38 DAVAB Si insisto sobre los sentimientos que por l nutran sus amigos, es para explicar la gravedad de la prdida que su muerte representa para nosotros. He dicho al comienzo que su muerte constituye una prdida personal. No slo el Movimiento Sionista perdi a Weizmann, no slo el Estado de Israel y el pueblo judo; cada uno de nosotros, tanto los que estbamos con l como los que estbamos contra l, han sufrido una prdida personal. Nuestra vida era ms rica, ms intere sante, ms vigorosa, incluso cuando l ya no era activo, porque sabamos que en algn lugar exista an aquella personalidad nica, Jaim Weizmann. Desde el punto de vista histrico, su muerte marca el trmino de una poca. Herzl despleg ante el mundo la visin sionista; Weizmann personificaba la fuerza de su realizacin. Fu l quien ense al pueblo judo a colocar piedra sobre piedra; los pioneros llevaron a la prctica sus enseanzas. El fu protagonista del ms elevado sionismo: el sio nismo que realiza, ejecuta, da substancia al sueo herzliano. Y he aqu que abandon este mundo cuando ya creado el Estado, apenas si empezaba la realizacin del sionismo. Bien est que en estas circunstancias, Weizmann ms aun que cualquier otro caudillo sionista de la pasada generacin, se convirtiera en un smbolo para nosotros. Slo entonces, cuando un hombre se ha transformado ya en smbolo, puede decirse que ha alcanzado la inmortalidad. Por grande que sea un hombre, el lugar que ocupa entre sus contemporneos se desvanece con la generacin que le conoci. Y las que a sta suceden, como no lo han visto ni odo, no pueden formarse una idea precisa del signifi cado que tuvo en su poca. Mas cuando un hombre alcanza la cumbre de la grandeza humana, cuando llega a sombolizar, a personificar una idea, entonces ha conquistado la verdadera inmortalidad. Weizmann merece que hagamos de l un smbolo en el Estado de Israel, y el Estado de Israel tiene urgente necesidad de tal smbolo. El sionismo tal como lo conceba l, est lejos de haberse realizado. No obstante el orgullo y la satisfaccin que le trajo el privilegio de haber sido el primer Presidente *de Israel restaurado, pas algunos momentos amargos durante los ltimos aos de vida. Los sucesos que los motivaron son comprensibles en las primeras fases de la reali-