22 DAVAR surgimiento de su pueblo un modesto regalo su propio ser, pero su ser entero. De la antigua Jerusaln, de la lejana Hungra, de la extensa Rusia, de Rumania, llegaron hace muchos decenios, aun antes de existir la Organizacin Sio nista y aun antes de iniciarse la moderna obra de colonizacin, invirtiendo su trabajo, su herosmo y su amor a la vida, en forma incondicional y sin escatimar esfuerzo alguno, para re construir la patria echando los cimientos para una vida na cional e independiente. Pocos y aisladamente llegaron los primeros jalutzim an nimos. Por largo tiempo el pueblo ni los comprendi, y mu chos de ellos sucumbieron y cayeron, tan terriblemente penosos fueron los primeros pasos que conducan hacia la creacin de una patria y de un pueblo. Pero la corriente jalutziana no se interrumpa. Una vez que se hizo camino, fu como un caudal creciente, aunque imperceptible al igual que un to rrente estrepitoso, que bullese en las profundidades de la tierra. Despus de la desaparicin del gran visionario pol tico y creador de la organizacin sionista se extinguieron las luces y en su lugar brill una llama falsa y engaadora. Llegaron entonces das de pequeneces y de confusin y fue ron estos pioneros los que salvaron la obra y la visin con su modesto aporte de la realizacin personal en su vida y en su muerte. Jaim Weizmann no se encontraba entre aquellos hombres annimos, y su actuacin antes y despus de haber adqui rido fama se concentraba en el movimiento sionista oficial y en su obra poltica y prctica. Pero no hubo lder sionista, salvo el Dr. Ruppin, que justipreci tanto el valor y la fun cin decisiva del sionismo jalutziano, como Weizmann, y na die como l supo captar las vibraciones del alma jalutziana en su fervor realizador. Weizmann no lleg a identificarse con la masa jalutziana en su vida cotidiana y gran parte de ella no comparti sus conceptos polticos. Pero no hubo sionista fuera de las filas jalutzianas, que valorizase como l la obra jalutziana y esas cualidades jalutzianas que imprimieron su sello sobre Weiz mann. Su profunda afinidad espiritual con los pioneros de la