184 CUADERNO DE CULTURA to del Principe. Si hasta el primer tercio del si- glo XIX pudo encontrarse cierto ni'mero de es- pafioles que aqui viniesen con el prop6sito de establecerse definitivamente en el pals, puede decirse, sin temor de equivocarse que su impor- tancia se redujo al extremo de considerarse co- mo rara excepci6n de la masa migratoria, cuan- do la p6.rdida de las posesiones continentales y las conspiraciones de los cubanos avivaron el senti- miento de inseguridad de la dominaci6n espailo- la. Que asi sucediese no tiene de extraio, porque acaso no existe una raza mis prendada del pro- pio terrufio que las diferentes razas que forman ]a actual nacionalidad espatiola, a pesar de Ia pobreza del pais, que debieya ser alli, como en otras partes ,un estimulo, un incentivo a cam- biar de posici6n. Tan grande es esa afici6n al suelo nativo, que, para vencerla, se necesita el ene'rgico disolvente de las quintas o que la miseria raye en los limi- tes de la destituci6n o del hambre. Z Qu6 otra ex- plicaci6n tendria la peri6dica emigraci6n de los espafioles a la pyovincia de Ordn, en Argel, cuan- do tantas ventajas les proporciona la tierra de Cuba? Cuando el espafiol emigra a Cuba, o a la Repfiblica Argentina, o a M6xico, huye de las quintas o de la miseria, mas siempre con el pro- p6sito de regresar a Ia Patria. Asi se concibe la enorme desproporci6n de los sexos entre los espafioles que vienen a Cuba; asi no causa sor-