138 QAVAR que extrajo del bal. Todo eso haba pertenecido a Elizer y nadie reparaba ya en ello. Nadie evidenci inters en alguna de aquellas prendas u objetos y all quedaron olvidados. Al vender los cueros, esos bultos y paquetes fueron arrinconados en otro lugar y pronto rodaron de un sitio a otro, molestando siempre, ocupando un espacio requerido por enseres de nece sidad inmediata. El viento y el sol cruzaban por el tinglado; tierra y agua terminaron por destruir aquellos ltimos efectos que perte necieron al inmigrante muerto. Mientras mam permaneca doblada sobre la batea, dando jabn a la ropa, vea alzarse de entre los bultos y cajones, algunas hojas que llevaba el viento. Sobre la vasta planicie, aquellas hojas blancas volaban de modo caprichoso, como pjaros ciegos, llegando a confundirse con las gaviotas que seguan tras el arado que pap conduca. Sobre la tierra negra, las hojas se confundan con las aves marinas, que buscaban gusanos en los surcos abiertos por pri mera vez en esa tierra gensica. Algunas hojas de fino papel se adheran a la tierra hmeda y luego eran destruidas por el arado, la rastra o la lluvia, perdindose para siempre al sumirse en la tierra; otras seguan un largo vuelo por el aire, bajo el sol de fuego, camino del cielo azul; otras corran ve lozmente por entre los caminos y terminaban por ocultarse entre los pastizales espinosos, all donde ningn ser humano las alcanzara a ver nunca. Qu podan ser aquellas hojas peregrinas, aquellas hojas errantes y volanderas que se dis persaban por los cuatro horizontes sobre el campo entrerriano ? No eran hojas impresas desprendidas de un libro; eran p ginas manuscritas con un tipo de letra uniforme, en lneas espaciadas y con mrgenes regulares a ambos lados. Esas p ginas estaban escritas en ruso y mam ignoraba ese idioma. Era fcil advertir que no eran cartas ni documentos, y por eso no se preocup de resguardarlas, segura de que no ofrecan inters alguno, puesto que nadie las recoga al verlas tiradas, destruyndose. Pens alguna vez, preguntar por ellas a su marido, pero al encontrarse con l en la casa, le vea tan cansado que evitaba formularle preguntas sin objeto. El campo se fu sembrando con aquellas hojas manuscritas. Mam sola ver al bisabuelo Kive levantar alguna del suelo,