290 CUADERNO DE CULTURA paiioles y de la turba de contrabandistas concu- piscentes que dirigian los destinos de una socie- dad de blancos perversos y de negros salvajes. En la lucha horrible entre Espafia y sus colo- nias del continente, fu6 Cuba centyo activo de las operaciones de guerra que se levaban a cabo en Colombia y en M6xico, y las rentas de la Isla, el recurso supremo en las angustias de los gene- rales espafioles. Dinero y provisiones de boca y de guerra recibie.ron de Cuba Moscoso, Morillo, Enrile y los defensores de San Juan de U1a, los corsarios del Consulado se armaron con el dine- ro de comerciantes y hacendados de la Colonia, los buques de guerra espafioles repardbanse de sus p6rdidas y desastres en el arsenal de La Ha- bana, y los puertos de la costa fueron el refugio de las huestes vencidas y de los expulsos de M6- xico, Nueva Granada y Venezuela. Las tropas espafiolas que en La Habana se presentaban, pro- cedentes de Verac.ruz, La Guaira y Cartagena, en lugar de refuerzo a la guarnici6n de la Isla, servian para rear embarazos por sus exigencias e indisciplina, y el general Mahy desconfiaba a tal extremo que deseaba tene~r buques de guerra en que embarcar a todos los oficiales a la vez, diciendo que ni para enviarlos en uno mercante le parecian de fiar: tanto era su temor de que hubiese "entre ellos muchos emisarios de Itur- bide y Bolivar, que minarian el mundo por con- seguir sus designios".