ECONOMIA Y CIVISMO 269 car y a los sacos de caf6", y como para cultivar la cafia y el cafeto se creian indispensables los africanos, negros y mas negros pedian los blan- cos de Cuba, peninsulares y criollos, y tan parti- dario de la trata era en aquellos dias el insigne don Francisco de Arango como pudiera serlo don Joaquin G6mez o el mis vulgar y cinico de los oligarcas. En aquellas conciencias sombyias habia muerto la idea del porvenir: a veces el ho- rizonte se iluminaba de st'bito con los siniestros destellos de la catistrofe de Santo Domingo, y un sentimiento de pavor invadia los animos; pe- ro bien pronto la codicia se apoderaba de nue- vo de sus victimas. En las sombras pavorosas que entonces envolvieron a la sociedad cubana, una voz noble y severa en cuyas vibraciones parecia palpitar la emoci6n del proscrito, proclamaba la ley de eterna justicia, el derecho a la libertad de todos los hombres. Cuba era extensisima gleba, y el tinico cubano que clamaba por la libertad de los negros, F61ix Varela (96). La Semana, 17 de octubre de 1887. (96) La Meroria y proyecto de ley de abolici6n que es, cribi6 Varela puede verse en la Revista Cubana, tomo IV, pi- gina 542.