250 CUADERNO DE CULTURA para someter a los indios alzados, apelaban al auxilio de perros y al empleo de los mas horren- dos castigos y de las mutilaciones mas infames y vergonzosas. El lector duda a veces de que los coetdneos de Gonzalo de C6rdoba y de los vence- dores de Pavia, fuesen capaces de cometer las crueldades que, con pretextos tan frivolos, se consumaron, con villania inaudita, en el pueblo de Caonao, por la turba de foragidos mandados por Narvaez y en las provincias de CamagUey y Guamoya por Vasco Porcallo y sus secuaces. Estas <:rueldades pusieron tal espanto en el animo de los indios de Cuba, que la Isla no tard6 en ver reducida la poblaci6n indigena a una ex- presion minima. Los pobladores estaban ya en tranquila pose- sion de la tierra: ahora no habia indios que en la espesura de los bosques pereciesen destroza- dos por los dientes de los perros de presa, ni los gobernadores tenian que recorrer sus territorios, seguidos de monteros, en busca de indios fugiti- vos. Pero a los indios habian sucedido los negros afyicanos, y contra 6stos se emplearon de una manera mis sistemdtica, aunque no tan violenta -porque a ello se oponia el inter6s-, los proce- dimientos empleados contra los indios. El esclavo negro que, huyendo del cafetal o del ingenio -don- de habia conocido los rigores del carimbo, del