I La batalla de Ayacucho y la capitulaci6n de las fortalezas del Callao, pusieron t6rmino a la do- minaci6n de Espafia en el continente americano: la torpe explotaci6n de tres siglos desaparecia, con fracaso incomparable, en una lucha tremen- da, cuyos sangrientos horrores, durante tres lus- tros prolongados, apenas se igualan, por su cruel- dad salvaje, a las atrocidades consumadas por Ovando en La Espaiola, por Veldzquez en Cuba, por Cort6s en Mexico, por Pedrarias y Vasco Ndfiez de Balboa en el Darien, por Pizarro en el Peru y por el feroz duque de Alba en los Pai- ses Bajos. La derrota me.recida -verdadera expiaci6n hist6rica-, debi6 ser la serial del recogimiento y de la enmienda. Se habia realizado la profecia del conde de Aranda en su famoso Dictamen re- servado, y parecia 1legado el momento de medi- tar y de aprovechayse de la dolorosa y triste ex-. periencia, adquirida a costa de tanta sangre y 257