328 CUADERNO DE CULTURA No pas6 mucho tiempo sin que los aconteci- mientos ilegasen a patentizar la extrafia ma- nera con que se aunaban en el soberbio espiritu del dispota el odio a la libertad americana (105), la ardiente pasi6n de mando y la mis aviesa hi- pocresia. El 13 de agosto de 1836, un pufiado de solda- dos en La Granja, a la voz de un sargento, for- z6 a la reina Cristina a que aceptase la Consti- tuci6n de 1812, y con auspidos tan vergonzosos nacieron el gobierno y las Cortes que dotaron a Espafia de una nueva Constituci6n y que consu- maron uno de los mis torpes atropellos que re- gistra la historia de las colonias. La noticia de haberse proclamado en Mila- ga la Constituci6n de 1812, a V*,rtud de un mo- vimiento de la milicia nacional y del pueblo, que cost la vida al gobernador civil, conde de Do- nadio, y al comandante general, San Yust, re- cibi6se en Santiago de Cuba por un bergantin goleta, el 15 de septlembre de 1836. El brigadier don Manuel Lorenzo, que desde el 18 de julio de 1835 mandaba en el Departamento Oriental, en los sangrientos sucesos de Mdlaga no vi6 ot.ra cosa que un motin de los que frecuentemente sacuden y trastornan a las ciudades de Espafia; (105) Quien fu6 en Cuba enemigo de toda aspiraci6n li- beral, no vacil6 en unirse en Mallorca a la conmoci6n popular que di6 al traste con la regencia de Espartero, el ailo 1843.