EL HOMBRE ¥ SU PERFECTIBILIDAD 9 Lincoln, ejerciendo su influencia en el nuevo mundo, produjo efectos ms duraderos y ms benficos que las hazaas de Napolen. Nos encontramos, pues, ante la extraa paradoja de que el carcter produce valores ms duraderos que la hazaa. Lo que el hombre es, significa ms, a la larga, que lo que el hombre hace. Lo mismo sucede con las naciones. Tomemos un ejemplo clsico: Cul de las dos famosas naciones de la antigedad, Grecia o Roma, ejerci la influencia ms profunda en la civilizacin occidental? Roma hizo ciertas cosas, Grecia era ciertas cosas. Roma conquist el mundo y lo administr; Grecia hizo, en comparacin, pocas conquistas, pero fue ciertas cosas: fue el pensar, el sentir, el espritu esttico del mundo antiguo. En cierto sentido y solamente en un cierto sentido las diferencias existentes entre Grecia y Roma pueden compararse con las diferencias existentes entre el sacerdote y el profeta dentro de la historia juda. A cul de las dos civilizaciones debe ms el mundo moderno? A los conquistadores y procnsules de Roma o a los pensadores y cientficos de Grecia? A los profetas de Israel o a sus sacerdotes? Creo que la respuesta es clara. Al estudiar la historia juda por su contenido especfico, cul es el motivo constante que la anima? Descubrimos que es un pueblo obsesio nado por una idea: la idea de la perfectibilidad del gnero humano; perfectibilidad aqu, en este pequeo mundo nuestro, no en algn pa raso del futuro. Sin negar una futura existencia, la filosofa juda se concentr siempre en nuestro planeta particular. Ser lo que se ha dado en llamar un justo, he aqu a lo que se aspiraba. Esta perfectibilidad como ideal no significa que el pueblo judo se considerara perfecto. Por el contrario, no hay pueblo que cuente con tanta literatura de autocrtica como el pueblo judo. Cuanto ms alta es la meta ms bajo es, necesariamente, el logro relativo. Pero la perfec tibilidad aqu y ahora, en nuestro propio medio, ha sido el sueo del judo. El persistente y obstinado monotesmo judo, que no ceda a la ms cruenta persecucin, era el acompaamiento obligado de esta creencia en la perfectibilidad humana. Un Dios severo, exigiendo la perfeccin de la humanidad, he aqu, resumido, el credo judo. Me permito afirmar ahora que al perseguir un ideal, el hombre reafirma su soberana y su libertad. Si dependiera enteramente de las circunstancias, mal podra perseguir nada. El sera el perseguido. En todo momento obrara impelido por el dictado de los factores externos.