272 CUADERNO DE CULTURA se sentia atormentada por la fiebre de las rique- zas y estaba resuelta a no despreciar la ocasi6n tan p.ropicia de satisfacer su intenso afdn, como la que los hados le deparaban. Nunca, tal vez, en la historia de las colonias, habiase presentado tan rara coincidencia de circunstancias favora- bles al logro de una pasi6n. La ruina de una rival tan opulenta como Santo Domingo; el pavoroso cataclismo en que surgian a la vida de la libertad las Repablicas de Amixica, para agitarse y des- trozarse, por sus vicios originales, en luchas de largos lustros; la venta de la Florida a los Esta- dos Unidos; y la pobreza, rayana a veces en la miseria, y las inacabables, desastrosas discordias de Espafia, donde -ideas e intereses que nacian pugnaban vigorosos por destruir el imperio de seculares instituciones, fuertemente arraigadas en el espiirtu de un pueblo heterog~neo, cuyas clases superiores estaban corrompidas por el ocio, mientras que las inferioxes yacian o se movian embrutecidas por el feroz fanatismo heredado con la sangre de los visigodos, de los semitas y de los bereberes (07),- creaban una situaci6n singularisima, pero artificial en sumo grado, pa- (97) La dominaci6n visigoda y la colonizaci6n Arabe dura' ron harto tiempo para que no ejercieran un influjo muy pode' roso en cl caricter de los diversos pueblos de. Espafia: las gue- rras eran intermitentes y la mezcla de las razas hostiles se 1le, vaba a cabo de una manera semejante a lo que pasa en Cuba: los inmigrantes espafioles se unen con las mujeres del pais, a pesar de los odios y rencores que trajo el sistema colonial y que se han agravado por una guerra salvaje y por una politica tan imprevisora como codiciosa.