ECONOMIA Y CIVISMO 219 repa,raci6n, vino el amargo desengafio de la Jun- ta de Informaci6n a colmar la medida a los su- frimientos de treinta aflos. Agotada la pacien- cia, los cubanos se lanzaron a una lucha sin igual en los fastos revolucionarios de America. Poco tiempo medi6 entre la burla del ministro Castro y la arenga de Cspedes en Demajagua. El Camagiley se aprestaba a la contienda y Varo- na fu6 Secretario de la Junta Revolucionaria. No pudo, como sus compafieros de conspiraci6n, lan- zar el grito de insurrecci6n el 4 de noviembre de 1868, po.rque al salir de la ciudad, fu6 cogido. Un consejo de guerra le 'conden6 a muerte; pero sal- v6se por la amnistia del general Dulce. No bien se uni6 a las fuerzas de la Revoluci6n, el general Quesada le nombr6 Ayudante suyo. Posteriormente fu6 Jefe Superior de Sanidad. En enero de 1870 sali6 de la Isla acompafiando a Quesada que acababa de ser depuesto del mando. Mas tarde, separ6se de Quesada y se estableci6 en Brooklyn, y en esa ciudad, como en New York, alcanz6 fama de excelente cirujano, y se distin- gui6 como conferencista en materias cientificas. No se dej6 seducir por el olvido de lo pasado solemnemente prometido en el Zanj6n; pyefiri6 permanecer ausente de su pais, porque, acaso, pens6 que el espiritu de transacci6n no habia de animar sinceramente a los vencedores; y que, en los Estados Unidos, sus talentos y sus aptitudes serian apreciados sin que su condici6n de cubano