INFORMACIONES Y NOTAS BIBLIOGRAFICAS 163 lamente a travs de antologas, fragmentariamente. Estudiarlo en su totalidad es tarea verdadera mente difcil; frecuentarlo parcial mente, implica no llegar a cono cerlo jams; tampoco resulta po sible leerlo para distraerse, para pasar el rato. I. L. Peretz enardece al lector; Scholem Aleijem lo alegra; pero Mendele le impone la necesidad de reflexionar. El lector debe dete nerse, tomar aliento, observar las riquezas del idioma, descubrir sus hermosos grabados, monogramas y profusos ornamentos. La ya clsica obra de Mendele Viajes de Benjamn. III, a pesar de ser tan distante y aun opuesta en su lenguaje y estilo a La Yegua, pletrica de simbo lismos y alegras, consideraciones ticas y moralejas, urticante y a menudo despiadada stira, coloca al lector de hoy frente a una ba rrera a menudo infranqueable. He aqu la cuestin: Dnde hallar actualmente al lector estu dioso? Y, cuntos lectores es tudiosos tenemos hoy entre nos otros? Nos preguntamos: Qu se ha hecho del paciente lector que deseaba aprender leyendo? Y por este motivo tal vez sea Mendele Moijer Sforim, el escritor que en mayor medida que cualquier otro de los nuestros, necesite a un gru po de lectores selecto y elegido. Ya lo hemos dicho; a ninguno de nuestros escritores trat tan despiadada e ingratamente el tiem po como a Mendele Moijer Sforim Scholem Iankef Abramovich. Scholem Aleijem, quien fu el primero en designar a Mendele con el calificativo de El Abuelo (y ha sido Mendele el primero en denominar El Nieto a Scholem Aleijem), refiere en el captulo Auto de Ee de sus memorias (escrito en honor al jubileo de Mendele en 1910) cierta recrimi nacin que le hizo El Abuelo en una oportunidad, exclamando: Cuando un escritor se sienta con el propsito de escribir un li bro debe preguntarse en primer trmino: Qu es lo que yo deseo decir? Este concepto, tan nece sario y claro para Mendele, cons tituy para Scholem Aleijem el verdadero descubrimiento de Am rica. La conciencia de una meta, de un contenido y objetivo pre fijados, deline la obra de Mende le y aport un fenmeno nove doso, desconocido hasta entonces, a la literatura juda. Concepto ste, sustentado por el iluminismo (Haskal), movimiento a quien Mendele apoy y sirvi fielmente. Lo curioso en Mendele, empero, lo constituy el hecho de que un iluminista permitiera bullir en s, tan impunemente, al artista; que un iluminista actuara como un pintor a quien fundamentalmente interesa la combinacin de colores e intrascendentemente el contenido. La maestra del idioma y el es tilo de Mendele no han sido su perados hasta la fecha, a pesar de que artesana y estilismo se han transformado en enfermedades cr nicas de la moderna literatura juda. Mendele hilvanaba palabras con el criterio selectivo del que adicio na perlas para formar un collar. Pero la calidad y perfeccin idio- mticas no oscurecieron jams el horizonte de su objetivo. Con su lenguaje ntimo, clido, artstica-