382 CUADERNO DE CULTURA Bien se trasluce que el afianzamiento de su posici6n movi6 a Fort'n a dar seguridades es- peciales de la persona y de los bienes a un hom- bre que, por su influjo, podia auxiliar eficaz- mente a que el desarme de la milicia nacional se efectuase sin la mds leve resistencia; ya que, de otra suerte, no se concibe qu6 necesidad habia de reiterar a Mozo de la Torre, de un modo exceptional, la promesa que el Gobernador ha- cia a todos los habitantes de la provincia de Cuba en la proclama que les cirigi6. La honradez del ex-alcalde primero y el servicio que de 61 se esperaba, contenian, en verdad, una reticencia ominosa. Mas, antes de que el Diario de la Habana en que se estamp6 la comunicaci6n de Fortn legase a Cuba, pudieron sus habitantes conven- cerse de que la seguridad de sus personas estaba al arbit.rio irresponsable de una comisi6n military, creada por un despota investido de facultades dictatoriales tan amplias que a merced de ellas se ponian asi los actos de la vida p~iblica como los intimos secretos de la vida domstica. Aquella calma, precursora de la tormenta, po- cos dias dur6; la Ilegada de Gascue a Santiago de Cuba fu6 la sefial de que se inauguraba un regimen de terror en un pueblo inerme, manso y pacifico. La Semana, 6 de febrero de 1888.