36 DAVAE de la presidencia del Movimiento Sionista. Nunca hubo cuestin de campaa electoral. Incluso la oposicin, que deseaba lo contrario, saba muy bien que Weizmann seguira, desde luego, en la presidencia. Tambin el mundo no judo lo identificaba con el sionismo. En efecto, era l quien simbolizaba el movimiento a los ojos de los gen tiles. La historia menciona a pocos lderes que hayan alcanzado un nivel de influencia tal que se les haya concedido el lugar supremo en el movimiento, como si as estuviera decretado por ley natural. Para terminar, unas breves observaciones sobre Weizmann el hom bre. Lo que en ltimo anlisis determina el valor de uno, es lo que fu y no lo que hizo; porque la grandeza reside en l y no en su obra. As que, aunque no hubiera sido un gran sionista, aunque no hubiese obtenido la Declaracin Balfour, y los muchos xitos que a sta siguieron (no olvidemos que el xito es producto de mritos y circunstancias), Weizmann habra sido sin embargo un gran hombre. Uno nace ya con un peso determinado; hay hombres que nacen con una propensin hacia la grandeza; otros hay que habiendo alcanzado gran xito, quedan no obstante pequeos en substancia. Ahora bien, Weizmann era la grandeza misma: como hombre y como artista. Uno puede ser hombre de ciencia, cultivar las matemticas, y poseer sin embargo estos atributos. Weizmann abordaba todo problema como artista que era. Weizmann el hombre estaba sujeto a humores; era para l de decisiva importancia la atmsfera: no poda actuar en un ambiente frgido, impropio. Le haca falta sentirse rodeado de calor, amistad y afecto. Nunca fu un "poltico, si es que por ello se en tiende ser calculador, astuto, sagaz, maoso; Weizmann era la antte sis de todo eso. Nunca fu circunspecto, y a veces se expona diciendo cosas que un poltico jams hubiera dicho. Despreciaba la frase vana, el gesto demaggico y tantas otras actitudes que complacen a las masas. Su carrera poltica se distingui, pues, por su integridad intelec tual; jams transigi en materia de principios bsicos; su rigurosa inte gridad invitaba muchas veces el ataque. Posea Jaim Weizmann un encanto muy especial que slo en los artistas suele encontrarse. He tenido el privilegio de conocer, durante mi vida, muchos hombres grandes, no judos y judos, pero ninguno de ellos posea siquiera una sombra de aquel encanto nico que se