156 I) AVAS ensayo como uno de los ms serios que haya ledo sobre un hombre de teatro. Un deber no con el prologuista ni el autor sino con el lector que ha de enfrentarse con sus pginas. PEDRO GDANSKY OBGAMBIDE LA TORRE DE MARFIL Y LA POLITICA, por Bernardo Ezeguiel Koremblit. Editorial Fides. CON unas palabras de Henry George -a quien el autor respeta y admira se abre este libro sobre la participacin de los intelec tuales en la ciencia poltica, sobre su posible militancia. Tema vasto, profundo, de una actualidad que Koremblit siente y comunica a sus lectores. Comienza su ensayo 333 pginas bien gobernadas con un retrato de Montaigne en su torre, con la reconstruccin de aquella poca de definicin y crisis del humanismo. La conciencia se inquieta dice su subttulo, aclaratorio en ms de un sentido y vlido para sus inquisiciones en el pensamiento contemporneo. Porque Koremblit parte de Montaigne para llegar a Thomas Mann, de los Ensayos, hacia la proyeccin poltico-humanista del autor de La Montaa Mgica. Este ir y venir en busca de la Poltica (continente integral, como la llama Koremblit) da al libro un carcter dinmico y polmico. Accin y Observacin (pg. 187) seran el origen de ese movimiento, de esa actitud, intelectual y humana, que es patrimonio de la poltica. Pues el que observa toma una posicin, ocupa un sitio y necesita la accin que lo refirme. (Vase Esta Paz de Thomas Mann, citado por Koremblit en las pginas 38 y 39.) Este planteo, que surge de la propia actividad intelectual, que es inherente a ella, es estudiado aqu por el autor a lo largo de la historia poltica, apoyado en datos, obras y hombres que de por s, son testimonios de la lucha intelectual, parte integrante del conflicto. A este respecto es til leer los prrafos sobre Cicern (pg. 77) y los que dedica a Lamartine, temperamento y conciencia (pg. 112). Pues partiendo de un arquetipo, de un ser nico y definido, llega a lo universal, del hombre a la sociedad, del mismo modo que antes (en sus reconstrucciones de poca) iba de la sociedad al hombre. Esta dialctica de la sociedad y el individuo es el arma permanente que esgrime Koremblit, oponindose al individualismo dogmtico y al colectivismo mecanicista. Pero La Torre de Marfil y la Poltica no es slo un documento ideolgico. Ms all de sus valores ticos o es trictamente filosficos, contiene pginas en las que el lector se demora en el placer esttico, en la contemplacin de su estructura. No en vano se adivina la lectura de los clsicos, buenos maestros en el pensar y en el decir. La liebre en los matorrales, Ambicin y Vocacin (pg. 239 y 255) son en este sentido, los mejores ejemplos. Ortega y G-asset, Unamuno, Thomas Mann, convergen en el pensamiento ordenador del libro. Un deseo humanista, una simpata intelectual por el avatar humano rigen los captulos IX y X, titulados El ltimo monlogo y Con la