ECONOMIA Y CIVISMO 69 que todos los dias se multiplicaban los creditos de los emigrados de Santo Domingo, "eludiendo- se con ellos la justa paga de los reales derechos y demds debitos que habian de satisfacerse en efectivo, para auxiliar al Erario en las criticas circunstancias en que se hallaba, de nuevo se mandaba al Intendente que remitiese, sin excusa ni pretexto alguno, el informe que se le pidi6 en 23 de agosto de 1813. Las certificaciones de credito fueron objeto de una especulaci6n vergonzosa, a causa de los obs- ticulos que sus primeros tenedores encontraban para conseguir que las Cajas piiblicas pagasen su valor o las admitiesen en cancelaci6n de tributos u otras acreencias del Estado, cayendo por grados en tal descridito que 1legaron a estimarse en vein- te por ciento de su valor nominal. Las dificulta- des invencibles para alcanzar que la Real Ha- cienda recibiese las certificaciones a los emigra- dos, a los trabajadores de la Maestranza y a la servidumbre del Apostadero, desvanecianse tan luego como el especulador se presentaba a deman- dar la conversion en moneda efectiva de aquellos titulos de deuda contra las Cajas de Cuba. El Comandante General de Marina del Apostadero de La Habana, don Pedro de Acevedo, que inte- rinamente habia sucedido a Ruiz de Apodaca, le comunicaba a don Alejandro Ramirez, a poco de haber 6ste tomado posesi6n de la Superintenden- cia General Delegada de Real Hacienda, que los