94 DAVAR yantado! No slo estaba a salvo el amor propio del nio, sino que tambin poda gustar una especie de gloria suplementaria que no susci tara la envidia de nadie. La otra ancdota tiene tambin una criatura por hroe, esta vez una niita. Quiz se encuentra en alguna parte una mujer que ha guardado, como se guardan los juguetes de la infancia, la historia de su mueca escrita por Franz Kafka: "Cuando estbamos en Berln, Franz iba a menudo al parque de Steglitz. Yo lo acompaaba a veces. Un da encontramos a una niita que lloraba y que pareca completamente desesperada. Le hablamos, Franz la interrog y supimos que haba perdido su mueca. Al instante Kafka inventa un cuento bastante plausible para explicar esta desapari cin. "Tu mueca se ha ido simplemente de viaje, lo s, me lo escribi en una carta. La nia parece sospechar. "La tienes contigo? "No, la olvid en mi casa, pero te la traer maana. Intrigada, la nia ya ha olvidado a medias su pesar. En cuanto llega a casa Franz se pone a escribir la carta y se entrega a esta labor con la misma gravedad que para componer una obra, en el mismo estado de tensin que se apode raba de l apenas se sentaba junto a una mesa, ya sea para escribir una carta o un telegrama. Era, por otra parte, un verdadero trabajo, tan esencial como los otros, ya que a todo precio era necesario que la nia no fuera engaada, sino realmente calmada, que la mentira fuera pues transformada en verdad mediante la verdad de la ficcin. Al da si guiente corri a llevar la carta a la niita que la esperaba en el parque. Como no saba leer, l le ley la carta en voz alta. La mueca declaraba que estaba cansada de vivir siempre en la misma familia, expresaba su deseo de cambiar de aire, en una palabra, de alejarse de ella, niita a quien mucho quera pero de la cual deseaba separarse un poco. Prometa escribir todos los das y de hecho Kafka escribi todos los das una carta relatando aventuras renovadas sin cesar y que evolucionaban muy rpidamente conforme al ritmo particular de la vida de las muecas. Al cabo de unos cuantos das, la nia olvid la prdida real de su juguete y slo pensaba en la ficcin que se le ofreca en cambio. Franz escriba cada frase de la novela con una minucia y una precisin plena de gracia que volva a la situacin muy aceptable: la mueca creci, fre cuent otras escuelas, conoci otras personas. Siempre segua confir mndole a la nia el cario que le inspiraba, pero haca alusin a la complicacin de su vida, a otros deberes, a otros intereses que le im pedan por el instante volver a seguir la vida en comn. Invitaba a la