ECONOMIA Y CIVISMO 3 9 moviesen partidos y divisiones capaces de turbar la pro' funda e inefable paz de esta regi6n venturosa. Empero, yo me engafiaba, Sefiora, en mis cilculos y mis esperanzas. El general Tac6n, que fu6 mandado ex- presamente a esta Ila por los desacertados Consejeros que en estos tres afios pasados han dado tan repetidas pruebas de su poco tacto en el manejo de los negocios publicos, y han conducido, paso a paso, la Naci6n a un estado convulsivo y peligroso, de que s6lo han podido sacarla aventuradas y excusables crisis; el general Tac6n, que, siguiendo el espiritu y rumbo del Gabinete de quien recibiera las facultades mis extralegales y arriesgadas, no ha hecho mis, desde su ingreso al mando, que duplicar las trabas y apretar las ligaduras que de tiempo atris opri- mian esta hermosa Isla; el general Tac6n, que parece ha, ber creido que administrar bien a un pais, se limita a purgarlo de malhechores y adornar las calles y edificios de la capital, sin cuidar de conciliarse el afecto de los pueblos, la concordia de los inimos, la seguridad de no ser molestado sin causa lcgitima, la de tener perenne y habitual convencimiento de amanecer en su lecho cada uno de los subditos, sin ser violentamente arrancado por frivolos protextos y faniticos terrores; en suma, esa persuasi6n intima de q ue la prisi6n y los castigos s6lo 'serian la consecuencia de hechos previstos por la Ley y caracterizados de crimenes por la misma, y no el re- sultado de tenebrosos an6nimos, vindicativas delaciones, y temores influidos por motivos personales e inspiracio- nes independientes de la salud publica; el general Ta- c6n que, al paso que ha limpiado La Habana de vagos y tahures y hermoseado su parte material, como es justo confesarlo, en honor de la verdad, la ha convertido si- multineamente en una inmensa prison o en un vastisimo monasterio, en que todos han de pensar y obrar del mismo modo; en que todas las palabras se pesan y se miden en la balanza de una political suspicaz y recelosa; en que las