Oracin de Ben Gurin stamos viviendo el sentimiento de nuestra orfandad. En la madrugada de ayer se extingui la vida del centi nela del pueblo hebreo, el centinela de su generacin, el primer presidente de Israel, un eximio qumico, una figura dotada de una inspiradora fascinacin y de una excelsa in teligencia. Durante ms de un ao y merced a su gran fortaleza vital luch con la muerte. Este es el fin fatal al cual no puede es capar ni el ms grande. Y por cierto fu Weizmann la figura juda ms eminente de su tiempo, pues a travs de decenios sirvi de foco luminoso, fuente de inspiracin de ideas y ac ciones, de sueos y realizaciones y nadie tuvo antes tan des tacada participacin en el surgimiento del Estado de Israel. No fu el primero. Fu precedido por figuras magnficas que cumplieron grandes cometidos, cada uno en su plano; una en el campo de acciones y realizaciones, otra con el vuelo de su visin y su dominio sobre corazones humanos: Edmundo de Rotschild y Teodoro Herzl. Cada uno de ellos fu nico en su gnero, sin parangn durante su vida y sin heredero despus de su muerte. Slo una concepcin falsa y vulgar ver en el famoso filntropo a un rico caprichoso, derrochando su dinero en forma arbitraria en beneficio de una utopa. Esta es la Oracin que pronunci ante el Parlamento de Israel el primer ministro David Ben Gurin.. al comunicar a los miembros de la Knesset el fallecimiento del primer presidente del Estado Judo.