258 CUADERNO DE CULTURA de un poderio colosal. Quedaban a la vencida y arruinada metr6poli dos presidios, Cuba y Puer- to Rico, cuyos habitantes rehusaron la dignidad y el deco.ro de la independencia, en la esperanza de que Espafia, escarmentada por un desastre inmenso, renunciara a la odiosa politica que tan amargos frutos produjo en el continente. No fal- t6, ademis, ejemplo que imitar. Inglaterra, que durante ocho afios habia guerreado con las trece colonias americanas, reconoci6 la independencia de los Estados Unidos el momento mismo en que la lucha concluy6. El brigadier Coppinger, de- fensor de San Juan de Ula, capitula con el ge- neral Barragin el 18 de noviembre de 1825: Me- xico, la opulenta Nueva Espafia, cuyos destinos pdblicos habian alimentado a tanto noble espa- fiol aryuinado y menesteroso, y cuyos tesoros habian pasado como catarata de bullente lava por el suelo de la madre patria, se habia perdido para siempre; y, sin embargo, todavia la obce- cada metr6poli suefia con la reconquista y lanza en 1829 la pobre expedici6n del inepto Barradas, a sucumbir, de modo mis6rrimo, en las playas de Tampico. Once afios despubs de la capitulaci6n de Coppinger, Espaiia, por el tratado de 28 de diciembre de 1836, reconoce, como naci6n libre, soberana e independiente, la Republica de Mdxi- co. Por uno de los articulos de ese tratado se es- tipul6 el total olvido de lo pasado y una amnistia general y completa para todos los espafioles y