disgustaba a muchos sionistas. Su breve asociacin con el Dr. Moses Gaster (quien como se saba era rival de Herzl) y su pos terior oposicin a la jefatura de Wolffsohn contribuyeron a que per maneciese alejado del sionismo ingls. Tena una cantidad de partidarios, no slo en Mnchester, donde viva, sino tambin en Londres, pero eran un tanto tensas sus relaciones con la Federacin Sionista de Gran Bretaa dirigida por Joseph Cowen, y el ntimo amigo de Herzl, RECUERDOS E IMPRESIONES SOBRE WEIZMANN 27 I J. N. Greenberg, el ms capaz de los discpulos de Herzl y una can tidad de partidarios del mismo y con su sucesor Wolf fsohn. Amigo de Ajad Haam, que le prest su aliento moral en su oposi cin hacia los jefes sionistas de la poca, el Dr. Weizmann atrajo a una cantidad de intelectuales sionistas que estaban sujetos a la influen cia del maestro del sionismo espiritual. Pero mucho despus del retiro de Wolf fsohn, en el dcimo Congreso, en 1911, la direccin del sionis mo ingls segua controlada por los denominados "polticos. En el dcimo Congreso vi por primera vez al Dr. Weizmann "en accin y aprend a apreciar su distincin. Era el primer Congreso al que asist para informar a una serie de peridicos momento emocio nante de mi carrera y aunque decepcionado por el eclipse de Wolff- sohn, la hbil oposicin del Dr. Weizmann, su cordialidad y su conduc ta posterior hacia el hombre a quien ayud a eliminar y a quien solici taba el apoyo al plan Universitario Hebreo, dejaron una indeleble im presin reveladora de energa y sinceridad. Esta impresin fu ampliada en el undcimo Congreso de Viena, en 1913. Como resida en Mnchester y no estaba estrechamente vinculado al sionismo local poco se conoca all de las actividades de Weizmann entre bastidores. Mucho se ha escrito de su estrecho contacto con Bal- four durante una eleccin en Mnchester. Pero tales contactos en la vida poltica inglesa, especialmente durante las elecciones, no son notables. Mucho antes, cuando viva Herzl, los dirigentes de la Federacin Sio nista haban hecho una encuesta a los principales candidatos, durante una eleccin parlamentaria, referente a su actitud hacia las aspiraciones judas en Palestina. La mayora de las respuestas fueron positivas. El contacto con Balfour slo fu til a la luz de los acontecimientos pos teriores. Pero Weizmann, como Herzl y otros, incluso Sokolow y Ajad Haam, siempre consideraron que el sionismo era mejor entendido en Gran Bretaa que en los dems pases. Como miembro del Ejecutivo Sionista, Sokolow visitaba Londres con frecuencia y durante sus visitas debe haber visto a Weizmann. En 1912 Sokolow lleg a Londres con el propsito de restablecer el contacto sionista con el gobierno britnico, interrumpido desde el recha zo del proyecto Uganda. Pero su visita tena otro objeto. Se proyectaba entonces enviar una misin a Rusia para persuadir al gobierno ruso a levantar las restricciones al sionismo y como se hablaba de un acercamien to entre Gran Bretaa y Rusia, se sugiri que aqulla podra emplear su influencia ante el gobierno zarista para que no impidiese la accin 28 DAVAR del sionismo. Hubo rumores de que Israel Zangwill, aunque no mili taba el sionismo, estaba preparado para unirse a dicha misin que presidira Sir Francis Montefiore y en la que participaran varios no judos. Habiendo tenido el privilegio de la relacin de Sokolow desde la adolescencia, que con el curso de los aos se transform en una ntima amistad, yo conoca algo de sus movimientos, aunque por en tonces mostr una rara discrecin y no me comunicaba mucho de sus actividades. Tal vez estaba en guardia conociendo mi asociacin con Lucan Wolf cuya hostilidad a la Rusia Zarista hall expresin en todos sus artculos polticos y m,s conspicuamente en el semanario "Darkest Russia que diriga. Sin embargo, nada sucedi con el plan sobre Rusia. Sokolow volvi a Londres en 1913, antes de visitar los EE. UU., donde logr atraer al sionismo al juez Brandis. Durante aquella visita estuvo en contacto directo con los altos funcionarios de la cancillera britnica y hasta fue invitado a la misma por uno de los secretarios permanentes (Sir Louis Mallet) para informarle que el me morndum que presentara sobre el sionismo haba sido estudiado por Sir Edward Grey, entonces canciller. Luego tuvo varias entrevistas en la cancillera, destacando la conveniencia de que Gran Bretaa se in teresase en apoyar las aspiraciones sionistas sobre Palestina, desde el punto de vista humano as como en defensa de sus intereses. El doctor Weizmann, como miembro del comit de accin y uno de los forja dores del nuevo Ejecutivo, del que Sokolow era la ms destacada figu ra poltica, debe haber conocido indudablemente aquellos intentos. Tal era la situacin en general en 1914, al estallar la primera guerra mundial. II Ansiosos por el destino de la judera en Europa Oriental, como con secuencia de la guerra, los sionistas britnicos, aunque pocos en nmero, comprendieron que la tarea inmediata era mantener en alto la bandera sionista. La muerte de Wolffsohn, en los primeros das de la guerra, fue un nuevo golpe para los partidarios de la denominada es cuela poltica. Poco se saba de los miembros del Ejecutivo o de sus planes. La guerra cre una barrera entre los sionistas de los diferentes pases y tambin entre los miembros del Ejecutivo. Shmarya Levin esta ba en Nueva York, pero se desconoca el paradero de Sokolow; hubo RECUERDOS E IMPRESIONES SOBRE WEIZMNN 29 rumores alarmantes al principio y despus de algunas semanas se supo que viva y estaba bien; meses ms tarde lleg a Londres con Tschlenow. Fu para m un alivio verlos en una modesta pensin juda, en Maida Vale. Cuando me preguntaron acerca de la posicin sionista en Ingla terra, les habl del casi mesianismo en muchos sectores judos. Los judos y no judos escriban a la prensa en verso y en prosa que era inmi nente la salvacin juda. Esto, observ con buen humor Tschlenow, ser muy interesante para Sokolow. Les pregunt sobre sus otros cole gas y como sionista me dieron una informacin fragmentaria con la severa advertencia de que no era para publicar, aunque nada de aquello era digno de ser publicado. Esperaban ver al Dr. Weizmann. Unos meses ms tarde me citaron por telfono, para encontrarme con l en un restaurante kosher en Wardour Street, cerca de Oxford Street, centro de la industria cinematogfica en Londres. Un conocido lder comunal judo de Liverpool estaba con l y despus de conversar un rato me pidi que lo visitase por la tarde en el Hotel Waldorf, donde se alojaba en Londres. No pens que este primer contacto con el Dr. Weizmann sera el comienzo de una relacin de ms de 30 aos, y que estaba destinado a ver cmo esa modesta y enrgica figura, tan alerta al descender de un cab en el momento en que se acercaba al hotel, se converta en la ms destacada personalidad de la judera con tempornea. Nos sentamos frente a una taza de t y me formul algu nas preguntas sobre las actividades judas y sionistas. Saba que yo diriga un diario judo y colaboraba en el "Jewish Chronicle y "Jewish World dirigidos por Leopold J. Greenberg. Le sorprendi que no par ticipase activamente en el sionismo local. En realidad yo diriga un Centro Cultural de Jvenes Sionistas, pero no me gustaba la actuacin pblica. Con su rpida percepcin, comprendi pero era posible admi tir que en aquellos momentos los sionistas permanecieran pasivos? Despus de trabajar prefera quedar en casa? A pesar de ello deba hacer algo. Dnde estaban los dirigentes sionistas de Inglaterra? Qu hacan? No haba iniciativa. Urgi a Sokolow a venir a Londres. Debia haber ms actividad. Estaba ocupado en una importante labor de in vestigacin y dudaba entre Manchester y Londres. A pesar de su ocu pacin estableca contactos. Aquello le haca perder tiempo y requera un gran esfuerzo. Pero haba mucho que hacer y poco tiempo por delante. Dnde estaban los llamados "polticos? Adems del trabajo externo estaba el frente interno. Los contrarios al sionismo opondran obstculos. Gaster estaba lejos, Greenberg apartado y Zangwill perma- 30 DAVAS necia aferrado a su territorialismo. Cowen era muy honesto y dispuesto a ayudar, pero no se haca nada. Sokolow poda concentrarse ms en el frente interno; tena ms paciencia y mayor autoridad sobre los pro blemas judos. Los jvenes sionistas, especialmente los relacionados con la prensa, deban estar alerta y si era necesario dar ayuda tcnica. Estas eran en resumen sus enrgicas observaciones. Tena poco ms de cuarenta aos, pero emanaba el magnetismo de la juventud, de su ar diente mirada y su expresin fluida pero convincente. Modestamente me puse a su disposicin para cuanto necesitase, dentro de mi tiempo limitado. Acept y dijo que utilizara la oferta cuando lo necesitase agregando quejoso que no tena la menor ayuda tcnica en su trabajo. Aquel encuentro fu una experiencia singular. No obstante su impre cisin y a pesar de que no era completamente justificada la queja de la apata sionista, para quien llevaba latente la iniciativa, sus observa ciones, impulsadas por sagrada impaciencia, eran de inmensa impor tancia. Reconfortaba la moral sionista y el efecto inmediato sobre m fu la decisin, a pesar del temor al aburrimiento, de aceptar el cargo de miembro del consejo de la Federacin Sionista Inglesa. No le vi durante un tiempo despus de aquella entrevista, hasta que nos volvimos a encontrar en el hotel en que se alojaba Sokolow. Fu poco despus de la desdichada denuncia del sionismo por Sir Francis Montefiore, en la Sesin de la Junta de Delegados Judos Britnicos. Era una rara aberracin y fu un tremendo golpe para los presentes en aquella reunin, que eran en su mayora sionistas. Sir Francis haba sido presidente honorario de la Federacin Sionista desde la poca de Herzl; no era ms que una figura decorativa, pero el apellido Monte fiore era muy importante. El sentimiento antigermano prevaleciente en Gran Bretaa y explotado por cierta parte de la prensa, aterraba tanto a Sir Francis que perdi la serenidad y formul una declaracin per sonal de que no slo interrumpa sus relaciones con una organizacin fornea como el sionismo, sino que comprenda que el sionismo era esencialmente un instrumento del imperialismo alemn. Tal declara cin en pblico y ante la prensa fu considerada tan desastrosa que el presidente, Sir David Alexander, aunque violento opositor al sio nismo, se puso inmediatamente de pie y refut aquella afirmacin, observando que los sionistas ingleses son ciudadanos tan leales y pa triotas como los dems judos, negando que el sionismo al que se opona, tuviese vinculacin con el imperialismo germano. RECUERDOS E IMPRESIONES SOBRE WEIZMANN 31 Hubo mucha ansiedad y agitacin entre los sionistas, especialmente para Sokolow que era el nico miembro acreditado del movimiento sionista en Inglaterra. Pero Weizmann, animoso y optimista, desech el incidente con uno de sus relatos humorsticos. Era un poco peligroso, especialmente porque algunos miembros del Ejecutivo estaban en Ale mania (hecho al que despus se opuso firmemente Jabotinsky) pero con su siempre presente sentido de la proporcin estaba seguro de que "sobreviviremos a la estupidez de Sir Francis Montefiore. La liberalidad y cordialidad del Dr. Weizmann en aquellos das, sus animosas charlas, sus breves y brillantes comentarios y su persis tente optimismo fueron fuente de gran energa. Con frecuencia le desilusionaban los resultados de algunas de sus numerosas entrevistas. Pero a diferencia de los dems no se desalentaba. Entonces como des pus le molestaba y detestaba la desesperacin de algunos cuando algo iba mal. Tena una frase plebeya en idisch, para tal actitud. Era evi dente que adquira rpidamente la flema inglesa, definida desviacin del acercamiento continental al que estaba acostumbrado. Se afirmaba el empirismo ingls y combinado con su valor y su abundancia de re cursos, aumentaron su energa, su influencia y su autoridad. Eran muy necesarias en aquellos das de prueba, cuando fueron destruidas grandes partes de la judera, fu muy afectada la posicin de los judos rusos, y haba conflictos respecto a la actitud hacia las potencias combatien tes; conflicto que pronto hall expresin en forma aguda respecto al problema del servicio militar de los judos rusos en Gran Bretaa; problema que desdichadamente se uni al plan de Jabotinsky de una Legin Juda. El Dr. Weizmann debi afrontar de pronto otro nuevo y grave problema que complicaba su esfuerzo poltico. J. HODESS. Perfil de Jaim Weizmann Sera superfluo, si no imposible, resear aqu el aporte de Jaim Weizmann a la causa sionista. Reunidos en esta sala se encuen tran muchos de sus compaeros y amigos que con l recorrieron casi todas las etapas de su carrera. Mas como quiera que entre nosotros se hallan personas que tra bajaron a su lado durante diez, veinte y hasta treinta aos, amigos para quienes su muerte fue una prdida personal, al mismo tiempo que empobreci y entristeci nuestro universo, quizs no est por dems intentar, aunque tan slo en modestsimo bosquejo, el perfil de ese hombre nico que fu Jaim Weizmann. Tres aspectos enfocar al acometer tan ingente tarea: Weizmann el judo, Weizmann el sionista y Weizmann el hombre. El rasgo ms caracterstico de Weizmann el judo, contemplado a la luz de la historia del judaismo contemporneo, consiste en la feliz combinacin del judo oriental europeo con la cultura de Europa occi dental, en la ms consumada y fecunda sntesis que de estos dos elementos se haya alcanzado nunca. Y es precisamente este encuentro entre Europa oriental y occidental, esta amalgama de tradicin juda y cultura del Oeste, la que en el transcurso de las dos ltimas cen turias ha planteado el problema fundamental de la historia juda. Fu esta fusin lo que hizo posible el sionismo, porque el sionismo es de Nahum Goldmann es una de las personalidades ms importantes de la Dispora. Naci en 1894 en Rusia. Fund en Berln, con Jacob Klatzkin la Editorial Eschkol que public una autorizada Enciclopedia Juda. Dirigente del Congreso Judo Mundial, Nabum Goldman traduce desde esa asociacin, de la que es el alma, el matiz de su orientacin sionista. PERFIL DE PAIM WEIZMANN 33 por s una sntesis, judaica en su contenido, europea en su forma. En efecto, el problema de mayor envergadura a que han hecho frente los ms eminentes lderes sionistas de las dos ltimas generaciones ha sido el de sintetizar la tradicin juda en la ms profunda y amplia acepcin del trmino con la cultura europea. Mas ninguno, a mi ver, ha conseguido alcanzar en su propia per sona tan perfecta armona de estos dos universos, cual la que logr Jaim Weizmann. Jaim Weizmann fu ante todo y en todo un judo europeo; nacido en Mtele, y educado en Pinsk, fueron para l estos nombres como dos conceptos indelebles, dos elementos integrales de su conciencia hasta el momento postrero de su vida. Sus relaciones de familia fueron siempre tpicamente judas. Aunque no era religioso en el sentido estricto, formal de la palabra, se mantuvo siempre estrecha, inseparablemente ligado a la tradicin judaica. En tiempos de la blitz, en Londres, solia llevarse la Biblia al refugio y entregarse a su lectura durante horas. Y no era por supersticin: al enfrentarse el hombre con su destino, y quiz con la muerte, descubri Weizmann su amor por la Biblia, esa expresin mxima de la tradicin juda. Tambin en sus instintos era incuestionable lo judaico. Analista de inslita perspicacia, bien poda llamrselo sharif segn la tradicional costumbre del pueblo. Su pensamiento se mova en anttesis. En nin guna otra esfera de expresin intelectual era tan brillante como en la polmica. Or a Jaim Weizmann en un certamen de lgica espontnea, era un placer esttico inolvidable. Lo brillante de sus argumentos provena de muchas centurias de prctica talmdica y exegtica, el tpico mtodo judo de abordar y tratar problemas. El futuro historiador y bigrafo de Weizmann habr de consagrar un lugar considerable a sus chistes y su humor, que eran de lo ms castizo que entre nosotros ha surgido. Sin dejarse agobiar por lo que suceda alrededor suyo, beba sin cesar en el perenne manantial de irona brotado del saber y de la experiencia de un pueblo antiguo. Como de igual a igual trataba Weizmann con las celebridades del mundo. No le impresionaban ministros, generales o mariscales, ni tam poco la grandeza de las potencias poderosas. Determinaba su actitud el escepticismo de un pueblo acostumbrado a ver surgir y pasar imperios y dictadores, y que a todos ha sobrevivido. En ese sentido 34 DAVAR era tal vez el ms altivo representante del pueblo judo. Tambin Herzl fu un orgulloso portavoz, pero la suya era la altivez del hombre. El de Weizmann era el orgullo de un judo orgulloso, cons ciente de su historia cuatro veces milenaria, y que se presenta erguido ante estados y hombres hoy quizs ms fuertes que los judos, pero que seguramente no poseen una historia como la judaica. En su persona se hallaban combinados esos dos rasgos ms tpicos del ca rcter judo: escepticismo sin lmite y una fe infinita: escepticismo ante todo lo efmero; una fe inquebrantable en las eternas verdades de la historia juda. Ntsaj Israel lo Ishaker era para Weizmann el hombre de ciencia una verdad ms absoluta que el axioma matemtico 2X2 = 4. Nada mejor que su actitud ante la lengua idisch demuestra el lugar que ocupaba en su vida la tradicin y la idischkait. En sus mo mentos sentimentales era el idisch el idioma que hablaba. Y sin embargo, fu de manera espontnea y casi automtica que adquiri la amplitud de espritu propia de la cultura europea. Weizmann era no slo un gran estudioso, sino tambin, y sobre todo, un hombre en el que converga lo mejor de cuatro culturas: la rusa, la alemana, la inglesa y la francesa. De ah la facilidad con que se mova a travs del mundo, hablando a los franceses como un francs, a los ingleses como un ingls. Pero siempre quedaba en su integridad el judo. Weizmann era sionista porque era judo. No s si es posible de terminar la fecha en que empez su sionismo. En realidad, no puede ser otra que la de su nacimiento. A menudo sola mencionar una carta que haba escrito al llegar a Pinsk, a la edad de once a doce aos, a su maestro en Mtele, hablndole de un Estado judo en Eretz Israel. El sionismo era para l una consecuencia lgica del ju daismo. Adepto como era del sionismo poltico, vea algo ms que poltica en su ideal. El Estado era para l un medio para ms altos fines, para la aplicacin de las ideas eternas de la historia juda. Muchos hay entre nosotros que sostienen que el Estado no es ms que un medio, mas para Weizmann se trataba aqu de una verdad irre futable, siendo como era para l el sionismo, un movimiento moral ms que poltico. Estadista prudente, e hijo de su poca, bien saba que la idea moral es de imposible consumacin cuando no va acom- PEBFIL DE JAIM WEIZMANN 35 panada, hasta cierto punto de poder y fuerza poltica. Empero nunca acept la moderna teora de que la nobleza de las aspiraciones jus tifica el uso de medios innobles, y de que por mtodos inmorales se pueden conseguir fines morales. Por ello rechaz el terrorismo; no porque temiera al adversario, sino porque el terrorismo violaba su gran instinto moral. El sionismo era para Weizmann un gran movimiento creador. Detestaba la Dispora, no slo porque fuesen los judos una minora en todo pas extranjero, sino, y ante todo, porque los judos no pue den vivir en la Dispora las grandes ideas de la historia juda, que son la razn de ser del pueblo. Ello explica el grande y profundo afecto que nutra el movimiento colonizador, el tnoihav, el kibutz y los trabajadores manuales. No quera traer al Estado la vida de la Dispora. Quera transformr completamente, dentro del marco esta tal, los mtodos y la estructura de la vida de exilio. Lo absorbi por completo el sionismo, al que se entreg de alma y corazn. En realidad, nunca se interes por otros problemas judos que no fuesen los del sionismo; saba, por supuesto, que los haba y que alguien tena que ocuparse de ellos; pero no era en tal labor que inverta sus mejores esfuerzos; esos iban sin restriccin para el sionismo, en torno al cual gir toda su vida. En su caso, era del genio que provena esta unidad de espritu; y hasta su labor cientfica, cuando buscaba una frmula qumica, tena de una manera u otra algo que ver con el sionismo. Sus relaciones sociales, pronto las pona al servicio de la causa. Si se aplicara a Weizmann la clebre frase "Letat cest moi, perdera sta lo que en un principio tuviera de inmoral, para asumir aqu un sentido tico positivo; tan empapado estaba en el sionismo, que bien hubiera podido decir "El sionismo soy yo. Al verse forzado a abandonar la presidencia de la Organiza cin Sionista Mundial, Weizmann qued asombrado, no porque le fuese penosa la derrota poltica, o se sintiese resentido ante la in justicia de que haba sido vctima; sencillamente no poda comprender que fuese posible separarlo del sionismo; no conceba al sionismo sin Weizmann, ni a Weizmann sin el sionismo; para l, sionismo y Weiz mann eran sinnimos; de ah que el movimiento se haya identificado con l tan completamente. En un solo Congreso se plate el problema 36 DAVAE de la presidencia del Movimiento Sionista. Nunca hubo cuestin de campaa electoral. Incluso la oposicin, que deseaba lo contrario, saba muy bien que Weizmann seguira, desde luego, en la presidencia. Tambin el mundo no judo lo identificaba con el sionismo. En efecto, era l quien simbolizaba el movimiento a los ojos de los gen tiles. La historia menciona a pocos lderes que hayan alcanzado un nivel de influencia tal que se les haya concedido el lugar supremo en el movimiento, como si as estuviera decretado por ley natural. Para terminar, unas breves observaciones sobre Weizmann el hom bre. Lo que en ltimo anlisis determina el valor de uno, es lo que fu y no lo que hizo; porque la grandeza reside en l y no en su obra. As que, aunque no hubiera sido un gran sionista, aunque no hubiese obtenido la Declaracin Balfour, y los muchos xitos que a sta siguieron (no olvidemos que el xito es producto de mritos y circunstancias), Weizmann habra sido sin embargo un gran hombre. Uno nace ya con un peso determinado; hay hombres que nacen con una propensin hacia la grandeza; otros hay que habiendo alcanzado gran xito, quedan no obstante pequeos en substancia. Ahora bien, Weizmann era la grandeza misma: como hombre y como artista. Uno puede ser hombre de ciencia, cultivar las matemticas, y poseer sin embargo estos atributos. Weizmann abordaba todo problema como artista que era. Weizmann el hombre estaba sujeto a humores; era para l de decisiva importancia la atmsfera: no poda actuar en un ambiente frgido, impropio. Le haca falta sentirse rodeado de calor, amistad y afecto. Nunca fu un "poltico, si es que por ello se en tiende ser calculador, astuto, sagaz, maoso; Weizmann era la antte sis de todo eso. Nunca fu circunspecto, y a veces se expona diciendo cosas que un poltico jams hubiera dicho. Despreciaba la frase vana, el gesto demaggico y tantas otras actitudes que complacen a las masas. Su carrera poltica se distingui, pues, por su integridad intelec tual; jams transigi en materia de principios bsicos; su rigurosa inte gridad invitaba muchas veces el ataque. Posea Jaim Weizmann un encanto muy especial que slo en los artistas suele encontrarse. He tenido el privilegio de conocer, durante mi vida, muchos hombres grandes, no judos y judos, pero ninguno de ellos posea siquiera una sombra de aquel encanto nico que se PEBFIL DE JAIM WEIZMANN 37 manifestaba en Weizmann, en momentos de alegra, y merced al cual consegua persuadir a quienes con l hablaban y conquistar su sim pata para nuestra causa. Era la magia de su personalidad, ms que sus argumentos, la que creaba amistades. Dotado de un fortsimo ins tinto psicolgico, saba cmo dirigirse a cada uno de la manera ms eficaz. Ello explica la profunda impresin que produjo en las grandes figuras polticas de la actualidad: Balfour, Churchill, Lloyd George y Roosevelt. Cuando en la Segunda Guerra Mundial, y por razones propias de la Gran Bretaa, el primer ministro Churchill adopt una poltica antisionista y se neg durante meses a conceder una entrevista a Weizmann, un colega suyo le pregunt: "Por qu rehsa usted recibirlo, cuando nadie ignora la gran admiracin que le tiene? "No puedo le contest Churchill me quitara el sueo por las noches. Esto es apenas un ejemplo de la extraordinaria influencia que ejerca Weizmann. Por supuesto, hay que tomar en consideracin la irresis tible fuerza de sus argumentos. Mas el factor preponderante en sus relaciones de hombre a hombre, era el arrollador influjo de su per sonalidad. Lo mismo puede decirse de Weizmann orador. No era un orador; careca en absoluto de la tcnica y maas de la retrica. Y sin em bargo, he conocido a pocos que dejaran tan profundas huellas como Jaim Weizmann. Hablaba con ingenua sencillez, mas por detrs del verbo estaba el hombre de arrebatadora personalidad. Hay casos en que se recuerda un discurso, mas pronto se olvida al orador. Otros hay en que la personalidad del hombre sobrevive mucho tiempo en nuestra memoria al eco de sus palabras. Tal era el raro poder de los discursos de Weizmann. En la tribuna durante los grandes debates histricos del sionismo. Weizmann no era un gran orador; era un fe nmeno. La palabra era pata l un mero pretexto para proyectar la influencia de su persona. Por ende bastaba hallarse en su compaa para que sus amigos, muchos de quienes se encuentran hoy aqu re unidos, experimentaran una gran satisfaccin intelectual y emotiva. Con todo lo dems que pueda decirse de l, la vida en torno de Weizmann era un drama constante y todo dilogo con l, una gran experiencia. No entenda nada de organizacin rutinaria y administrativa. Ha blando con l un da le dije: "Para usted cada da es una gnesis; el universo se recrea de veinticuatro en veinticuatro horas. Por ende era excitante, dramtico, todo contacto con Weizmann. 38 DAVAB Si insisto sobre los sentimientos que por l nutran sus amigos, es para explicar la gravedad de la prdida que su muerte representa para nosotros. He dicho al comienzo que su muerte constituye una prdida personal. No slo el Movimiento Sionista perdi a Weizmann, no slo el Estado de Israel y el pueblo judo; cada uno de nosotros, tanto los que estbamos con l como los que estbamos contra l, han sufrido una prdida personal. Nuestra vida era ms rica, ms intere sante, ms vigorosa, incluso cuando l ya no era activo, porque sabamos que en algn lugar exista an aquella personalidad nica, Jaim Weizmann. Desde el punto de vista histrico, su muerte marca el trmino de una poca. Herzl despleg ante el mundo la visin sionista; Weizmann personificaba la fuerza de su realizacin. Fu l quien ense al pueblo judo a colocar piedra sobre piedra; los pioneros llevaron a la prctica sus enseanzas. El fu protagonista del ms elevado sionismo: el sio nismo que realiza, ejecuta, da substancia al sueo herzliano. Y he aqu que abandon este mundo cuando ya creado el Estado, apenas si empezaba la realizacin del sionismo. Bien est que en estas circunstancias, Weizmann ms aun que cualquier otro caudillo sionista de la pasada generacin, se convirtiera en un smbolo para nosotros. Slo entonces, cuando un hombre se ha transformado ya en smbolo, puede decirse que ha alcanzado la inmortalidad. Por grande que sea un hombre, el lugar que ocupa entre sus contemporneos se desvanece con la generacin que le conoci. Y las que a sta suceden, como no lo han visto ni odo, no pueden formarse una idea precisa del signifi cado que tuvo en su poca. Mas cuando un hombre alcanza la cumbre de la grandeza humana, cuando llega a sombolizar, a personificar una idea, entonces ha conquistado la verdadera inmortalidad. Weizmann merece que hagamos de l un smbolo en el Estado de Israel, y el Estado de Israel tiene urgente necesidad de tal smbolo. El sionismo tal como lo conceba l, est lejos de haberse realizado. No obstante el orgullo y la satisfaccin que le trajo el privilegio de haber sido el primer Presidente *de Israel restaurado, pas algunos momentos amargos durante los ltimos aos de vida. Los sucesos que los motivaron son comprensibles en las primeras fases de la reali- PERFIL DE JAIM WEIZMANN 39 zacin del sionismo, pero no dejan por ello de ser diferentes de lo que haba previsto l. Si Israel ha de realizar el sionismo y tornarse en un gran factor de redencin en el mundo y en la historia juda, no ser por la cantidad sino por la calidad, es decir, por la realizacin del sionismo de Weizmann. No tengo mayor deseo en cuanto a Weiz- man ni en cuanto a nosotros y lo que honra su memoria, nos honra a nosotros, y viceversa que verlo tornarse en un gran simbolo en el futuro desarrollo de Israel, y que la mxima ambicin del Movi miento Sionista, del pueblo judio y del Estado de Israel sea la total realizacin del sionismo que Weizmann representaba de modo eficaz, ms dramtico y ms completo que cualquier otro lder de nuestra generacin. NAHUM GOLDMANN. La Inspiracin Imperecedera tros muchos, ms calificados que yo, han valorado y valorarn el destacado lugar del Dr. Weizmann en la historia del renacimiento judo. Por eso, me res tringir a la significativa herencia cientfica que el doctor Weizmann ha dejado a Israel. Para m, Dr. Weizmann y Ciencia son conceptos comple mentarios y casi recprocos. Si uno buscara entre los grandes hombres de este siglo xx un smbolo personal de Ciencia en su expresin ms noble ciencia considerada en un plano de dedicacin espiritual, lo encontrara en el primer pre sidente de Israel. Desde el comienzo, la visin del Dr. Weizmann de la mi sin histrica juda, fu influenciada por su mente cientfica. Trajo los conocimientos y disciplinas de la ciencia a su gran tarea, y con eso ayud a convertir un anhelo amorfo en un movimiento prctico y dinmico. El previo claramente la necesidad de que la ciencia y su equipo modelaran la existen cia econmica de su pueblo en su patria, aportando de este modo las bases materiales para una vida nacional coherente. Al comienzo de su misin histrica, aun antes de los su cesos cercanos a la declaracin Balfour, Weizmann fusion su ciencia y su capacidad de estadista. El amor al estudio es tradicional en el pueblo judo, carne de su carne y hueso de LA INSPIRACION IMPERECEDERA 41 su hueso. Pero el nfasis especfico que se pone hoy en Israel en lo que a ciencia se refiere, en el espritu de nuestra poca tcnica, es en gran medida la autntica proyeccin de la personalidad y el pensamiento de Jaim Weizmann. Considerando los acontecimientos de nuestros das, la his toria seguramente confirmar que su direccin poltica reflej su filosofa como cientfico. Y el sello de este hecho, afortuna damente, es profundo en la vida de nuestro nuevo Estado. Al preparar e introducir un armazn para la investigacin y el progreso cientficos, a travs del cual Israel podr adquirir vigor econmico, el Dr. Weizmann inspir a su pueblo a con solidar su pas. En el transcurso de ese proceso no solamente adquiri inmortalidad para s, sino que inmortaliz la his toria juda de su tiempo. Israel est tocado por el drama de la historia en formacin. Encontramos que ese pas es un lugar excitante e interesante. Sus problemas son muchos y a menudo dolorosos. Pero todo drama verdadero encierra en s un elemento conmovedor. En Israel es como si se tuviera puesto un dedo en el pulso de la historia. Cada actividad y suceso normal y cotidiano tiene una dimensin especial cmo podra expresarlo ?, una dimensin especial de gloria. Construir una casa o una escuela, tareas rutinarias del gobierno, estn por alguna razn investidas de una especie de pasin. Elementos humanos diversos y variados son integrados en una sola comunidad. Esto es, en s mismo, digno de hacerse notar. Mucho ms notable es el hecho de que la integracin tiene lugar a travs de una asociacin voluntaria, sin reduc cin de la libertad o dignidad de los elementos componentes. Esto es lo que he encontrado en Israel, esto y el Instituto Cientfico Weizmann. Durante ms de 40 aos he tenido una estrecha relacin con hombres de ciencia y su trabajo. Esta experiencia ha sido uno de los privilegios ms grandes de mi vida. En Estados Unidos estamos viviendo probablemente en la civilizacin cientfica ms grande que el hombre haya cono cido jams. Mucho del grandioso desarrollo de nuestro pas 42 DAVAB descansa en la ciencia. Nuestra estructura social incorpora los resultados finales de procesos cientficos., Nosotros los ame ricanos hemos desarrollado un aguzado sentido del infinito alcance de la ciencia y su ilimitada potencialidad para el pro greso de la humanidad. Constituye la gloria eterna del Dr. Weizmann que esta estructura exista tambin en Israel. No hay duda de que cum plir un papel decisivo en la estabilizacin del nuevo Estado. Ciencia es un trmino complejo, del que el diccionario da solamente dbiles indicios; superficialmente significa conoci miento de la naturaleza y de los procesos naturales, la clase de conocimientos que puede ser demostrada por la lgica y el experimento, y que puede ser aplicada a usos prcticos. Este, sin embargo, es slo el comienzo y no el final de la definicin. El concepto de ciencia ha acumulado otras aso ciaciones, quizs ms vitales, de una naturaleza espiritual y cultural. Ha llegado a significar lo contrario de ignorancia y supersticin. Significa tambin una clase especial de disciplina mental en la misma fibra del carcter humano. No es un as pecto aislado de la vida moderna, pero s una cualidad co rriente a travs de toda la vida. Porque puede existir y florecer solamente donde hay li- bertad de investigar y un paso libre para la conciencia; la ciencia es un atributo de libertad, sustancia y smbolo de la libertad del hombre a dedicarse a la investigacin del uni verso sin temor a represalias sociales, polticas o religiosas. Desde este punto de vista, Ciencia significa una mente abierta y tolerancia fundamental en las relaciones entre hombre y hombre. La ciencia no es solamente un mtodo de investigacin dentro de los secretos de los procesos naturales, es tambin fuerza creadora de una atmsfera cultural especial. La crea cin y el mantenimiento de esta atmsfera es prueba del es pritu libre de un pas. Ciencia, como yo lo veo, es un desafo a Dios en el hombre, a Prometeo desatado y valiente. Me complace observar que tal atmsfera cultural, de cien cia libre, tambin prevalece en Israel. Es un buen augurio LA INSPIRACION IMPERECEDERA 43 para la nueva Nacin. Esto permitir a Israel producir y preparar el tipo de hombre, la joven generacin de cientficos, sobre los cuales se desarrollar el peso de una economa viable. Precisamente por la complejidad de sus problemas, las limi taciones de su espacio, la insuficiencia relativa de sus recur sos, Israel debe estar en posicin de engendrar sus propios hombres de ciencia, ya sean nacidos en el pas o que hayan entrado como inmigrantes. Lamentablemente, el gran repositorio de becas y ciencia judas en la Europa del Este fu saqueado y en gran parte aniquilado. Trgicamente, muchas de las mejores mentes ju das fueron aplastadas por despiadados dictadores. Como re sultado, la disminucin del poder cientfico del hombre y de la habilidad tcnica entre la mayora de los nuevos inmi grantes llegados a Israel, han sido tan graves como la pobreza econmica. La reserva de conocimiento cientfico y talento debe ser completada. Esto es indispensable para la super vivencia y progreso del pas. Toda la compleja historia del pas ha dado a la ciencia un lugar singularmente importante y destacado en Israel. Otrora se pens que la patria juda sera reconstruida a travs de un lento y metdico proceso de migracin. El Destino orden lo contrario; sucesos que se esperaba ocuparan dcadas y aun generaciones, han sido agolpados en unos pocos aos turbulen tos. En vez de hacer una cosa a la vez, Israel ha sido llamado a hacer todas las cosas al mismo tiempo. Es claro como la luz del da que el Dr. Weizmann recono ci esta situacin y trabaj para hacerle frente. La prueba est en el inmenso cuidado y entusiasmo que prodig al Ins tituto Cientfico que lleva su nombre. De acuerdo con su genio para transformar ideas en acciones prcticas, fu llamado a proveer un movimiento que asegurara a Israel una produc cin continua de vitales y efectivas mentes cientficas, mo dernas y capaces. Cuando llegu a Rejovot, el verano pasado, encontr mag nficos campos y edificios, laboratorios equipados con todos los instrumentos de la investigacin moderna y aparatos que 44 DAVAB pueden ser comparados favorablemente con cualquier labora torio de investigacin, de primera clase, y, lo que es mucho ms importante todava, encontr un grupo notable de talen tos, de capacidad cientfica y conocimiento, en un grupo de hombres profundamente dedicados a su profesin. El Insti tuto Weizmann est sealado notablemente por un espritu vigoroso de entusiasmo intelectual y por un ardiente esfuerzo de obtener verdades cientficas. Pero los hombres en Rejovot estn convencidos de que sus recursos estn lejos de adaptarse a la extensin de su misin. Todos aquellos con quienes habl acerca de sus proyectos y problemas particulares, se refirieron a la necesidad de aumen tar las facilidades, los departamentos y equipos, la vivienda adicional para el personal. Ellos piden solamente los instrumentos que les permitan satisfacer completamente las exigencias de un pas ambicioso que se expande rpidamente. La concepcin ambiciosa del Dr. Weizmann fue de una sn tesis ideal entre el Estado y la enseanza. Me di cuenta de esta noble visin cuando pis los anchos escalones que conducen al edificio del Instituto y mir alrededor el paisaje inolvidable, bajo el cielo azul y el dorado sol, que inspir a los poderosos precursores de un gran pueblo. Sent la influencia de la filosofa del Dr. Weizmann la unin de la ciencia pura y del esfuerzo prctico cuando camin a travs de los hermosos laboratorios y bien relucientes departamentos del Instituto. Jaim Weizmann, el cientfico, el hombre de Estado y cons tructor de la Nacin, vivi para ver a su pueblo regresar a la tierra prometida. El no se detuvo en Pisgah, pero cruz el Jordn con sus hombres y lleg a Canan como el padre de su pueblo. El destino fu ms benvolo con l que con otros dirigentes judos. Efectivamente el pas entero permanece como su monu mento viviente. Pero, en un sentido especial, relacionado con su profesin y personalidad, este monumento est en Rejovot, en el Instituto Cientfico Weizmann. Todos los amigos de Israel que veneran la memoria de su primer Presidente, pue den expresarlo ms apropiadamente, ms provechosamente, LA INSPIRACION IMPERECEDERA 45 colaborando para que el Instituto florezca como una fuerza constructiva en el esfuerzo de Israel por realizar su destino. En vida, el Dr. J.aim Weizmann fu el smbolo y la per sonificacin de este destino. Ahora, con su muerte, l se ha convertido en su inspiracin imperecedera. DAVID SARNOFF El Hogar de Weizmann En aquellos discursos que Weizmann calculaba haban de tener ms vasta repercusin, afrontaba con frecuencia su tema vital con un relato de su niez. No era el sentimiento el que impulsaba su brillante mentalidad al lejano pasado para citar el aforismo de un maestro cuya fama nunca fu ms all del Jeider o la Sinagoga. Ni tampoco por romanticismo volva el hombre de ciencia su recuerdo a Mtele, un pueblto ms en la regin pantanosa de Lituania. No era la devocin filial la que haca que el estadista se refiriese a su tmido y estudioso padre o recordase la filosofa casera de un to desdichado que arreglaba el mundo mientras sorba vaso tras vaso de t. Era una constante fuente de energas de races profundas, tena ces y vitales, una energa derivada de la sabidura terrena y el ins tinto sano fortificados por un vigoroso intelecto; la fuerza que ben deca a los Weizmann con una preciosa y saludable sntesis de judaismo y don de mundo dejando poco lugar para los complejos que restan tanta fortaleza y belleza a los judos. Hace unos aos, en su laboratorio de Rejovot, al referirse a su familia, el Dr. Weizmann me dijo: "La fuerza de los Weizmann reside en nuestro origen campesino. Era un comentario sorprendente de un hombre, aristcrata hasta la punta de los dedos, y que impresio naba al mundo tanto con su natural nobleza como con su elevada jerarqua intelectual. Pero lo comprend mejor cuando o decir a su madre la anciana teja en ese momento una bufanda para su hijo eminente estas pa labras: "De regreso a Mtele, cuando no haba ms que papas para comer nos las servamos con fina platera, en un hermoso mantel. EL HOGAB DE WEIZMANN 47 La casa en la calle Melchet de Hadar Hacarmel fu el obsequio del Dr. Weizmann a su madre, cuando logr sacarla de Rusia a principios de 1920. All vivi ella con un hijo mayor, Feivel, que en la juventud tom a su cargo las responsabilidades familiares despus de la muerte de su padre y sigui con el negocio de las maderas, de manera que cada uno de los hermanos y hermanas (eran quince) pu diera estudiar. "A los primeros ocho hijos record ella, les dimos dos nom bres, pero luego economizamos. Jaim era Jaim Azriel. La madre era la fuente de energa familiar. A los diecisis aos adoraba a su sabio y pobre esposo y logr que permaneciese con sus libros mientfas ella se ocupaba de las finanzas. "Pero cuando not que llegaba mi primer hijo, recordaba, le dije a mi marido: "Dios nos bendijo. Ahora eres t quien dirige la casa. Y le entreg el dinero que haba ahorrado. Ella aprendi a leer y escribir a medida que los nios hacan sus deberes en casa; de los menores, que iban al jeider aprendi hebrasmo; de los mayores, que estaban en el gimnasio, captaba una palabra rusa, un verso alemn o un nombre francs. Despus, cuando ellos regresaban durante las fiestas y vacaciones de verano de la Universidad, le traan el mundo, un mundo de extraas facetas y colores y le traan amigos de ciudades y pases lejanos. Participaba en la conversacin, de la que entenda muy poco, pero en la que adverta la evolucin de sus nios y los amplios horizontes que se les abran. Jaim trajo una cuna para el nuevo hermanito al regresar en verano de una Universidad de Alemania. Ella estaba segura que un da l se sentara en alto sitial. Por eso, a diferencia de los dems hijos, compraba para Jaim camisas de fino hilo o seda, cuando muchacho, y para ratificar la seguridad en su futuro repeta la exclamacin de una campesina que al mirar a su hijita en la cuna deca: "Lea Raquel, naciste princesa. Sesenta aos ms tarde, en su hogar de Haifa, esperaba a su famoso hijo para Pascuas. Una vez ms se reuniran bajo el techo familiar y revivira Mtele como siempre cuando se reunan los Weizmann. Y la pequea directora del hogar, semiciega y cargada de aos se reconfort en su majestad matriarcal. "Entibi el nido para mis pichones deca. Jaim, por supuesto, dirigira el seder. Cualquiera fuesen los idiomas que usaban sus hijos en sus hogares 48 DAVAB y en sus trabajos, cuando trataban con la madre hablaban el idisch. Todos parecan eufricos con el idisch de Mtele, y su especial aroma. La hermana que lleg a Palestina en 1903 a pasar la luna de miel y se estableci con un consultorio de dentista en Jerusaln; el hermano que diriga el departamento de qumica en la Univrsidad Hebrea; la hermana que trabajaba con algunos de los experimentos de su hermano en el Instituto Sieff, en Rejovot; la hermana que vino a Haifa como maestra de piano cuando all no haba ninguno; el hermano que lleg como ingeniero y construa caminos; la hermana que enseaba en el Herzlia gimnasio en Tel Aviv todos ellos, con Jaim que haba venido de Londres, ms otros hijos y nietos, se reunan en torno a la menuda dama. La familia estaba completa y tena toda la energa y coraje inherentes a sus races. Jaim permaneca durante horas junto a la cama de su madre y le tena la mano mientras recordaban los cuentos de Mtele y Pinsk. Ella no dejaba de preguntar si l estaba abrigado para afrontar la niebla de Londres. Nunca dej de bendecirlo; pronunciaba una bendi cin especial del libro de oraciones, cuando parta para el gran mundo donde saba que le esperaban la adversidad y la hostilidad. Entonces miraba repetidas veces el regalo que su nuera le trajera del gran mundo y musitaba otra plegaria para que Dios diese fuerzas a su prncipe. Sus hijos partan de a uno hacia sus tareas; los nietos salan de a uno y los bisnietos con sus padres. Mam Weizmann permaneca sola con su hijo recordando los nombres de todos, prescribiendo alguna me dicina a su hija plida o al hijo fatigado, planeando el men para la cena, pidiendo ms lana para tejer, preguntando por el tiempo en Nueva York, adonde llegara pronto su Jaim y si las flores haban sido regadas; haciendo un esfuerzo para ver si el color del t indicaba que la infusin estaba bien preparada. .. JEAN JAFFE. Un Hombre de su Pueblo Banderas a media asta, cabezas doblegadas en luctuoso silencio, corazones que laten al ritmo del dolor, unironse en el da en que Jaim Weizmann entreg su ltimo aliento. Borrronse dis tancias y fronteras en el mundo judo. Miles de judos en Jerusaln, Tel Aviv, Jaifa y Elilat lloraron al Presidente de Israel. Lamentaron la muerte del maestro de su generacin miles de judos de Buenos Aires, Nueva York, Pars y Johanesburgo. Y quien sabe cuantos corazones no lloraron en silencio, en aquellas disporas donde al judo no le es permitido revelar sus sentimientos, all donde no se puede siquiera traer a los labios el nombre de quien se transformara en smbolo de la lucha juda por la libertad en nuestro tiempo. Nuestro dolor es el vuestro, y por eso, al venir a hablar a esta asamblea recordatoria no he de agradecer al judaismo argentino por su profunda y sincera participacin en el duelo del Estado de Israel. Slo dir que si Jaim Weizmann pudiera ver cmo todo el pueblo, ese pueblo a quien l tanto quiso, se encuentra hoy unido en respetuoso silencio ante su tumba, sin duda hubiera dicho con esta sonrisa sabia, que tanto conocamos: Vala la pena; todo vala la pena: la pobreza en la aldea, Mtele; las discusiones y las polmicas en las Universida des de Suiza; la lucha, dentro del sionismo, por el trabajo lento, gris, empecinado en Palestina. La dura lucha por los derechos polticos del El Ministro de Israel en Buenos Aires, Dr. Iacov Tsub, al reflejar la profunda emocin causada en el pueblo judo por la desaparicin de Weizmann, se refiere con palabras emocionadas a las alternativas de su vida. En su artculo publicado en el N1? 29 de Davar, Weizmann y el Weizmanismo haba ya descrito el Dr. Tsur algunos aspectos de la personalidad del estadista. 50 DAVAE pueblo judo, lucha que no pocas veces pareca intil. Y despus los largos aos de pesada responsabilidad al frente del movimiento nacio nalista. Cmo fueron estos aos saben slo aquellos que los pasaron en la proximidad del conductor. Haban aflorado a la superficie las fuerzas cruelmente hostiles, que tenan como nico propsito dar por tierra con nuestra ltima esperanza; y contra ellos se alzaba un pueblo dbil, despedazado. Cmo franquear la doble barrera, la de la indife rencia e impotencia de los judos, y la de la mala voluntad de los esta distas del mundo? Ascensos y descensos. Esperanzas de una nueva buena voluntad, una nueva coyuntura, una tensin que no cede, la conciencia de la amarga realidad, y finalmente el triunfo. Un triunfo que lleg cuando las fuerzas del conductor del pueblo lo haban abandonado ya, pero su espritu estaba lejos de haberse quebrantado. Nadie como l dentro de las filas sionistas conoca tan bien al pue blo judo; nadie analiz tan aguda y lcidamente sus fallas, pese a las cuales, crey firmemente en su capacidad. En uno de su mejores discur sos, pronunciado en Chemovitz hace 25 aos, defini de la siguiente ma nera la indiferencia entre l y Herzl: "Herzl lleg de Occidente; sus conceptos y su modo de pensar eran occidentales. Yo, lamentablemente, proceda de Lituania. Conoca demasiado al pueblo judo y el pueblo judo me conoca a m. Por eso me faltan las alas que Herzl sola des plegar. El haba surgido de un mundo desconocido para nosotros y nosotros nos hincamos ante el guila majestuoso que llegaba de las leja nas. Si Herzl hubiera procedido del "jeider, los judos no lo hubieran seguido. Su encanto consista, en su mayor parte, que estaba empapado del espritu occidental. En lo que a m respecta, deb primero adquirir esta cultura occidental, y ¡cunto esfuerzo me cost! Siempre tena presente a los judos y siempre trat de mantener bien alta la cabeza entre ellos. Esto me ense a recoger mis alas, aun cuando las sintiera a mis espaldas. Siempre permanec clavado en la tierra. Desde Lucerna a travs de Londres hasta la casa presidencial de Rejovot, hizo el camino de su vida sintiendo a sus espaldas a la aldea de Mtele. Aun cuando fustigaba al pueblo judo, aun cuando en un momento de amargura le grit: "Pueblo judo: dnde ests?, no abandon su fe en la capacidad y en el futuro de su pueblo. En uno de los momentos ms difciles de nuestra historia, cuando sus sueos estuvieron por demoronarse, tuvo coraje de levantarse y decir, sin que mediara el deseo de consolar, sino con la ms profunda fe: "Mu- UN HOMBRE HE SU PUEBLO 51 cho hemos sufrido a lo largo de nuestra historia: Roma, Espaa, Jmiel- nitzky, Rumania. Todo esto pas y ya no existe. Pero nosotros perma necimos firmes como la roca y no nos han destrozado. Tal vez muchos de nosotros sucumbamos; es posible que comunidades enteras sean des truidas, pero los que queden han de traspasar nuestras grandes tradicio nes a quienes vienen detrs. Esta seguridad, esta profunda altivez judia di a Weizmann la fuerza necesaria para golpear en las mesas de los poderosos y hablar con ellos de igual a igual. El era el Estado mucho antes que el Estado naciera. Ante l se abran las puertas sin que le exigieran credencia les. En momentos difciles de nuestra lucha poltica lo he visto conver sar con estadistas extranjeros. He visto inclinarse ante l a orgullosas cabezas. He visto a hombres que miraban con desprecio al pueblo que se empeaba en tener alas y se negaba a arrastrarse por el mundo; do blegarse ante la figura erguida y altiva del conductor, y he visto sus ojos que no podan soportar la mirada incisiva del judio de Mtele. El mundo en el cual inici su actividad poltica, un mundo en que los valores ticos y la justicia internacional tenan cabida, ha sido des truido en la poca de su madurez y ancianidad. En el mundo cnico de sus ltimos aos sonaba a veces como voz en el desierto el llamado de Weizmann de justicia para su pueblo. No quiso adaptarse a los nue vos dictados de la poca. Para l un derecho moral sigui siendo un derecho moral y una promesa, una sagrada realidad. Haba conocido a las grandes personalidades de su tiempo. A un Balfour, capaz de elevar se sobre los mezquinos pensamientos del presente y reconocer la grandeza de la reparacin histrica al pueblo judo. A un Wilson y a un Smuts, que soaran con la fraternidad de los pueblos, con la liberacin y el apoyo a todo pueblo sometido y perseguido del mundo; a un Masarik, que logr presenciar el resurgimiento de su pueblo, sin el sacrificio de ninguno de sus principios morales. Y quiso la irona del destino que, a una semana de su muerte, precisamente del pas de Masarik emanara la provocacin ms baja y cruel contra el pueblo, el pas y la idea cuyo portador era Weizmann. No ha de desmoronar nuestro ideal tal provo cacin. La suciedad y el fango han de rebotar sobre aquellos que con la mentira cnica han osado levantar su mano contra la ms grande rea lizacin de un pueblo martirizado. Porque tena razn Weizmann en su profeca: "Por negro que parezca el presente, el futuro ser de aque llos que luchan, construyen y suean con el corazn limpio y la con ciencia clara. 52 DAVAB Igual que Moiss, condujo a su, pueblo a travs del desierto y como Josu tuvo el privilegio de afincarlo en la tierra prometida, cuando sus manos eran impotentes y su cuerpo estaba enfermo y derrotado. Y si hubiera podido pronunciar sus ltimas palabras en su lecho de muerte, sin duda finalizara el captulo de su vida con las palabras con que finaliza y comienza un captulo de nuestra historia milenaria "Jazak Veematz. "S fuerte y animoso, que t has de habitar la tierra que promet dar a tus padres. Pero s fuerte y animoso. No temas y no retrocedas, que el Seor te acompaa all donde vayas. 1ACOV TSUR Weizmann, Estadista y Hombre de Ciencia Jaim Weizmann sola describirse a s mismo como hijo de un pueblo de dura cerviz, surgido de los ms oscuros ca llejones del ghetto. Fu ah donde se puso en contacto con las realidades ju das, con sus dificultades y sus luchas, que crearon en l el poderoso deseo de superar adversidades y obstculos. Cultiv ah la paciencia, la perseverancia y la fe en un mundo mejor. Su temprana educacin juda, seguida ms tarde por una educacin cientfica rigurosa, desarrollaron ciertas caracte rsticas de su carcter que habran de ejercer profunda in fluencia sobre su labor futura como hombre de ciencia, lder poltico y estadista. La juventud de Weizmann transcurri en un perodo de intranquilidad social, cuando los intelectuales judos atra vesaban por una hora de confusin. A mediados de la ltima centuria un nuevo espritu se apoder del judaismo ruso al canzando su culminacin a fines de siglo, cuando Weizmann asista a la universidad. El espritu moderno, el movimiento de la Haskal, penetr incluso en los recintos sagrados. El joven judo que dejaba el jeider e ingresaba en la universidad, procuraba olvidar la tradicin juda y haca un esfuerzo por arrancarse de la re- 54 VAYAS ligin del ghetto. La tradicin religiosa era, de acuerdo con su modo de pensar, un obstculo y no un soporte en la vida. En la dcada del ochenta comenzaron a sentirse en Rusia los efectos de una reaccin en cuanto a la tradicin liberal. Las leyes que se haban adoptado a mediados de siglo fueron rescindidas y reemplazadas por medidas restrictivas aplicadas sin misericordia. El joven Weizmann, en consecuencia, dej Rusia a los 18 aos, trasladndose a Alemania. Pero la emancipacin poltica no haba dado por resultado en Europa una igualdad social. La juventud juda era de esta manera arrojada de un extre mo al otro. De la creencia en la llegada del Mesas a la espe ranza en la revolucin social. La mayora de los intelectuales judos procuraban eludir el destino de su pueblo. Weizmann, quien haba sido edu cado en la tradicin juda y estaba imbuido de un fuerte sen timiento de lealtad hacia su pueblo, procur lograr una sntesis de la tradicin juda y el pensamiento moderno. Resolvi dentro de s mismo el conflicto entre la tradicin juda y el modernismo sintetizando en un sistema armnico lo viejo y lo nuevo, el espritu hebraico y los mtodos cientficos euro peos. Desarroll la idea de una cultura juda revivida que se expresa en un espritu nacional creador, en el renacimiento de la lengua y la literatura hebreas, el arte y la investigacin cientfica, en un hogar nacional judo, libre de presiones ex teriores. Tal espritu creador emanado de Palestina, se convertira en una gran fuerza rehabilitadora del pueblo judo y aportara asimismo valores espirituales e intelectuales al resto de la humanidad. Anlisis y sntesis fueron las dos herramientas con que Weizmann trabaj como lo hubiera hecho en el laboratorio. Hizo uso de dichas herramientas en sus actividades sociales durante ms de medio siglo. Enfoc los problemas sociales, analizando primero el fenmeno dado y separndolo en sus factores componentes para procurar despus coordinar las fuerzas en conflicto en una sntesis de nuevos valores. EL ESTADISTA Y EL HOMBRE DE CIENCIA 55 Pero Weizmann no fu solamente un hombre de ciencia terico. Tambin fu un trabajador experimental. Esta carac terstica suya se reflej en su labor sionista. No se satisfizo meramente con diagnosticar el problema judo; contribuy a su solucin. Todava estudiante, particip activamente en las labores de la Asociacin Nacional de Estudiantes Judos en las universidades de Berln, Friburgo y Ginebra. A la edad de 24 aos fu elegido delegado al Segundo Congreso Sionista, que tuvo lugar en Basilea en 1898, y particip en sus deliberaciones. En los primeros das del movimiento sionista se discutan los mtodos a usarse con el fin de restaurar el pueblo judo en Palestina. Los sionistas polticos crean que de ban establecerse condiciones polticas favorables y garantas legales antes del comienzo de la labor de colonizacin. En el otro extremo se bailaban los sionistas prcticos, que crean en la labor prctica, abstraccin hecha de status poltico. Un tercer grupo subrayaba el renacimiento del espritu judo por intermedio del idioma hebreo, su literatura y su arte. Weizmann no vi contradiccin alguna entre estas tres fases de las actividades sionistas. Por el contrario, crea que se suplementaban y podan combinarse en un programa ar mnico. Sostuvo que la labor poltica era importante; que era necesario obtener condiciones polticas favorables que fa cilitaran la labor prctica de colonizacin. Pero tambin crea que no deba aguardarse con los brazos cruzados hasta que tales condiciones existiesen. El establecimiento de colonias, el desarrollo de la indus tria y el comercio tenan una importancia poltica invaluable. Incluso las actividades culturales ayudaban a consolidar a la poblacin juda y eran por tanto de gran valor poltico. Aqu tambin. Weizmann us el mtodo sinttico para integrar las fases prcticas poltica y cultural del sionismo, en un pro grama que se conoci como sionismo sinttico y fu adop tado como programa oficial por la Organizacin Sionista Mundial. La labor prctica acompaada de actividad poltica fu 56 VA VAS el principio rector de la actividad sionista de Weizmann du rante ms de medio siglo. Subray constantemente que deban ampliarse las posiciones en Palestina, que lemas, discusiones, debates, demandas y demostraciones no eran suficientes, que las palabras deban traducirse en hechos. Las actividades prcticas eran el medio para obtener un objetivo poltico y el objetivo poltico era el resultado de actividades prcticas. Solamente mediante obras en Palestina se aproximaba la reali zacin del objetivo poltico. Esta era la creencia fundamental de Weizmann. En 1917, al promulgarse la Declaracin Balfour, Weizmann inici su carrera de diplomtico y estadista. No le agra daba que lo llamaran diplomtico. Me llaman diplomtico dijo alguna vez pero dnde aprend diplomacia? En Pinsk? Oh no. Es porque habl como un diplomtico que Lord Balfour escuch mis pala bras? Habis visto alguna vez un diplomtico sin riquezas, sin ejrcito, sin marina, sin poder detrs de s? Ochenta ge neraciones y millares de aos hablaron por mi boca y a travs de m fueron odas las voces de nuestros sabios, nuestros h roes y nuestros mrtires que descansan en el suelo sagrado de Eretz Israel. La voz de la historia habl por mi boca y es a esta voz que los estadistas endurecidos y prcticos del mundo prestaron odos. Como realista, Weizmann tena conciencia de las dificulta des, pero su fe no se conmovi ni en los das ms oscuros. Todo lo que pertenece a la construccin del hogar na cional judo afirm es una cuestin de eternidad. Ah yace el encanto de nuestra labor. .. La potencia mandataria puede hacer nuestra labor ms fcil o ms difcil. Estos son meros episodios que se estrellan contra la roca de la eterni dad. Estamos regresando a Palestina y aqu tenemos la inten cin de salvar la brecha entre el pasado y el presente. La tarea es difcil y exige la fortaleza de un gigante, pero a fin de resolver el problema debemos contar con gentes de ins piracin y fe. EL ESTADISTA Y EL BOMBEE DE CIENCIA 57 Entre las realizaciones prcticas de Weizmann en el terreno sionista, se cuenta su participacin en la creacin de ins titutos de educacin superior. La idea de una moderna universidad juda fu concebida primero por un cristiano, el filsofo francs Rousseau, quien afirm en 1772: Los judos en la dispersin no tienen la oportunidad de proclamar su verdad a la humanidad. Sabremos qu es lo que tienen que decirnos cuando tengan su propio estado, con es cuelas y universidades propias, cuando puedan hablar libre mente. Ms tarde, en 1882, el doctor Hermn Shapiro, profesor de matemticas en la Universidad de Heidelberg, propugn la idea de un centro universitario judo en Jerusaln. Weizmann acogi la idea con entusiasmo y en 1901, en colaboracin con sus jvenes colegas Martn Buber y Berthold Feiwel, public un folleto en favor de este proyecto e inau gur una oficina en Ginebra con tal fin. A raz de su perse verancia la Universidad se convirti finalmente en realidad y tuvo el privilegio de depositar la piedra fundamental de la Universidad Hebrea, sobre el Monte Scopus, en Jerusaln, en 1918, cuando los caones rugan a 20 millas escasas del lugar en que tena lugar la ceremonia. En 1934, otro plan del doctor Weizmann se convirti en realidad: fu inaugurado en Rejovot el Instituto de In vestigacin Daniel Sieff, el cual se ha ampliado hasta trans formarse ahora en el Instituto Weizmann de Ciencia, de re nombre mundial. Es difcil comprender la personalidad de Weizmann sin revistar sus contribuciones cientficas y tcnicas. Decenios de continuada actividad sionista no lo aparta ron de la investigacin cientfica y tecnolgica. Posey la rara capacidad de actuar simultneamente en dos reas apar tadas del esfuerzo humano, la social y la cientfica, sin sa crificar ninguna de ellas. No se produjo escisin alguna en tre ambas fases de su personalidad; estaban bien integradas. 58 DAVAB Su profunda conciencia social ejerci un efecto estimulante sobre su actividad cientfica y su disciplina cientfica influy en sus actividades sociales. Weizmann comenz su carrera acadmica en la esfera de la qumica orgnica, en 1896, en la Universidad de Friburgo, en Suiza, y continu su labor de investigacin en las Univer sidades de Ginebra y Mncbester basta 1915. Reanud nueva mente sus actividades cientficas puras en Rejovot. Durante este perodo contribuy con ms de 150 estudios a publicaciones cientficas de diversas partes del mundo. Weizmann no acept la tradicin entonces prevaleciente que divorciaba la investigacin pura de la ciencia aplicada. Prosigui investigaciones fundamentales a la vez que se in teresaba en sus aplicaciones industriales prcticas. Pertene ci al pequeo grupo de hombres de ciencia que compren dieron que no poda trazarse una lnea de demarcacin en tre la ciencia pura y la aplicada. Esta capacidad de amalga mar lo terico y lo prctico constituy siempre una de las caractersticas sobresalientes de Weizmann, no slo en su labor cientfica sino tambin en sus actividades sociales. En 1902, mientras enseaba y efectuaba labor de inves tigacin en la Universidad de Ginebra, obtuvo su primera patente. Continu sus investigaciones desde 1915 hasta fines de la primera guerra mundial en los laboratorios qumicos del Almirantazgo en Londres, y ulteriormente en plantas de los Estados Unidos. Durante la ltima guerra trabaj en Londres, Mnchester y diversos puntos de los Estados Unidos. Fueron suyas ms de cincuenta patentes relativas a di versos procesos y productos industriales, entre las cuales se cuentan sustancias colorantes, alcanfor sinttico, acetona, alcohol butlico, caucho sinttico y productos qumicos resul tantes de nuevos procesos de cracking del petrleo. Su primera investigacin fu dedicada a la sntesis de ciertos compuestos policclicos, considerados entonces sin im portancia pero de gran significacin ms tarde. Ulteriormen te desarroll esta sntesis logrando nuevas reacciones qumicas conocidas en la literatura cientfica como reacciones Weiz mann. EL ESTADISTA Y EL HOMBRE DE CIENCIA 59 Veinticuatro aos ms tarde volvi a este terreno con un grupo de asociados en el Instituto Daniel Sieff y descubri nuevos mtodos de sntesis de compuestos qumicos muy com plejos, con propiedades eancergenas. Sus publicaciones acer ca de este tema han estimulado las investigaciones en otros laboratorios. Ya en 1906, Weizmann se interes en el caucho sinttico. Comenz a aislar organismos que producan por fermentacin una sustancia conocida como isoamil alcohol que a su vez se convertira en un compuesto llamado isoprene, piedra fun damental del caucho natural. Fracas en estos experimentos pero observ que cuando se almacenan granos durante tiempo considerable en ciertas condiciones, se desprende olor de ace tona. Aisl ms tarde el organismo responsable de esta reaccin biolgica, el cual fu luego denominado Clostridium Acetobutylicum Weizmann. Durante la primera guerra mundial se produjo un mo mento crtico que puso en peligro el esfuerzo de guerra de Gran Bretaa. Para la manufactura de ciertos explosivos era necesario usar acetona, la cual hasta entonces se importaba de Alemania. C. P. Scott, editor del Mcmchester Guardian, quien conoca a Weizmann, lo present a Lloyd George, en tonces jefe del Almirantazgo de Gran Bretaa. Weizmann fu nombrado director de los laboratorios del Almirantazgo y en 1915 logr crear procesos mediante los cuales poda obtenerse acetona econmicamente y en grandes cantidades. Se construyeron fbricas en Gran Bretaa y ms tarde en Estados Unidos y Canad, que contaban con materias primas en mayor escala. Su relacin con la labor cientfica de guerra, lo puso en estrecho contacto con Lord Balfour, a quien haba conocido antes, y con Lloyd George, el general Smuts y otros estadis tas britnicos. De esta manera, tuvo la oportunidad de revelar para ellos el sueo del pueblo judo de un hogar nacional en Palestina. Los resultados de su labor en cuanto a acetona y alcohol butlico, no fueron solamente contribuciones a la victoria en 60 DAVAB la primera guerra mundial. Tambin tuvieron importantes efectos de paz. El xito comercial del proceso de fermenta cin de Weizmann estimul la microbiologa industrial en el ltimo cuarto de siglo y, a raz de ello, se producen ahora por mtodos microbiolgicos importantes productos, incluso la penicilina. En 1910, Weizmann estudi la composicin de las pro tenas y sus aminocidos. Abandon este terreno de investi gacin pero regres a l veinte aos ms tarde creando en los Featherson Laboratories nuevos tipos de alimentos pro- tenicos baratos y completos desde el punto de vista nutritivo. Recomend estos productos como fuente de protenas para las poblaciones hambrientas de China, India y Europa. En el curso de la ltima guerra mundial, el Dr. Weiz mann fu asesor del gobierno norteamericano. En 1944 el seor Wallace, entonces vicepresidente del pas, declar: El mundo nunca sabr cun significativa fu la con tribucin de Weizmann hacia el xito de nuestros planes de caucho sinttico en momentos en que atravesaban por gran des dificultades y marchaban lentamente. A. K. EPSTEIN. Jeider: escuela elemental juda que imparte educacin religiosa. Haslcal: as se llam al movimiento de ilustracin dentro del ju daismo, para liberarlo de su aislamiento intelectual, acaudillado entre otros por Moiss Mendelssohn. Hace 50 aos Estas cartas a Martn Buber fueron escritas cuando Weizmann tena 30 aos. Se discuta entonces el proyecto sobre Uganda, contra el que Weizmann se opona. Aqu se ocupa adems del plan de la Escuela Superior Juda, de la creacin de cursos, y la preparacin del peridico Der Jude. Escritas hace justamente medio siglo, refle jan la imagen de un Weizmann juvenil que tiene no obstante firmes puntos de vista y maduras convicciones. Hotel de Cologne. I Mi querido Martn: Pars, 8/X/1903 Hoy pienso partir a Londres. Aqu no hay mucho que ver. Nordau y Marmorek vacilan mucho en su posicin con respecto al asunto Africa Oriental. Lo que s es seguro, es que todo el asunto sufri una conmo cin en la propia Inglaterra, quedando poqusimas esperanzas de xito. El gobierno y la opinin pblica estn en contra de nosotros. ICA no se ir del todo slo lo hara en caso de extrema necesidad. Sokolow me dijo vea todos los mviles secretos que no vala la pena decir que no.i Todo est inflado. Tambin Nordau y Marmorek esconden la cola. Los cursos de feria son, desde luego, totalmente judastas, en el sentido en que fueron proyectados para la Divisin General. Los intento llevar a cabo el prximo verano en Zurieh. Aun debemos fijar con exactitud los temas. Logr el concurso de Sokolow, Nordau y el profesor I. Halevy. Debemos contar con algunos nombres de primera fila; pienso en Oppenheimer, en Cohn de Marburgo, en Stein de Berna, y otros, 1 Alusin a la votacin nominal del Sexto Congreso Sionista. 62 VAVAS como Errera, Jacolbs, Gaster, etctera. Adems, en algunos jvenes: t, Neuinark, etctera. Estoy seguro de que nuestra causa ganar con ello considerablemente; la concibo como gigantesco medio de agitacin para la Escuela Superior, para la idea, para el sionismo. Ya debemos hablar de ello como de un fait accompli y elaborar de inmediato un buen me morndum. Te ruego, mi querido Martn, que lo hagas y me lo enves. Yo no lo puedo redactar. Te sugiero que trates en ese memorndum la cuestin de los cursos, pero slo desde el punto de vista de la organiza cin de la escuela superior; ni menciones siquiera el sionismo, pues ne cesitamos el memorndum para propagarlo a crculos ms vastos; tam poco hables de la ciencia viva juda, ni de cuestiones actuales dentro del judaismo (colonizacin, emigracin, estadsticas). Te pido, Martn, que lo hagas sin falta, para que yo pueda, no bien llegue a Ginebra, encauzar la cuestin dinero y la organizacin. 4 Puedes, adems, ganar para la causa algunos hombres de Yiena? Escrbeme sin falta a Londres. Espero lograr por estos medios la creacin de nuestra eseuela su perior. Una diputacin juda visit ayer al Zar. Aun no se sabe qu ha sucedido al respecto. Desde Londres voy, va Bruselas, a casa. Hasta la vista. Escrbeme de inmediato. Escribe, adems, el folleto. De Told no s nada. Tu fiel JAIM II Confidencial. Mi querido Martn: Londres, 16/X/1903 Tuve tanto que hacer que me fu imposible escribirte. An ahora la cantidad de impresiones es tan enorme que slo puedo darte un esbozo de lo que he vivido y logrado. Te adelanto que estoy contento de haber realizado este viaje. Hay ahora mayor claridad. Cursos de la escuela superior: he ganado a Gaster y Zangwill y, pro bablemente, a Golancz. Claude Montefiore se fu de viaje; est enfermo. Ya considero a los cursos como un fait accompli. Cuestin africana: poco menos que perdida, por mil motivos. Los miembros aqu residentes de la Comisin, excepto Greenberg, hasta estn en contra de la expedicin; Zangwill se ha empecinado y ahora vacila; el gobierno quiere que previamente se hable con el High Comm. y luego se enve una expedicin; tambin esto es un retroceso, pues la opinin pblica de aqu y all est en contra de Uganda. HACE 50 AOS 63 Gaster desata una dura lucha. Quiere derrotar a Herzl, y debe ha cerlo. Trabaja en un programa palestino positivo, del cual participa, aunque moderadamente, Bentwich. ste, Kessler y Gaster afirman que El-Ariseh es conquistable y colonizable. Gaster habla de una accin palestina. Ms adelante te dar detalles. Tschlenow, Bernstein, Kohan, trabajan muy activamente para Der Jude. Ya han vendido algunos shares. Tschlenow espera lograr hasta fin de ao, 5.000 rublos; Bentwich quiere ayudarnos. El jueves tengo un rendez-vous con Sir Harry Johnston. Mucho pue de hacerse por intermedio de G.. Quera arreglarme una entrevista con Lord Percy, secretario del Foreign Office, pero ste no se encuentra en Londres. Es incmodo reclamar aqu dinero, pero con el tiempo se llega a obtener algo. Necesitaremos mucho, con el tiempo. Por el amor de Dios, envame lo que puedas conseguir, pues llagar a Ginebra sin un cobre. Desde aqu he enviado algunas cartas en demanda de dinero. Pero. .. Desde Ginebra te escribir con detalles. Haces el memorndum? Told se queja de que no le escribes. Tengo enorme material sobre Uganda. Escribe de inmediato. Me voy de aqu va Bruselas. Desde Darmstadt, a casa; el domingo estoy en Ginebra. Muchos y cordiales saludos. Tu fiel JAIM Confidencial. Mi querido Martn: III Bruselas, Hotel de Cologne, 16/X/1903. Part de Londres anoche; hoy en Bruselas, me doy prisa en respon der a tu primera carta. En Londres, debo decirlo, se ha logrado mucho. Hemos ganado para los cursos a Gaster y Gollancz; Zangwill ser ni camente miembro del comit. Luego puse manos a la obra. Ayer estuve con Sir Harry Johnston, que me recibi maravillosamente y demostr de manera absolutamente segura la total imposibilidad del proyecto afri cano. La proposicin del gobierno ingls la calific de irona contra el pueblo judo. Ms detalles, en una exposicin que har en Ginebra. De manera por completo inocente me cont de paso que haba hablado con un coronel Goldsmith sobre El Arisch, estando ambos de acuerdo en que se trata de una tierra especialmente apropiada para la colonizacin; el problema del agua puede solucionarse en seis meses, la resistencia del gobierno egipcio est por quebrarse, etc., etc. [ Qued mudo de asombro! Johnston es un ferviente amigo de Palestina y un filosionista en nuestro 64 DAVAR sentido. Me prometi hablar en nn meeting, si lo invito. Le propuse luego hacerle llegar una exposicin sobre nuestro sionismo, y que la hiciese llegar a otros miembros del parlamento y de la Royal Asiatic Society. Acept el proyecto, tratndose, pues, ahora, de hacer la exposicin en ocho das. Una clara descripcin y fundamentacin del sionismo, querido Martin. Deja todo de lado, y hzlo; no necesito agregarte qu impor tante es esto. Tambin Evans Gordon propalar la exposicin. Gaster nos ayuda. Slo desde Ginebra podr darte detalles. Tengo demasiadas impresiones y jams he sido tan feliz como ahora. Tambin nosotros podems ser diplomticos, eh? Pero estoy hmy cansado. Arreglar el asunto de la enciclopedia. Me alegra lo que t has resuelto; es mejor el examen. No s si tomar el puesto; tengo buenas perspectivas en Ingla terra, donde tambin debo estar por la causa.. Sobre Munich, Ber ln, etc., te escribir con ms detalles desde Ginebra, lo mismo que sobre el memorndum y los cursos. Slo de cuando en cuando tenemos noticias de Rusia. Tsehlenow y K. B. escribieron que Ussischkin lleg en estos das. Empieza a entrar dinero para Der Jude. Tratar de provocar en la colonia una agitacin en favor de los cursos; hablar a Elyse Reclus y estar en la oficina colonial. Tengo el material completo sobre Uganda. Creo que estars satisfecho de m. Y ahora, lo de costumbre. Llegar a Ginebra pauvre comme un rat dglise. Pide, saca, consigue o exprmene cien francos de la tierra, pues tengo que pagar la pensin. El dinero para Del Jude lo consigo yo. Comuncame de inmediato tu opinin sobre mi diplomacia y si aceptas la elaboracin de la exposicin, tan importante y urgente. Maana vi sitar a Stein en Berna y pasado maana estar en Ginebra. Un tele grama, pues, y una carta. Cordialmente, tu cansado pero contento JAIM Tomar parte con mucho gusto en la conferencia cultural. Cundo vas a Munich? 1 ¡ Telegrama!! Oficina de la Escuela Superior Juda Ginebra, 25/IX/1903 Ru Lombard 4 Queridos amigos: Qusiera comunicaros brevemente un plan que me parece muy discutible dado el estado actual de la escuela superior y que, de ser realizado, contribuirla extraordinariamente al elevamiento de toda empresa. Se puede resumir en dos palabras, a saber: la fundacin de :HACE 50 AOS 65 cursos superiores judos para las vacaciones con un brillante programa judo, con las mejores fuerzas de que disponemos, a la manera de los cursos de Salzburgo, de Cambridge, etc. No me refiero a una universi dad popular, sino a una universidad como la de Salzburgo. Esto es algo real, grande y relativamente fcil de ser llevado a cabo: es decir, al tiempo de comenzar, organizar la escuela superior, estuviere sta donde estuviere; luego, la ms hermosa demostracin nacional, esto es, el asilo nocturno. Es demasiado atractivo, y sin agregar una palabra ms sobre el difcil problema de la organizacin, propongo el asunto y os pido vuestro parecer. Sera interesante sondear el ambiente en ciudades como Ber ln, etctera. Aguardo vuestra inmediata respuesta; quisiera tenerla antes de mi partida a Londres. Con muchos saludos, JAIM (Carta a los seores Martn Buber y Berthold Feiwel, Berln-Lemberg) Dos Libros de Martin Buber Las disertaciones pronunciadas por Martin Buber en las universidades que visit en el curso de su reciente gira por EE. UU. constituyen un acontecimiento de gran importancia intelectual que tendr repercusin durante mucho tiempo. Gran parte de quienes acudieron a escucharle tal vez no comprendieron todo lo que dijo, pero advirtieron que se hallaban en presencia de la verdadera grandeza y que participaban en algo que trascenda los lmites de la rutina acadmica. Esta sensacin se capta en los volmenes que contienen esas conferencias pronunciadas por Martn Buber junto con artculos anteriores a la gira. Adems con estos libros es posible examinar ms cuidadosamente los puntos de vista de Buber y valorarlos ms desapasionadamente que en presencia de su poderosa personalidad. Por lo menos para nosotros tal examen y valoracin son suficientes para de mostrarlo, si se necesitase prueba de que las ideas de Buber poseen un poder e importancia en cierto modo nicos para la existencia humana en el pensamiento contemporneo. El tema de su primer volumen, Eclipse de Dios que in cluye las conferencias de Buber en las universidades norte americanas y otros trabajos, se ofrece en el memorable: Pre- Will Herbero naci en Nueva York en 1906. Su obra de publicista es muy extensa aunque no toda est consagrada al tema judo. Mi fe como judo se titula precisamente una serie de artculos en la que examina sus propias convicciones. Es autor asimismo de un libro titu lado: El Judaismo y el Hombre Moderno. En el ensayo que publi camos, aparecido originariamente en Commentary, Herberg hace un anlisis de los dos ltimos libros de Martn Buber editados en ingls, Eclipse de Dios: Estudios de la relacin entre la Eeligin y la Fi losofa, y El Eetorno: Tres Ensayos sobre Judaismo. DOS LIBEOS DE MASTIN BOBEE 67 faci: Informe de Dos Charlas (1932). Buber se refiere aqu a dos conversaciones que pueden considerarse arquetipos para nuestro pensamiento moderno. En la primera refiere una discusin con un grupo de obreros en el curso de la cual uno de ellos le desafi con estas palabras: No necesito la hiptesis Dios para sentirme a mis anchas en este mundo. Aquel hombre senta que el punto de vista cientfico era su ficiente para hacerle comprender la verdadera realidad del universo. No le fu difcil a Buber destruir la seguridad del cientfico Weltcmschauung de su interlocutor y demos trarle lo fragmentario y complejo de los hallazgos de la ciencia moderna, lo lejos que estn de dar un punto de vista completo de la realidad de las cosas. Evidentemente era necesario algo ms all de la ciencia para un Weltanschauung total, aclar Buber. Tras unos momentos de meditacin, el hombre levant la cabeza y dijo lentamente: Tiene usted razn. Buber lo haba convencido. Pero, de qu? Qu hice? se pregunt Buber desalentado. Llev a este hom bre al umbral tras el que est entronizada la majestuosa imagen que. Pascal denomin el Dios de los Filsofos. Era esto lo que yo quera? No deseaba ms bien guiarle al otro, a Aqul que Pascal llam el Dios de Abraham, Isaac y Jacob, Aqul a quien se trata de T?. La otra conversacin fu con un distinguido viejo fil sofo al que Buber ley el prefacio de uno de sus libros, en- tonces en prensa. Cmo puede invocar a Dios a cada momento? inquiri el viejo filsofo. Cmo espera que sus lectores tomarn tal vocablo en el sentido que usted lo de sea ? ... Cul otra palabra es tan mal empleada, corrom pida y profanada como sta?... Cuando oigo llamar Dios al Altsimo, a veces me parece casi una blasfemia. S recuerda haber asentido Buber s, es la ms utilizada de las palabras. Ninguna ha sido tan mancillada y tan mutilada. Por eso mismo no puedo abandonarla... Dnde podra hallar otra para describir lo supremo ?.. Me refiero sin du da a Aqul a quien invocan las generaciones que sufren los tormentos del infierno y la clera celeste. Es verdad que dibujan caricaturas y les ponen Dios por epgrafe. .. Pero cuando la locura y la desilusin cesan, cuando ya no dicen 68 DAVAE El, El sino que suspiran y claman T y cuando agregan Dios no es al verdadero Dios a quien imploran, al Unico Dios Viviente?... No podemos abandonar esta palabra. En una u otra forma, los dos temas es uno en realidad se desarrollan en las disertaciones de Buber. Su objetivo es proclamar al Dios que se halla en una relacin viviente Yo-T en la plenitud de la existencia concreta y distinguir a este Dios viviente de las imgenes e ideas de la deidad eri gidas por los filsofos y lo persigue a travs de las com plejidades e involuciones del pensamiento moderno. Su cr tica de Sartre, aunque limitada, es demoledora y sus comen tarios sobre Heidegger, un pensador mucho ms serio, son sumamente ilustrativas. Halla al primero en una posicin en que el hombre es llamado a ocupar el trono de El padre Dios que ha sido suprimido y a inventar valores para la vida; el ltimo, Heidegger intenta crear el concepto de un renacimiento del Dios de la verdad, que cae en las ten tadoras redes del tiempo histrico (es decir, la revelacin de la verdad que es Hitler). Por eso, acota irnicamente Bu ber, parece desvanecerse la senda de este existencialismo. El existencialismo ateo de Sartre y Heidegger (quien niega sin embargo las derivaciones ateas de su pensamiento) es un aspecto del pensamiento moderno que examina Bu ber en su relacin con la religin; el otro aspecto es la psicologa de Jung. Su crtica de Jung es notablemente efec tiva. En pocas pginas demuestra que los puntos de vista de Jung sobre la religin constituyen esencialmente una seudo- metafsica psicolgica, una versin actualizada de la teosofa gnstica. El anlisis es brillante y debiera ser cuidadosamente estudiado por quienes se sienten atrados, como muchos hoy en da, al misticismo de Jung. Buber presenta su proclamacin del Dios viviente en con traste con los seudodioses de los filsofos y psiclogos, no slo en el pensamiento actual sino tambin con el acervo del desarrollo del pensamiento desde Descartes a Heidegger; con ciertos fines retrocede a Platn y la antigedad griego- oriental. Sus pensamientos ntimos son profundos y expre sados con rara sencillez y claridad. Es difcil escoger entre los siete artculos que forman el libro, pero consideramos DOS LIBEOS DE MASTIN BEBER 69 que las disertaciones sobre Religin y Filosofa y Re ligin y el Pensamiento Moderno (Sartre, Heidegger, Jung) junto con el trabajo anterior El Amor a Dios y la Idea de la Deidad (en que Buber revela cmo el autntico amor a Dios de Hermann Cohn le condujo, casi contra su voluntad y ciertamente contra su conciencia filosfica, a un Dios que ya no es una idea) son de relevante calidad. Esto no significa, por supuesto, que el pensamiento de Bu ber presentado en este volumen est fuera de toda crtica. Consideramos por ejemplo que mientras es demoledor en su crtica de los seudodioses de la filosofa, se muestra moderado contra la seudorreligin del misticismo, en el que existe la mis ma sustitucin del Dios viviente que entra en relaciones perso nales (Yo-T) mediante una divinidad impersonal que se puede contemplar y tal vez unido a la misma en ltima ins tancia. Sin duda, en el ltimo anlisis, como revelan los ejem plos de Platn, Plotino, Spinoza y muchos pensadores hindes, no se distingue entre la filosofa y el misticismo; la deduc cin de los primeros conduce al conocimiento armnico del ltimo y es absorbido por el mismo. Buber se muestra muy dispuesto a descubrir signos de un encuentro personal implcito en la experiencia mstica y de un T personal im plcito en la deidad impersonal de la mstica. Desde otro pun to de vista, Buber equivoca seriamente (en su trabajo Re ligin y Etica) la naturaleza de la tica cristiana porque, pese a todo, considera el cristianismo la clase de fe indivi dualista como la que creyeron los protestantes del siglo xix y (en parte) los catlicos. La autntica doctrina cristiana de la Iglesia como pueblo de Dios tan arraigada en el pen samiento cristiano actual parece no captarla, tal vez porque con su fondo romntico alemn no puede concebir a un pueblo sino como un pas. De todas maneras estos puntos en los que no concuerdo son secundarios y no afectan en lo ms mnimo la extraordinaria significacin de su obra. T1 Retorno se compone de tres disertaciones sobre ju- JL_dasmo pronunciadas el ao pasado en Nueva York bajo los auspicios del Seminario Teolgico Judo. Un mismo prop- 70 DAVAB sito predomina en las conferencias: proclamar al Dios viviente que es el Dios de Israel en contraste con las deformaciones, caricaturas y seudodioses con los que se le confunde tan a menudo. Slo que esta vez Buber.lleva a cabo su propsito den tro de un pensamiento tpicamente judo. Buber intenta nuevamente definir su pensamiento en fra ses significativas de espiritualidad contempornea. En el se gundo artculo La Pregunta Silenciosa advierte Buber el hecho sorprendente de que mientras en la primavera de la sociedad moderna los judos espiritualmente importantes re tornaron al cristianismo no por la religin cristiana sino por su cultura... actualmente la simpata de los judos espiritua les hacia el cristianismo est arraigada en una sensacin de carencia y de ansias religiosas. Toma como ejemplos a Henri Bergson y Simone Weil, ambos judos, que buscaron en el cristianismo la verdad religiosa que perseguan. Buber mues tra claramente que los dos casos no son iguales: Bergson se alej del judaismo porque en realidad no lo comprenda y confundi su deformacin con la realidad; por el contrario, Simone Weil, sin conocer mucho al respecto, comprendi el espritu pleno de vida del judaismo y lo odi con toda la in tensidad de su mstica espiritualidad disolvente y negadora de la vida. Lo que detestaba en el judaismo, en Israel, lo hall tambin en el cristianismo y por eso, por la atraccin que ejerci sobre ella la mstica cristiana, no pudo decidirse a in gresar en la Iglesia; sta era an demasiado juda para ella. En el curso de esta controversia con Bergson y Weil, Buber desarrolla temas bsicos de la fe juda: el Dios vi viente; Israel como pueblo de Dios, considerado como una categora religiosa y no la simple identificacin con el pueblo actual; la trascendencia de la justicia en el amor; la interrelacin orgnica de lo universal y lo particular (No obstante, dentro de tal universalidad hay una particulariza- cin de la vocacin) del amor a Dios y a los semejantes, de la actualidad y el futuro mesinico de perfeccionamiento, de ser y actuar. Si Bergson hubiese conocido la plenitud y lo ntimo de la fe juda tal vez habra hallado en la misma cuanto buscaba. Por qu no la conoci as? Por qu no la conoce as el mundo? Y por qu no la conoce as la judera contem- DOS LIBEOS DE MASTIN BUBEB 71 pornea? Percibir la judera, pregunta Buber, que su verdadera existencia depende del renacimiento de su exis tencia religiosa? El Estado Judo puede asegurar el futuro de una nacin de judos...; el judaismo slo vivir si vuelve a traer a la vida la primitiva relacin juda con Dios, el mundo y la humanidad. En El Dilogo Entre el Cielo y la Tierra, la tercera disertacin, Buber formula tal vez ms osadamente el dilogo divino-humano de pregunta y respuesta que est en el seno de la fe de Israel y forma el esqueleto de las Escrituras de Israel. Pregunta: contina an este dilogo? Creyentes y no creyentes tienden a negarlo; los primeros afirman que mien tras Dios habl en cierta oportunidad ahora guarda silencio y dej en su lugar un libro; los ltimos, no slo los ateos sino los telogos filosficos no pueden admitir que el Divino (o cualquier otro de sus nombres) hable o se le pueda hablar. Sin embargo, Dios habla: En el lenguaje infinito de los acontecimientos y situaciones en eterna evolucin pero evi dentes a quienes atienden verdaderamente, la trascendencia llega a nuestros corazones en los momentos esenciales de la vida. Y existe un lenguaje en el que podemos responder; es el de nuestras acciones y actitudes, nuestras reacciones y abs tenciones; la totalidad de estas respuestas es lo que podemos denominar nuestra respuesta... Dios se dirige al individuo y a la comunidad y ambos deben responderle. Dios habla; pero el Dios que habla a veces oculta su ros tro de la casa de Jacob (Isa. 28:21); a veces no podemos reconocer el verbo de Dios en la historia y en la naturaleza (aunque Buber tiende a no reparar en ello) tan misteriosos y brbaros (sus hechos) nos parecen. Son los momentos de silencio en que cuanto ocurre en el mundo y pretende la importancia histrica nos parece tan exento de Dios... Para quien cree en el Dios viviente, el que sabe de El, y est desti nado a vivir la vida mientras El est oculto, es muy difcil vivir Tal tiempo de mutismo es el nuestro; nuestra vida es la de Job, a quien Dios abandon. Por tal razn la nica respuesta a nuestro lamento es la que recibi Job: la verda dera respuesta que recibe Job es la aparicin de Dios, slo lo que la distancia torna en cercana, que Lo vi (42:5) 72 DAVAB que Lo volvi a conocer. No hay explicacin, ni justificacin: nada (se) modifica, el mal no se transform en bien ni la crueldad en bondad; nada sucedi sino que el hombre escucha otra vez el llamado de Dios. Y podemos aun en este mu tismo, aun en esta horrible era de ocultacin mantener nuestra posicin en el dilogo? Permanecemos sobrecogidos ante el rostro oculto de Dios como el trgico hroe de los griegos ante el destino sin rostro? No, ahora ms bien en frentamos a Dios, a El, el Seor, a quien una vez escogimos como tal. No nos conformamos con la existencia terrena; lu chamos por su redencin y al luchar apelamos a la ayuda de nuestro Seor que otra vez se oculta. Entonces aguardamos or Su voz. .. Con estas inolvidables palabras Buber defini la desesperacin y la esperanza del judo en el mundo con temporneo. El primer ensayo Judaismo y Civilizacin lo considero el ms dbil de la obra. Surgen aqu las huellas d la utopa y del romanticismo popular que desmerecieron algunos ar tculos anteriores de Buber. Las distinciones son confusas, especialmente entre los credos bblicos y las paganas reli giones mundanas; la elevacin de las civilizaciones se atri buye a un principio religioso o tenomo pese al testimonio de las Escrituras, la tradicin y la experiencia; los profetas se dice que ofrendaron ss vidas para salvar a la civiliza cin; se despoja al mesianismo de su trascendente dimensin y se presenta el reino de Dios como algo muy natural, que contina virtualmente la existencia histrica ordinaria, aun que como lo seal Barn, la visin mesinica de Israel, el nuevo cielo y nueva tierra es la visin de una era en la que por la accin divina la historia vencer finalmente a la na turaleza, aunque cambie su verdadero curso, porque ese da el lobo morar con la oveja (Isa. 11:6). Buber niega el optimismo cultural de la reciente teologa liberal, pero su primer ensayo est demasiado imbuido de sta. Hay poca va loracin de la ambivalencia de toda la cultura humana, de la ambigedad de todas las civilizaciones humanas, de la manera en que aun las mejores y ms elevadas creaciones humanas violan y completan el principio de la teonoma. Se cree, dice Buber explicando su punto de vista que as como todo VOS LIBEOS VE MAET1N BUBEB 73 pecador puede hallar el perdn volviendo a Dios, puede hallarlo una civilizacin pecadora. A esto debe agregarse: s, las civilizaciones pueden arrepentirse, en cierta manera y hasta cierto punto; pero as como el pecador arrepentido sigue siendo un pecador aunque se arrepienta, tampoco se redime la cultura, ambigua y contradictoria, pese a su arre pentimiento y sigue infinitamente alejada del reino de Dios. Interpretando a Hoelderlin, recuerda Buber el pensa miento de Heidegger-, Nuestra era es la de los dioses que huyeron y la del Dios que vendr; vivimos en el no-ms de los dioses que partieron y en el aun-no del que vendr. Pero, no es as en todos los tiempos, en toda la existencia humana? La fe no puede tornarse operante en la existencia humana sino en la tensin con el descreimiento. Quienes hoy, entre el colapso de los dolos, esperamos an a Dios, ha llaremos en los dos volmenes de Buber, como en su magnfica obra de dcadas, la expresin de la ms profunda verdad de nuestra existencia. WILL HEBBERG Valoracin de Kafka El primer homenaje que podemos rendir a ciertos autores es el de salvarlos de la interpretacin. Trabajo nada fcil porque para hacerlo tenemos que incurrir, paradjicamente, en otra interpretacin. Lo que justificar la nuestra ser esa objetividad a que toda labor ms o menos exegtica tiende siempre sin llenar el propsito que anima su pretensin. Nues tro afn no aspira, claro est, a tener por equivocada toda interpretacin que exceda el acceso directo a la obra de Kafka forma ideal esta ltima, de entrar en contacto con este es critor. Las hay excelentes, sin duda. Pero stas no llegan fcilmente al pblico, siempre dispuesto, en orden al menor esfuerzo, a ceder a las interpretaciones ms generalizadas: aqullas que, adhiriendo, por lo comn, a las exgesis ms pre suntuosas, inducen al lector a ese acercamiento desde afuera que, apto, tal vez, para sugerir una primera relacin con de terminados autores, no lo es, de seguro, para trabarla con quie nes, como Kafka, exigen del intrprete una afinidad o una suerte de experiencia comn con el autor. En este sentido nada ms peligroso que la divulgacin. In ofensiva cuando se trata de obras cuyo real acceso slo puede lograrse a costa de un esfuerzo arduo y total como ocurre, por ejemplo, con los trabajos de ndole filosfica lo es, en Amplios enfoques de problemas artsticos de nuestros das caracte rizan los ensayos crticos de Mario A. Lancelotti sobre la literatura contempornea y en especial sobre la novela. Ha publicado El violn y sus maestros (1947) y El Universo de Kafka* (1950) ambos libros con el sello editorial de Argos. Es asimismo cuentista, habiendo reunido varios de sus relatos en volumen aun no editado. VALORACION VE KAFKA 75 cambio, toda vez que comprende las de imaginacin, ms acce sibles, por definicin, y susceptibles, por lo comn, de apropia cin parcial. Quien lee un trabajo filosfico de Sartre no pre tende conocer la obra de este autor, por mucho que para pene trarlo realmente tenga que integrarlo en su sistemtica me diante un esfuerzo que atienda al conjunto. Es corriente, en cambio, que se pretenda conocer a un novelista a travs de una novela. En el primer caso el peligro es menor porque el su puesto conocedor aceptar quedarse al margen de la cuestin, detenido por la naturaleza misma de una obra a la que no pue de acceder, por as decirlo, de contrabando. En el segundo el riesgo es mximo si se piensa que la lectura ms o menos atenta del libro tenido como relevante lo inducir a interpreta ciones tanto ms precipitadas cuanto ms confirmadas lo estn por aquella falsa crtica. En el caso de Kafka una doble fuente de equvocos ha contribuido a su desinteligencia. Una, que podramos llamar culta, se cierne en el campo de las explicaciones trascendentes: el de la proyeccin moral, religiosa o filosfica de Kafka. Ha influido en ello, sin duda, la circunstancia de que Kafka fuese al propio tiempo un pensador acuciado por los problemas exis- tenciales ms profundos. Las hondas reflexiones de su Diario o de sus Consideraciones, el hecho de que fuera asiduo lector de la Biblia y de Kierkegaard, debieron instar a los exgetas a un enfoque metafsico de sus escritos, incluidos aqullos que, por ser de imaginacin, se prestaban a la interpretacin ms amplia. Se conoce demasiado de la vida de Kafka, del proceso de sus libros y de la ntima ligazn que emparenta la una a los otros como para no renunciar a encontrar en tales circunstan cias el signo de relaciones trascendentales. Por otra parte, sus propias novelas poseen una materia densa, plena de una signi ficacin destinada a promover por s sola, una explicacin me tafsica. Otra causa de error proviene, en Kafka, de la ligereza o de la prevencin con que se aborde su lectura. Siendo, natu ralmente, ms peligrosa la que resulte de prejuicio. Es ms fcil volver de su distraccin al lector desatento que librarlo de su nocin anticipada. Pero la forma acabada de la desinter pretacin posible en el error culto como en el vulgar ser, tratndose de Kafka, la que provenga de cierto antagonismo existencial, de la falta de aquella afinidad o analoga sin la 76 DAVAB cual es absolutamente imposible el acceso a determinados auto res. Dems est decir que tal falta de simpata no hace favor a este supuesto lector. Quienes no han sentido jams la soledad, sea en el aislamiento crtico frente al medio familiar y so cial, sea en la angustia mayor de un desvalimiento frente al universo; quienes no han experimentado la desesperanza o la miseria de la condicin humana, siquiera fuese en un momento de sus vidas, poco o ningn goce extraern de la obra de Kafka. Pero en esta falta de comprensin estar comprendido adems el incapaz de arte y de humor, dos elementos que se dan de un modo sustancial en la obra de este autor. El equvoco ms generalizado es, naturalmente, de orden literario y se cifra en el carcter espantoso de sus ficciones. A este error esttico ha contribuido, sin duda, el famoso relato titulado La Metamorfosis. Hay quienes, pasmados por la extra a transformacin de Gregorio Samsa, se detienen para siem pre en el insecto sin advertir que la metamorfosis es, estricta mente, un recurso artstico y que el horror est en otra parte. El horror est en un mecanismo social que hace del hombre un simple uno, definido por una funcin material que desconoce el sentido ms profundo de su existencia. En un momento dado Gregorio Samsa es, por encima de todo, el viajante de comercio que mantiene a su familia y obedece puntualmente a un jefe cuyo despotismo es, a su vez, una consecuencia de la frrea organizacin en que se halla. Es varia la simbologa a que puede prestarse la transformacin de Gregorio Samsa. Pero la de la soledad est demasiado patente para que pueda contestarse: la soledad del hombre frente a un orbe ciego y mecanizado pertenece a la materia misma del libro y lo que Kafka logra con el animal no es otra cosa que la acentuacin de un Gregorio que ha dejado de ser un hombre, en el sentido genuino del trmino, para convertirse en un objeto, en una pieza, precisamente, de aquel orden. El verdadero horror que nos inspira el insecto consiste, pues, mucho menos en su mons truosidad intrnseca que en la decada condicin humana a que alude. Lo paradjico, lo genial, es que Gregorio es en su transformacin ms Gregorio, ms l que nunca y la metamor fosis no hace sino revelar de una vez lo que ya vena siendo desde su ingreso a aquel orbe maquinal e indiferente. VALORACION DE KAFKA 77 Instruirse del elemento social que anima toda novela es tanto como acercarse a su fuente primera: motora, por as decirlo. Lo dems suele darse por aadidura, que en el fondo es implicancia. En el caso de Kafka es esto tanto ms cierto cuanto que el alcance metafsico de sus escritos surge de su fuerte apresamiento de las cosas, emerge de ellas como por saturacin: como si la materia de que estn hechas librara su secreto por el mero hecho del apremio implacable que les impone la observacin tenaz y exttica del autor. La meta fsica de Kafka es, pues, inmanente. Est, modestamente, ms ac de las cosas, en su implicancia cercana, cotidiana. Kafka nos las muestra de un modo que descubre su estado anterior, prstino y por eso su mundo pensemos en El Castillo nos parece un orbe decado, desvirtuado en una composicin rgida y grotesca, paralizado, en fin, en esa cosa que tambin es. Sin recurrir a interpretaciones demasiado ambiciosas pode mos reconocer en el creciente proceso de una forma de vida que tiende a la mecanizacin de todos sus resortes la causa prxima de un aislamiento que en la temtica de Kafka alcan za una trascendencia principal, tpica. Lo caracterstico de este aislamiento es, en la obra de Kafka, su carcter absurdo. Absurdo por banal, por gratuito. Porque las cosas pudieron ser muy bien de otra manera. Ningn rigor necesario parece imponerlas de este o de aquel modo. Kafka nos dice que si Jos K... se hubiera puesto a reir en el momento de su ins lito arresto es probable que sus guardianes hubieran hecho otro tanto. El episodio no habra pasado de la broma pesada en que, segn lo quiere el protagonista, consiste. Pero no su cede as. Y si no sucede es porque, nuevo Quijote, Jos K... se empea en poner a prueba las circunstancias mediante una conducta pasiva, casi cmplice de sus propios escollos, que las lleva a su consecuencia mxima y, por lo tanto, irrisoria. Y lo irrisorio es la incomunicacin. Entre Jos K.. y la auto ridad que lo condena, en El Proceso. Entre el agrimensor y el puesto que le espera, en El Castillo. Entre Karl Rossmann y el Bien supremo, en Amrica. Nada hay de irrisorio, claro est, en una Justicia, con sus magistrados y procedimientos, sus jerarquas. Lo hay, s, en la condena automtica del ino cente porque aqu los procedimientos, es decir, los mecanismos, 78 DAVAB han usurpado el lugar de la Justicia misma. El medio, esa organizacin cuya bondad nadie discute, se ha convertido en fin. La mquina judicial se mueve a ciegas, en el orden de un cumplimiento que se basta a s mismo en su perfeccin mecnica. Se intuye algo ms, sin embargo, en todo esto. La pregun ta sobre una condicin original culpable que explique aquel error fatal se torna ineludible en la medida de su propia ab surdidad y a poco que se piense en la desvalida condicin hu mana que lo sustenta y padece. Y as, no resultar excesiva una interpretacin por el pecado. La opinin teolgica est, a veces, autorizada de un modo explcito por el propio Kafka y el captulo IX de El Proceso, titulado En la Catedral, con su trozo referente a la Escritura y librado al dilogo entre el protagonista y el abate, es una prueba. Es en El Castillo, sin embargo, donde una interpretacin religiosa encontrara su ms ancho margen, a condicin de ver en el conde la figura de Dios y en el Castillo y sus alrededores la rplica desgracia da, en grotesco bastidor, de un Cielo perimido. Tambin en El Castillo podemos excusarnos de una interpretacin teolgi ca que no derive de los hechos mismos y escape en demasa a su carcter inmanente; involuntario, por as decirlo, desde el punto de vista del autor. Nada menos querido, en efecto, que la dialctica de Kafka escritor. En este sentido toda su obra conviene declararlo desde ahora semeja un slo Diario, es tan autobiogrfica como la declaracin ms personal. No hay trnsito entre su peripecia como hombre y su manifestacin est tica: tanto el escribir significaba para Kafka la expresin de su yo ms profundo. Escribir y vivir eran para l dos opera ciones inseparables y sus relatos no constituyen, en rigor, sino la trasposicin literaria de su experiencia como hijo, como no vio, como enfermo y como judo. Vivencias personales que tras muta en materia artstica del mismo modo que los sueos com ponen con nuestra vigilia el tema de sus imgenes delirantes. Parece acertado ver en el afn del agrimensor por hallar en el Castillo el puesto que le corresponde el deseo de acceder a la secreta comunidad de las cosas, al Ser mismo, mediante un ingreso que acepte su yo ms profundo, su verdadera in dividualidad. Cmo, en efecto llegar a Dios sin haber cum plido antes con la norma que nos impone la ms perfecta VALORACION DE KAFKA 79 identidad con nosotros mismos ? A poco de comenzar la novela, su protagonista, en la conversacin telefnica que sostiene con uno de los porteros del Castillo, le pregunta al extrao Oswal: Quin soy yo, pues? En El Proceso, Jos K... quiere saber quin dirige su proceso, pregunta por la Autoridad. Aqu la pregunta por la verdad ltima se confunde con la demanda del ser que la formula. El drama de la vocacin del hombre, experimentado por Kafka mismo en su trajn entre la literatura y su empleo, aparece en esta obra de un modo evidente y elevado a su mxima categora trascendente con la consecuencia moral y aun religiosa que el autor le impone por la sola presin de lo absurdo. Este elemento de la identidad (ser igual a s mismo), en el sentido de un ser que aspira, a travs del modesto empleo con que lo designa Kafka, a su logro ms pleno, en uno de los ms fuertes del relato, si no el esencial. Recordemos Amrica. El mundo inhspito e indiferente en que se mueven los protagonistas de Kafka est ya anunciado en esta primera novela que slo un anlisis superficial puede con siderar como ajena a las otras dos. Lo que ocurre es que en estas ltimas su autor alcanza el meollo mismo de su propio problema, est ms cerca de s mismo. Por algo estas obras vienen despus, en un momento en que el drama del autor alcanza en su vida ms personal el punto mximo de agudiza cin. Claro que Amrica difiere prima facie del Proceso y del Castillo. Hay, evidentemente, un aspecto risueo en las andanzas simpticas de su hroe. Karl Rossmann es joven, casi un nio, cuando comienza la novela. Est solo, es verdad. Pero en una tierra llena de promesas. Y adems, pese a la desercin de su to, terminar por encontrar lo que ansiaba, as lo sea en un Teatro de la Naturaleza. Sin embargo, se necesita muy po co para caer en la cuenta de que la sombra compite, ventajosa mente, con las luces de esta trama. Hay ambientes siniestros: la casa de Pollunder, por ejemplo. Hay personajes abyectos: M. Green, excelente ejemplar de cierto americano srdido, materializado. Su hija Clara, en su cnico candor, no le va en zaga. Y qu decir del infame Delamarche, de la corrompida Brunelda? Se me dir que, pese a todo, hay en esta obra un optimismo que no se vislumbra en las otras dos. Pero, no lo ponen stas en duda, precisamente? Aqu el humor el mis- 80 VAVAE mo que anima sutilmente las pginas de sus novelas mayores brilla, sin embargo, de un modo ms directo y accesible. Nada hay de simple, sin embargo, en l. Lo ingenuo est en la pre sentacin, en la marcha, no es el suceso. Pero las peripecias de un joven inmigrante reclamaban aquel tipo de humor, tan cercano, en su tragicomedia, al arte de Chaplin. No podemos olvidar, ni aun en la rpida valoracin que enunciamos, la narrativa menor de Kafka. Por mucho que este escritor se muestre igual a s mismo en el trozo aparentemente ms insignificante. Relatos como Las Armas de la Ciudad, El Vecino o Un Contratiempo cotidiano no pasan de unas pginas. Nos sobrecogen, sin embargo, con esa hondura tpica que en contramos en las obras mayores. Por otra parte, obras como La Colonia Penitenciaria o La Muralla China habran bastado para constituir la fama de su autor. Hay en la una y en la otra una simbologa que anota los temas de la justicia humana como remedo de la que el hombre aspira desde su minsculo puesto, tanto como el sentido mismo, ltimo, del universo y del hombre y en uno y en otro caso con el empleo de la irona ms sabia. La idea de la construccin, empleada en La Muralla China como recogida en Las Armas de la Ciudad, una cons truccin frustrada, en definitiva, por la misma causa esencial que provoca la confusin de las lenguas, es el motor de un pensamiento que pone en el ansia final de aquella reconcilia cin suprema que es Dios, su acento ms profundo. El proble ma del ser del hombre lo encontramos aqu con la misma fuerza expresiva que en El Castillo, con la diferencia de que en este caso, bajo la apariencia de un informe, aquella idea adquiere la apretada conviccin del alegato. Pero se trate de sus obras mayores o menores encontramos en Kafka un mismo ideal, una misma inquietud. Y este ideal, esta inquietud, tiene por centro una trascendencia que vuelve, invariablemente, al hombre mismo, con sus miserias y sus grandezas. El punto de partida es este hombre cualquiera este uno, tal como se mueve en una realidad que le es indiferente y que, por lo tanto, lo libra sin Providencia posible; al seno de su propio abandono. Si alguna filosofa se desprende de Kafka, si alguna metafsica cabe descubrir en la evidente simbologa de sus relatos, esta filosofa o esta metafsica parte del hecho concreto de la escasez del hombre y ello VALORACION DE KAFKA 81 mediante un procedimiento que nos recuerda las pruebas de Kierkegaard: revelacin de lo absurdo en el seno irrisorio de las cosas mismas, de las situaciones. Y este gran paso que el filsofo dans da en el orden de un pensamiento que procede, ya, fenomenolgicamente, por bsqueda de lo elemental y ex posicin de lo aparente, Kafka lo da en el orden de una des criptiva que se cie a la cotidianidad como a lo primero, a lo sustancial, mostrndonos su grandeza en el hecho mismo de su gratitud, de su abandono. Como si por lo mismo fuera a refu giarse all la Gracia misma. Esta exaltacin de lo simple o de lo banal que advertimos aqu y all en la obra de Kafka y que se manifiesta de un modo orgnico, funcional, tanto en su minuciosidad descriptiva como en su consideracin crtica de lo minsculo, pertenece de un modo caracterstico a su te mtica, emparentando su filosofa con el existencialismo prs tino de su maestro. Decimos esto ltimo porque creemos que Kafka no puede ser visto a la luz del existencialismo posterior, por mucho que pueda contar entre los que entrevieron el mundo y las situaciones a que dicho existencialismo responde. Y al decirlo pensamos especialmente en el existencialismo ateo, dentro del cual no cabe, por supuesto, la metafsica ni el habi tas religioso de Kafka. Otras implicaciones encontramos asimismo en lo que lla mamos su narrativa menor. Esta, como sabemos, se produce a lo largo de toda la carrera literaria de Kafka. Ya en su primera poca encontramos en los aplogos la preocupacin por proble mas de vasta hondura. El del Bien frente al Mal lo hallamos en Descripcin de un combate, obra de juventud y es tambin escrito de los primeros aos el titulado Contemplaciones, en donde asistimos a las primeras expresiones que se relacionan con su vida personal y sus conflictos ntimos. No son sino ejemplos de las dos grandes lneas en que se divide su activi dad literaria: la que atiende a los temas metafsicos que lo acucian y la que se ocupa en los conflictos de su destino terre no, cotidiano. Ya dijimos empero que toda su actividad litera ria corresponde a su Diario, tan inseparables son en Kafka las condiciones del escritor y del hombre. De cualquier modo, no hay gran tema que no solicite su atencin y el del saber, preocupndolo hasta el fin de sus das, es un ejemplo dentro de sus escritos menores (si as puede llamrseles) tales como 82 DAVAE Investigaciones de un perro o La Madriguera. Informe para una academia es, tambin, una muestra tpica dentro de este tema. Haciendo ahora un alto en la interpretacin ocupmonos un momento de otros aspectos de ndole ms general. Estos aspectos atienden a la ndole formal de la obra y nos llevan necesariamente a la consideracin de sus estmulos ms pode rosos. A estos elementos nos referimos antes cuando aludimos a los motores esenciales que animan los escritos de Kafka. Ha blamos del arte y del humor. Entendemos ahora por lo primero todo lo que hace a la peculiar expresin esttica de Kafka y por lo segundo cierta irona tpica, entre cmica y sombra que informa sustancialmente la marcha del relato. Ambos elemen tos son, naturalmente, indistinguibles en sus escritos: de tal modo forman un todo inseparable, se soportan de manera recproca. Se ha emparentado a Kafka con el movimiento ex presionista alemn de su poca y, a decir verdad, no es, en el fondo, equivocada tal relacin. No poda ser de otro modo si se piensa que, acuciado por los problemas ms urgentes de su tiempo, el autor deba caer necesariamente en su esttica ms seductora. Pero aun dentro de una expresin artstica que, por decirlo as, lo contena, Kafka sabe animar su manifestacin literaria en el molde de una fisonoma absolutamente peculiar. Esta peculiaridad, que se liga al relato mismo, se caracteriza por cierta ingenua disposicin del planteo, por la marcha entre grave y leve de la narracin, de tal modo que, sin perjuicio de experimentar el lector un vago desconcierto, presiente a un tiempo que algo trascendente ocurre en el fondo del relato. Intuye, por ejemplo, que algo pasa en las afueras del inslito proceso que se le instruye a Jos K. .., por mucho que en el seno de la organizacin que lo condena muy poco se sepa, en definitiva, del procesado y slo se cumpla un procedimiento que debe llegar, necesariamente, al desenlace rutinario de la sentencia. El humor es otro ingrediente caracterstico de lo que po dramos llamar la manera de Kafka. Nadie en su gnero lo ha manejado con igual sabidura ni con parejo sentido del ele mento pattico que lo informa. Su comicidad roza a cada paso con la tragedia ms honda porque es profundamente humano. Abarca no slo el aspecto de lo cmico inmediato, aquel que VALORACION DE KAFKA 83 precisamente nos trae a las mientes al arte de Chaplin sino que est presente al lado o formando parte de los episodios de ms tensa expresin dramtica. Reside tanto en los tres hombres de barba y levita que habitan solemnemente la casa de los Samsa {La Metamorfosis) como en los episodios con que comienza el proceso de Jos K... o en las tribulaciones del agrimensor F. (en El Proceso y en El Castillo) ; tanto en la inolvidable figura de los ayudas (en su ltima novela) como en la irnica presen tacin de Klamm o del abogado Huid en aquellas dos. En algunos casos lo grotesco se confunde con lo siniestro: basta recordar a Gardana, en El Castillo o a la corrompida Brunel- da, en El Proceso, imgenes una y otra de entidades decadas de su misin. Pero, como lo anticipramos, este humor no puede separar se de la manera esttica de Kafka. El humor es la obra, del mismo modo que lo es su particular visin potica de las cosas, de la cual se ha hablado mucho menos, curiosamente, que de su filosofa. Se ha pensado poco que sus consecuencias metafsicas resultan por implicacin: que son inmanentes e indeliberadas, por decirlo as, en su obra. Proceden de las cosas mismas, si se las mira del modo genialmente objetivo con que las ve Kafka; es decir, reducidas a su mnima presencia, libradas, por tanto, al hecho mismo de su existencia inmediatamente inexplicable, desconcertante, absurda. Menos se ha pensado en el vario pro cedimiento de su esttica, con ser el tema de una importancia primordial. Es Kafka el novelista, es decir, el artista, quien debe interesarnos primero, si es cierto que todo en l proviene de su don especfico. Es bajo este aspecto que quisiramos con siderarlo, siquiera fuese brevemente. Equivoca el lector comn si cree que la originalidad de Kafka reside slo en sus asuntos. Y a este respecto parece in til afirmar que una caracterstica de absoluta particularidad la encontramos en la marcha de los mismos: es decir, en la tcnica. Es sobre todo aqu donde lo que hemos llamado la congenialidad con el autor resulta ms urgente. De otro modo mal se comprenderan aquellos rasgos esenciales que se rela cionan de un modo directo con la captacin profunda de la obra. Qu goce experimentarn frente a ella esos lectores que tienen la atencin puesta en el final, que lo esperan todo del suceso como acto cumplido, es decir, como sucedido, si uno de 84 DAVAR los caracteres fundamentales de la esttica kafkeana es preci samente el de la infinitud, el de la eterna repeticin y con ello la indiferencia del eplogo? Por esto es que ciertos lectores absorben mal o no la absorben, sencillamente, una obra como El Castillo, en que el eplogo no puede ser porque su esencia es la bsqueda infinita. El arduo goce de un escrito semejante slo puede obtenerse por una intuicin que se detenga en los momentos singulares, en el fragmento, del mismo y moroso modo que el autor se detuvo, complaciente es decir, como este ta en su escritura. No hay otra manera de comprender El Castillo que esta detencin intuitiva en el pasaje: que es tanto como perderse en su tiempo interior, en su ntimo modo de marchar. Tan slo all, en esta captacin temporal, tendr lu gar la plena comunin con Kafka: porque all se da la forma esencial, potica, de su arte. Esto que decimos refirindonos a la novela en que el tema kafkeano de la infinitud alcanza su ms alto nivel es igual mente vlido para aquellos escritos que, como El Proceso, pare cen tener un desenlace preciso, ntimamente ligado con la aven tura del hroe. De ah que esta ltima novela sea, quiz, de las tres de Kafka, la ms incomprendida. En Amrica o en El Castillo el lector poco avisado si es que los lee hasta el fin- retiene, lo quiera o no, siquiera la atmsfera que alienta en ellos. Impedido de sacar consecuencias, su relacin con el autor es tal vez por esto ms sincera. En El Proceso la con clusin la ejecucin de un inocente incita a las conclusio nes. Y ya sabemos que concluir es equivocarse. Tanto ms si las conclusiones pretenden mantener al libro en el plano de su apariencia inmediata, literalmente circunstancial, en que acos tumbra moverse el protagonista. Para comprender esto es pre ciso recordar que las novelas de Kafka (como, por otra parte, todos sus escritos) transcurren en ms de un plano. Hay en ellas un orden banal, evidente, al lado de un orden metafsico o religioso. A veces, como sucede en El Proceso la obra puede ser gustada en un solo plano sin apercibirse demasiado, al me nos conscientemente, de su otro aspecto. En otras, como en El Castillo esta operacin se vuelve difcil. Por algo esta nove la es la piedra de toque del conocimiento de Kafka. En este sentido me atrevera a decir que la menos comprendida de las obras notables de Kafka es La Metamorfosis. Entendiendo por VALORACION DE KAFKA 85 incomprensin falsa interpretacin. (El desconocimiento de El Castillo no llega siquiera a esto.) Y es que en El Proceso hay ese plano judicial, fcilmente observable, que se basta a s mismo como crtica de una Justicia que escapa a la medida humana y cuya consideracin exacta lleva ms o menos lcida mente a la adivinacin de su sentido ms trascendente. En La Metamorfosis, en cambio, el carcter de la transformacin del protagonista suele detener al lector en el umbral de lo fants tico sin posibilidad de columbrar su alcance trascendente. Por todas estas consideraciones, ms que por una presunta dificultad primera al tomar contacto con sus escritos, es que podemos concluir que Kafka no es autor fcil. Y una de las razones que obstan con ms eficacia a su conocimiento autnti co radica en el modo absolutamente original con que se ligan en l los elementos biogrficos y los estrictamente literarios. Re conocerlos por separado y advertir el lazo que los traba son operaciones ms fciles, naturalmente, que apoderarse de la forma misma de la relacin. Esta relacin no es simple, por cierto. Hay en los relatos de Kafka algo ms que la mera trasposicin fantstica de su peripecia como hombre y es que sus escritos componen tambin el curso de su vida, la acaban, por as decirlo, en el seno de una dialctica inescindible. Ms que un testimonio son el paso mismo de Kafka. Y ste debi confundirlos con esa pequeez que se atribua a s mismo, asumirlos en una filosofa que descubre en una indescifrable omisin el primer sntoma del desacuerdo entre el hombre y su mundo. Por esto, tal vez, por advertir en las cosas, siquiera fuese prima facie, un signo de irresistible indiferencia es que dispuso la anulacin de sus escritos, prohibi, a travs de su amigo y albacea Max Brod la posibilidad misma de un lec tor. De aqu, tambin, que las narraciones de Kafka entren difcilmente en los cuadros consabidos de los as llamados gneros literarios. Objetivamente concebidas, desenvueltas en el plano de una descriptiva ingenua y prescindente, las nove las de Kafka rebasan el marco clsico del gnero para entrar en la desapasionada marcha del informe. Nadie parece haber se guido ms al pie de la letra el consejo de Flaubert: .. .es cribir la vida ordinaria como se escribe la historia o la epope ya... Esto explica el carcter esencialmente episdico y, por lo tanto, infinito de los relatos de este autor. Episdicos 86 DAVAR como la historia y, como sta, sin desnaturalizar el carcter de totalidad. Sus relatos son truncos en la medida en que reflejan una nota esencial de la vida: su inslita e implacable intermi tencia. Se han intentado muchas valoraciones de Kafka. Sin partir a priori de un punto de vista filosfico y abordndolo desde el terreno mismo de la novela, encontramos en Kafka una pro funda y novsima interpretacin de la realidad y una morali dad o filosofa, si se quiere, curiosamente indita. Se me dir que toda novela contiene o pretende una interpretacin del mundo y que en todo escritor hay, tambin, un moralista. Se argir, asimismo, que no hay nada estrictamente nuevo bajo el sol y que Kafka tiene sus antecedentes filosficos y novels ticos en un Kierkegaard o en un Dostoievsky. Forzoso es admi tirlo. Con todo, sin embargo, queda un margen de originalidad evidente, radicado en una tcnica novelstica que no tiene precursor en cuanto procedimiento, es decir, en cuanto es de liberada y procede por una captacin particularmente aguda y universal del material esttico. Lo que en un Dostowieski o en un Flaubert aparece como el producto inesperado y ocasional de un genio esencialmente vario, en Kafka es el resultado de una aplicacin tpica, temtica, siempre igual a s misma. Aqu deba asumir necesariamente aquella forma restringida, en la medida en que sus temas no podan pasar de esas tres o cuatro cuestiones conflicto paterno, sentimental, racial y de vocacin que lo haban absorbido por entero en una dialc tica inseparable de su modalidad artstica. A este propsito cabe decir que el tema de los antecedentes literarios de Kafka no ha sido excesivamente estudiado. Se co noce qu autores lea: Kleist, Hesse, Hamsum, Flaubert, Fon- tane, Stitfer, George, Kassner, Hofmannsthal. A qu mencio nar a Goethe? Y sin embargo hay que leer a Melville, a Dic- kens, a Dostowieski para encontrarnos y sorprendernos con precursores, si es que as puede llamrseles tratndose de Kafka. A veces es un Lord Dunsany quien nos sorprende. Sin embargo es, ms bien, una iluminacin a la inversa. Borges ha hecho notar entre nosotros este descubrimiento retrospecti vo a que nos lleva la lectura de Kafka, mostrndonos en los autores menos sospechosos de vecindad la vena paradjicamen te kafkeana con que escriban. Esta iluminacin nos revela VALORACION DE KAFKA 87 por lo dems la simplicidad del mecanismo que anima los re latos de Kafka, probndonos que la supuesta complejidad de que suele acusrsele es slo el resultado de su representacin esttica, perfectamente inscripta en la marcha simple de la aventura. Como en Moby Dick, para no citar sino a Melville, lo trgico se desprende involuntariamente de las cosas mismas. Es una saturacin. Porque todo est implcito la aparien cia es simple. Qu mejor ejemplo en nuestra lengua que Don Quijote ? No quisiera terminar esta conferencia sin aludir a una justa curiosidad. Se ha hablado tanto del pesimismo de Kafka que resulta imposible eludir el problema de su posicin frente a un mundo que aparece absurdo: indiferente a las idas y venidas de un protagonista que resulta vencido por la norma indiscer nible de la fatalidad. Es difcil dar una respuesta adecuada a la pregunta que se esconde en esta hiptesis. Satisfacerla del todo aceptar el pesimismo o el optimismo de Kafka supone arribar a una conclusin y ya dijimos lo que significa concluir. Si esta operacin contiene, en general, el peligro de robustecer el error esa posibilidad se acrecienta en el caso de Kafka, cuyos escritos denuncian a cada instante la infinitud y lo inacabado. Kafka no concluye jams. Todos sus escritos son truncos. Como la vida si es que practicamos a su respecto la suspen sin de todo principio (lo llamemos lo Absoluto o lo Indestruc tible) tal como lo hace Kafka al poner a su protagonista en un medio provisionalmente sin respuesta. Pero es este mismo vaco, esta suspensin lo que nos obliga a tomar partido. Qu duda cabe de que este partido ha de inclinarse por lo positivo, proclamar la esperanza en el seno mismo de la desola cin? Sin la posibilidad y, por consiguiente, la espera de un principio supremo que gobierne las cosas, la dialctica de Kafka no tendra sentido; ni siquiera desde su propia negati- vidad. Recordemos el final apotesico de Amrica, cuyo Teatro de la Naturaleza es algo ms que una caricatura y recordemos, sobre todo, su ltima novda, que es como su ltima palabra. Todo lo equvoca que sea la atmsfera brumosa de El Castillo es imposible no admitir en los afanes del agri mensor la bsqueda de una Autoridad que debe existir. Falta, aciagamente, la fe, la fe de los otros, la de aquellos que no se creen ya, como K. llamados. Y esta carencia amenaza co j hun- 88 DAVAE dir a cada paso al hroe, que no logra sobreponerse al ambien te, que es el error. Pero ya su existencia, el slo deseo de uno, prueba la Autoridad, el Dios perdido. No me buscaras si ya no me tuvieras... Kafka busc. Estuvo, pues, por la vida y por la vigilancia incansable de sus valores. MARIO A. LANCELOTTI Notas inditas de Dora Dymant sobre Kafka Dora Dymant muri en Londres el 15 de agosto de 1952, a con secuencia de una larga enfermedad. Esta noticia pas inadvertida cmo no habra de ser as? Slo algunas personas saban que la compaera de Franz Kafka viva an, en Londres, y en condiciones que en cualquier otra parte que no fuera Inglaterra hubiera significado sin duda la miseria. 1 Dora Dymant jams tuvo que desviar de s la atencin del pblico, porque nunca la provoc, ni por su palabra ni por sus actos. Por lo que s, una sola declaracin suya fu publicada por la prensa, la interview que concedi a Nicols Baudy, para Evidences, cuando su paso por Pars. Y, sin embargo, todos los que la conocieron saban hasta qu punto importaba que estuviera aqu, y no solamente a causa del gran poeta cuya vida comparti, durante un breve ao, o, si se quiere, durante casi treinta aos. La figura de Dora Dymant no corresponde a la historia literaria, ni siquiera para aquellos que vean en ella un reflejo de la luz de Kafka. Irradiaba su luz propia, la irradi sobre l, que desde siempre se debata en la sombra, y a quien trajo el descanso, la irradiaba an en su derredor, en este medio judo de Whitechapel que haba elegido para vivir. La importancia que tena Dora para todos los que la conocan est demostrada por la rapidez con que se propag la noticia de su muerte. A su entierro no asistieron escritores ni periodistas, la noticia no lleg hasta ellos; slo estuvieron aquellos para quienes Dora trabaj, represent y cant, y que, ahora, lloraban sin freno bajo la lluvia en el 1 La ayuda que la ley inglesa actual concede a toda persona que no est en condiciones de trabajar, ya sea inglesa o extranjera, le permiti vivir hasta su muerte, si no con holgura, al menos decentemente. 90 DAVAB gran cementerio judo del East End. Aquel da hubo terribles tempes tades en Inglaterra. Trombas de agua helada hacan vacilar las negras siluetas hundidas hasta los tobillos en la arcilla. Slo se poda avanzar tirando violentamente cada pierna para arrancarla del suelo. La lluvia, sin embargo, slo golpeaba los rostros en aquel campo sin rboles, des nudo, nada ms que los rostros que ya chorreaban, nada ms que este rostro, a mi lado embadurnado de negro por el color de un gorro de papel desteido, que distribuan en la puerta del cementerio a guisa de sombrero. Cmo esta desolacin no iba a evocar la desolacin lujosa del viejo cementerio judo de Praga donde Kafka est enterrado? All, en aquel lugar extrao donde la vegetacin acorrala a la piedra, Kafka est en terrado junto al padre y a la madre con los cuales tuvo tantas dificul tades para reunirse en vida, con los que jams pudo reunirse. Pues si Dora Dymant no tena familia, en el sentido en que Kafka tuvo una, ella est entre "los suyos en el nico lugar que pueda sin duda an pertenecerle en la Europa que quiso dejar dos veces y donde dos veces la muerte la retuvo. Dora Dymant no vivi verdaderamente en Londres. Con la parte ms intensa de s misma, la ms inaccesible al cambio, viva en 1923 en Berln, ms bien el Berln de posguerra viva intacto en ella. Con toda su energa, su amor por la vida, su coraje y su lucidez, viva en Whitechapel y cumpla el nico trabajo que se senta llamada a realizar. Pues si Dora Dymant no pensaba deber intervenir en el debate que se abri un poco en todas partes sobre Kafka, tom para s una difcil tarea, una tarea que dejara quizs un da de ser necesaria pero que por el mo mento era imperiosa: salvar la lengua idisch de la muerte que la ame naza, all donde puede ser momentneamente salvada. La poesa y la literatura idisch eran a sus ojos la nica parte de verdad que poda pre servar y transmitir. No solamente escriba adems de sus notas sobre Kafka, deja un gran nmero de escritos en idisch que debern apare cer sino que organizaba conferencias, reuniones, sesiones de lectura, representaciones, durante las cuales se disfrazaba y lea varios papeles a la vez, declamando, imitando, cantando, haciendo cantar, y desplegando ante el pblico, al que haba que hacer volver hacia antiguas emociones casi olvidadas, las extraordinarias dotes de artista que no haba querido desarrollar en el teatro. Est de ms decir que en esta actividad no pona la pasin hacia las cosas ya muertas que tantas veces revela el aficionado al folklore. NOTAS INEDITAS DE DORA DYMANT 91 Era una pasin razonada, motivada por la desaparicin de la'Polonia juda de la que haba huido en su juventud, como tantas otras y que sin embargo no la haba dejado jams. Un da Dora recibi la visita de una mujer joven, una cantante que la ayudaba a recoger los viejos textos de canciones y participaba en sus conferencias. Vena a anunciarle una afligente noticia cuya im portancia no comprend en un principio. Poco tiempo atrs y por una gran casualidad esta amiga haba conocido una anciana rusa que vi va desde casi cincuenta aos en Londres y que milagrosamente saba an todas las canciones de su juventud. No las cantaba quin se lo hubiera pedido? pero poda volverlas a encontrar una por una, sin esfuerzo, y restituirlas al odo, tan puras como a su nacimiento. Recoger estas melodas cuya existencia misma estaba olvidada no era evidente mente un trabajo de poca importancia, era en todo caso algo que demandara mucho tiempo. Como Dora ya no poda moverse de la cama, su amiga haba arreglado la entrevista algunas semanas atrs. Vena justamente a anunciarle que la entrevista no tendra lugar pues la anciana haba muerto la vspera. Asist a la desesperacin de Dora, desesperacin espectacular, violenta y cmica, porque exageraba el ren cor tenaz que Dora tena realmente, en el fondo, contra la anciana que se le haba ocurrido morir sin avisar. Los ojos y las manos decan: "Se puede partir as, no es una incongruencia, un robo? Por su voz, por la riqueza de inflexiones y de gestos que haba sin duda heredado de una tradicin? de Kafka mismo?, probablemente de los dos y que eran en ella no una manera de subrayar el discurso sino de con ferirle su existencia real, comprend cuanto le importaba verdaderamente ms la prdida de las canciones que la muerte de la mujer. Pues no quera ni poda exponer ideas, estaba atenta a los descu brimientos de los dems, y cuando se trataba de Kafka, llena de curio sidad, resignada tambin a escuchar muchos errores. "Poco importa, deca, Franz tiene tiempo. De este modo no rectificaba lo que juzgaba falso, se limitaba a relatar los hechos con los gestos que creaban el detalle verdadero y desenmascaraban el error. La justeza del tono la haba adquirido sin duda junto a Kafka. De ella proceda su ascen diente sobre todos los que la rodeaban, ella tambin le daba un funda mento seguro a la generosidad que pona en todas las cosas de la vida y que la enfermedad jams empa. 92 DAVAB A pesar de su actividad y tnalgrado los que la rodeaban, Dora estaba sola. Bien veo lo que ella daba a los dems; pero a ella qu poda drsele? Lo que le corresponda lo haba recibido veinticinco aos atrs en su totalidad y necesitaba todo su tiempo para ordenar esta herencia. Tena poco ms de veintids aos cuando conoci a Kafka, tena cin cuenta cuando muri y slo es al principio de su enfermedad cuando empez a escribir sobre l. Estas notas de las que se leern algunos extractos ms adelante son un intento paciente para comprender ver daderamente lo que su extrema juventud le permiti vivir en la admi racin, sin preguntar nada. Estn escritas en alemn, "porque, deca, slo se puede hablar de Franz en su idioma. Nada ofrecen que se parezca a una tesis filosfica o religiosa, pero uno no podra equivocarse acerca del esfuerzo que significan ni acerca de la marca que llevan. A los que la interrogaban sobre Kafka no eran muchos los que lo hacan, y tampoco creo que ello los alentara Dora no tena nada de definitivo ni de nuevo que ensearles. Sobre todo, no estaba en condi ciones de contestar a las preguntas "fundamentales que no se dejaba de plantearle sobre la posicin de Kafka, con respecto al problema religioso, por ejemplo. No habra sido como l verdadera, escrupulosa y prudente si hubiera podido contestar de inmediato a tales preguntas. Cuando se la apuraba demasiado, se vea obligada a decepcionar a su auditorio advirtindole que erraba el camino. Supongo que tuvo que des concertar, ms aun chocar a ciertos espritus vidos de verdad fcilmente asimilable. Me cont cmo el traductor ingls del "Proceso y del "Castillo, Edwin Muir, un hombre por el que tena, por otra parte, la ms profunda estima, le preguntaba cada vez que se vean: "Pero, en fin, Kafka tena Fe? y como ella le contestaba invariablemente "No, contestacin escandalosa para un hombre a quien este problema mucho preocupaba pero que, si no estaba desprovista de malicia, traduca, sin embargo, bien la advertencia que quera dar: no podemos empezar las cosas all donde l quiz termin, no podemos tomarlas si no es all donde el mismo las vea, en la vida ms simple, en el contacto doloroso e inevitable con los objetos y con los seres. No hablis de Dios dnde y cundo habl de l? pero miradlo vivir, leed sus libros, miradlos con la ms pura atencin, con la precisin ms aguda de la mirada, y si lo consegus, lo que es difcil, habra dicho, es cierto, que no conseguiris respuesta alguna pero al menos dejaris de dar la espalda a lo que buscis. NOTAS INEDITAS DE DORA DYMANT 93 Y si uno deseaba realmente escucharla, si uno quera preguntarle nicamente lo que estaba en condiciones de contestar, Dora se volva entonces inagotable. Sobre esto, lo deca todo, nada agotara las cosas que vivi antao, sin comprenderlas. La ancdota que recordaba motivada por un llamado telefnico, el lugar de un mueble, una carta le haban parecido entonces un juego. "El juego y la exageracin del juego hacan integralmente parte de lo que l tena que decir y como yo jugaba realmente nunca saba si l jugaba a medias o si estaba serio. Ahora la ancdota evocada se cargaba de pronto de sentido, de una densidad de sentidos igual a la de una pgina escrita por Kafka. ¡Cmo quisi ramos repetir todos los relatos que Dora contaba! Todos contienen una parte de lo que Kafka quiso decir en su vida y en su obra. Todos revelan una faz de su verdad. He aqu dos que no encontr en el "Cuaderno de Dora pero que anot a medida que hablaba. La primera data de la poca en que conoci a Kafka y relata un hecho que retuvo celosamente a pesar de su insig nificancia aparente: "Yo era entonces cocinera en una colonia de vacaciones de nios judos, en Muritz, en la costa del Bltico. Desde haca algn tiempo encontraba a menudo, en la playa, un joven acompaado por una mujer y varios nios que cre suyos. Me impresion y me atrajo de pronto tan vivamente que no titube en seguirlo all donde poda. Pero yo lo crea casado y me desesperaba. Un da nos advirtieron que, por la noche, tendra lugar una cena un poco excepcional, en honor del Dr. Kafka. No conoca al Dr. Kafka, y por otra parte tena trabajo en la cocina. Lleg mientras preparaba la cena. Cuando entr en el comedor para sentarme con los dems, reconoc al joven de la playa y me invadi la alegra. Haba venido solo, no estaba, pues, casado. Los nios parecan muy intimidados por la presencia de este seor desconocido al que lla maban doctor y al que evidentemente importaba impresionar del mejor modo posible. Tiesos en sus sillas, preocupados por hacerse valer, inquie tos, asustados. Uno de ellos, sin duda el que tena ms miedo, se levant para ir a buscar un objeto que faltaba sobre la mesa y como sucede en tales casos, hizo un paso en falso y se cay. Las risas y las pullas estaban prontas a desencadenarse, tanto ms que los dems nios tambin estaban ms o menos paralizados por la turbacin. Pero antes que hubieran estallado las risas, antes que el nio fuera humillado pblicamente Kafka exclam vivamente, con tono admirativo: ¡Qu bien te has cado, y qu magnficamente te has le- 94 DAVAR yantado! No slo estaba a salvo el amor propio del nio, sino que tambin poda gustar una especie de gloria suplementaria que no susci tara la envidia de nadie. La otra ancdota tiene tambin una criatura por hroe, esta vez una niita. Quiz se encuentra en alguna parte una mujer que ha guardado, como se guardan los juguetes de la infancia, la historia de su mueca escrita por Franz Kafka: "Cuando estbamos en Berln, Franz iba a menudo al parque de Steglitz. Yo lo acompaaba a veces. Un da encontramos a una niita que lloraba y que pareca completamente desesperada. Le hablamos, Franz la interrog y supimos que haba perdido su mueca. Al instante Kafka inventa un cuento bastante plausible para explicar esta desapari cin. "Tu mueca se ha ido simplemente de viaje, lo s, me lo escribi en una carta. La nia parece sospechar. "La tienes contigo? "No, la olvid en mi casa, pero te la traer maana. Intrigada, la nia ya ha olvidado a medias su pesar. En cuanto llega a casa Franz se pone a escribir la carta y se entrega a esta labor con la misma gravedad que para componer una obra, en el mismo estado de tensin que se apode raba de l apenas se sentaba junto a una mesa, ya sea para escribir una carta o un telegrama. Era, por otra parte, un verdadero trabajo, tan esencial como los otros, ya que a todo precio era necesario que la nia no fuera engaada, sino realmente calmada, que la mentira fuera pues transformada en verdad mediante la verdad de la ficcin. Al da si guiente corri a llevar la carta a la niita que la esperaba en el parque. Como no saba leer, l le ley la carta en voz alta. La mueca declaraba que estaba cansada de vivir siempre en la misma familia, expresaba su deseo de cambiar de aire, en una palabra, de alejarse de ella, niita a quien mucho quera pero de la cual deseaba separarse un poco. Prometa escribir todos los das y de hecho Kafka escribi todos los das una carta relatando aventuras renovadas sin cesar y que evolucionaban muy rpidamente conforme al ritmo particular de la vida de las muecas. Al cabo de unos cuantos das, la nia olvid la prdida real de su juguete y slo pensaba en la ficcin que se le ofreca en cambio. Franz escriba cada frase de la novela con una minucia y una precisin plena de gracia que volva a la situacin muy aceptable: la mueca creci, fre cuent otras escuelas, conoci otras personas. Siempre segua confir mndole a la nia el cario que le inspiraba, pero haca alusin a la complicacin de su vida, a otros deberes, a otros intereses que le im pedan por el instante volver a seguir la vida en comn. Invitaba a la NOTAS INEDITAS DE DOEA DYMANT 95 nia a que reflexionara sobre esto y a que se preparara para el renun ciamiento inevitable. El juego dur por lo menos tres semanas, y Franz se sinti terri blemente angustiado por la sola idea de terminarlo, pues el final deba ser justo, es decir, capaz de sustituir con un orden al desorden provocado por la prdida del juguete. Busc mucho tiempo y decidi por fin casar la mueca. Describi primeramente al joven, el noviazgo, los prepara tivos de la boda y luego con todos sus detalles, la casa de los recin casados: "T misma comprenders deca la mueca que deberemos renunciar a vernos. Franz haba resuelto un pequeo conflicto infantil mediante el arte, el medio ms eficaz de que dispona personalmente para poner orden en el mundo. Dora Dymant no dej de insistir acerca de este esfuerzo desespe rado de Kafka hacia el orden y acerca de su imposibilidad de obtenerlo porque le faltaban las fuerzas. Fu la certidumbre que tena al respecto lo que la incit a escribir. Se comprender lo que deseaba decir al leer las siguientes pginas, extractadas de su "Cuaderno postumo, aun indito: CC'T've ningn modo me extraa que, por mi manera de escribirlo, JLy todo lo que fluye de mi pluma recuerde tan menudo a Franz. Puede decirse lo mismo de todos los que se encuentran en relacin estre cha con l, incluso los que lo conocen exclusivamente por su obra. Tam bin por eso comprendo que se piense en Franz cuando se lee o se mira la obra de ciertos artistas que no lo conocieron (Soutine) o que vivan mucho antes que l. Quiero decir que: l9 Los que conocan a Franz no podan sino tender al orden. Esto y el ejemplo de la vida de Franz, los volva capaces de realizar y de decir las cosas bajo la forma ms perfecta y asequible y nicamente porque esta forma, ahora ms elevada y ahora muy prxima se haba vuelto la suya. Y as de grado en grado a medida que se lo conoca ms y de ms cerca. 29 De todos los seres que conocimos, Franz era el que mejor saba decir y hacer las cosas. De ello se deduce que, de una manera general, lo que est mejor hecho o mejor dicho est absolutamente emparentado con Franz. 96 VAYAS Cun preferible es no llevar una cosa hasta su fin. La absoluta probidad (interior) slo os acompaa voluntariamente durante un breve trecho, luego hay que forzarla a que os acompae y, en vez de resignarse, si ello para nada sirve, se la deja atrs y se sigue el camino, desnudo como un mendigo, nicamente porque uno se cree obligado a ir hasta el fin. (De cuntas cosas ya conseguidas, uno se siente frus trado por este motivo?). ¡Ah! Cmo saba Franz a qu atenerse sobre este punto y ¡cmo se mantena en guardia! Si no, por qu slo habra escrito fragmentos? Su desgracia, que era demasiado dbil para soportar, consista precisa mente en este sbito abandono impuesto por la probidad. Se pona en camino con tanta esperanza, tan a cubierto, tan protegido, tan slido y de pronto, de un solo golpe todo era sombro, abandonado. No poda dejar as las cosas, no poda renunciar a ellas. Sin cesar haba que recomenzar la tentativa. ¡Ya que estaba all! Uno lo haba aprendido tan a menudo en s mismo, cmo habra podido deponer las armas? Hay que ensayar todava otra vez, quiz prepararse con ms anticipacin, renunciar a ms an, consagrarse esencialmente a la cosa, no esencial mente sino exclusivamente, quiz asi se avanzar de un paso. Y por cada paso avanzado, cumplido separadamente, vala, valdr siempre la pena renunciar a todo. No renunci jams, muri de agotamiento. Para l el ser humano tena una importancia anloga a la que tiene para el sabio. Lo precisaba primero como objeto de investigacin sobre su camino hacia el esclarecimiento. Se encontraba (¡an!) en el perodo de disector, fro, prctico, dotado de una mano segura. Se ejercitaba en los hombres, escribir consista en ordenar su material, en pasarlo por el tamiz. En este sentido su creacin literaria era an un trabajo de diseccin. Por esta razn no poda dejarlo detrs de s en este perodo. No tuvo tiempo de llevar hasta el fin las investigaciones que hubieran podido acercarlo a la solucin de su tarea; el resultado deba ser la exposicin a plena luz del mundo en su orden inmutable. Y un cuerpo desnudo, abierto sobre una mesa de diseccin, con los intestinos que salen, no puede ser presentado como conclusin, no se lo puede dejar detrs de s como su propio trabajo. Si no se quiere ir ms lejos, vale ms que este trabajo no cumplido no vea jams el da. NOTAS INEDITAS DE DOEA DYMANT 97 Vale ms no tener cmplices. Ya es bastante terrible que uno deba pasearse toda su vida con la lpida de su impotencia sobre los hombros y "el pensamiento que este resultado le sobrevivir es insoportable, pues podra encontrarse alguno para creer y aun para anunciar que realizar "esto era su "tarea. Peor an: para creer y anunciar que esto, en realidad, es la tarea. Noche cruel del malentendido. MARTHE ROBERT La Ley de Nacionalidad en Israel 1. La proclamacin de Israel como pas independiente plante la necesidad de determinar quines son los ciudadanos de ese pas, los que forman la Nacin y tienen derecho a in tervenir en sn vida poltica y jurdica, acogidos a la protec cin y sometidos a las obligaciones del Estado. Por tratarse de doctrinas conocidas, me veo eximido de la necesidad de exponer los fundamentos de las diferentes teoras sobre nacionalidad imperantes o aplicadas prctica mente y que varan segn las conveniencias de la nacin que las sustenta. Los pases de inmigracin sostienen el principio del nacimiento, jus soili, esto es, que son nacionales todos los que nacen en su territorio. En cambio, los pases de emigra cin adoptan la teora de la sangre, jus sanginis, segn la cual la nacionalidad de las personas se determina por la de los padres. Esto, en cuanto a la nacionalidad natural, pues para la naturalizacin, la legislacin es tambin ms liberal en los pases de inmigracin. Esa divisin doctrinaria genrica, que reconoce excepcio nes, se vincula asimismo con la ley aplicable a los nacionales o extranjeros en cada pas. En los pases de inmigracin se Son todos los judos ciudadanos del Estado de Israel? Modifica su creacin el status de los judos nacidos en otros pases? Estas pre guntas que no pocos se han formulado traducen la confusin reinante acerca de una cuestin que figura entre las que urgen un esclareci miento. El Dr. Marcos Satanowsky, Profesor que fu de la Facul tad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires encierra el problema en sus precisos lmites jurdicos y con pensamiento lgico y claridad expositiva explica a la luz de las leyes existentes, quines son ciuda danos de Israel, quines no lo son, y los requisitos ineludibles para convertirse en ciudadano del nuevo Estado. LA LEY DE NACIONALIDAD EN ISRAEL 99 propicia la ley del domicilio, cualquiera fuera la nacionalidad, en tanto que en los pases de emigracin rige la ley de la nacionalidad, sea cual fuere el domicilio. Esto ocurre especial mente respecto de la capacidad y del estado civil de las per sonas. 2. Si se tiene presente que la diversa concepcin sobre la nacionalidad suscita ciertas dificultades en pases de exis tencia jurdica secular o milenaria, ha de resultar compren sible en qu medida el problema a que nos referimos poda ofrecer aspectos de particular complejidad para Israel na ciente. No se trataba de un pas ya formado, con las peculia ridades de la organizacin estatal moderna, sino del esta blecimiento de una nacin en teritorio histricamente suyo pero de la cual gran parte de sus ciudadanos potenciales re sidan en pases con los cuales haban creado vnculos jurdi cos durante los siglos de la dispersin del pueblo judo. Pas pequeo en extensin territorial y con una pobla-; cin propia, israel, que constitua una minora, el inters del estado naciente deba encaminarse hacia una pronta y fcil nacionalizacin, no slo de los judos que en l moraban, sino tambin de los judos que a l se dirigan o podan dirigirse para establecerse en su territorio. Los hombres conductores que con preclara visin de estadistas asumieron la responsabi lidad del primer gobierno israel, debieron encarar dentro de la exigencia de la hora inicial del Estado, el problema de los judos que viven en pases de los cuales son ciudadanos sin discriminacin y donde a la par de gozar de todos los dere chos cumplen leal y sinceramente con los deberes y en los que se sienten patriotas sin reservas de nimo, aunque vincu lados espiritualmente con los hermanos de todo el mundo y lgicamente solidarizados con Israel. Con relacin a esos judos, los llamados de la Dispora, el naciente estado de Israel saba cabalmente que en cuanto a su nacionalidad estaban colocados en una situacin que no poda confundirse con la del judo nativo de Israel ni con la de los que quedaban incorporados a Israel por el hecho de residir en el pas, ni con la de los que se incorporaran al mismo por establecerse en l. 100 DAVAB 3. Desde el punto de vista abstracto o terico, el fen meno de la nacionalidad siempre ha suscitado una multitud de problemas intrincados, en todos los campos de la vida. La conciencia nacional aparece en el curso de la historia bajo formas diferentes, desde un vago sentimiento de afinidad, a un ideal de comunidad y de ilimitada solidaridad. Cuando se desarrolla, la conciencia nacional, elabora una estructura de pensamientos respecto a la nacionalidad y a la ideologa na cional, y la psicologa de la conciencia nacional da lugar a un complejo de aspiraciones, que se manifiesta en formas di versas: pacficas o belicosas, progresivas o reaccionarias, to lerantes o fanticas.1 La conciencia nacional juda mantenida en la dispersin se orient paralelamente en dos direcciones de contenido ideal. Al propio tiempo que alent sin desfallecimientos la idea del retorno a Israel, fu formando un sentimiento judo inde pendiente y a la vez complementario de ese ideal, que deba alimentarse con la sensacin permanente de ser judo sin una patria territorial, de serlo de un modo puramente espiritual. Para explicar ese sentimiento, esa nacionalidad espiritual, es preciso ubicarla en la filosofa de la historia, que, como dice Renn, es una creacin juda. Los judos, a igual que los griegos, poseyeron desde la an tigedad un sentido de la historia, con su pensamiento orien tado hacia el tiempo y con su tendencia hacia la unidad. Su tica social se basaba en la historia, y la conciencia histrica fu ligando las generaciones, dndoles una permanencia y cer tidumbre particulares, que a travs de los tiempos adquirie ron los contornos y el valor de una conciencia espiritualmente nacional. El acopio comn de los recuerdos del pasado y las esperanzas del futuro, determinaron su mente y sus aspira ciones. Y, como consecuencia, su conciencia histrica fu pro yectada en unidad, a travs del tiempo. Como dice Hans Kohn, El judo viva ms bien en el reino del tiempo que en el del espacio. El mundo, como tiempo, no sabe de la separacin i F. Hertz, Nationality in history and politics, London, 1951, pgina 410. LA LEY DE NACIONALIDAD EN ISRAEL 101 en una pluralidad de dimensiones. Tiene una sola: seala con direccin al pasado, surge hacia el futuro y domina la ten sin de diversas direcciones en la poderosa unidad de su co rriente .2 4. Esa conciencia histrica juda, ese estado de espritu comunitario suyo, cre su conciencia de grupo y la conciencia de su continuidad histrica, que persistieron a pesar de la prdida posterior del territorio nacional, primero por medio de su religin y de su cultura y luego bajo el estmulo acceso rio de la solidaridad en los sufrimientos comunes a travs de largos y penosos siglos, sufrimientos que han hecho decir, aunque con evidente ligereza, que la persistencia del pueblo judo se debe a las persecuciones de que ha sido objeto. Lo cierto, innegable, es que merced a ese sentido de unidad y continuidad, el judo ha mantenido su nacionalidad espi ritual en la Dispora con tanta o ms intensidad y profundi dad y clara nocin de su significado que la idea nacional o patritica de cualquier otro pueblo en su territorio propio. Y no es menos cierto que aun despus de creado el estado de Israel, los judos que con la ntima experiencia del sentimiento de su nacionalidad espiritual juda viven en otros pases con sensacin de permanencia, no pueden ser sospechados de un grado menor de judaismo y de solidaridad con Israel que el de los ciudadanos israeles, en cuanto esta solidaridad tiene profundas races histricas y morales. Jurdicamente, Israel no es un estado judo. Los judos y no judos que viven en Israel son israeles. Los judos que viven fuera de Israel no son israeles. Pero los liga con el Esta do de Israel y con los judos que son sus ciudadanos, lo mis mo que con el judaismo mundial, una conciencia histrica co mn y una solidaridad espiritual que no va en mengua de su condicin de ciudadanos leales de sus respectivos pases, a los que estn jurdicamente incorporados y a cuyos destinos estn unidos. 2 H. Kohn, Historia del nacionalismo, Mxico, 1949, pg. 41. 102 DAVAR 5. El concepto del nacionalismo espiritual que hemos se alado, desprendido de toda idea poltica o necesidad territo rial y, por lo tanto, compatible con el nacionalismo jurdico, explica por qu los judos de la Dispora han creado y soste nido preferentemente instituciones culturales dedicadas simul tneamente a sus propias preocupaciones en ese orden y a las vernaculares coincidentes. Ejemplo elocuente entre nosotros es la Sociedad Hebraica Argentina, cuya finalidad y esencia han sido acertadamente definidas en estos trminos: Incorporados definitivamente al pas e identificados con l a travs de va rias generaciones, los judos de la Argentina sienten legtima mente como suya la comunidad nacional, al mismo tiempo que surgidos de una estirpe a la que circunstancias singulares han dado una personalidad destacada y de la cual son consciente mente una prolongacin inextinguible, cumplen la misin pro vechosa de enriquecer con sus rasgos peculiares ms nobles la sntesis que se elabora y plasma en el crisol de la gran tarea comn del pas, en el orden de la creacin intelectual, al po ner en contacto la cultura argentina, que es una de las ms jvenes expresiones de la cultura universal, con las expresiones de una cultura milenaria que ilumin al mundo con el senti do de lo moral y el principio de lo social. De tal modo el nacionalismo espiritual judo es una sn tesis de conciencia de comunidad tnica y de afinidad cultu ral creadora. Este nacionalismo espiritual, surgido en la evo lucin histrica y enriquecido en el contacto fecundante con las dems civilizaciones, constituye una concepcin filosfica a la vez que un estado de nimo definido y permanente, cuyo mantenimiento despus de la creacin del estado de Israel se justifica. Como concepcin filosfica, como concepcin cultu ral, como realidad anmica, concentra en la personalidad del judo la espiritualidad juda, producto de su herencia y tra dicin histricas, y armoniza, sin ningn asomo de discordia, con el sentimiento de nacionalidad jurdica del pas de su na cimiento o adopcin. 6. Claro est que esa posicin armnica del judo no israe l slo es posible en los pases de libertad de pensamiento y LA LEY DE NACIONALIDAD EN ISMAEL 103 de expresin de ideas. Y as se concilio con la civilizacin occidental. De esta civilizacin se asimil el judo el arte, la ciencia y la filosofa. A esta civilizacin contribuy el judo con su religin y su moral, como Grecia contribuy a ella con sus creaciones estticas y su espritu cientfico, y como Roma contribuy a ella con su sistema jurdico. Las religiones cris tiana y mahometana tienen asimismo su origen y fuente en la religin mosaica. Resultaba as natural el desarrollo de la cultura juda dentro del ambiente occidental, y los judos pu dieron mantener su cultura sin afectar su actuacin como ciudadanos legales dentro de los pases en que nacieron o se arraigaron. Ser nacional de un pas en esas condiciones, no afectaba al judo como tal, ni el desarrollo del mismo en su cultura afectaba sus condiciones de nacional en el pas en que actuaba. Para Dubnow, ese nacionalismo espiritual es la evolucin del nacionalismo a un grado superior al territorial o jurdico. Para nosotros, de acuerdo con la doctrina imperante, ambos son distintos aunque admiten su coexistencia. 7. La concepcin filosfica del nacionalismo espiritual, de valores morales, fundada en la cultura milenaria, en cons tante evolucin, del pueblo judo concepcin cuyos exponen tes son Simn Dubnow y Ajad Haam ha justificado y si gue justificando la existencia y actuacin del judo fuera de Israel, y no contrara la existencia y actuacin del judo en Israel, como nacional del mismo y en virtud de la ley sobre nacionalidad, ley cuyo examen es el objeto de mi disertacin. Debe sin embargo aclararse los conceptos, ante la vehemen te y conocida polmica entre los partidarios del nacionalismo cultural o espiritual y el nacionalismo territorial; entre las concepciones de Dubnow y Ajad Haam y la del sionismo pol tico. La creacin de Israel seal la sinrazn de esa polmica y de esa divergencia, a la par que la evidente conciliacin de las tesis aparentemente contradictorias. Pretender hoy negar le o discutirle importancia al Estado de Israel, sera tarea absurda. Adems de una reparacin histrica, resulta una solucin evidente para los judos oprimidos, especialmente del 104 UAVAR centro de Europa, y para la elevacin moral y econmica de los judos subyugados en el Cercano y en el Medio Oriente. Pero, en verdad, el Estado de Israel no resuelve el problema del judo que sigue viviendo fuera de Israel. Para ese judo, nada ms que para l y sin que pueda preverse hasta cundo, la concepcin del nacionalismo espiritual justifica su persis tencia como tal fuera de Israel. Es con estas aclaraciones o enmiendas que creemos que deben enterpretarse las concepciones de Dubnow y de Ajad Haan, de autonomismo o nacionalismo espiritual. En ese con cepto filosfico deben situarse los trminos nacional y na cin, cuando Dubnow dice: El novsimo desarrollo del mo vimiento nacional demostr que los judos son una nacin con capacidad de vida, diseminada por diversos pases, y que la religin es solamente uno de sus atributos. Hecha laica en el espritu actual, la idea nacional juda consiste en que todas las partes polticamente fragmentadas del judaismo, constitu yeron una nacin mundial desde el punto de vista histrico cultural, una nacin que en todas partes debe defender a la par de las otras minoras nacionales en los pases de pueblos distintos sus derechos nacionales, la autonoma de sus co munidades, su escuela y su idioma. Lo que durante siglos se conserv bajo la vestidura del judaismo religioso, debe ahora ser separado de esta vestidura y aparecer en su verdadero as pecto. La suerte del pueblo universal no puede vincularse so lamente a un nico centro, sino que ha de tomar en cuenta la histrica realidad de numerosos centros, entre los cuales, los ms grandes y de mayor autonoma cultural tienen la hegemona.8 8. Dentro de las divergentes concepciones doctrinarias de la nacionalidad, acepto la que la considera como un vnculo natural, como algo supremo y grande, inherente a la natura leza humana. Es el atributo ms importante de la libertad civil, que nos conduce por una serie de evoluciones a agruparnos, 3 Simn Dubnow, Historia Universal del Fuello Judo, Buenos Aires, 1951, tomo X, pg. 320. LA LEY VE NACIONALIDAD EN ISRAEL 105 abstraccin hecha de la influencia territorial, lingstica, re ligiosa y de situaciones polticas anteriores, para realizar un ideal comn de justicia, de libertad, de paz y de trabajo. 4 La claridad del sentido de tal definicin de la naciona lidad como expresin espiritual, ha sido perturbada por la creacin moderna de la poltica de las nacionalidades, como medio de salvaguardar o reconquistar la independencia nacio nal. Elaborse as nn nuevo sistema de ideas en cuanto a la nacionalidad, que se extiende an a las relaciones jurdicas privadas. Entonces la nacionalidad jurdica result ser el vnculo poltico-jurdico en virtud del cual una persona es miembro de la comunidad poltica constituida por el Estado. 5 La nacionalidad, aun desde el punto de vista jurdico, no debe confundirse con la ciudadana. La nacionalidad confiere el goce de los derechos polticos, mientras que la ciudadana otorga el ejercicio de los mismos. 6 En el derecho israel, pa rece delinearse la distincin, usando el trmino Ezrahut para expresar la nacionalidad, y Nathinut para definir la ciuda dana, aunque a veces la diferenciacin no aparece muy clara. Queda entonces separada la posicin del judo en Israel y fuera de l. El israel, jurdica y filosficamente tiene la na cionalidad de Israel. El israelita, jurdicamente es de naciona lidad del pas de su nacimiento o naturalizacin y filosfica mente es de nacionalidad espiritual juda, dualidad perfecta mente compatible en pases de civilizacin adelantada y de libertad civil. 9. En los grandes pases del mundo y en especial en Estados Unidos, esa separacin ha sido abierta y claramente proclamada. La simpata y la solidaridad espiritual con Israel, no implica para el judo de all una renuncia ni un debilita- 4 E. S. Zeballos, La nationalit, Para, 1914, tomo 1, pg. 160. 5 L. A. Podest Costa, Manual de Derecho Internacional Publico, Buenos Aires, 1947, pg. 121. 6 D. Antokoletz, Tratado de Derecho Internacional Pblico, Bue nos Aires, 1925, tomo 2, pg. 215. 106 DAVAB miento del vnculo jurdico de su nacionalidad natural o legal. Segn la ley israel, que en seguida comentar, el judo que no adopte la nacionalidad de Israel sigue siendo tan nacional y tan ciudadano de su pas como cualquier otro. Ni ms ni menos. Ser un buen argentino o norteamericano es compati ble con ser un buen israelita. Pero no se puede ser argentino o norteamericano e israel a la vez. Ya no se trata de un vnculo espiritual sino jurdico, y la doble nacionalidad no es reconocida en el derecho internacional y tampoco la acep tan la mayora de las legislaciones positivas. En esos pases el judo se ha sentido siempre y se siente como verdadero nacional, en igualdad con los dems ciuda danos, y cumpla y cumple con todos los deberes del ciu dadano, sin abjurar de su condicin de judo, ni de su cul tura ni de sus ideales judos. Y cuando las autoridades pre tendan, en ciertas situaciones, insinuar una diferenciacin entre judos y los que no lo eran, como si no fueran jurdi camente nacionales del mismo pas, la reaccin se produca de inmediato. As, en 1912, cuando se discuti en Estados Unidos la posibilidad de restringir la inmigracin, el dipu tado Curley, en plena Cmara de Representantes, hizo un elocuente elogio de la participacin del inmigrante judo en el desarrollo de la nacionalidad americana. El culto del buen ciudadano dijo es hereditario en la raza juda en cada uno de los Estados de la Unin, desde los orgenes de nuestra Repblica. Actualmente la poblacin juda en Amrica constituye una entidad cvica firme en sus designios, de una caracterstica moral y de una esplndida contribucin material para todo lo que hay de mejor como virilidad y como carcter en el desenvolvimiento de la na cionalidad americana. Cada uno de los movimientos nacio nales que han marcado la historia de nuestra Repblica y que ocurrieron muy lejos, a la vanguardia, con el fin de fortificar y sostener el gobierno de nuestro territorio, ha encontrado siempre a los judos tomando parte activa en los puestos ms avanzados. Combatieron entonces en la guerra de la Independencia; sacrificaron su vida y contribuyeron con su fortuna al establecimiento de la verdadera libertad y LA LEY BE NACIONALIDAD EN ISRAEL 107 clel gobierno libre ms grande que los hijos del destino jams conocieron. 7 10. La Comisin de Investigacin en materia inmigra toria en Estados Unidos, a que Curley se refera, haba efec tuado una clasificacin de los inmigrantes, y en el dicciona rio que al respecto public8 adopt las palabras judos y hebreos para designar una raza. Ello di motivo a una protesta de la Unin of American Hebrew Congrega- tions. Nosotros dijeron sostenemos que un judo que proviene de Rusia es un ruso; de Rumania, un rumano; de Francia, un francs; de Inglaterra, un ingls; y de Alema nia, un alemn; y que Hebreo o Judo designan simplemente una religin. Aunque la tesis en su primera parte es exacta, no compartimos la limitacin del concepto de Hebreo o Judo, a su pertenencia a una determinada religin. As como hoy no es posible hablar, cientficamente, de una raza juda, desde el punto de vista de la conciencia o realidad histrica no puede excluirse de la condicin de hebreo o judo al judo que no practica la religin mosaica y al cual no se debe confundir con el converso, que al abjurar de su religin lo hace igualmente de su conciencia espiritual juda. El con verso deja de ser judo, precisamente en lo espiritual, aun que dentro de algunos regmenes, de doloroso recuerdo en la historia, no era incorporado completamente al mundo al cual se haha convertido, pues se exiga la pureza de sangre, en tres generaciones. Este criterio, aplicado por el nacional socialismo en el triste y vergonzoso perodo de la Alemania de Hitler, tiene su paralelo en la exigencia de la pureza de sangre, por igual perodo, en nuestra poca colonial, impues ta por la inquisicin espaola para ocupar ciertos cargos pblicos. 7 Congressional Record, vol. XLIX, Parte 1, pg. 676. Sesin 14- 12-912. Rouse of Representatioes. 8 The Inmigration Commission Dictionary of European and other inmigrant races of peoples, Washington, 1910. 108 DAVAR 11. Pero volviendo a lo esencial del tema, insisto en que la coexistencia del judo nacional del pas de su naci miento o adopcin y el judo espiritual o culturalmente como tal, es una realidad reconocida, adems de innegable. Ello ha sido puesto de manifiesto y perfectamente esclarecido con motivo de la creacin del Estado de Israel y para evitar equ vocos sobre la situacin de los judos que seguan viviendo en otros pases y que voluntariamente no se haban incor porado como ciudadanos del nuevo Estado. Lo hizo el Pri mer Ministro de Israel, David Ben Gurion, en el banquete ofrecido en agosto 23 de 1950 en honor de don Jacob Blaus- tein, Presidente del Consejo Ejecutivo del American Jewish Committee: Es muy infortunado dijo que desde la constitucin de nuestro Estado se produjeran algunas confusiones y malos entendidos con respecto a las relaciones entre Israel y algu nas comunidades judas del exterior, particularmente con la de los Estados Unidos de Amrica. Estos malentendidos han contribuido a enajenar simpatas y crear desarmonas donde la amistad y el entendimiento son de vital necesidad. En mi opinin, la posicin es perfectamente clara. Los judos de los Estados Unidos, tanto como comunidad, como individuos, ni camente tienen vinculacin poltica con los Estados Unidos de Amrica. No tienen obligacin poltica con Israel. En la primera declaracin que hizo el representante de Israel ante las Naciones Unidas despus de su admisin en ese organismo internacional, estableci claramente, sin reserva alguna, que el Estado de Israel representa y habla solamente en nombre y a favor de sus propios ciudadanos y en manera alguna pretende representar y hablar en nombre de los judos que son ciudadanos de cualquier otro pas. Nosotros, el pueblo de Israel, no tenemos deseo ni intencin de interferir en ma nera alguna en las cuestiones internas de comunidades judas del exterior. El gobierno y el pueblo de Israel respetan com pletamente el derecho e integridad de las comunidades judas de otros pases para desarrollar su propio modo de vida y LA LEY DE NACIONALIDAD EN ISRAEL 109 sus propias instituciones sociales, econmicas y culturales, de acuerdo con sus necesidades y aspiraciones. 9 12. Esta separacin aparece implcitamente reconocida en la ley sobre nacionalidad en Israel. Dictada con criterio ju rdico actual, responde a la mayora de los principios vigentes de derecho internacional cuyos diez axiomas son: 1 La nacionalidad es un vnculo voluntario bona fide. 2 Toda persona debe tener una nacionalidad. 3 Ninguna persona puede tqner dos nacionalidades. 4 Toda persona tiene el derecho de cambiar libremente su nacionalidad. 5 El estado no puede impedir a las personas el cambio de nacionalidad. 6 El estado no tiene derecho de obligar a las personas a cambiar de nacionalidad contra su voluntad. 7 Toda persona conserva el derecho de recuperar la na cionalidad por ella abandonada. 8 El estado no puede imponer su nacionalidad a las per sonas domiciliadas en su territorio y contra la voluntad de ellas. 9 La nacionalidad natural o la voluntariamente aceptada determina en cuanto a las personas, la aplicacin del derecho pblico y del derecho privado. 10 El estado tiene el deber de determinar la condicin de las personas sin nacionalidad (heimathlos) en derecho pblico y privado. 13. La ley de nacionalidad de Israel, dictada el corriente ao 1952, no responde a ninguno de los sistemas en particular en que se divide la doctrina. En parte se orienta al jus soli y en parte al jus sanginis. Empieza anunciando que no exis- 9 American Jeroish Year Book, 1952, pgs. 564-5. 110 VAVAR tira nacionalidad israel sino con arreglo a la presente ley y contempla las necesidades e intereses del Estado de Israel, su reciente creacin y su solidaridad espiritual con los judos desparramados por todo el mundo. Y es justamente en esta ltima parte donde se exterioriza el criterio equilibrado, la serenidad juiciosa de los autores de la ley. El Estado de Israel es jurdicamente una nacin con territorio propio y con su poblacin. No es un estado cuyas leyes sean de alcance extraterritorial. El judo que vive fuera de sus fronteras no es alcanzado por la ley sobre na cionalidad. Esta slo le permite su adquisicin, con una con dicin, la de su retorno a Israel y su establecimiento all. El israelita que permanece fuera de Israel no se convierte en israel. Sigue siendo nacional del pas donde naci o fu adoptado. Es esto lo que debe destacarse muy especialmente. El Es tado de Israel no es imperialista y su ley de nacionalidad no poda serlo. Limita su imperio a los judos que habitan o habi ten permanentemente en su territorio y siempre que acepten la nueva nacionalidad. Para facilitar esta aceptacin no es necesario renunciar a la nacionalidad anterior. El estado de Israel ignora su existencia. El ciudadano israel que fuera tambin ciudadano extranjero, ser, para los efectos de las leyes de Israel, considerado ciudadano israel, una vez que acepte la nueva nacionalidad. Es ste el nico caso de doble nacionalidad que contempla la ley; doble nacionalidad muy frecuente por otra parte en el derecho comparado y especialmente con los nacidos bajo el rgimen de jus sol y de padres cuyo pas de origen aplica el jus sanginis. 14. La ley israel llamada de retorno se dict en 1950 y fu incorporada, como una de las causales que otorgan la nacionalizacin, a la ley del corriente ao. Es la nica causal en beneficio exclusivo de los judos que viven fuera de Israel. En las dems, por residencia, por nacimiento o por natura lizacin, no se requiere ser judo. Se sigue en esto con fideli- LA LEY DE NACIONALIDAD EN ISMAEL 111 dad la proclamacin de la fundacin del Estado de Israel del 14 de mayo de 1948, al declarar que el Estado de Israel estar basado en los preceptos de libertad, justicia y paz en seados por los profetas hebreos y sostendr la plena igual dad social y poltica de todos sus ciudadanos, sin distincin de raza, credo o sexo. La ley de retorno viene a ser as una modalidad caracterstica, similar, aunque no idntica, al de recho de opcin de nuestra legislacin sobre ciudadana y naturalizacin. De acuerdo con la legislacin vigente, son ar gentinos no slo los nacidos en su territorio, en las legaciones, en buques de guerra de la Repblica y en mares neutros bajo pabelln argentino, sino tambin los hijos de argentinos na tivos que habiendo nacido en pas extranjero optaren por la ciudadana de origen, y los nacidos en las Repblicas que formaron parte de las Provincias Unidas del Ro de la Plata, antes de la emancipacin de aqullas y que hayan residido en el territorio de la Nacin, manifestando su voluntad de serlo. Esto ltimo tiene su fuente en algunas constituciones pro vinciales promulgadas durante la poca anrquica que desem boc en la tirana de Rosas. Esas constituciones fueron dic tadas luego de rechazada la Constitucin de 1819. El Estatuto Provisorio Constitucional de Entre Ros, de 1822, estableca en su art. 109 que son ciudadanos y gozan de los derechos de tales, activos y pasivos, en la Provincia, conforme a las declaraciones de este estatuto, todos los hijos nativos de ella, y dems americanos naturales de cualquier pueblo o Provincia de los territorios que fueron espaoles en ambas Amrieas, que residan en ella de presente y resi diesen en adelante. Lo mismo estableci el Reglamento Constitucional de Cata- marca de 1823, en su art. 29. La Constitucin de Corrientes de 1824, art. 1 de la Sec. 2^, establece que es ciudadano el que haya nacido en las Amrieas, antes denominadas espa olas y resida en el territorio de la Provincia. Por otra parte, una forma similar fu empleada con el resurgimiento de los nuevos estados a raz de la primera gue rra mundial. 112 DAVAR 15. Dos son las normas fundamentales a que obedece la ley de retorno de 1950, incorporada como causal de naciona lidad a la ley de 1952, a saber: a) Todo judo tiene el derecho de entrar en Israel como inmigrante (oleh); b) Todo judo que, antes de entrar en vigor la ley, inmi grara al pas, as como todo judo nacido en el pas, antes o despus de la vigencia de esa ley, tiene el mismo estado que el futuro inmigrante judo. En virtud de la Seccin 2^ de la ley de 1952, todo oleh con arreglo a la Ley de Retorno, 5710-1950, llegar a ser ciudadano israel. La nacionalidad israel por retorno se adquiere: 1) por xana persona que vino al pas como oleh, o naci en el pas con anterioridad al establecimiento del Estado -con efecto desde la fecha del establecimiento del Estado; 2) por una persona llegada a Israel como oleh despus del establecimiento del Estado con efecto desde la fecha de su aliyah (in migracin) ; 3) por una persona nacida en Israel con pos terioridad al establecimiento del Estado con efecto desde la fecha de su nacimiento; 4) por una persona que haya recibido el certificado de oleh con arreglo a la Seccin 3 de la Ley de Retorno, 5710-1950, con efecto desde la fecha del otorgamiento del certificado. La presente Seccin no se aplica: 1) a una persona que haya cesado de ser habitante de Israel con anterioridad a la entrada en vigencia de la presente ley; 2) a una persona mayor de edad que, antes de la fecha de la entrada en vi gencia de la presente ley, o, si llega al pas como oleh des pus de tal fecha, antes de la fecha de su aliyah, o la fecha del otorgamiento de su certificado de oleh, es ciudadano ex tranjero y que, en o antes de tal fecha, declara que no desea hacerse ciudadano de Israel; 3) a un menor cuyos padres hicieron la declaracin del inciso 2) y lo incluyeron en la misma. 16. La ley israel contempla cuatro formas de adquisi cin de la nacionalidad. Tres de ellas: el retorno, la resi- LA LEY VE NACIONALIVAV EN ISRAEL 113 dencia en Israel y el nacimiento en dicho pas, no requieren un acto voluntario del interesado. La ley se aplica en las eventualidades por ella contempladas, sin expresin de vo luntad del beneficiado ni acto discrecional del Estado. No ocurre lo mismo con la naturalizacin, pues a la reunin de los requisitos legales, debe agregar la voluntad del peticio nante y la decisin de los rganos estatales. De la adquisicin de la nacionalidad por residencia en Israel se ocupa la seccin 39 de la ley. Los ciudadanos pales- tinenses al 14 de mayo de 1948 y los que no adquieren la nacionalidad por el retorno, pueden adquirirla por la resi dencia. En sta es la residencia misma, en vez de las carac tersticas etnogrficas del interesado, la que determina la nacionalidad. Lo son, segn la seccin 39, (a) Una persona que, antes del establecimiento del Estado, era ciudadano de Palestina, y que no se hace ciudadano de Israel con arreglo a la Sec cin 2, llegar a ser ciudadano de Israel con efecto desde la fecha del establecimiento del estado, si: 1) fuera regis trado el 4 de Adar de 5712 (l9 de marzo de 1952) como habitante de conformidad con la Ordenanza de Registro de Habitantes, 5709-1949, y 2) fuera habitante de Israel en la' fecha de entrada en vigencia de la presente ley; y 3) estu viera en Israel, o en una zona que se hizo territorio israel despus del establecimiento del Estado, desde la fecha del establecimiento del Estado hasta la fecha de entrada en vigor de la presente Ley, o entrara en Israel en forma legal du rante tal perodo. (b) Una persona nacida despus del establecimiento del Estado que fuera habitante de Israel en la fecha de entrada en vigor de la presente Ley, y cuyo padre o madre se hiciera ciudadano israel con arreglo a la subseccin (a), ser ciu dadano de Israel con efecto desde la fecha de nacimiento. La ley, si bien habla de nacionalidad por residencia en Israel, se refiere al habitante y como segn la Seccin 14, ine. c), un habitante de Israel que residiera en el ex tranjero ser, para los efectos de la presente ley, considerado como habitante de Israel, mientras no se haya establecido en el extranjero, entendemos que dentro de nuestra termi- 114 DAVAB nologa jurdica se refiere al domicilio permanente y no a la residencia ocasional. 17. La nacionalidad por nacimiento aparece legislada en la Seccin 4a. de la ley. Una persona nacida mientras su padre o su madre es de nacionalidad israel, tendr nacionali dad israel desde su nacimiento. En los casos en que una persona nazca despus del fallecimiento de su padre, ser suficiente que su madre haya tenido nacionalidad israel en el momento de su fallecimiento. Se trata de una aplicacin del principio del jus sanginis. El hijo es israel, cuando sus padres son de nacionalidad israel. 18. Y ahora llegamos a la ltima forma de obtener la nacionalidad israel, o sea, por medio de la naturalizacin. La ley establece una forma normal de naturalizacin y la concede, adems, en casos excepcionales. Normalmente, segn la Seccin 5^, a) Una persona mayor de edad, que no sea ciudadana de Israel, podr adquirir la ciudadana israel por naturalizacin, si 1) se halla en Israel; y 2) si ha estado en Israel durante tres aos de los cinco aos que precedan a la fecha de presentacin de su solicitud de naturalizacin; y 3) tiene derecho, a residir en Israel de manera permanen te; y 4) se ha establecido o tiene el propsito de establecerse en Israel; y 5) tiene algn conocimiento del idioma hebreo; y 6) ha renunciado a su nacionalidad anterior o ha compro bado que dejar de tener nacionalidad extranjera al adquirir la nacionalidad israel. b) En los casos en que una persona haya solicitado naturalizacin y cumple con los requisitos de la Sub-Seccin a), el Ministro del Interior, si lo juzga oportuno, le conce der la nacionalidad israel mediante el otorgamiento de car ta de ciudadana. c) Con anterioridad al otorgamiento de nacionalidad, el solicitante deber formular la siguiente declaracin: De claro que ser ciudadano leal del Estado de Israel. d)La nacionalidad se adquiere en la fecha de la de claracin. LA LEY DE NACIONALIDAD EN ISRAEL 115 Excepcionalmente basta que se haya establecido o tenga el propsito de establecerse en Israel, segn la Seccin 6: t;l) Una persona que haya prestado servicios en el Servicio del Ejrcito de Defensa de Israel, o que, despus del 16 de Kislev, 5708 (29 de noviembre de 1947) haya prestado ser vicios en algn otro Servicio que el Ministro de Defensa, mediante declaracin publicada en el Reshumot haya de clarado ser servicio militar a los efectos de la presente Sec cin, y que haya sido licenciado en forma del servicio; y 2) una persona que haya perdido un hijo o hija en tal servicio. La misma ley establece la forma de reconocer la natura lizacin de esposo, esposa y menores; la nacionalidad de me nores; la prdida de la nacionalidad; la revocacin de la naturalizacin y otras disposiciones complementarias. 19. En resumen, la ley israel de nacionalidad, dictada en el corriente ao, responde a las modalidades y exigencias particularsimas de la realidad demogrfica actual del Es tado de Israel y tiende a asegurar la evolucin de la misma dentro de una visin de engrandecimiento y afianzamiento del pas, tan legtimos como firmes. Los problemas a que esa ley obedece son fundamentales para el presente y el fu turo de Israel y los encara conceptual y tcnicamente con maestra admirable, con la misma plenitud y madurez que caracterizaron la notable documentacin en que fu procla mado el resurgimiento del Estado de Israel, documentacin labrada en cuidadoso lenguaje que traduce serena sabidura y elevada nocin de dignidad. Exenta de toda arrogancia chauvinista, la declaracin de independiencia de Israel, del 14 de mayo de 1948, es una pieza modelo de precisin acerca de sus alcances y reivindicaciones nacionales, a la vez que traduce con sobria y sin embargo insuperable elocuencia la realizacin definitiva de la voluntad milenaria del pueblo de Jehov de emanciparse por propia mano y para siempre de la opresin ignominiosa a que estuvo sometido y de pros cribirla por los siglos de los siglos. MARCOS SATANOWSKT. Heterodoxia Acerca de un Plan Judaico. Desde hace mucho tiempo, los antisemitas nos vienen advirtiendo que los judos proyec tan la destruccin de la humanidad. Por el momento, y mien tras se espera esa misteriosa empresa, el antisemitismo se dedica al trabajo inverso, nico del que se tiene noticia efectiva. Ghettos. Si los miembros de una comunidad se agrupan para defenderse, la actitud es obvia y natural. Pero si esa actitud la toma una colectividad juda, urgentemente los arios denunciamos el espritu cerrado e impenetrable de la raza. No solamente soamos con apalear judos: adems exigimos que se dejen apalear por separado. Es que el sadismo es tanto ms placentero cuanto ms in defensa es la vctima. Pienso que el combate de Palestina debe de haber atenuado el antisemitismo de muchos antisemitas. Dioses y Desiertos. Creo haber ledo en Los siete pilares sobre el singular hecho de que las tres grandes religiones oc cidentales estn dominadas por dioses nicos y abstractos, Ernesto Sbato public Uno y el Universo en 1945, El Tnel en 1948, y Hombres y Engranajes en 1952. El hecho de que el primero de los libros nombrados alcanzase dos ediciones, y el segundo, nada menos que cuatro, dice algo ms sobre el lugar que ocupa el nombre del autor en nuestro ambiente. El Tnel novela traducida a varios idiomas y adaptada al cine ha sido uno de los libros argentinos de mayor eco en los ltimos aos. Los fragmentos que ahora damos a conocer pertenecen a un prximo libro de Sbato titulado Hetero doxia en el que cultiva el gnero de su obra inicial. HETERODOXIA 117 producidos o descubiertos por gente del desierto. No ser que el desierto, con su indiferencia, con su falta de diver sidad, es lo que en el universo fsico ms se acerca a la abs traccin? Ntese que esos dioses dejan de ser abstractos en cuanto son adorados por los hombres habituados a la multi plicidad del campo o la ciudad, a la riqueza de la realidad concreta: siembras, lluvias, cosechas, casamientos, hijos, com bates, construcciones, dinero, lujo, pecado. Razn por la cual cada cierto tiempo deba venir algn profeta, desde el desier to, a amenazarlos. El Socialismo, Producto Burgus. La emancipacin de los trabajadores ha de ser obra de los trabajadores mis mos. Este clebre y paradojal aforismo fu pronunciado por Karl Marx, que, nacido en el seno de una familia de la gran burguesa, dedic toda su vida a la liberacin de las clases proletarias. Desde el conde de Saint-Simn hasta el rico y generoso industrial Federico Engels, pasando por el prncipe Kropotkin, los mejores revolucionarios socialistas no surgieron de las masas desposedas sino de la burguesa y la aristocracia. Con raras excepciones, nunca han resultado hijos del pueblo: casi siempre son resentidos que han llegado al movimiento revolucionario impulsados por senti mientos inferiores. Contra lo afirmado por Marx en otra frase equivocada, la revolucin no debera ser hecha por los que nada tienen que perder sino por los que nada tienen que ganar. Sobre el Chauvinismo. Si un seor escribe de s mis mo : He aqu un hombre cuyo nacimiento ha sido saludado con admiracin por todos los habitantes del planeta, que jams ha sido vencido, que ha luchado siempre con legen daria valenta y que ha demostrado para la eternidad el inigualado poder de su brazo y la firmeza de su alma, es claro que sera tomado por un enloquecido vanidoso a quien debe volverse la espalda con desprecio. Pero si esas pala bras componen el himno de una nacin, no slo no son des preciables sino que deben ser escuchadas con el sombrero en la mano por los propios beneficiados. 118 DAVAE Acaso no es el chauvinismo para la nacin lo que la vanidad para el individuo? Nunca puede comprender por qu la vanidad ha de dejar de serlo cuando se la multiplica por varios millones; ni por qu una persona ha de ser cen surada cuando afirma ser la ms interesante del Universo y debe ser ensalzada la nacin que canta semejante loa a s misma. Es que como todos somos vanidosos pero nos avergonza mos de serlo sin por eso dejar de serlo, aprovechamos ansiosamente la ocasin de darle salida annima y colectiva. El Patriotismo Lingstico. Puestas a la tarea de loar se a s mismas, no hay nacin que se quede corta: si son materialmente grandes, dirn que tienen el mejor ejrcito del mundo, la ms gigantesca industria pesada, la mayor flota; si son pequeas, ya se arreglarn para encontrarse inapreciables ventajas en la rapidez de su ciclistas, en sus equipos de ftbol, en la exactitud de sus relojes. El Hombre Medio, que es el pilar del nacionalismo, reem plaza su insignificancia con las glorias del pas. Y as como viendo desfilar sus tanques se siente fuerte, se cree inteligen tsimo porque es compatriota de Descartes. El instrumento que emplea el Hombre Medio para cons truir este monumento de sus excelencias es la miopa, que l llama la tpica viveza criolla, la clsica penetracin del francs, la profundidad alemana, la aguda inteligencia juda y el tradicional realismo ingls. Ya sabemos que los individuos llamados realistas son aquellos que no ven ms all de sus narices, confundiendo la Realidad con un Crculo-De-Dos-Metros-De-Dimetro, con centro en su modesta cabeza. Estos personajes provincianos se ren de los que no pueden comprender y descreen de lo que est fuera de ese crculo. Con la tpica astucia de los campesinos, rechazan a los locos que vienen con planes para descubrir Amrica, pero compran el billete premiado en cuanto bajan a la ciudad. Para estos realistas slo es lgico lo que ven, y buena parte de sus orgullos se fundan en meras ignorancias o la atribucin de valor absoluto a simples relatividades. HETERODOXIA 119 El patriotismo lingstico no es mejor ni peor que el resto de los patrioterismos, y en todo caso participa de su condicin esencial: la miopa sobre la relatividad de sus va lores. As, sostendr que su lengua nacional es la ms her mosa, la ms rica, la ms evolucionada, la ms clara (sin advertir que si le resulta la ms clara es porque la oye desde que tomaba el pecho; tambin los perros alemanes obedecen rpidamente cualquier orden, y no porque la lengua alemana sea la ms clara del mundo). Habr, sin embargo, quienes sostengan que sus opiniones se basan en hechos, ya que no se puede negar, por ejemplo, que el francs es una lengua lgica, o por lo menos ms l gica que una lengua primitiva en que se profieran fenme nos como gato animal daino y Juan no loco. Y todos nos quedaremos impresionados, hasta enterarnos de que estos productos constituyen excelente ruso de Tolstoi o de Tur- guniev. Constantemente tendemos a considerar lgico lo que es simplemente psicolgico. Lo familiar se convierte as en lo razonable, mecanismo mediante el cual al lapn le parece razonable ofrecer su mujer al husped mientras que a nos otros nos parece ms bien una locura. Para advertir la ilogicidad se necesita perspectiva. Para nosotros es muy difcil reparar hasta qu punto el castellano est plagado de modos que nada tienen que hacer con la l gica, pero esos absurdos saltan a la vista para el extrao que comienza su aprendizaje. Nadie de nosotros se sorprende cuan do omos conglomerados tan curiosos como de vez en cuan do; pero nos choca por su barbarie una frase como: Yo recuerdo no comentario hasta alguien sucedi sealar ello como el nico caso l haba encontrado en que tal una visi tacin haba sucedido. Que no ha sido emitida en ningn manicomio sino en un afortunado libro del conocido estilis ta Henry James. Claro comentar un francs. Lo que usted men ciona no tiene nada de asombroso, ya que el ingls es un idioma que tiene remotas concomitancias con la lgica. Usted ya conoce la secular incapacidad de los anglosajones para la lgica. Son gente emprica, en la poltica como en la 120 DAVAR lengua. Pero observe usted la nitidez, el rigor lgico de nuestro lenguaje. Rivarol, en su acreditado discurso sobre la universalidad del idioma francs, afirmaba: En vano las pasiones nos trastornan y nos incitan a seguir el orden de las sensaciones; la sintaxis francesa es incorruptible. De all nace esa admi rable claridad, base eterna de nuestra lengua. A nosotros, que la vemos como brbaros, no nos parece tanto, y ya entramos a dudar cuando tropezamos con expre siones tan llamativas como quest-ce que cest que Qd, que literalmente se debera traducir: qu es eso que eso es que eso y que, modestamente, quiere decir qu es eso. Casticismo. Segn se sabe, consiste en escribir como si viviramos cuatrocientos aos atrs en Talavera de la Reina. Hay muchas maneras de impedir la comunicacin entre los hombres. Esta es la ms apreciada por los profesores de gramtica. Idiomas Puros. Qu pensar de una doctrina que acon seja explicar la filosofa de Hegel o el funcionamiento de una radio con palabras como carreta, buey, casco, guerra, cuerno de caza y Nibelungo? Esta doctrina fu vociferada por los gramticos nazis. Y aunque exenta de campos de concentracin expresa bastante bien el ideal de los acad micos franceses y espaoles. Psicologa Juda. Bien mirado, un planteo lgico debe ser claro y directo, lo ms claro y directo que sea posible: A es A. Mientras que un judo preferir decir, casi siem pre: Por qu A no ha de ser A? Y si adems expresa esa frase de viva voz, quiz se encoja de hombros, como des cartando su responsabilidad en el asunto ya que nunca se sabe cmo puede empezar una persecucin. Ingredientes ajenos a la verdad lgica, que tien, deforman y retuercen el pensamiento. El judo tortura la lgica: la presenta de atrs, desde abajo, en diagonal o, ms probablemente, segn algn complicado arabesco. SETEBODOXIA 121 Puede esta peculiaridad presentarse como prueba de una mentalidad racionalista? Por el contrario, creo que manifies ta un frentico irracionalismo, y una preminencia de la psh cologa y an de la psicopatologa sobre el pensamiento l gico. Lo que no tiene por qu llamarnos la atencin, ya que dos mil aos de persecuciones desarrollan la aptitud psi colgica de cualquiera. El judo vive espiando las reacciones de cada una de las personas o colectividades que lo rodean, como un delicadsimo sismgrafo que registra basta las ms sutiles trepidaciones que preceden a los grandes terremotos. Y esa constante gimnasia le ha conferido una habilidad, una fineza, una penetracin que slo se encuentran en aquellos no-judos dotados por circunstancias de excepcin: enferme dad, tara, genio, sentimientos de inferioridad. En cuanto a su retorcimiento psicolgico, es quiz tambin un subproducto del temor, de un espritu cauteloso a fuerza de1 escapar a rei terados peligros. Raramente un judo nos responder con una afirmacin clara a lo que le preguntamos; casi siempre pre ferir hacerlo con otra pregunta que, como tal, no compro mete y en todo caso permite averiguar qu es lo que pen samos nosotros. Comprese la literatura de un Yalry con la de un Proust, y se ver hasta qu punto est ms cerca del racionalismo abstracto Yalry. Los caracteres que se acaban de sealar se advierten en seguida en Proust, no slo en la manera de mi rar la realidad sino hasta en la forma tcnica de describirla: en los largos y complejos prrafos, en los complicados y nu merosos parntesis que atenan o aclaran o diversifican una afirmacin anterior, en las retorcidas acotaciones, en las in finitas armnicas que acompaan a la nota fundamental, como en un complejo instrumento musical. No pretendo caer en una sistematizacin al revs adjudicando a los judos los atri butos inversos a los sealados por Sartre. No sostengo que la pasin racionalista sea ajena al alma judaica bastara citar a Julien Benda. Simplemente me limito a mostrar los peligros de una sistematizacin en un problema tan laberntico. En Escndalo de la Paradoja. Al irrumpir lo eter no en nuestros pensamientos y en nuestros actos produce 122 DAVAB una especie de tormenta magntica que desconcierta todo el ejercicio del espritu. Si el sistema es, segn Hegel, la coronacin y meta de toda ciencia de los productos espiri tuales, las revelaciones hechas al espritu por la trascenden cia slo pueden expresarse en una forma, mezcla ntima de saber y de no-saber, provocacin ms que certidumbre. As es, precisamente, la paradoja. Brota del punto de unin de la eternidad con la historicidad, de lo Infinito con lo finito, de la esperanza con la desesperacin, de lo transracional con lo racional, de lo indecible con el lenguaje. Rompe insolen temente todas nuestras instalaciones en lo menos que huma no : la inmanencia lgica, la indiferencia esttica, el bienes tar moral. La paradoja se impone por su autoridad abrupta. No se intente excusarla, disminuirla o esclarecerla. No hay, dice justamente Jean Wahl, ms que una explicacin legtima de la paradoja kierkegaardiana, que consiste en aprehender de una manera cada vez ms profunda qu es paradoja. No deja ninguna razn a la duda, sino todo lo contrario, le tapa la boca. No solicita del espritu movimiento gradual, pro greso, sino un salto, Es afn del escndalo y del desafo. (Mounier). Oposicin. No se permite la existencia de opositores al gobierno. Noticia publicada en Pravda, el 3 de enero de 1950... refirindose a Yugoslavia. El Racionalismo Semita. Los antisemitas acusan a los judos de infectar el mundo con su racionalismo y su abs traccin pura. Nada ms repugnante, en efecto, y ms des tructivo, que la filosofa de Parmnides, Toms de Aquino, Leibniz, Descartes y Hegel. Carne t Espritu. Gracias al amor sentimos lo que de carne tiene el espritu. (TJnamuno). Dosis Soportable de Verdad. Cunta verdad soporta, de cunta verdad es capaz un espritu? Esta fu siempre para m la ms precisa y valiosa medida.. Toda conquista, todo paso adelante, en la senda del conocimiento es fruto de un HETERODOXIA 123 acto de valor, de dureza contra s mismo, de propia depura cin. (Nietzche). ¡ Somos Mejores Aloys Miller insulta a los pobres im bciles que no ven la objetividad de los valores ticos y es tticos. Segn esta doctrina, as como hemos progresado en la ciencia porque conocemos ms verdades que en la poca de Pitgoras, as hemos progresado moralmente por el des cubrimiento de valores ticos que permanecan en la sombra. Segn esta doctrina, la humanidad contempornea tiene ms jerarqua moral que la de los turcos de Mohamed II. Esta es la conclusin, creo, que se puede inferir de las afirmaciones de Aloys Mller. Yo no me ro de esta conclu sin y hasta es probable que la pueda compartir (con muchos quiz y probablemente). Lo que me hace rer es la actitud totalitaria de Aloys Mller y su temible desdn por los que no ven la Verdad Definitiva de su teora sobre la superiori- dal moral de nuestro tiempo. Sospecho que llegara hasta meter en campos de concentracin a los descreyentes. ERNESTO SBATO Fantasa y Realidad en la Dramaturgia de Peretz Hirshbein ESPUs de la desaparicin de Jacobo Gordin, el reforma dor del teatro idisch, muchas han sido las obras dram- ' ticas escritas, pero ningn escritor logr crear un re pertorio teatral propio, su teatro, como lo hizo Peretz Hirshbein; pues podemos hablar de un teatro hirshbeiniano con su modalidad, sn tono peculiar, con sus actores hirshbei- nianos y hasta con su pblico especfico. Sin embargo, nadie, tal vez, menos apropiado para la escena juda dominada por un realismo primitivo, que Hirshbein con su temperamento potico y su arte introver tido, ntimo, de tonos menores y algo misterioso. Fu ante todo un lrico y segn l mismo afirmaba, emple el dilogo como la forma ms natural y sencilla para expresar sus emo ciones. De all que durante la primera poca de su creacin, fuese uno de los autores ms ledos por las amplias masas populares del judaismo de Polonia y de Rusia, pero a la vez nadie menos representado y menos comprendido en la escena juda. Mas parece como si el sino ligara la vida de Hirshbein al destino de las tablas judas, desde sus primeros pasos en Malkah Rabell ya colabor anteriormente en Davar, en cuyo nmero 15 se public su interesante trabajo Teatro Mstico Judo en el que examinaba sus obras representativas, el Dibuk de An-sky, La cadena de oro de Peretz, y El Golem de Leivick. Malkab Rabell que ha escrito una novela En el Umbral de los Ghettos, editada en Mxico en 1945, ha publicado entre nosotros diversos en sayos sobre arte y literatura. LA DRAMATURGIA DE PERETZ EIRSHBEIN 125 las letra hasta los ltimos aos de su vida. Y este poeta, este lrico, el menos apropiado para enfrentar las condiciones del teatro idisch donde era menester ms audacia que talento, se erigi en el conductor: empresario, director, autor y hasta actor, de la primera compaa literaria, es decir de cierta calidad cultural -ms cultural que artstica, que se hubo formado en el caldo de cultivo del entonces joven teatro idisch. En el ao 1908 formaba Hirshbein su Compaa Errante, donde han hecho sus primeras armas actores de fama, tales Ben-Ami, Lazar Frid, Noem, etc. y estn tan ligados sus nom bres al de Hirshbein que casi resulta imposible mencionarlos sin nombrar en seguida al dramaturgo. Dos elementos primordiales estructuraron el temperamento potico de Hirshbein: su infancia campesina y su juven tud de estudiante talmudista. Existe en toda su obra un afn, una atraccin hacia lo misterioso, lo recndito, ciertamente debido a la influencia de los simbolistas europeos tan en boga en los albores de este siglo y a fines del pasado. Empero, fue tambin un rasgo muy personal de Hirshbein. Poeta y aldeano, hijo de molineros, y ms tarde estudiante de la Cbala y del Zohar, la bsqueda de misterios fu para su sensibilidad el camino ms adecuado. Acaso no se hallaban rodeados de mis terio sus aos infantiles en la aldea natal ? Su hogar se hallaba al borde de un riacho silencioso en cuyas aguas quietas se espejaba la sombra de los rboles y la del molino paterno, con su rueda giratoria. Durante las mustias tardes de invierno, cuando el molino se hallaba desierto, narrbanse a la lumbre del hogar viejas consejas de brujas; en las noches sin luna la propia sombra causaba espanto, y nadie grande ni chi co, osaba abandonar su rincn ante la estufa. El temor brotaba del rbol, del agua y del viento. Luego llegaron los aos de Hirshbein como escolar talmdico en el poblado ve cino. La Cbala y el Zohar fueron fuente de misterio y ensueo para los hambrientos adolescentes talmudistas. La mstica religiosa posee una voz secreta en acuerdo con la modalidad de los simbolistas europeos, de all que stos, para sugerir la presencia de fuerzas ignotas que han de rodear e 126 DAVAB impulsar la vida humana, recurran con frecuencia a ele mentos religiosos. Inversa fue la ruta del escritor judaico: hijos, la mayora, de hogares devotos, hurgaron con frecuencia cuando adolescentes en los libros sagrados del Zohar. De all a. la mstica, y de sta al simbolismo no haba ms que un paso, dado por numerosos escritores, poetas y prosistas judos. Como a tantos otros, los enigmas velados de la Cabala con dujeron a Hirshbein hacia el simbolismo. Se ha llamado a Hirshbein El Maeterlink judo. Sin embargo, si bien se mira, la poca netamente simbolista de su creacin no fu de mayor peso en el conjunto de su obra, y u inters consiste ms bien en que ha impuesto una mo dalidad peculiar a toda su obra dramtica: la de buscar el sentido oculto de las cosas y de la vida humana. Sus primeras obras, escritas en Vilno al impacto penoso que le caus el pauperismo de la urbe, respiran un crudo y a veces brutal realismo, como en La Carroa. Y cmo poda ser de otro modo? El joven poeta de espritu inquieto y ar diente imaginacin, que recin llegaba a Yilno del pueblo Klestchel, impregnado de conceptos idealistas, aun no del todo asimilados, sobre el esclarecimiento y la Haskal, se en frentaba de pronto con la vida de la ms honda miseria de las masas judas urbanas, y su espritu qued quebrantado. Tampoco la vida juda en las aldeas era un dechado de bo nanza; tambin en los pueblos y en las aldeas judas reinaba la pobreza; pero en la pequea economa domstica aldeana, jams tomaba el aspecto siniestro de total desamparo, de ho rrenda y ttrica muerte en vida como lo presentaba la masa juda proletaria, o semiproletaria, o casi lumpen-proleta- ria, de las grandes ciudades rusas y polacas en los albores del siglo. Empapado del dolor, de la angustia y de la penumbra de los stanos y de las buhardillas, de la siniestra realidad de la vida del pueblo judo, brota de las primeras obras de Hirshbein la mustia penuria del ambiente. Sus personajes de esa poca son sombras humanas, sombras de gente abatida, aplastada, dominada, sin otra escapatoria que el homicidio, la locura y el suicidio. Gente que vive en las profundidades de los stanos, carcomida por la podre, enredada en la telaraa LA DRAMATURGIA DE PERETZ HIRSHBEIN 127 de su amargo destino de cuya red no puede evadirse; indas deformes, solitarias, truncas, marchitas, aisladas en su deses peracin como nufragos. Tales son los personajes de su drama en un acto Mundos Aislados. En un stano vegetan nufragos humanos: un ser invlido, sin brazos, ni pies; un tronco deshojado, carne magullada, y una boca que grita y maldice. Grita, maldice, implora, mas nadie escucha sus lamentos, en tanto por encima de su frente teje su red la araa. Harta gente hay en el stano, mas nadie lo escucha y nadie lo ve; cada cual est abismado en su propio mundo: as el demente que escudria en los puntos y rayas del muro descascarado el camino indicado hacia el ro Sebas- tin; as Jaimke, el nio harapiento que disea un gran edi ficio soado; as la vieja Sara, la de la boca desdentada que suea echada sobre la estufa, su sueo de una rebanada de pan y unos trocitos de grasa. Ninguno ve, ninguno oye al pr jimo. Todos aislados en su mundo, el eterno mundo aislado del individuo. Un elemento ilumina empero hasta sus ms brutales dra mas : la poesa. Hay poesa hasta en los stanos y en el abismo de la degradacin y en la brutalidad de los seres cados, y sus personajes dejan con frecuencia de ser entes de carne y hueso para representar figuras potico-simblicas. Tal vez la nica obra dramtica suya exenta de ese tono potico peculiar sea su drama La Carroa; pero Hirshbein reneg ms tarde de ella. Es figura potica la abuela ciega de la pieza en un acto: En las Tinieblas; asimismo lo es la nieta, adolescente que se niega a volver a la fbrica donde sus pulmones inhalan el aire viciado por el tabaco, y su rostro, sus mejillas, sus manos, se marchitan y ella, lentamente se va transformando en mo mia, tal como toda la gente que trabaja en su derredor. Per manece la nia en el stano, cerca de la anciana ciega, y su ropa se pudre colgada de la pared, mientras ella se marchita en las miasmas del stano. Quin puede arrancarla del abis mo ? ¡ Nadie! Ni el padre, el cargador, aplastado por el hambre y la penuria. Tampoco su novio, el deshollinador, que nada posee para ofrecerle, fuera de su propio desamparo. Qu des tino los espera? De nuevo el stano, y traer al mundo nuevas 128 DAVAE generaciones carcomidas como ellos? La joven no vislumbra ninguna solucin, fuera de la muerte. ¡ Se ahorca! En tanto la anciana, envuelta en la eterna tiniebla de sus apagadas pu pilas, siente que: La luz se extingue, la luz se apaga!... Simultneamente escribe Hirshbein sus dramas simblicos. La influencia que esta escuela tuvo entre los escritores judos, puede que tuviera una causa primordial. Fu aqulla una poca de persecuciones, de pogroms, de reaccin y matanzas; largas cadenas de penados, hombres y mujeres, cruzaban dia riamente las vastedades rusas camino de Siberia, y la horca, como una siniestra sombra, penda sobre la vida de todos. Se perda el grito de rebelin ahogado por el temor: en conse cuencia, se empieza a escribir con sugerencias simblicas, con imgenes imprecisas, enigmticas, que velan la factura de las ideas. No siempre se logra comprender el pensamiento del escritor; en aquella poca produce I. L. Peretz su poema dra mtico Noche en el Viejo Mercado, grito de rebelin y de protesta contra los acontecimientos, en forma velada de sm bolos. A su vez Hirshbein escribe en un estilo simblico, que le vali el apodo de el Maeterlink judo y le mereci ser representado por una compaa rusa en Odesa; pero ninguna influencia tuvo aquel perodo maeterlinkiano sobre el teatro judo y permaneci ignorado e incomprendido por la masa juda. A esa poca de su creacin pertenece toda una serie de obras, enigmticas, con frecuencia incomprensibles, escritas en un tono de alucinacin potica: un enigma es Entre Da y Noche, un enigma Un Sueo en el tiempo, asimismo La Encrucijada y En la Orilla Opuesta. Por boca de uno de sus personajes Hirshbein explica: No siempre es dable comprender, mejor es sentir. Con esta frmula el dra maturgo lleg a las mayores extravagancias, a veces hasta lo absurdo, y a la completa confusin. Las primeras obras de Hirshbein, las de tenor realista, fueron muy difundidas y muy ledas. La masa popular juda era un consumidor de lectura ansioso. Pero pocas fue ron puestas en escena, mayormente por grupos de aficionados. LA DRAMATURGIA DE PERETZ HIRSHBEIN 129 El mundo del teatro profesional no vislumbraba la posibili dad de montar esas breves obras sin contenido dramtico, ni accin, ni conflictos, construidas con extraos sentimientos humanos y dilogos en staccato que dejan trunca la inten cin y obligan al espectador a reflexionar. La masa juda aun no estaba madura para el teatro hirshbeiniano, pero aun me nos madura se hallaba la obra dramtica de Hirshbein. Recin en el crisol de los aos, ya poeta, cuentista y pe riodista de fama, es cuando su obra dramtica adquiere la plenitud de la serenidad, limando las asperezas, las exagera ciones naturalistas y las extravagancias simbolistas de los aos mozos para volcarse en un realismo potico entrelazado de fantasa y tierno humor. Radicado en los Estados Unidos desde 1911, lejos de los sangrientos horizontes de la Rusia zarista, su nimo se sosiega, se esfuman en el recuerdo las persecuciones policacas, los pogroms y las miserias, se borran las sombras de los famlicos rostros amarillentos de los obre ros del tabaco. Las nubes de su nimo se despejan y sus en sueos se trasladan hacia su aldea natal, hacia el molino pa terno donde la rueda giraba cantando bajo el torrente. Su tono, antao spero, se hace tierno; su queja se trueca en amable sonrisa y el dramaturgo descubre un manantial de humor cordial y tierno. Reviven bajo su pluma las imgenes aldeanas de su infancia; los hogares campesinos sobre los niveos caminos de Bielorrusia; su propio hogar a la vera del molino. Surgen en sus recuerdos imgenes ntidas de viejos viandantes judos que se detenan en el umbral del solar paterno; las ancianas de figuras embrujadas con el costal al hombro. Helos marchando, llegan, atraviesan el umbral, sin llamar; se sientan familiarmente ante las mesa hogarea; entreabren sus viejos costales remendados donde yace un mundo de maravillas. Todos ellos son enviados del bondadoso profeta Elias; todos ellos son realmente el mismsimo profeta Elias bajo disfraz. Ciertamente, Hirshbein los ha visto en su niez; ha visto en sus ojos el resplandor de bendiciones y los ha reconocido. Es cuando escribe su deliciosa obrita en un acto: El Profeta Elias. La figura creada por la fantasa popular del profeta Elias aparece en una humilde casucha aldeana, en 130 DAVAB vspera de Sbado. Est disfrazado de viandante y los hu mildes aldeanos judos le ofrecen hospitalidad. Se sienta ante la mesa familiar; no se le escatima pan y alimentos. Luego entona un cntico y las voces de los presentes se le unen. Pasa la noche y el da del sbado con sus huspedes, y cuando em piezan a titilar las estrellas de la semana nueva, pide su costal de cuyo fondo saca una garrafa de generoso vino, bendice el sbado que se va y vuelve a tomar su camino, porque aun ha de visitar numerosos hogares donde distribuir sus dones. Cuando se ha marchado el husped, de la garrafa vaca brota un manantial de dulce vino santificado; y cuando se ordea la vaca, la leche corre sin cesar, y del olvidado costal caen ducados de oro, montones de ducados ¡ autnticos ducados de oro! Fu el Profeta Elias quien pas y distribuy sus dones. Pero grande y sin lmite es la codicia de la gente: para guar dar el vino tiran la leche del cubo, y para juntar los ducados tiran a su vez el vino. En castigo se desvanecen los ducados, el vino y la leche. Porque no se debe volcar la leche para llenar el cubo de vino, ni debe despreciarse el vino santificado por ducados de oro. La mayor parte de las obras dramticas universales toman la maldad humana como motivo central. Puede que la maldad sea pasin ms densa para el drama y la tragedia, que posea ms condiciones para el estallido, el enredo, para la vorgine de los sentimientos. Hirshbein escoge la bondad como motivo principal; moralejas sencillas, familiares, pero que poseen el dulce encanto de los cuentos de hadas. La bondad y la fantasa son tambin el leit-motiv de su obra en un acto Pasas y Almendras. En una casucha al deana, Fridele, nia hurfana de 17 aos, amasa el pan para el horno. Su madre ha muerto, y ella la reemplaza en el cui dado del hermanito enfermo. El padre llev una carga de lea para la venta en el villorio, y la nia se halla sola y sus lgrimas caen en la masa. De pronto se abre la puerta y entra una viejecita con un costal al hombro. De inmediato extiende por doquiera su ternura materna. No es un costal con harapos lo que carga; ¡son maravillas sin par! Saca del costal una falda de seda y zarcillos de oro. Fridele ya es ¡ alabado sea el Seor! moza casadera y ha menester LA DRAMATURGIA DE PERDIZ HIRSHBEIN 131 de un novio. De pronto entran dos judos, padre e hijo. Van de paso hacia un pueblo a diez millas de distancia y la lluvia los oblig a detenerse en el camino en casa de la nia. Y la viejecita sonre con malicia: Ah est 1a. mano de Dios. ¡Es el Todopoderoso quien los trajo, habr novio para la nia! Los viandantes observan a la anciana y el ms joven se asombra: Jurara, abuelita, haber visto su rostro en alguna parte Y responde la anciana: ¡Un rostro judo, semejante al de tu abuela, hijo...! Y cuando la viejita ya todo lo orden, colg un diente de lobo al cuello del bermanito enfermo ¡ Santo remedio!; cubri la masa con almohada ¡ segura receta para que fer mente el pan!; y para Fridele hall un novio, se despide: Bueno, ya puedo marcharme... Echa al hombro el costal para volver al camino, y agrega: ¡ Alabado sea el Seor, ms liviana la carga!... S, est ms aliviada, pues hall en su camino errante buena gente a quien distribuir sus dones milagrosos. De su etapa simbolista le ha quedado el afn, la curiosi dad, por lo ignoto y lo recndito; pero lo busca en las fuentes de su propio origen, en el folklore, donde se halla lo sustancial de la personalidad de un pueblo, el yo autntico de un colectivo humano. El profeta Elias; la vieja del costal ma ravilloso; la hostera encantada; el embrujo de los campo santos; las imgenes populares tienen en su creacin un en canto infinito. Ya no es ms la prosa compleja y enmaraada, sino la sencillez potica, cordial y ntida. En los cuadros aldeanos encuentra el estro potico de Hirshbein su medida exacta. Sus hroes son gente de aldea, aldeanos judos con su eterna aoranza por la ciudad donde viven sus colectividades, con su centro religioso y espiritual. No obstante, la gente juda de la aldea se halla ligada con cuerpo y alma a la madre tierra. Los personajes hirshbeinia- nos estn como impregnados del aroma de tierras aradas, del rumor de follajes y de todos los sones de la campia. Hay quien afirma que en la literatura juda, as como en la vida juda, el amor ocupa escaso lugar, que es un elemento de segundo rango. La mujer juda es ante todo madre; desde nia es ya una pequea madrecita, y ms tarde es la madre 132 DAVAR y la abuela sin sosiego. En la vida juda resulta el matrimonio de mayor importancia que el amor. Es menester hallarle novio a la hija y casarla convenientemente. No importa si no inter viene el amor, lo principal es que sea un mozo decente y un matrimonio adecuado. En la obra de Hirshbein, el amor sin embargo se en cuentra en primer plano: amores inocentes, ingenuos, sin malicia, amores de aldea, amores judos. Por ejemplo: en Las hijas del herrero el dramaturgo encara el eterno pro blema de Raquel y Lea. Las hijas del herrero son hermanas mellizas. Zelde, menor de estatura, es la ms habilidosa, sabe amasar el pan, bordar y tejer. Pero es malcriada y caprichosa como una cabra salvaje. Enamora a los mozos de la aldea, y el ayudante herrero de su padre tambin pierde los estribos por ella. No en balde afirma su padre que ella carece de corazn y nada tiene de hija juda. En cambio su hermana, la del simblico nombre Lea, la robusta y slida Lea, es bon dadosa, tranquila y cordial; se la respeta; pero es la otra quien roba los corazones. Llega a la herrera otro oficial, Moshe, y Zelde tiene buen cuidado de pescarlo en la red de sus encantos. Ya son dos que sin exigir dote la pretenden en matrimonio. Mas ella, veleidosa, los rechaza. Le gusta como rien los dos mozos por ella. Mientras tanto, la pobre Lea, tal como la Lea bblica, no consigue pretendiente. Llora y se amarga. Por qu ser la otra tan agraciada? Ella no tiene mayores pretensiones, con tal de tener novio aceptara a cualquiera de los dos. En la obra hirshbeiniana las figuras femeninas poseen un encanto peculiar. Sus jovencitas estn dotadas de la ma durez prematura de gente en contacto constante con la natu raleza, con plantas y animales. Demasiado inocentes para encubrirlas con artimaas, manifiestan una audacia ingenua, son ms audaces que los varones. En Campos Verdes las dos jvenes, impacientes ante la tardanza de los mozos en declarrseles, optan por tomar la iniciativa : Hirsch-Ber, eres un necio dice Zina a su hermano, y el robusto al deano, cuando se trata de amor, hace realmente figura de necio. En cuanto a la lmpida, suave figura de Leivi-Itzjok, de la misma obra, el devoto, el estudioso Leivi-Itzjok, perso- LA DRAMATURGIA DE PERETZ EIRSEBEIN 133 nifica todo aquello que aora el campesino judo. Es algo ms que una figura humana: expresa el eterno anhelo de superacin espiritual del pueblo judo. Tampoco en sus comedias idlicas falta el elemento de misterio, enigma, fantasa, leyenda; toda su obra dramtica est como saturada de una voz secreta. Sus personajes estn como empapados de ingenuas supersticiones campesinas, y pareciera como si Hirshbein les atribuyese un poder miste rioso y desconocido: Zelde sostiene que si el gato se relame, habr visitas. Efectivamente, ese mismo da llega de la ciudad el ayudante herrero Moshe. En su comedia En un remoto rincn, la cabra paci en el camposanto y qued embrujada. En La Hostera Desolada es la hostera misma la figura cntrica, el motivo principal, aun cuando no se la ve en el escenario. Es el drama donde Hirshbein despliega su ms rico caudal de imaginacin: lluvia multicolor de leyendas y misterios de saber popular, se borran los lmites entre la fantasa y la realidad, entre la supersticin y el autntico enigma. En la hostera abandonada bailan duendes de noche, segn voz popular. Estar realmente embrujada? Los tres mercaderes que llegan sorpresivamente a las bodas de Maite, cargados de preciosos obsequios, de sedas y joyas y vinos, los habr enviado Itzek para raptar la novia, o sern de verdad espritus malignos disfrazados? Itzek mismo, el audaz ladrn de caballos, es un extrao personaje; por cierto tiene poco de tipo judo, ms bien de gitano. Gitanos son los rasgos externos y la sustancia ntima; de gitano es su desenfrenada pasin; como gitano ejerce el cuatrerismo y quiz como gitano conoce los secretos de brujera. Por cierto que no es tipo corriente en la literatura idisch y ms bien nos recuerda a los personajes de Garca Lorca en Bodas de Sangre, aun cuando en la galera de figuras populares de la vida juda, jvenes como Itzek abundaban ms de lo que se supone. Cmo ha logrado, pues, ese lrico, ese poeta de la prosa, conmover al pblico habitu de nuestro teatro pro fesional? Es uno de los milagros del teatro judo y del des tino de Hirshbein. 134 DAVAB Lleg a la escena profesional juda de los Estados Unidos, por azar, despus de larga odisea. En el teatro del entonces incipiente director Maurice Schvartz, actuaba el joven Jacobo Ben-Ami, ms allegado a los movimientos literarios judos y estrechamente vinculado a la dramaturgia de mejor calidad. Antiguo miembro del grupo teatral de Hirshbein, Ben-Ami conoca el repertorio de su maestro y puso en escena por primera vez en Estados Unidos su obra En un Remoto Rin cn. El milagro se produjo. La queda comedia hirshbeiniana, sin conflictos agudos, de leves tonos, casi falta de intriga, de corte novedoso para nuestras tablas, result exitosa. Una tras otra fueron estrenadas en el mismo teatro Las Hijas del Herrero y Campos Verdes. La temporada se trans form en temporada hirshbeiniana, de las comedias idlicas de Hirshbein, y el autor continu siendo desde entonces uno de los pilares del drama judo moderno. En sus comedias idlicas es donde surge y se revela el Hirshbein autntico y original, herrero de Sholem Aleijem y a la vez muy distinto de ste. En sus comedias aldeanas es donde mejor se manifiesta su originalidad, su estilo propio, su ternura y humor: una lgrima queda, y una sonrisa tier na; y de tanto en tanto un grito de pasin, de angustia que estalla y cruza el silencio... Y nuevamente la serenidad: una sonrisa, una lgrima... MALKAH BABELL. Judo del Nuevo Mundo LA TIERRA Mi bisabuelo Kive fu el verdadero jefe de la familia numerosa que con l lleg a la colonia San Antonio, de Entre Ros, despus de cruzar toda Europa y el mar Atlntico, huyendo de los pogroms de Rusia. Haban partido rumbo a Palestina; el destino quiso que slo se detuvieran en suelo americano. El gobierno turco no les dej desembarcar en la tierra de sus antepasados, cuyas playas alcanzaron a contemplar, frente a Jaffa, desde a bordo. Tuvieron que deam bular con angustia y desesperanza por Estambul, la de los diez mil perros, hasta que el Barn Hirsch les acogi en el pasaje de inmigrantes judos que destinaba al Nuevo Mundo. Mi bisabuelo no era por cierto quien llegaba en carcter de colono, sino su hijo mayor, Elizer, viudo, padre de dos mu chachos, Jacobo y Simn, de los cuales, el primero, fu mi padre. La J. C. A., firm los contratos del campo con Elizer, hombre joven y fuerte, con descendientes varones, a cuyo car go figuraban sus mayores, sus hermanas casadas, sus esposos y Lzaro Liacho que ha publicado en Davar, un extenso ensayo .sobre Martnez Estrada (Nmero 34) y numerosos comentarios bibliogr ficos, es autor de varios libros en prosa y verso. Pan de Buenos Aires, Palabras de hombre y Dinmica Portea, forman la parte reunida en volumen de su extensa produccin. Publicamos ahora un nuevo captulo de la serie que con el ttulo general de Judo del Nuevo Mundo Viene dando a conocer desde hace varios aos en el peridico Mundo Israelita. 136 VVAE vstagos. Todos deban trabajar a sus rdenes en las faenas rurales que iniciaran en la tierra virgen. El nico pionero era Elizer y fue l quien organiz la ruda labor, realizn dola sin desmayos. Jacobo, de diecisis aos de edad, le secundaba en los numerosos y agotadores trabajos. Ellos asu mieron la ejecucin de las tareas pesadas: prepararon los la drillos de adobe, construyeron las precarias viviendas, los ran chos, tinglados y galpones, domaron potros, manejaron el ara do, rastrillaron, sembraron, recogan la cosecha, emparvaban, y en los pesados camiones sin elsticos -diez caballos atados a las varas y balancines acarreaban los productos vendidos hasta Puerto Coln. Los cuados de Elizer, hombres ms j venes que l y acostumbrados a oficios livianos, no se avinieron al duro trabajo; secundaban las ocupaciones de las mujeres en el tambo, la huerta y el gallinero. El bisabuelo Kive nada poda hacer; contaba setenta aos. Si bien su fsico se mantena erguido, su espritu estaba quebrantado. Durante cuarenta aos haba servido en el ejrcito del Zar, ocupando en los ltimos diez el cargo de mayordomo en una de las fincas reales. Esa fu la recompensa que obtuvo por su valiente actuacin en la guerra de Crimea. Por un edicto que rubric la misma mano que antes le favoreciera, fu despojado de su empleo por judo. Esta humillacin vino a sumarse a una gran des gracia que por entonces lo ensombreca. Meses antes haba muerto su segundo hijo varn, Gerson, de veinticinco aos, en quien cifraba grandes esperanzas; a su inteligencia y la sim pata que irradiaba su natural amable, se agregaba una vasta cultura y un gusto artstico refinado. Era poeta, estaba ena morado y falleci das antes de su boda. Su retrato evoca la figura de los escritores del romanticismo. Al perder a su hijo, el bisabuelo Kive se sinti profundamente agobiado y pens sobreponerse a sus desgracias abandonando la tierra natal, donde ni l ni los suyos podran en adelante vivir tranquilos y felices. Su tierra prometida fu la Argentina y si bien no colaboraba en las labores diarias, reclamaba mayor celeridad de quienes la realizaban y mejor resultado en sus fines. Pro testaba todo el da viendo que Elizer y Jacobo no reciban ayuda, y tambin debido a la existencia estrecha que sobrelle vaban en la chacra primaria, cercados por la soledad del cam- JUDIO DEL NUEVO MUNDO 137 po infinito. All slo abundaba la mantequilla y el pan. Po dan baarse en leche, pero no era sa la felicidad; eran otros los bienes que aoraban. La vida en el campo era spera y penosa. Todos los co mienzos desmoralizan y ms an los de la colonizacin. Elizer cay enfermo. Tuvo que bajar a Buenos Aires para atender su salud. Cuando lo hizo result demasiado tarde. Muri en el Hospital Alemn, sin tener a su lado a ninguno de los suyos. La J. C. A., cumpliendo lo contratado, slo poda trans ferir el convenio a un heredero directo de Elizer, siempre que fuera casado. Mi padre era an soltero. No contaba die ciocho aos. Fu necesario buscarle novia de inmediato para desposarlo sin prdida de tiempo, a fin de conservar la pro piedad del campo y salvar de este modo a los familiares de una nueva emigracin. Mi madre era la nica mujer en edad de contraer nupcias que resida en la colonia. La eleccin fu imperativa. Los mayores se pusieron de acuerdo, los novios se trataron durante algunas semanas y la boda se realiz sin pompa alguna. Mam dej a los suyos para instalarse en la chacra de su joven esposo. El cuarto vaco dejado por Elizer se destin a la nueva pareja. Algunos bales y maletas que fueran de pertenencia del muerto, se depositaron junto a otros trastos viejos e implementos en desuso, bajo el cobertizo, donde se encontraba la batea para lavar la ropa sucia. Esa tarea importante y desalentadora fu encomendada a la nueva ama de casa, por ser la ms joven y fuerte. Doblada sobre la tabla de lavar, mam pasaba all varias horas de su larga jor nada. A pocos metros estaba el pozo, de donde extraa el agua con un balde sujeto a una larga vara, acarrendola hasta cubrir media tina, contenido que volcaba y repona varias veces durante su trabajo. Realizando una u otra cosa, conver saba con los que se acogan a la sombra del tinglado, u obser vaba el movimiento silente desarrollado en el vasto mbito. Un da decidi sacar de uno de los bales las cosas que con tena, para depositar all la ropa seca que descolgaba de la cuerda a fin de evitar que cayera sobre ella el polvo que levan taba el viento persistente. Entre algunos fardos de cueros resecos fu colocando los cuadros, botas, libros, papeles, ropa gruesa, sombreros y cajas 138 QAVAR que extrajo del bal. Todo eso haba pertenecido a Elizer y nadie reparaba ya en ello. Nadie evidenci inters en alguna de aquellas prendas u objetos y all quedaron olvidados. Al vender los cueros, esos bultos y paquetes fueron arrinconados en otro lugar y pronto rodaron de un sitio a otro, molestando siempre, ocupando un espacio requerido por enseres de nece sidad inmediata. El viento y el sol cruzaban por el tinglado; tierra y agua terminaron por destruir aquellos ltimos efectos que perte necieron al inmigrante muerto. Mientras mam permaneca doblada sobre la batea, dando jabn a la ropa, vea alzarse de entre los bultos y cajones, algunas hojas que llevaba el viento. Sobre la vasta planicie, aquellas hojas blancas volaban de modo caprichoso, como pjaros ciegos, llegando a confundirse con las gaviotas que seguan tras el arado que pap conduca. Sobre la tierra negra, las hojas se confundan con las aves marinas, que buscaban gusanos en los surcos abiertos por pri mera vez en esa tierra gensica. Algunas hojas de fino papel se adheran a la tierra hmeda y luego eran destruidas por el arado, la rastra o la lluvia, perdindose para siempre al sumirse en la tierra; otras seguan un largo vuelo por el aire, bajo el sol de fuego, camino del cielo azul; otras corran ve lozmente por entre los caminos y terminaban por ocultarse entre los pastizales espinosos, all donde ningn ser humano las alcanzara a ver nunca. Qu podan ser aquellas hojas peregrinas, aquellas hojas errantes y volanderas que se dis persaban por los cuatro horizontes sobre el campo entrerriano ? No eran hojas impresas desprendidas de un libro; eran p ginas manuscritas con un tipo de letra uniforme, en lneas espaciadas y con mrgenes regulares a ambos lados. Esas p ginas estaban escritas en ruso y mam ignoraba ese idioma. Era fcil advertir que no eran cartas ni documentos, y por eso no se preocup de resguardarlas, segura de que no ofrecan inters alguno, puesto que nadie las recoga al verlas tiradas, destruyndose. Pens alguna vez, preguntar por ellas a su marido, pero al encontrarse con l en la casa, le vea tan cansado que evitaba formularle preguntas sin objeto. El campo se fu sembrando con aquellas hojas manuscritas. Mam sola ver al bisabuelo Kive levantar alguna del suelo, JUDIO DEL NUEVO MUNDO 139 leerla, apelotonarla luego y arrojarla lejos, como para no en contrarla nunca ms. Una maana, ta Ester Jaie, cubierta la cabeza por un gran pauelo de seda para evitar que el sol le quemara el fino rostro blanco, lleg hasta el tinglado, de jando junto a la batea un bulto de ropa sucia que mam deba lavar. Ester Jaie se sent sobre un cajn, descansando un momento a la sombra del alero. En ese instante rod entre sus pies una de aquellas hojas manuscritas. Ella la tom entre sus dedos largos y plidos, la alz hasta frente a sus ojos y comenz a leerla con acento musical. Mam no entendi el recitado de Ester Jaie. Al terminar la lectura, ta le dijo con tristeza: -Bellos versos; te gustaran mucho si los comprendieras. Estn escritos en ruso. Puschkin no los hizo mejores. Y todas esas pginas que vuelan sobre el campo le pregunt mam son tambin versos como se? S, lo son; ahora nadie se interesa por ellos; nadie se preocupa por la poesa en esta pampa. Ester Jaie arrug el papel arrojndolo lejos; cay en un surco nuevo, rod un trecho y se detuvo junto a un terrn de brillante tierra negra. Esos versos volvi a preguntar mam fueron es critos por Elizer? Seguramente le gustaba leer y escribir como a su hijo. No, no son suyos; son versos de Gerson, mi hermano el poeta que muri en Rusia. Elizer guard los originales pen sando publicarlos. Muerto tambin l, se acab en nuestra casa el culto a lo bello. Slo pensamos en el pago de la hi poteca. Las hojas siguieron volando; volaron una a una; el viento las arrastr, sembrndolas entre los pastizales o en los surcos profundos. El sol, la lluvia, el roco, el polvo erosionado, los cascos de las cabalgaduras, las pezuas del ganado y las re petidas aradas, las fueron enterrando en el suelo de Entre Ros. All estn, en la tierra, semilla proftica de Israel en los campos verdes del Nuevo Mundo. LZARO L1ACHO Un Pedazo de Chocolate Patty era irlands. A todos los irlandeses se les llama Patty, porque el de San Patricio es el nombre comn entre la gente de la isla verdeante. Basta descubrirle a uno la fa cha de irlands para dejar de interesarse por su patronmico y bautizarle definitivamente Patty, del mismo modo como se apoda a todo escocs Jack, y a todo gals Tuffy. Patty era, pues, irlands, y Jos lo identific en seguida. Tampoco era cosa de otro mundo averiguarlo, ya que Patty ostentaba el gorro de rgida visera baja, por encima de la cual brillaba el bien pulido distintivo de las tres hojas, el distin tivo de la Guardia Irlandesa. Adems posea Patty un par de risueos ojos verde-grisceos, melena pelirroja, pecas en la nariz, espalda de anchos hombros y un vozarrn que rodaba como sordo trueno. Todo ello no dejaba lugar a dudas de que su dueo era irlands de la ms pura estirpe, un irlands standard, por decirlo as. Por otra parte, poco le importaba a Jos la identidad de Patty. Buscaba la oportunidad de que alguien lo alzara en su vehculo. Tena urgencia de hallarse a la mayor brevedad en Munich, donde ya lo esperaban sus compaeros de Brigada. En el grupo de escritores judos de la Argentina que escriben en idisch (Berl Grinberg, Bendersky, Altschuler, Jos Rabinovich, etc., para no referirnos sino a los que cultivan literatura de ficcin) fi gura igualmente Simje Sn, el autor de Un pedazo de chocolate. Reside este cuentista desde hace ya varios aos en la Argentina. De su indiscutible calidad literaria puede formarse buena idea del lector a travs del relato que ahora publicamos en castellano, en traduccin de Malkah Rabell. UN PEDAZO DE CHOCOLATE 141 Das atrs Jos haba llegado al campamento de desplazados para investigar en la lista de sus moradores. Como de costum bre, alentaba la esperanza de encontrar entre los sobrevivien tes a uno de los suyos; si no a un familiar, siquiera alguien de su aldea natal. Desde hace seis semanas vaga atormentado por el inmenso dominio de refugiados y los campamentos judos dispersos por todo el maldito pas, y cada vez que se dispone a dirigir los pasos hacia uno de esos lugares, renueva la eterna ilusin de encontrar la huella de los seres amados. Por doquiera encuen tra las puertas ampliamente abiertas. No en vano es soldado de las brigadas judas. Cierto, el uniforme es ingls, todo lo que lleva encima es britnico, desde la boina bravuconamente ladeada basta el reluciente calzado militar. Tan slo la estrella de David, bordada en oro sobre el fondo de la triple franja -hilo blanco entre dos celestes, lo distingue como judo, y por encima de la estrella una angosta tira color kaki, con la inscripcin: Brigada Juda, en ingls junto a las iniciales hebreas J-IL. Esto es todo. Mas, este pequeo todo brele por doquiera clidos los corazones, atrae hacia l las miradas de orgullosa ternura, y cuando para colmo revela su procedencia polaca y su bsqueda de familiares y seres que ridos, nadie le niega su ayuda, y por doquiera, en cualquier campamento, empiezan las averiguaciones y bsquedas. Se hurga, se investiga; quizs alguien tenga un indicio o sepa algo. Mas siempre las indagaciones terminan con idntica pesadumbre, con brumosas y bajas miradas de pudor, como si fuesen ellos, los que buscan, culpables de su tremenda des dicha de no encontrar a nadie de los suyos. Igual ocurri en este campamento. Tres das vag Jos entre desplazados; inquiri, indag, y como de costumbre qued exhausto, desesperanzado y pesaroso. En Munich lo esperaban los compaeros con un auto. Ya era tiempo de volver a Blgica donde estacionaba su unidad y Jos deba apresurarse. Se despidi de los recin conocidos, logr esbozar una forzada sonrisa corts, ech al hombro la reducida mo chila y sali al ancho camino que conduce a Munich. Esperaba el paso de algn vehculo. El asunto no era nada fcil; en la zona americana los yanquis se niegan con fre- 142 DAVAB cuencia a llevar a los soldados ingleses. No obstante su alianza, no obstante su lucha comn, no obstante hablar el mismo idioma, jams ha existido entre ambos ejrcitos exceso de ternura: desde luego prejuicios y pretextos de soldados: ac una batahola por cuestin de cerveza, ms all una historia de mujeres; tal vez trtase an del antiguo arraigado odio de generaciones del ingls hacia su advenedizo primo yanqui, y el recproco odio a Inglaterra sembrado por los Lafayette, los Washington y los Lincoln?... Fuese lo que fuese, no siempre un vehculo yanqui detena su marcha para ayudar a un camarada ingls, y con frecuencia el americano acele raba la marcha de su motor dejando al estacionado Tommy con un palmo de narices. Esta vez Jos tuvo suerte. El primer automvil en pasar se detuvo an antes de que alzase la mano: Un auto ingls, de seguro ... pens Jos y no se equivocaba. Del interior surgi una cabeza tocada con gorro irlands, pelirroja y risuea, exclamando: ¡ Hola, camarada, mtete dentro, viajo solo!... Y as trab Jos conocimiento con Patty. Mientras viajaban, se entabl entre ambos la eterna charla soldadesca; dnde acampaba cada cual; cundo llegara, por fin, la desmovilizacin; si encontraran buena cerveza en los alrededores; en qu trminos se hallaba en Blgica, el proble ma alimenticio; si era fcil encontrar una chica, y en ltimo trmino, si uno es casado ... Al llegar a este punto la conver sacin se interrumpi, pues Patty dej de interrogar y em pez a contar de su joven mujercita que lo espera en Dubln. Trabaja en un escritorio y es mecangrafa... No deja de relatar, y con alegre fulgor en los ojos agreg que al pasar en casa su ltima licencia, se las ingeni de tal modo que ahora, cuando regrese al hogar, ha de encontrar su familia aumentada. Le ha nacido un hijo a quien tan slo conoce por el retrato que siempre lleva consigo. Pero, ¡no importa!, unos meses ms, obtendr otra licencia y podr volver a los suyos. Detuvo el automvil para sacar cmodamente de su grasiento y rotoso portafolio, la fotografa de su hijo y mostrrsela a Jos. UN PEDAZO DE CEO COLATE 143 Los ojos de Jos contemplaron la carita arrugada.de un recin nacido, con ojillos como botones de azabache y pelitos ralos en el crneo. Vi dos piecitos cmicamente recogidos, con diminutos dedos, y dos bracitos con pliegues de mueco. Una mano asa un juguete, y la otra contrada en un puito, se la introduca en la boquita entreabierta de la cual goteaba un hilo plateado de baba infantil. -¡Lindo nene...! dijo Jos con sonrisa corts devol viendo a Patty la foto. Confo que sea mo de verdad.. se ri ste con su risa tonante, satisfecho de su ingenio. Mas la eterna inquietud del soldado que piensa en su esposa en las noches de insomnio, se vislumbraba en su tono. Apret el pedal y otra vez puso el motor en marcha. Has de reconocerlo; adems llevars las cuentas exac tas. le respondi Jos en tono jocoso. -Oh, slo he bromeado. Adems, la conozco bien a mi chica, no es como otras!. .. explic Patty ya muy serio, y empez a contarle a Jos milagro y medio de su esposa: lo hacendosa que es, cmo lo ama y cmo le permanece fiel, cmo no deja de preocuparse por l, y las preciosas cartas que le escribe! El, Patty, no sabe escribir cartas como las de ella: es cerrajero de oficio y la mano le resulta algo pesada para manejar la pluma. Pero ella ja, ja, ¡qu mano, qu ma- necita para la escritura! Escuchaba Jos la chchara feliz del recin conocido, y de sbito el tiempo, ese tiempo de acelerado ritmo, detuvo su marcha y empez a retroceder, a rodar hacia atrs, y Jos tuvo de pronto la sensacin de existir en dos pocas: hogao, cuando soldado, viaja hombro contra hombro con otro sol dado de nombre Patty, un irlands, y todo en derredor es simple y dolorosamente comprensible; y otro tiempo pretrito, de sbito resurgido, lejano y sin embargo tan ntimamente prximo, donde no exista la extica voz del irlands, y slo resonaban los acentos del idisch y polaco. Tiempo pasado aqul, cuando uno trabajaba el ao entero en la abigarrada y ruidosa Varsovia, retornando al seno del hogar solamente para las Pascuas y el Pentecosts, all en su reducida aldea a orillas del Vstula. Resultbale inverosmil a Jos que am- 144 DAVAfi bos tiempos rodasen unidos a la vera del vehculo, y aquel tiempo pasado de antao, viese con sorprendido asombro al nuevo, en el cual Jos viste uniforme ingls y viaja al lado de una extraa persona irlandesa llamada Patty. S, en aquel tiempo pretrito, para volver para las Pas cuas a casa viajbase dos horas en tren, y luego otra media hora en calesa. La calesa corra entre dorados campos trigue ros; de lejos llegaba el aroma del eternamente verde pinar, y la casucha paterna encontrbase en el lmite justo entre el campo y la aldea. Aquella ltima Pascua, cuando Jos volvi a sus lares, la pequea Raquelita, su sobrinita, contaba dos aos y era ya toda una damisela. Le cobr ese cario pasional que se dedica al hijo de una hermana tierna y fiel. Le amaba con ese loco cario con el cual se ama a los nios pequeos, cuando surge el ensueo de un clido hogar propio. Adems, el encanto mismo de la nia, con su risa y gorjeo, sus saltos, su llanto, sus juegos y diabluras, sus bracitos extendidos, sus ri sueos ojillos parduscos y su manera cmica de llamarlo tito. Recuerda Jos el aspecto de la pequea cuando recin na cida. Lo recuerda con nitidez, pues dej pendiente todos sus asuntos en la capital y volvi al hogar para asistir al festejo del feliz acontecimiento. La Raquelita de entonces mostraba una extraa semejanza con el retrato del nio que Patty aca baba de mostrarle. Era exactamente la misma arrugada cria tura de rojiza carita, en un mar de paales, almohadillas y tules, que se desgaitaba aumentando el tumulto general y la bulla festiva, entre tintineo de copas y felicitaciones de los familiares, parientes, amigos y huspedes. Luego surgi de sus recuerdos otro cuadro: la Varsovia destrozada, ruinosa, y cubierta de nieve, de donde regres haca poco. S, hasta all lo llevaron sus pasos, y all encontr un campesino de su aldea natal, quien le haba narrado cmo sucumbi su hermana. Antiguo vecino suyo, el paisano lo reconoci de inmediato, refirindole que su hermana, en com paa de su esposo y de sus dos pequeines, haban vivido ocultos en un stano. De da permanecan acurrucados en sus escondrijos, mientras de noche uno de ellos sala a buscar alimentos y agua entre la paisanada amiga. Y ocurri una de aquellas noches, al volver la hermana de su acostumbrada UN PEDAZO DE CHOCOLATE 145 excursin nocturna, hall muertos a los suyos, al marido y sus dos pequeos: Al pasar una patrulla germana oy el llanto infantil, descubri el stano y acab a tiros con ellos. As, el pueblo qued Juden rein, exento de judos, justificando el llamativo letrero colocado en la estacin del ferrocarril; por ello a los alemanes no les quedaba otra alternativa que acabar con esos tercos judos empeados en permanecer en la aldea. El paisano haba escuchado el relato de labios de la hermana de Jos, la que anduvo el camino hacia Varsovia y ms tarde pereci en el ghetto. Recuerda Jos a todos y no tan slo a su hermana; fu la suya una familia numerosa: tiene a quien recordar. Mas ahora su pensamiento slo abarca dos objetos: la fotografa del hijo de Patty y a Raquelita. Se imagina el aspecto de la nia cuando la mataron, cmo yaca con sanguinolenta es puma en los pequeos labios entreabiertos, y tal vez, tal vez haya agitado en aquel postrero instante sus piernitas igual que el nio vivo y risueo de Patty. Descuida, todo saldr a pedir de boca, con tal que acabe este estpido servicio militar.. oy la voz cercana del irlands. Desde luego, desde luego le contest mecnicamente Jos. Y t, dnde irs cuando te desmovilicen?... A Pa lestina?... pregunt Patty rendido ya de charlar todo el tiempo. Yo?. .. tal vez, no lo s... Cmo no lo sales ?... Pues, dnde se encuentra tu hogar?.. no quiso dar su brazo a torcer el irlands. Mi hogar?... No tengo hogar... Nac en Polonia y todos los mos han sido muertos, asesinados por los alemanes... ¡Oh! lo siento... dijo Patty con tono de quien de pronto se espanta al rozar una inadvertida llaga purulenta. El vehculo entraba en una de las aldeas alemanas alzada a la vera del camino. Por las ventanas asomaban brumosas miradas de espanto. Sbitamente un ronquido sordo estall en el interior del motor. Patty fren y ambos se apearon. Con dedos expertos recorrieron las entraas de acero del motor, que no paraba de roncar sordamente. 146 DAVAE De pronto Jos sinti que alguien lo tironeaba de la man ga. Se volvi; ante l se encontraba un rapaz de unos cuatro o cinco aos, paliducbo, revueltos los lacios cabellos deste idos, que le tendi una manita huesuda y delgaducha: Tienes chocolate, Tommy, dame un trocito ?.. peda con el mismo tono confianzudo que los nios del mundo entero demuestran hacia el soldado, fuese cual fuese su uniforme. Jos introdujo mecnicamente la mano en el bolsillo su perior, donde acostumbraba guardar el chocolate del cual rara vez se serva. De pronto, el fresco recuerdo de Raquelita le quem las entraas. El nio que le pide chocolate es alemn. No, no se lo ha de dar. ¡Vete!... gritle severamente. Patty se volvi: Qu es lo que quiere ?... Chocolate ?... Espera, que yo se lo doy exclam dirigindose hacia el automvil. ¡No se lo dars!... pronunci de pronto Jos con extraa voz desconocida. El rapazuelo retrocedi mirando a ambos con tamaos ojos de asombro. A su vez Patty se detuvo observndolo con una interrogante en el rostro. Por qu? Por qu no se lo he de dar? El chico es alemn; son infanticidas esos jerrys respondi Jos. Irritado el irlands le devolvi una mirada retadora. Escucha dijo reposadamente. El nio no tiene culpa de nada. Adems el chocolate es mo y no intentes darme rdenes. Te imaginas que tal vez voy a hacerte caso? Se aproxim a su asiento y de la caja de herramientas retir una tableta de chocolate. Toma dijo llamando al nio, que a la distancia se mantena a la espectativa. Los ojuelos del rapaz resplande cieron en el demacrado rostro paliducho. Se acerc y extendi la mano, pero en el mismo instante, Jos le arrebat el cho colate y se lo pisote con su pesada bota de soldado. Dije que no se lo habrs de dar. repeta con sorda voz obstinada. Toda su sangre se le agolp en el rostro. UN PEDAZO DE CHOCOLATE 147 Pausadamente el irlands se quit la blusa, afirm en el suelo sus recias piernas, extendi un puo hacia adelante y alz el otro ante el rostro: Ests listo? pregunt amenazador. Lo resolvere mos con los puos mascull con las mandbulas contradas. Jos no era boxeador, no tena la menor nocin de las re glas de este deporte, mas, la sola voz de lucha le arrebat. Como un toro agach la testa y se arroj hacia adelante. Senta cmo los pesados puos del irlands martillaban su cabeza, sus hombros; mas, enfurecido, obstinado y salvaje, atropellaba sin cesar. Sinti de pronto sus dedos aferrados al cuello de Patty, sinti que se revolcaban en el suelo en un salvaje ovillo de manos y pies, cuerpos y vidas. Castigaba despiadadamente, con todas sus fuerzas, hasta que percibi el ronco estertor del irlands bajo la frrea presin de sus manos. Entonces solamente lo solt. Ambos se hallaban en sangrentados, maltrechos. Patty se irgui respirando con dificultad. Ceudo, arroj del automvil la mochila de Jos. Este la alz, estir el uni forme y con paso vacilante se alej por la ancha carretera. El auto lo alcanz y lo pas. Jos lo mir alejarse, rodar sobre el asfalto, y sinti cmo le oprima el peso de una in mensa e insoportable soledad. SIMJE SN A un ao de Rostro Perdido |t t tace un ao, despus de diez de ausencia de las car- I I teleras, pero no del trabajo creador, Samuel Eichel- baum volva a un escenario con Rostro perdido, intenso drama que la compaa Rosa Rosen estren en el Bue nos Aires. A la distancia, conmueve advertir cmo el drama permanece en el alma del espectador y cmo el drama feme nino adquiere una fuerza potica trascendente. Angela Custodia vive el drama del ser dividido entre su pureza y su barro. Ella vive entregada al dulce recuerdo del marido muerto en un accidente, pero cuyo cadver no ha visto, y entonces ha quedado en ella como un ser vivo y ausen te, como un recuerdo por siempre amado. Ese amor trgica mente perdido, y su afn de pureza, son la base de un alma que se mantiene limpia, que dedica sus afanes a su hija y que siente que su vida se cumple dentro de caminos gratos y tranquilos. Entonces aparece Carlos Mara, el Don Juan que slo siente la voz de la piel, situado a tal distancia espiritual de ella que parece imposible pensar en una unin cualquiera. Pero l pone sitio a la fortaleza, despierta a la hembra, la en- ceguese con la luz brutal de su instinto, le hace ver que ella es Pablo Palant es uno de los valores jvenes surgidos de las filas aguerridas de la escena independiente. Merece anotarse que ha repre sentado todas bus obras pero ninguna en teatro comercial. Figuran entre sus piezas: Jan el Antisemita, Esta Mujer Ma, Los Das del Odio, El Cerco, y El Angel Cruel. A travs de su juicio sobre Eichelbaum dos generaciones se enfrentan, y resulta de este modo muy significativa la admiracin de los nuevos hacia el primero de nuestros dramaturgos. A UN ANO DE ROSTRO PERDIDO" 149 tambin un ser carnal, y la seduce. Una vez conquistada, el Don Juan ha logrado lo suyo. Ha sido sincero al requerirla, sincero al hablarle de sus desvelos, sincero al poseerla, y es sincero cuando su carne satisfecha busca ya otra carne de men tira para su insatisfaccin de siempre.. Pero entonces todo empieza para Angela Custodia. La entrada de ese ser lascivo en su vida la ha ordenado de otra manera. Antes estaba insertada de cierto modo en el orden de las cosas, y se encaminaba hacia un crespsculo tranquilo, en tregada a la devocin del futuro de su hija y del recuerdo de su amor perdido. Ahora ha pasado una rfaga sensual, feroz, y ha despertado fuerzas primitivas que ella crea desterradas de s para siempre; Angela Custodia ha vuelto a verse como no haba dejado de serlo nunca, un ser elemental, y el causante de toda esa ruptura (porque ha perdido el rostro del ser amado, ya no lo puede recuperar y esto es lo ms trgico de la historia), el causante, repito, vuelve la espalda, satisfecho, lanza sus antenas al mundo y sigue la ronda. No puede ser. Ella le pedir una explicacin, l no encontrar las palabras que ella le exige, porque no tiene nada que explicar (l la ha deseado, pero ella tambin), y lo matar. Y slo entonces, en el final, Angela Custodia hablar quedamente, tristemente, de una vida proyectada hacia un camino y desviada hacia otro, cuya sntesis es la muerte. 2. Este hondo drama psicolgico ha sido tratado por Eichelbaum con una riqueza de matices que en el personaje de la mujer alcanza notas sorprendentes. Y para ella no hay escapatoria, y por eso nos hubiera gustado ms que el autor hubiese calificado a su obra de tragedia. No bay escapatoria, porque reunidos Angela Custodia y Carlos Mara en esas con diciones, es fatal que ella ceda, fatal que l la deje, fatal el desenlace. Pero lo ms trgico es que ella no deja nunca de verse, ni de verle. Sabe qu distancias les separa, comprueba cunta bajeza les une, y no puede resistir. Eso es lo ms cruel, sentir que en esa vida ha entrado un amor frente al cual no hay ms remedio que entregarse y morir. 150 VAVAB Mat mi viudez dice ella en el intenso y hermossimo monlogo final. A la semana de estar en esta casa se meti en mi pieza en mi vida y no se qued tranquilo hasta que cumpli su crimen. Yo vine de Rosario por consejo de mi fa milia, que se haba empeado en que saliera de all para ali viarme de mi prdida. Tambin mi familia tiene un poco de culpa en todo esto (est hablando en presencia del oficial de polica, despus de haber dado muerte a Carlos Mara). Me he cansado de decirles. Si vivo feliz. Me haban hecho el inmenso bien de no dejarme ver el cadver de mi esposo, que muri en un accidente. El lo pidi. Como no haba visto el cadver, no haba muerto para m. Porque la muerte es el cadver, seor. F.l viva en m. Lo vea a toda hora, movin dose a mi lado, con su mirada ms risuea que su sonrisa. Tena todas sus palabras en mis odos. Senta sobre mis hom bros su brazo cordial. Era feliz. Todo lo feliz que se puede ser con el alma presente de un hombre al que se ha querido como si l y yo hubiramos sido hijos recprocos. Ests adelga zando mucho, me deca todos los das. S, ya s. Todo adel gaza le deca yo. Vivir con el corazn alerta, adelgaza. Y me visitaban todos los das, como a una enferma. Un da re solv venir a Buenos Aires con la esperanza de vivir mejor mi dulce ensimismamiento, con la esperanza de defender me jor el espritu, vivo en m, de mi esposo. Y llegu a esta casa. Y me sent asediada por esa joven bestia, que no me di des canso en una solicitacin que me pareci ridicula, grotesca, inverosmil. Me aturdi, me llen la cabeza de palabras luju riosas. Me enturbi la mente, me ceg. De pronto, me sent estremecida bajo el soplido de ese bro suyo de cascos salvajes (Una pausa). Cuando recobr mi lucidez estaba como tatuada de sangre ignominiosa. Recin entonces sent el luto en mi cuerpo y en mi vida. Era la orfandad de mi viudez, la viuda de mi propia viudez violada y muerta. En vano apretaba mis prpados para reunirme con la imagen viva de mi marido; en vano ocultaba mi cabeza desesperadamente bajo la almoha da para recobrar su rostro absolutamente querido y absoluta mente necesario. No haba ms que sombras en el fondo de mis ojos. No hay ms que sombras en el fondo de mis ojos. Ha muerto mi viudez. Ha destruido el telar milagroso de mi fe- A UN ANO DE ROSTRO PERDIDO 151 licidad secreta. Ha muerto mi viudez, ha sepultado mi digni dad y enterrado mi amor. No hay ms que sombras en el fon do de mis ojos. (Mueve lentamente la cabeza fatigada y cae el teln.) 3. Recin entonces sent el luto en mi cuerpo y en mi vida. Era la orfandad de mi viudez, la viuda de mi propia viudez violada y muerta. Surge de aqu el sutilsimo pensa miento potico de la obra. Angela Custodia no ha visto el cadver de su marido, y vive su viudez sin viudez, porque en el fondo de su corazn persiste la imagen amada, su marido sigue siendo suyo en una especie de estado de gracia del cual aparentemente nada podr sacarla. Pero ella es tambin un ser vivo, y se mueve en medio de seres vivos. El recuerdo del esposo muerto, esa vida secreta que la aferra a la vida ya perdida (no se advierte aqu un punto de contacto con la madre de La vida que te di de Pirandellof) en una ten sin inconsciente de tremendo esfuerzo no podr nada contra el soplido de ese bro suyo de cascos salvajes. El ser tambin es de carne, el ser vivo se debe a los vivos, y es intil querer refugiarse en el recuerdo de un muerto para continuar viviendo. Carlos Mara trae lo peor de esa vida de los vivos y ella est desamparada, muy desamparada, porque se cree una fuerte vestal que custodia el rostro perdido de su esposo, ignora hasta qu punto es frgil. Carlos Mara es aqu el agente del destino, la vida que se alza contra la soberbia de quien quiere vencerla con la muerte. Y despus de jugar con ella, de arrancarla de su dulce ensimismamiento, ella descubre que todava puede ser criminal. Y as, slo por el influjo de una piel fuerte que busca la suya, que no sabe negarse, por que tambin existe, Angela Custodia sale de su encierro, cede al reclamo de la lujuria y se vuelve criminal. No hay refugios contra la vida fuera de la vida. Vivir es el mandato de los vivos, y quien se niega es arrastrado por la correntada de amor y odio que emana de quienes son nuestros compaeros de camino. 152 DAVAB 4. Hay otros personajes en esta obra, y tambin la his toria de un periodista entregado a una labor comercializada que detesta, porque le impide concretar sus sueos de una obra de bien, acosado a su vez por el instinto de una mujer. Hombre y mujer acosados por el instinto ciego del placer. Es te periodista puede defenderse mejor, es verdad, pero su mis ma lucidez le permite ver al mismo tiempo su fracaso. Es tan trgico este ser como el de Angela Custodia, pero desde el punto de vista de los valores dramticos de la obra, los que se refieren a esta ltima son ms trascendentes, alcanzan ms fuerza, nos conmueven y convencen totalmente, y nos identi fican con la tragedia de un ser que quiso ser de otro modo, olvidando que la misin de la raza humana es aceptar la vida y no negarla. 5. Tenamos la esperanza de que este nuevo estreno de Eichelbaum, uno de. los ms importantes de nuestro teatro en los ltimos aos, despertara un inters renovado por sus obras. Al ao, puede decirse que no ha sido as. Por una razn o por otra Dos brasas, uno de sus mejores dramas no ha podido llegar a la escena, al punto de que se ha visto obligado a autorizar su publicacin. Y en cuanto a los teatros indepen dientes, no parecen mayormente dispuestos a interesarse por las obras de Eichelbaum, cuyo repertorio, sin embargo, podra proveerles oportunidades muy amplias de trabajos excelentes, con obras cuyo aliento universal circula a travs de formas nuestras, que les son mucho ms asequibles que las de las obras extranjeras que prefieren dar. Es incomprensible. Acep tamos que la ambicin de ofrecer dramas de Ibsen (lo hemos citado al azar, pero la verdad es que es otro ignorado) o de ONeill sea muy fuerte, pero no vemos hasta dnde sea ex- cluyente. Y, francamente, entre nuestro Eichelbaum de Rostro perdido, Un guapo del 900, Vergenza de querer, Dos brasas y tantas otras, y los autores a la moda europea cuyos nombres no interesan, creemos que hay motivos de sobra para elegir al primero. PABLO PALANT LOS LIBROS EL GATO Y SU SELVA UN GUAPO DEL 900 PAJARO DE BARRO DOS BRASAS, por Samuel Eichelbaum. Editorial Sud americana. I No cabe en la breve mencin bibliogrfica el estudio que Samuel Eichelbaum y su teatro se merecen. Falta espacio y justicia para este hombre, este artista, de un barro tan insobornable. Falta la ubicacin, ltima y definitiva de una obra parcial, contradicto ria y siempre llena de grandeza. Un mpetu bravio mueve la arci lla de Eichelbaum, la materia de sus personajes... un aire que oscila entre lo feliz y lo dramtico, una atmsfera heroica, por decir as, llena de ternura y violencia. De all salen sin temor ni medida, los conflictos de un hombre. No hay una actitud a priori, una premisa que cumplir. Las cosas suceden, acontecen de pronto. Se dira que Eichelbaum es el primer asombrado, el nico espectador que no puede fumar su cigarrillo de entreacto. Sin ese temblor original, sin esa pureza en el principio, sera imposible imaginarse a Eichelbaum. Creo que la verdadera vida de sus personajes (su ndole secreta) reside en su inevitable poder de rebelda. Si, rebeldes hasta la deses peracin, pueden, como Ecumnico, dar su vida por alguien que tal vez no la merece, por una causa en la que creen vagamente, como una religin o una fatalidad. Por eso no pueden ser del todo consecuentes con su propio destino. Lo juegan en un pase de naipes, en el azar siempre furtivo de la vida. Carecen de dobleces, son, por decirlo as, sinceros hasta en su maldad. Recurdese si no la soltera de Eleuterio en El Gato y su Selva, el acto gratuito de Ecumnico en Un Guapo del 900, la dualidad de Robert en Dos Brasas. Son seres sometidos a sus impulsos, a sus motivaciones ms profundas. Es cierto que a veces se comportan de acuerdo a las convenciones de la sociedad que su fren, que, por un momento parecen adaptarse a los propsitos de los otros... hasta que, a la manera propia de Eichelbaum, entran a desa- 154 BAYAS fiar su propia suerte. Es entonces cuando se desata el conflicto, cuando aparece, en toda su evidencia, el rostro del hroe. Sera el caso de Pjaro de Barro. Nadie puede sospechar en esos seres tan simples, tan aptos al melodrama de la vida, los caracteres casi pat ticos que nos recuerdan a un Lenormand y a un Ibsen. Simple y complejo al mismo tiempo, Eichelbaum se cumple en esa sntesis de vida y fbula que es patrimonio de un autor. Hay en su teatro una geografa espiritual que podra definirse como argentina, como autn ticamente nacional, enraigada a una tradicin ms vivencial que de cultura. Pues lo regional, lo simplemente anecdtico, pasa a un segundo plano... o mejor: se eleva a una jerarqua universal, a un bien comn donde no existe el lmite. As se podra hablar de Strindberg ai referirnos a las mujeres de su teatro, a esas heronas, ciegas y lcidas a un tiempo, que cumplen sus vidas con una voluntad fan tica. Recurdese, en este sentido, Pjaro de Barro o la absorbente Eleonor de Dos Brasas. Sobre todo esta ltima, creacin impar, a mi entender, en nuestra dramaturgia. Eleonor Morrison espera la actriz capaz de vivir a su conflicto. No cabe aqu la descripcin de cada una de sus obras. Cada una exigira un comentario aparte, un estudio de sus implicaciones. Apenas si podemos describir el todo como un estado teatral casi permanente, como un acontecer de fuerzas que se unifican en su lucha. Yo dira que Eichelbaum posi bilita una incursin a lo profundo por los caminos tradicionales del teatro. Esto es, no complica su tcnica, no hace malabares, nos da la vida, para que nos ensee o nos golpee. II El da que se escriba la historia del Guapo, de lo que ste significa en la tipologa nacional, Ecumnico Lpez ocupar el lugar del ar quetipo. Junto a los fantasmas -ms literarios de Borges, junto a las indagaciones de un Martnez Estrada o las pinturas de Fray Mocho y Payr, Ecumnico Lpez hroe de Un Guapo del 900 dar la tnica de su tica bravia. Porque es l un personaje tico, fundamentalmente moral, con una problemtica mucho ms profunda que su apariencia y su lenguaje. Cuando despus del crimen, muestra la palma de su mano y dice: Yo soy as, seora est dando su dimensin de hombre. No voy nada en el asunto agrega. Yo jams voy nada en las paradas en que me juego el peyejo. No me obliga nada ms que la lealt. Hermosas palabras, definidoras de un cultor de coraje de cierto tipo de nuestro carcter. Con gusto, nosotros defenderamos esta postura frente a la opinin del ilustre Ortega y Gasset: El argentino es un hombre a la defensiva. No, no lo es. Y para probarlo bsquense los hroes de toda nuestra literatura. Sufren de gigantismo, nunca de mesura... No lo prueba acaso la LOS LIBEOS 155 obra de Eichelbaum? Sus hroes son desmesurados, actan por fervor, nunca por inteligencia. En el mejor de los casos: ponen su inteli gencia al servicio de una pasin que los domina. Es evidente que cada dramaturgo alimenta su mito. ONeill rinde culto a su vio lencia, Lernomand a su sueo, Eichelbaum al coraje. Partiendo del guapo (o llegando a l, no importa) Eichelbaum sustenta una actitud de vida, un modo de ser entre los hombres. No se gana ni se pierde. Se juega en el conflicto. Sera pueril limitar a Eichelbaum a esta medida, a la estatura de Ecumnico. Pero no en vano crea el autor a su criatura. Se dira que cada dramaturgo tiene el personaje que merece. Y los personajes de Eichelbaum se agrandan por fervor, por exceso de vida. A veces es preciso reconocerlo uno deseara des cansar un poco, aflojar la tensin, tener un paso amable, como en un drama de Salacrou. Pocas veces Eichelbaum se lo permite. Hay mo mentos poticos (como en el Prlogo de Pjaro de Barro) instantes de gracia (en muchas escenas de Un Guapo del 900) hasta irona (recurdese la extravagante Mrs. Poopesco de Dos Brasas) y hasta momentos de comedia familiar en los dilogos de Eleuterio y sus tas (El Gato y su Selva). Pero todo esto apenas esbozado, apenas dicho, para desembocar, casi brutalmente, con el drama. No hay en esto censura. Todo lo contrario. Es su manera de decir, su manera de ser, de realizarse. Para explicarlo, nada mejor que estas palabras de Hebbel: Lo mismo que no se pide a las flores y a los rboles que sean de otro modo de lo que son, lo mismo es preciso que sienta uno que el poeta no ha podido dar otra forma a su obra. Y as es, en verdad. No podemos imaginar este teatro de otro modo. Su estructura corresponde a su germen. Podemos aceptarlo o no. Nunca modificarlo. Su fianza la garanta de su perennidad- est dada por el dolor de sus criaturas. III Para el lector de teatro (para ese espectador en potencia) las pginas de este libro de Eichelbaum han de ser de inters, o ms que eso: de fervor. Si el estilo es el hombre, dialogar con Eichelbaum a travs de su letra, de su palabra fcil y profunda. Ver el teatro a travs de esa palabra, un poco cadenciosa, que arrastra al lector hasta la consumacin de su aventura. Y, por fin, ver un hombre. Lo descubrir despus de leer cuatro de sus' obras. Digo que lo ver y es cierto. Porque Eichelbaum no disfraza su alma. Est all, vivin dose en cada uno de sus hombres. Ese es su valor, casi dira: su honestidad. Por ello, vale la pena y la alegra, su lectura. Anticipando el teatro, est un estudio de Bernardo Canal-Peijo que merece leerse. Sobre todo por la ubicacin pico-trascendente que el prologuista adjudica al teatro de Eichelbaum. Y por las reflexiones que la tica del coraje le sugiere. Oreo cumplir con un deber, al sealar este 156 I) AVAS ensayo como uno de los ms serios que haya ledo sobre un hombre de teatro. Un deber no con el prologuista ni el autor sino con el lector que ha de enfrentarse con sus pginas. PEDRO GDANSKY OBGAMBIDE LA TORRE DE MARFIL Y LA POLITICA, por Bernardo Ezeguiel Koremblit. Editorial Fides. CON unas palabras de Henry George -a quien el autor respeta y admira se abre este libro sobre la participacin de los intelec tuales en la ciencia poltica, sobre su posible militancia. Tema vasto, profundo, de una actualidad que Koremblit siente y comunica a sus lectores. Comienza su ensayo 333 pginas bien gobernadas con un retrato de Montaigne en su torre, con la reconstruccin de aquella poca de definicin y crisis del humanismo. La conciencia se inquieta dice su subttulo, aclaratorio en ms de un sentido y vlido para sus inquisiciones en el pensamiento contemporneo. Porque Koremblit parte de Montaigne para llegar a Thomas Mann, de los Ensayos, hacia la proyeccin poltico-humanista del autor de La Montaa Mgica. Este ir y venir en busca de la Poltica (continente integral, como la llama Koremblit) da al libro un carcter dinmico y polmico. Accin y Observacin (pg. 187) seran el origen de ese movimiento, de esa actitud, intelectual y humana, que es patrimonio de la poltica. Pues el que observa toma una posicin, ocupa un sitio y necesita la accin que lo refirme. (Vase Esta Paz de Thomas Mann, citado por Koremblit en las pginas 38 y 39.) Este planteo, que surge de la propia actividad intelectual, que es inherente a ella, es estudiado aqu por el autor a lo largo de la historia poltica, apoyado en datos, obras y hombres que de por s, son testimonios de la lucha intelectual, parte integrante del conflicto. A este respecto es til leer los prrafos sobre Cicern (pg. 77) y los que dedica a Lamartine, temperamento y conciencia (pg. 112). Pues partiendo de un arquetipo, de un ser nico y definido, llega a lo universal, del hombre a la sociedad, del mismo modo que antes (en sus reconstrucciones de poca) iba de la sociedad al hombre. Esta dialctica de la sociedad y el individuo es el arma permanente que esgrime Koremblit, oponindose al individualismo dogmtico y al colectivismo mecanicista. Pero La Torre de Marfil y la Poltica no es slo un documento ideolgico. Ms all de sus valores ticos o es trictamente filosficos, contiene pginas en las que el lector se demora en el placer esttico, en la contemplacin de su estructura. No en vano se adivina la lectura de los clsicos, buenos maestros en el pensar y en el decir. La liebre en los matorrales, Ambicin y Vocacin (pg. 239 y 255) son en este sentido, los mejores ejemplos. Ortega y G-asset, Unamuno, Thomas Mann, convergen en el pensamiento ordenador del libro. Un deseo humanista, una simpata intelectual por el avatar humano rigen los captulos IX y X, titulados El ltimo monlogo y Con la LOS LIBEOS 157 licencia de Horacio (pg. 286 y 301), verdaderas admoniciones de un espritu vido de conocimiento. Todas las mutaciones, bsquedas y fracasos de los arquetipos de Koremblit, parecen hallar all la paz tan anhelada a lo largo del libro. Sin embargo, los prrafos finales se tien de un leve desencanto y terminan tapando ese resquicio por donde se filtra la luz de la ciudad y quedndonos en la torre de marfil pensando, escribiendo, dudando. Sagaces observaciones sobre Claudel y Gide y una cita genial de Mauricio Barres, son definiciones de lo que se entiende por poltica intelectual. Un amplio panorama crtico de las grandes figuras de nuestro tiempo est contenido en La Torre de Marfil y la Poltica. Stefan Sweig, Alexis Carrell, Proust y Valry, desfilan junto a Gandhi y Ramn y Cajal. Pareciera que Koremblit (cuya formacin clsica es previsible) tratara de encontrar entre anta gnicos sus aliados y sus antecesores. Por ltimo es Montaigne el evocado, la torre de la alegra, inicial, fin y principio de la parbola del autor. P. G. O. EDIPO ¥ LOS ENIGMAS DE LA ESFINGE, por Mario Carlislcy. Editorial Nova. Es indudable que el motivo que Edipo personifica ejerce una poderosa atraccin en el individuo a travs de los tiempos. Esta atraccin quiz se deba a que el tema edipiano tenga un sentido nuclear, no slo en el desarrollo del individuo, tal como Preud lo seal, sino tambin en el desarrollo de la estructura social. El Dr. Carlisky a mi entender da una nueva y profunda interpretacin de la tragedia de Edipo al encuadrar sus conclusiones desde el punto de vista del desarrollo de las colectivi dades y del desarrollo ontogentico del individuo. Recuerdo haber ledo, hace un par de aos, un comentario de Pairbairn cuyo significado no alcanc a comprender totalmente. Este autor, sin duda uno de los analistas ms originales, sealaba que para comprender el complejo de Edipo en su prctica clnica le fu de gran valor encarar este fenmeno como un acontecer sociolgico y no simplemente como una vivencia psicolgica del paciente aislado. Dejando de lado el hecho evidente de que hay que considerar la situacin total del ser, el marco ambiental dentro del cual su vida se desenvuelve, creo que el trabajo del Dr. Carlisky arroja una nueva luz sobre este tema, pues durante toda su exposicin tiene en cuenta lo que a falta de mejor nombre me atrevera a lamar la sociedad interna del protagonista. En efecto, si guiendo la tradicin freudiana, el autor considera a los diversos perso najes de la leyenda como representantes personificados del yo del hroe. En un plano, entonces, Yocasta, Layo, el Coro, etc., representan las pulsiones (emociones, fantasas, concepciones) del mismo Edipo. En este enfoque el autor considera a la leyenda en la misma forma que el analista, en su prctica diaria, profundiza los contenidos latentes de un 158 VARAR sueo. Otro enfoque del autor, quiz el ms nuevo de todos, consiste en encarar genticamente la leyenda edpica estableciendo una correlacin entre los diferentes tiempos (o jalones) en la vida del broe y ios estadios en el desarrollo emocional e intelectual del nio. As, vemos cmo ciertos incidentes cruciales en el destino del hroe, tales como el destierro de Edipo y su abandono en el monte Citern, representan el trauma del nacimiento, mientras que el trauma del destete encuentra su expresin simblica en las revelaciones que impulsan a Edipo a dejar Corinto. Siguiendo este enfoque, el Dr. Carlisky nos muestra -con sobria claridad como el derrotero del protagonista y el del nio en sus pimeros aos de vida es la resultante de traumas, frente a los cuales la conducta del hroe es a la vez una superacin y un fracaso. Parti cularmente brillante es la forma en que el Dr. Carlisky trata el complejo interjuego del querer saber (epistemofilia) y agresividad por un lado, y la ceguera, ignorancia y sometimiento al destino (padre, coro) por el otro. Bajo la luz de este ensayo, i no adquieren acaso una nueva signifi cacin las palabras de Edgar Alian Poe, de quien Daly dijo que .. .Poe, ms aun que Baudelaire, comprendi el verdadero significado del Com plejo de Edipo? Poe seala: Entreveo, por lo menos, dos estados distintos en mi existencia men tal; el estado de la razn lcida que no puede ser disputada y que pertenece a la memoria de aquellos sucesos que forman la primera poca de mi vida y un estado de sombras y dudas que es propia del presente y del recuerdo del segundo gran perodo de mi vida. Crean ustedes, por tanto, aquello que diga del primer perodo; mientras que frente a lo que pueda relatar del perodo ulterior, denlo por cierto slo en la medida en que a ustedes les parezca o pnganlo en duda globalmente o, si dudar no pueden, entindanselas con el enigma de Edipo. Estas lneas, escritas antes del nacimiento de Freud, guardan gran paralelismo con las conclusiones que el Dr. Carlisky establece con relacin al tema de Edipo y la Esfinge. El autor seala, refirindose a esta re lacin: ...pero aqu tenemos ya los dos rasgos principales de Edipo: el anhelo de conocer ciertas cosas, por una parte, y por otra, la necesidad de reprimir determinados hechos o intenciones para ocultarlos a los dems. Entre ambos constituyen el tema del saber prohibido, que Te- presenta algo as como el perno sobre el cual gira toda la historia de Edipo, y es por eso que ningn otro episodio lo compendia tan elocuen temente como este de la Esfinge. As como Poe se refiere al perodo pre-edpico (estado de la razn lcida), es decir al perodo que precede a la represin de la vida instintiva del nio (con las sombras y las dudas, agreguemos aqu, de la culpa), del mismo modo en el presente ensayo el Dr. Carlisky seala en detalle el papel que desempea la represin en la leyenda de Edipo. El Dr. Carlisky se refiere a lo denso del mito de Edipo, y otro tanto cabra decir de su interesante pequeo libro, que condensa en menos de 70 pginas tantas ideas capaces de estimular por igual al lego LOS LIBROS 159 como al iniciado en sociologa o psicoanlisis. Los diferentes acertijos, verdadera obra de detencin del autor, que permanecen latentes bajo la respuesta explcita de Edipo, constituyen en s un amplio tema de especulacin que va ms all de los propsitos de esta resea. Adems, los diferentes enigmas llevan consigo un cariz de suspenso, siguiendo la mejor tradicin de la ficcin policial, a la que ninguna resea podra hacer justicia, pues hay que considerarlos dentro de la trabazn de la totalidad del ensayo. Quisiera sealar la notable erudicin del autor, al recomendar la lectura de este libro que me parece una importante contribucin en el terreno del psicoanlisis aplicado. EMILIO RODRIGU ISRAEL QUE YO VI, por Mateo Goldstein. Editorial Atalaya. Una serie de crnicas y semblanzas integran esta obra del Dr. Mateo Goldstein; ellas nacieron como expresin viva y apasionada en torno a los hechos, sentimientos y personas que el autor conoci o evoc durante su viaje a Eretz Israel. La obra resume analticamente el pa norama de Israel y la actividad sionista en el territorio, exponiendo el concepto constructivo y crtico que abunda en los problemas de la organizacin poltica y en la filosofa creadora de sus lderes. La reali dad, se levanta de modo cotidiano en la natural condicin de la crnica, y el lector entra a compartir los episodios narrados por el autor. Lo ameno se suma a lo transcendente y el inters con que se destacan los valores perdurables en la reconstruccin de Palestina, destacan la fe sionista del Dr. Mateo Goldstein y la conviccin que lo mueve en su actividad dentro de la vida juda. Israel que yo vi es una obra en la cual se define una posicin y se afirma la continuidad de un alto pen samiento, de un objetivo ponderable y humano. La belleza del paisaje israel y la simpata hacia el judo de la Medin, impregnan de exaltado fervor las pginas de esta obra, y le dan esa jerarqua digna que nace de la inspiracin dotada de amor, de trabajo y de justicia. J. H. INFORMACIONES Y NOTAS BIBLIOGRAFICAS IDISCH UN IDISCHKAIT (Idisch y Judaismo), por Iosef Opatoshu. Ha llegado a nuestras manos una recopilacin en idisch de artculos agrupados bajo el ttu lo de Idisch un Idischkait, escri tos en diversas pocas y circuns tancias por Iosef Opatoshu, el ilustre escritor judo que nos vi sitara el ao pasado. La autoridad de Iosef Opatoshu y su profundo conocimiento de los problemas que trata (a lo que se suma la calidad de un estmulo lm pido) hacen sumamente interesante el contenido de estas pginas, aun cuando el lector no se adhiera a los conceptos sustentados por el autor. Aunque el libro enfoca distintos temas (I. L. Peretz, La idea de idish y de la literatura juda, Qu es el judaismo, etc.), to dos estn enhebrados por una pre ocupacin comn: el destino del judaismo y el papel de la lengua idisch en la existencia de nuestro pueblo. Siendo Opatoshu un escri tor que se expresa en idisch, es muy fcil suponer cul es su po sicin frente al problema. Sin em bargo, su entusiasmo llega a menu do a sorprender, incluso a aquellos que, en algn sentido tienen idn ticas concepciones a las suyas. En su ensayo. La idea de idisch y de la literatura juda se lee lo que se transcribe a continuacin: Idisch y judaismo se han transformado en sinnimos, como otrora lo han sido judaismo y religin juda. El autor seala a travs de todos sus artculos la importancia de la palabra y del libro en la vida de nuestro pueblo: Este amor, este fantico entusiasmo por el libro, que a menudo llega al sacrificio, a la desesperacin, a la alegra plet- rica y que ha derramado tanta san gre juda, se ha incrustado defini tivamente en la estructura de nues tro pueblo. Y con respecto a la palabra, re flexiona : En la palabra est nues tra fuerza. Y la palabra, ya sea la antigua de Dios, ya sea la palabra productiva del hombre, nos ha sal vado del hundimiento definitivo. El libro fu editado en Ro de Janeiro, Brasil. INFORMACIONES F NOTAS BIBLIOGRAFICAS 161 EL LIBRO DE LOS DESAMPARADOS, por Iosef OTcrutny. T A impresionante catstrofe pro- vocada en la vida juda por la segunda guerra mundial, lia reper cutido considerablemente en nues tra literatura post-blica, dando lugar a la eclosin de una plyade de literatos, o ms concretamente, de autores de libros. No estara mos errados al afirmar que cuanti tativamente no ba tenido la lite ratura en idioma idiscb una poca ms floreciente. Pero en lo que se refiere a la calidad, el panorama ya ofrece aspectos deprimentes y a menudo desoladores. Si bien es in negable que la literatura de la post-guerra ha perfilado algunas personalidades singulares que bro taron y fructificaron en el mundo de las letras durante el transcurso de la contienda, la gran mayora de los autores apenas alcanzan los mritos del cronista, aun cuando anecdticamente, la literatura b lica es rica en posibilidades. No es posible reprochar la falta de madurez a los escritores judos que no alcanzan el imprescindible nivel artstico; la guerra los ha to pado en los umbrales de sus expe riencias literarias y posteriormente no tuvieron muchas posibilidades para consagrarse al aticismo o por lo menos al estudio. Por este moti vo el estilo de los escritores de post-guerra se caracteriza por la notoria ausencia de elementos esen cialmente literarios. Todas estas reflexiones generales nos conducen a destacar un hecho singular: la exis tencia de un escritor judo, perte neciente a la plyade literaria de la guerra, cuyos mritos principales son, justamente, la sorprendente maestra con que maneja, domina, renueva y pule al idioma idisch. Iosef Okrutny, autor de El li bro de los desamparados, perte nece a ese pequeo grupo de auto res de libros judos, que posee, adems, cualidades literarias. Su libro, describe a travs de diversos cuentos, los problemas y las do- lorosas experiencias de la guerra. Habiendo sido l mismo un desam parado, los relatos cobran la inten sidad de los hechos vividos. Pero, a la verdica crudeza de la experien cia, se ana una admirable calidad descriptiva y una construccin es tilstica irreprochable. Con l, el idisch se renueva, se engrandece y adquiere una sonoridad y colorido que desde haca mucho tiempo no habamos gustado. Libro de acceso difcil para aquellos que no poseen un slido conocimiento del idioma, constituye para el lector una fiesta de riqueza y colorido idiomtico. Edit El judaismo polaco, ba jo la direccin de Mark Turkov. MIS CARTAS DE AMOR A FRUMET, por Kehos Kliger. Kehos Kliger, quien ya nos haba sorprendido y conmo vido hondamente con sus anterio res creaciones, especialmente con El mundo me invita a morir, ha publicado en fecha reciente un 162 DAVAB libro de poemas, bajo el ttulo de Mis cartas de amor a Frumet. Kliger nos ba mostrado a travs de su intensa actividad, que es un poeta singularmente sensible a la influencia de los acontecimientos cotidianos y que su membrana po tica vibra al unsono con la tra gedia contempornea. Por este mo tivo, resulta singular el contenido de su ltima obra, en la que, apa rentemente se ha evadido de la plmbea pesadez de los aconteci mientos actuales, para refugiarse en la tierna experiencia de sus 15 aos, cuando aun era un ishive bujer, un precoz estudiante de las leyes judas, tiernamente ena morado de Frumet, la hija de su Bebe. A travs de sus cartas, espon tneas y sencillas, expresadas en una forma potica deliberadamen te primitiva, pinta Kliger su mun do adolescente y deliciosamente in genuo. En sus poemas se perfilan las figuras de aquel guetto judio ANIVERSARIO Al cumplirse hace poco tiempo el 35 aniversario de la muerte de Mendele Moijer Sforim, public el Diario Israelita de esta Capi tal, el siguiente trabajo de S. Ro- llansky sobre el famoso autor de Viajes de Benjamn III: Men dele, El Abuelo de la moderna literatura juda, el aniversario de cuyo fallecimiento encuentra dbil resonancia en las juderas sudame definitivamente arrancado de raz, que floreci con sus peculiarida des en las aldehuelas de la Europa Central, hasta el estallido de la guerra. Kliger ha realizado poticamente lo que Chagall traslad a la pls tica; a ambos los vincula un l rico amor por la novia adolescen te y por el puebleeito cargado de tiernas vivencias; y por este mo tivo, resulta sumamente acertada la reproduccin de Chagall que se ha incluido en el libro, a modo de ilustracin. Evidentemente, Las cartas de amor a Frumet son una deliciosa joyita potica, con la que Kliger se ha renovado y encontrado ple namente. Nos preguntamos si son muchos los jvenes que pueden gozar de la calidad de estos poemas en idisch. Este interrogante plantea la totalidad del problema de nues tra expresin literaria. A. R. DE MENDELE ricanas por su coincidencia con las postrimeras del ao cuando ya se ha impuesto la pausa habitual a las actividades culturales de la colectividad, es el escritor a quien el factor tiempo ha tratado con mayor iniquidad. En superior medida que los de cualquiera de nuestros grandes es critores, los libros de Seholem Iankef Abramovich, se conocen so- INFORMACIONES Y NOTAS BIBLIOGRAFICAS 163 lamente a travs de antologas, fragmentariamente. Estudiarlo en su totalidad es tarea verdadera mente difcil; frecuentarlo parcial mente, implica no llegar a cono cerlo jams; tampoco resulta po sible leerlo para distraerse, para pasar el rato. I. L. Peretz enardece al lector; Scholem Aleijem lo alegra; pero Mendele le impone la necesidad de reflexionar. El lector debe dete nerse, tomar aliento, observar las riquezas del idioma, descubrir sus hermosos grabados, monogramas y profusos ornamentos. La ya clsica obra de Mendele Viajes de Benjamn. III, a pesar de ser tan distante y aun opuesta en su lenguaje y estilo a La Yegua, pletrica de simbo lismos y alegras, consideraciones ticas y moralejas, urticante y a menudo despiadada stira, coloca al lector de hoy frente a una ba rrera a menudo infranqueable. He aqu la cuestin: Dnde hallar actualmente al lector estu dioso? Y, cuntos lectores es tudiosos tenemos hoy entre nos otros? Nos preguntamos: Qu se ha hecho del paciente lector que deseaba aprender leyendo? Y por este motivo tal vez sea Mendele Moijer Sforim, el escritor que en mayor medida que cualquier otro de los nuestros, necesite a un gru po de lectores selecto y elegido. Ya lo hemos dicho; a ninguno de nuestros escritores trat tan despiadada e ingratamente el tiem po como a Mendele Moijer Sforim Scholem Iankef Abramovich. Scholem Aleijem, quien fu el primero en designar a Mendele con el calificativo de El Abuelo (y ha sido Mendele el primero en denominar El Nieto a Scholem Aleijem), refiere en el captulo Auto de Ee de sus memorias (escrito en honor al jubileo de Mendele en 1910) cierta recrimi nacin que le hizo El Abuelo en una oportunidad, exclamando: Cuando un escritor se sienta con el propsito de escribir un li bro debe preguntarse en primer trmino: Qu es lo que yo deseo decir? Este concepto, tan nece sario y claro para Mendele, cons tituy para Scholem Aleijem el verdadero descubrimiento de Am rica. La conciencia de una meta, de un contenido y objetivo pre fijados, deline la obra de Mende le y aport un fenmeno nove doso, desconocido hasta entonces, a la literatura juda. Concepto ste, sustentado por el iluminismo (Haskal), movimiento a quien Mendele apoy y sirvi fielmente. Lo curioso en Mendele, empero, lo constituy el hecho de que un iluminista permitiera bullir en s, tan impunemente, al artista; que un iluminista actuara como un pintor a quien fundamentalmente interesa la combinacin de colores e intrascendentemente el contenido. La maestra del idioma y el es tilo de Mendele no han sido su perados hasta la fecha, a pesar de que artesana y estilismo se han transformado en enfermedades cr nicas de la moderna literatura juda. Mendele hilvanaba palabras con el criterio selectivo del que adicio na perlas para formar un collar. Pero la calidad y perfeccin idio- mticas no oscurecieron jams el horizonte de su objetivo. Con su lenguaje ntimo, clido, artstica- 164 DAVAS mente burln, continu ejerciendo su funcin de escritor nioralizador que se burlaba de las cojeras so ciales, atacando los prejuicios in veterados y los caracteres innobles, a las hipocresas y falsedades que son consecuencias del papel econ mico y social que a cada uno le toca jugar en la vida. Esta ten dencia hacia la stira social pre sente an en la obra esencialmente artstica de Mendele, di legalidad a El Abuelo en Rusia despus de la revolucin; del mismo modo que el burlarse de los pudientes salvo a Seholem Aleijem, y los mo tivos de carcter social le sirvie ron a Peretz de certificado de pureza en la U.R.S.S., hasta que (desde hace cuatro aos) la lengua idisch fu prohibida como instru mento del chauvinismo y el espio naje. Y en realidad son La conscrip cin y La tasa las formas tea trales ms combativas contra los poderosos, contra los inescrupulo sos comerciantes y al mismo tiem po honestos seores que consi deraban justiciero enviar al hijo nico de la viuda al servicio mi litar en reemplazo de su propio hijo, que asi se exima de la obli gacin. En este sentido la stira social de Mendele, coincidi notablemente con las necesidades de la agitacin sovitica. Cuando se recuerda que Mendele public por vez primera La tasa en el ao 1869 (48 aos antes de la revolucin rusa); que La Ye gua fu editada, en forma de li bro en 1873 (con 14 aos de an telacin al congreso Sionista) y que Viajes de Benjamn III sali a la luz en 1878 (anticipn dose 30 aos a la conferencia lin gstica de Chernovitz), resulta claro y notorio que Mendele ha sido un precursor en el terreno social; vocero que lanz el grito de adver tencia al pueblo de Israel para que no se ampare en el favor y bene volencia de los extraos, y el pri mero en la materia del idioma idisch. Social. Nacional. Artstico. En estos tres fundamentos de la literatura juda ha sido Mendele Moijer Sforim el abuelo. A TREINTA AOS DE LA APARICION DEL PRIMER LIBRO EDITADO POR D. MANUEL GLEIZER Como los vi yo de Joaqun de Vedia, fu el primer libro que edit D. Manuel Gleizer, en 1922, con pie de imprenta edito rial de su inolvidable librera La Cultura, Triunvirato 537, donde nos fu dado ver en repetidas oca siones a casi todos los escritores cotizados por el ms exigente p blico lector del pas, y a quienes D. Manuel edit, durante largos aos, sus mejores obras. Como los vi yo, impreso en los Talleres Grficos Cuneo, de grata recordacin, agrup las su gestivas y amables semblanzas de INFORMACIONES Y NOTAS BIBLIOGRAFICAS 165 Mitre, Roca, Jaurs, Clemenceau, Alem, Pellegrini, Bernardo de Iri- goyen, Aristbulo del Valle, Agus tn de Vedia, Herrera y Obes, Quintana, Pedro (T. Molina y Emi lio Becher, que don Joaqun ya haba publicado en La Nacin respondiendo a los apremiantes re querimientos amistosos de Arturo Cancela, a quien dedic el libro, con reconocidas palabras. D. Joaqun de Vedia gozaba de mltiples y merecidos xitos como periodista fino, como magistral evocador de las grandes figuras del pasado, que l tratara durante sus trabajados aos de periodista y viajero infatigable, y con las que convivi en reiteradas horas de labor, de ensueo, de poesa o de leitndose en el dominio de los entretelones polticos. D. Joaqun era un hombre querido. Cuando pi di a Leopoldo Lugones que pro logara Como los vi yo, el autor de Lunario Sentimental, le con test con una breve carta de fuer te valor autobiogrfico. Era en 1922, y Lugones acababa de per der algunos amigos a causa de su postura beligerante frente al vuel co belicista originado por la dis conformidad con el curso de la postguerra 1914-1918, y que l confirm dos aos despus, en Li ma, anunciando la hora de la espada. Importa recordar algu nos conceptos del prlogo de Lu gones : Tengo resuelto, mucho tiempo ha, no escribir prlogos. Este es el principio. Pero tengo decidido tambin, querer a mis amigos so bre todas las cosas, inclusive los principios. Si quisiera, pues, am pararme con el subterfugio, dira que como periodista no puedo ne garle las palabras que me pide. Pero no lo har. Prefiero violar redondamente mi principio en ho menaje a nuestra buena amistad, creyendo que esto es, al fin, menos virtuoso, pero ms noble. Y ms til y ms humano. Proceder es ceder, en suma. "Sabe usted, por lo dems, que mi concepto en la materia anda lejos de la virtud garrote que se quiebra cuando no puede pegar: orgullosa manifestacin de incul tura. Semejante rigidez, fracasada desde luego en la quebradura de su dilema, no es sino la resultante de varios errores antropocntricos y matemticos. Nada hay ms insig nificante que un principio absoluto. Formlelo usted, ver que si no re sulta una perogrullada, lleva consi go la nulidad, al consistir de suyo en una reduccin a cero. Por eso el vulgo admira tales principios, y por eso Dios es anterior al atesmo. Me deja usted repetir una vez ms que la filosofa es en gran parte la ciencia del desengao? ... Quede para usted, buen pe riodista y buen escritor, el mrito que le corresponde total; y para m el placer carioso de aplaudir primero que nadie, bajo la forma estable del libro, lo que goc pa sajero como los das, cada uno de los cuales tiene bastante con su sol. Tres vnculos de entraable amistad determinaron la aparicin de Como los vi yo, y por amis tad tambin, Manuel Gleizer se convirti en editor de escritores argentinos. Ahora, un numeroso grupo de aquellos que frecuenta ron la vieja casa de la calle Triun- 166 VAVAB virato, y otros de los que llegaron despus, y muchos de los que hoy mismo reconocen la obra meritsi- ma realizada por Gleizer en torno al libro, preparan para l un ho menaje en el que desean evocar su labor y evidenciarle el afecto, la amistad y reconocimiento que les merece sus treinta aos de vida como editor argentino. L. L. REVISTA DE REVISTAS En la revista Middle Easteam Affairs (junio-julio 1952), Mendel Kochanski publica un artculo bien documentado sobre la pintura en Is rael. Es un importante aporte para el estudio del arte israel, tema que es motivo, en la actualidad, de ar dientes discusiones. El artculo historia el comienzo del primer brote artstico en la Palestina de este siglo describiendo cmo Boris Schatz, escultor nacido en Rusia fund una escuela de artes y oficios a la que llam Bezalel, nombre del maestro artesano, que, segn la Biblia constru- y el Tabernculo por orden de Moiss. Schatz tuvo xito en lo que se re- fiere a la creacin de un artesanado, pero poco es lo que obtuvo en benefi cio del arte, propiamente dicho. Bezalel nunca contribuy real mente a la creacin de un estilo en el arte decorativo judo... Segn la opinin de muchos historiadores de arte, la escuela, de cierto modo, impidi el crecimiento natural del arte nativo.' El articulista transcribe la opinin del Dr. Jaim Gamzu que en su libro Painting and Sculptre in Israel dice que Bezalel cre algo parecido a un estilo en artesana pero esto fu realmente un obstculo para el des arrollo de un estilo genuino. A los pocos aos de creada la escuela, Pa lestina se vi abarrotada por una cantidad de vasijas y otros utensilios, hechos de madera de olivo y de metal. No haba unidad dice Gamzu sino una confusin de estilos e influencias, una servidumbre a los temas bblicos y tradicionales que no tenan relacin con los problemas y las luchas del arte contemporneo universal.* Kochanski explica el fracaso de Schatz y de los dems profesores de la escuela, considerando que su este rilidad era producto de un provicialis- mo sin esperanzas, por esto no su pieron asimilar artsticamente el clima, la luz, la arquitectura, el pueblo y sus costumbres. Por esta misma poca aparece en Francia el movimiento impresionista y en su seguimiento toda una gama de escuelas. Se vuelcan a Pars gran can tidad de judos rusos para quienes Pars significa la liberacin de dos de sus opresores: el rgido estado zarista y el estancamiento de la aldea juda ortodoxa. El encuentro de estos dos mundos produjo pintores de la talla de Marc Chagall y del trgico Soutine. Pinjas Litvinov e Itzjak Frankel son segn Kochanski los verdaderos fundadores de la pintura en Israel. Llegaron a Palestina en 1920 junto con los pioneros de la Europa Orien tal jvenes audaces y progresistas, diametralmente distintos de los vie'jos judos piadosos que acostumbraban ir a morir a Tierra Santa. Los dos pin tores nombrados estaban impregnados de las nuevas tendencias artsticas que haban conocido a su paso por Pars. Frankel abri ,una escuela, que slo pudo mantenerse por algn tiem po debido al poco inters que desper t. Frankel retorn a Francia, donde permaneci cinco aos antes de regre sar definitivamente a/Palestina. El crecimiento de la poblacin pales- tinense, la afluencia constante de emi grantes, la creacin de ciudades, trajo aparejado un notable florecimiento ar tstico. Entre los pintores de esta po ca el articulista cita a Rubn el pri mer artista que descubri el paisaje pa- lestinense a Mokady y a Nakum 168 DAVAB Guttman producto de Bezalel y pos teriormente de Pars, Berln y Viena. Ya los jvenes palestinenses que te nan deseos de aprender pintura podan hacerlo en su tierra. Se fundaron va rias escuelas. Se reabri la de Frankel, y Bezalel que haba cerrado sus puer tas unos aos antes inici una nueva poca con espritu totalmente renova do. Las exposiciones anuales atrajeron gran pblico y en las galeras de cua dros se presentaron obras de indiscu tible valor artstico, pero a juicio del articulista demasiado influenciadas por la escuela de Pars. Los jvenes artistas que haban estado en Pars volvan tan domina dos por lo que haban visto en los estudios de Matisse, Utrillo y Mo- digliani que no se preocuparon por digerirlo cuando pintaron los temas locales. As es como pudo verse en sus trabajos jvenes yemenitas que parecan modelos de artistas france ses vestidas con ropa oriental. Los rabesi parecan personajes de Mont- parnasse y los paisajes orientales tenan los colores de los del Medio da de Francia. La tercera dcada de este siglo se caracteriza pues por la influencia francesa en el arte palestinense. Souti- ne, con su trgica manera de presentar los temas impresion a los artistas palestinos como una emanacin del al ma juda torturada. La fantasa de Chagall y su verdadero humour ju do vestido de color parisino fu con siderado como lo ms acabado del arte. Otro pintor de la misma escuela cuya influencia sobre los pintores de Israel es indiscutible es Rouault. Uno de sus discpulos, Frankel, que ya nombramos, muestra en sus cuadros cunto aprendi de l y sobre todo cmo combinar los colores resplande cientes y las pesadas lneas negras. La cuarta dcada segn Kochanski, significa el punto de partida para el desarrollo de la pintura israel. Dos son los factores que influyeron para que tal cosa sucediera. Por una parte la guerra oblig a emigrar a Pales tina a gran nmero de artistas euro peos que encontraron en Tierra Santa la posibilidad de ejercer su arte con toda libertad. Este mismo motivo, la guerra, no permiti que los jvenes pintores israeles fueran a Pars. Por otra parte, las luchas por la indepen dencia territorial as como el horror provocado por las masacres europeas no podan dejar de tener influencia sobre la evolucin del arte palestino. Kochanski cita entre los ms destaca dos valores de este perodo a Marcel Janeo y a dos de sus obras sobresa lientes: Defensores del Ghetto de Var- sovia y Soldado de la Haganah he rido. El establecimiento del Estado de Is rael trajo consigo el interrogante de lo que sera el arte nacional. Los artis tas empezaron a buscar en la antige dad as como en la vida actual una forma de expresin que fuera verdade ramente israel. Muchos de ellos, en tal trance, se desviaron, mientras que otros produjeron resultados notables. Entre estos ltimos Kochanski destaca a Moshe Castel. Nacido en Palestina, ha sabido trasladar al lienzo, como al gunos de sus colegas, todo el colorido de Oriente. En sus trabajos ms re cientes Castel, se parece a su maestro Picasso, por su constante experimenta cin y bsqueda de nuevas formas de expresin. Actualmente investiga en el pasado cananeo smbolos y motivos derivados de los descubrimientos ar queolgicos. Yohanan Simn busca, por el contra rio, en la vida diaria y sobre todo en la de los establecimientos colectivos, en uno de los cuales vive, temas de va lor nacional. Kochanski considera que su pintura est vinculada con la de otro pintor, Diego Rivera, en cuya pa tria, Mjico, se est tambin desarro llando un arte nacional bien distinto. No puede esperarse an, opina el articulista, que surja actualmente en Israel un arte eminentemente nacional. La historia demuestra que, a veces, hace falta que transcurran siglos para que aparezca una forma de arte bien diferenciada. Por otra parte, en la his toria del pueblo judo, la reproduccin pictrica fu siempre ahogada, dado el antiguo precepto que prohiba la repro duccin de imgenes. Por esto, actual mente, en su bsqueda de motivos, los pintores israeles deben remontarse a la prehistoria. Un grupo importante de pintores israeles se retiraron a la ciudad de Safed cuna del misticismo judo, para impregnarse de la atmsfe ra de la antigedad. Considera el articulista que lo ms alentador acerca de la pintura israel no es el resultado conseguido hasta ahora sino la constante preocupacin por la originalidad. * <* El gran msico francs Darius Mil- haud, despus de una larga permanen cia en los Estados Unidos ha regresa- REVISTA DE REVISTAS 169 do al contiente europeo. De all, en compaa del escritor Armand Lunel, se ha dirigido a Israel con el fin de reunir motivos musicales, el uno y ar gumntales el otro para la pera El Rey David, que juntamente van a realizar. Destacamos algunos de los conceptos de Milhaud acerca de su per manencia en Israel y que recoge Jac- ques Nantet en Evidences (nm. 26, junio-julio de 1952). Dice Milhaud: Encontr en todas partes un inters prodigioso por la msica. En cierta sala de concierto haba 7.000 abonados para 3.000 asientos. El, elemento litr gico desempear en la msica nacio nal un papel importante. Un instituto de fontica registra los cantos de los nuevos inmigrantes, entre estos, los de yemenitas. Como me era difcil ir a la sinagoga los das de fiesta y de mucha afluencia, fui a ver a los yemenitas un da de conmemoracin comn. Cuando llegamos haba ancianos que ya haban pasado todo el da en la sinagoga. Me sent admirado por la violencia, el fer vor y la rapidez de los cantos. .. No hay acompaamiento musical, pero, se gn me informaron, en algunas sinago gas las mujeres son situadas aparte, detrs de una puerta, desde donde to can una especie de tambor que marca el comps a los cantos. La pera de Milhaud ser estrenada en 1954, con motivo del 3.000 aniver sario de Jerusaln. A partir de esta fecha se repetir anualmente. El libre to cuyo autor es Armand Lunel se ocupa de la vida del Rey David du rante el tiempo que media entre dos consagraciones: la de David por Sa muel y la de Salomn por David. Un coro de israeles de 1954 comentar los acontecimientos y destacar as su actualidad. Por otra parte el libreto no tendr ms fuentes que las bblicas. En otra parte del reportaje, Milhaud explica la razn que motiva la pre sencia reiterada de lo sagrado en la tierra de Israel: *Esta familiaridad toma un significado ms interesante por el hecho que en estos mismos lu gares se desarrollaron grandes aconte cimientos que han acompaado el re greso de Israel. Despus de observar la mala impre sin que causa lo arbitrario de las fronteras actuales de Israel, Milhaud se pregunta qu efecto va a causar el aporte oriental, iraks y yemenita. Cmo va a fundirse en este panorama mediterrneo?, se pregunta: Tengo la impresin que la gravitacin eslava va a atenuarse. Es difcil realizar en Je rusaln lo que se concibi en Varsovia. La tendencia natural de este pas que es mediterrneo, influenciar probable mente poco a poco las inspiraciones de todos estos aportes. Pienso que se me ha pedido compusiera este Rey David porque yo mismo soy mediterrneo. Judo provenzal, descendiente de aquellos que llegaron a las Galias 600 aos antes de Jesucristo Milhaud halla semejante el paisaje de su tierra nativa con el de Israel, a tal punto que esta similitud hace que se haya sentido all como en su patria. Esta impresin de identidad entre mi Provenza natal e Israel de hoy, se encuentra acentuada, creo, por la circunstancia que todo el elemento pintoresco rabe propiamente oriental, ha desaparecido. * * En el nmero de Esprit (marzo 1952) aparece un artculo firmado por Raoul Klein sobre Israel. Aun cuando su contenido no encierra nada que ya no conozca el lector interiorizado de todo lo que sucede en el Estado de Is rael, merece ser comentado dada la ndole de la publicacin que lo repro duce. El grupo Esprit, como as se le llama, rene a un conjunto de escrito res catlicos cuya visin de todos los problemas humanos no est circunscrip ta a los lmites impuestos por la religin. Tal amplitud de miras les permite abordar todos los temas y sus conclusiones ensanchan las perspectivas de una nueva literatura catlica. El articulista trata de la gnesis del Estado de Israel, de su poltica inter nacional, de su poltica econmica y social. Pasa luego a considerar los distintos partidos polticos existentes en Israel poniendo de paso en relieve la personalidad sobresaliente de David ben Gurion .j.que sabe conquistar la simpata de todos, prodigndose a ca- da instante y demostrando un profundo sentido de lo humano y un amor inago table por todo lo judo. De los hom bres de su generacin, y de l en par ticular, emanan sin duda el coraje tranquilo, la amplitud de miras, la honradez. El dilema escolar en Israel provoca do por las disenciones respecto a la educacin, y el problema rabe son tratados tambin por Klein, el cual considera como nica solucin, para esto ltimo, el ser educado adecuada- 170 DAVAR mente. A este respecto dice debe llamarse la atencin acerca del esfuer zo realizado por el Ministerio Israel de Educacin Nacional. Cada da au menta la asistencia a las escuelas de nios y nias rabes, a tal punto que dentro de poco tiempo podr ponerse en vigor la ley sobre enseanza obli gatoria, que se aplicar tanto a las mi noras como a la mayora juda. De esta manera se obtendr una similitud de niveles entre todos los ciudadanos de Israel desvanecindose as las pre venciones y los prejuicios existentes entre las dos poblaciones. Al considerar el problema religioso, cita el articulista una frase de Frangois Mauriac en la que ste por el placer de ser ingenioso, sacrifica la verdad. Mau riac, el contradictorio, dijo en el Figa- ro, cuando la fundacin del Estado de Israel que en Tel-Aviv, ciudad de 250.000 habitantes no haba una sola sinagoga. Dems est decir que no hubo dificultad en desmentirlo. Sin em bargo el problema religioso no deja de ser complicado. El acta de la declara cin de independencia es un testimonio del apoyo del Estado a la religin. Sin embargo, son muchos los partidos que reclaman una constitucin laica por la que se despojar a los rabinos fun cionarios de ciertos poderes que se atribuyen actualmente. En el extremo opuesto est la fraccin de Nator Ka ra que se opone por la fuerza al Es tado impo y reclama la proteccin de la UN contra el rgimen que ha an ticipado criminalmente la llegada del masas. * * Se ha conmemorado el 29 de setiem bre ltimo el 50 aniversario de la muerte de Emilio Zola. Innumerables artculos han aparecido en las revistas enzalzando la personalidad del extinto cuya antorcha de verdad, aviv, en cierto momento las llamas en que se consuman las pasiones enardecidas por el affaire que dividi a Francia en dos grupos bien definidos. El affaire fu la primera manifes tacin histrica de la totalidad de un pueblo movilizado junto a una idea o ms bien junto a dos ideas opuestas. No haba medias tintas, la separacin era tajante, se era pro o contra, pre ludio de todos los pro o anti que en el ltimo medio siglo sacuden al mundo. El affaire fu tambin un aconteci miento intelectual porque comprometi a sinnmero de escritores que, indigna dos ante la magnitud de los atropellos que se cometan contra la verdad aban donaron su torre de marfil para tomar la defensa del capitn Dreyfus. En Les Lettres Frangaises (N? 439) Maurice Gargon, de la Academia Francesa, publica un artculo titulado Zola nos ha enseado a odiar la men tira. Dice Maurice Gargon que toda la vi da de Zola fu dominada por la bs queda apasionada de la verdad. Esta preocupacin se refleja tambin en la totalidad de su obra literaria. Perso najes ambientes y vocabulario son el fiel reflejo de la sinceridad de su autor. Cuando Dreyfus fu condenado en 1894, Zola volva de Roma y, por cier to, no se preocup por el hecho, dado que, por otra parte, no atraa la aten cin de nadie. Algunos meses ms tarde vi levantarse una ola de antisemitis mo. En todas partes empezaban las discusiones. ,Sin embargo dice Gar gon Zola no se emocion an porque crea en la integridad de los jueces que haban fallado en el asunto. Pero cuando Marcel Prevost y el abogado Leblois le mostraron toda una serie de documentos que hacan aparecer la po sibilidad de un error, Zola se alarm. La publicacin, en Blgica, de un folleto por el hermano de Dreyfus y la reproduccin por el diario Le Matin del bordereau base de la acusacin, confirmaron a Zola que Dreyfus era inocente. El comienzo de su lucha pro Dreyfus fu un fracaso, ya que al tercer artculo suyo publica do por el Fgaro, la direccin del diario le pidi amablemente que sus pendiera su colaboracin dada la sen sible disminucin de los lectores. Sin embargo persiste en su idea, publica folletos y escribe a sus amigos cartas apasionadas como sta que deca as: Qu!, apenas aqu y all alguna tmi da apreciacin. Ni una voz elevada y noble, ni una, ¡me escuchis! que se haya levantado para tomar el partido de la humanidad y de la honradez ul trajada. Fu entonces cuando public el fa moso Jaccuse en el que denunciaba a los culpables de la falsa acusacin. La agitacin que caus su artculo, del cual doscientos mil ejemplares se vendieron el primer da, fu inmenso. En Rennes, Burdeos, Nantes y Nancy fu quemada su efigie. Se dijo que el novelista siendo judo, se haba vendi do a los alemanes. Cuando el proceso por difamacin fu abierto contra l sus dos defensores: REVISTA DE REVISTAS 171 Clemenceau y Labori, nada pudieron hacer; hasta el presidente del tribunal se dej influenciar por el taconear de los militares en los pasillos del Palacio de Justicia. Zola fu condenado a un ao de crcel. Cuando se apel ante el Tribunal de Versalles y se reabri el proceso, despus de dos das de audien cia, Zola huy a Inglaterra. Lejos de ser un gesto de cobarda su actitud le permiti seguir defendiendo la causa de la verdad. Si slo la hubiera de fendido en sus obras dice Gargon seguira siendo un gran escritor; por haberla buscado apasionadamente en la vida pblica, lleg a ser un gran ciu dadano." * * Es interesante hacer notar cmo el asunto Dreyfus sigue siendo an, des pus de medio siglo, un tema candente cuyo contacto muchos prefieren evitar. A este respecto remitimos a una nota publicada en LEcran Frangais (n mero 375) referente a la exhibicin en Pars (por primera vez) de la Vida de Emilio Zola, la excelente pelcula de Dieterle, interpretada por Paul Mu- ni y que ya conocimos hace casi quince aos. Segn parece fu slo a costa de grandes discusiones y merced a la su presin de varias escenas que se per miti la exhibicin de la pelcula. La censura dice LEcran exigi una extensa introduccin en la que se dice poco ms o menos: Esta pelcula no da los motivos por los cuales se han podido inclinar los primeros jueces del capitn Dreyfus por la tesis de la cul pabilidad. Estos se haban rodeado, al comienzo, de los testimonios de exper tos graflogos calificados. No se podra pues, Bin traicionar la historia, hablar de culpabilidad declarada a priori, por los jefes del ejrcito. Este asunto no fu tan sencillo como parece indi carlo la pelcula que veris a conti nuacin. Dice el comentarista del 22, pg. 23. Sadoul Georges Ultima imagen de Benjamn Cremieux, N? 8, pg. 37. Samuel Maurice Peretz: lo ms recndito del corazn, N? 35', pg. 9. Sanin Cano B. Dos Semblanzas, N7 31-32-33, Homenaje a Ger- chunoff, pg. 140. Sapoznikow Gregorio El batlon loco de Peretz, a la luz del psicoanlisis, N1? 12, pg. 46. Sarnoff D. La inspiracin imperecedera, N1? 43-44, pg. 40. Satanowsky Leonardo Minkovsky, el mundo cantor del ghetto, N? 12, pg. 93; La msica en Israel, por Peter Gradenwitz, N? 25, pg. 100. NDICE GENERAL DE DAVAR 185 Satanowsky Marcos La ley de nacionalidad en Israel, No 43-44, pg. 98. Schallman Lzaro Valoracin de Max Nordau, No 24, pg. 47. Scheines Gregorio En la ciudad sin temores, No 8, pg. 97. Schejeter Solomn Sobre las memorias de una judia del siglo xvii, NO 7, pg. 86. Schenberg I. Como via en el desierto, NO 10, pg. 27; Como sombra que se cierne, NO 24, pg. 5. Schmidt H. Los nuevos historiadores de Israel, NO 42, pg. 5. Schneur Zalkind El lector de diarios, No 17, pg. 33. Scholem Gershom La curiosa historia de la estrella de seis puntas, No 25, pg. 83. Schostakovich Dimitri Mi amigo Sollertinsky, No 6, pg. 76. Schusheim A. L. Marcos Alperson, No 14, pg. 70; Un sabio polaco defensor del Talmud, No 15, pg. 9; Nostalgia de Eretz Israel y Planes de redencin, No 18-19-20, dedicado al Estado de Israel, pgina 105. Sender Ramn Palla y la ciudad esencial, No 38-39, pg. 47. Senderey Moiss Historia sucinta de la resurreccin de un pueblo, No 18-19-20, dedicado al Estado de Israel, pg. 59; A la verdad por el error, de Jaim Weizmann, No 24, pg. 95; La zarza ar diente, de Erna C. de Schlesinger, pg. 82. 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