20 DIARIO DE SESIONES DE LA CONVENCION CONSTITUYENTE en fortuito caso, hasta con su vida propia, si preciso fuera. ,Se tilda constantemente de que es romdintico y poeta, el hombre que defiende los derechos de sufragio para la mujer; en este caso, a pesar de ser uan materialista convencido, soy romhntico y soy poeta, porque romanticismo y poesia representan ensuefios de justicia, y los justos, los que queremos la igualdad para todos, no perseguimos nada mds que hermosos ideales que queremos convertirlos en tangibles realidades. Las mujeres no son inferiores como dicen muchos, ni tampoco diferentes como nos ha comunicado mi ilustre compafiero el doctor Mafialich; los que somos inferiores, somos los hombres al inferirle a las mujeres, la gratuita ofensa de lamarles seres inferiores, cuando en verdad no hay nada en absoluto que demuestre que la mujer es inferior o diferente al hombre; con buena raz6n no se puede afirmar que todas las condiciones de la mujer son inferiores a las condiciones del hombre. Existe, naturalmente, una Jiferencia anat6mica, fisiol6gica y biol6gica, diferencia establecida finieamente al ser desiguales sus organos de la procreaei6n, y desiguales tambi~n las funciones entre uno y otro en la manera de cumpli: con el acto de la multiplicaci6n de la especie, pero esa funci6n diferente, no la (hace desigual en lo demhs, porque ella no quita valer a su inteligencia, al contrario, esa diferencia exalta sus condiciones psiquicas, y ayuda a los hombres en su natural deseo de marchar hacia adelante, al perseguir ideales que al lograrse, agrandan la civilizaci6n. La mujer en todas las 6pocas de la vida, ha sido siempre un poderoso auxiliar del hombre, ella cada vez que ha tenido oportunidad, ha probado su grandeza de alma y de pensamiento, y cada vez que el hombre la ha dejado guiar ideas y multitudes, ella ha triunfado de espl6ndida manera. Vay'mos a la pre-historia, a ese momento oscuro de la vida humamana, y ahi se encuentran rastros de la grandeza moral y material de la infeliz mujer. .Remont~monos a la 6poca aquella en que la pre-historia empieza a confundirse con la historia, y encontraremos a la mujer probando su grandeza; en Babilonia, encontramos a Simirames fundando a ese soberbio imperio, sigamos en medio de los Asirios y alli veremos como fueron las mujeres de aquellos tiempos, vayamos al pueblo de Israel, al pueblo de los Persas, al pueb,) de los Griegos de portentosa civilizaci.6n, al pueblo de Roma de poder inmenso, y encontraremos en todos ellos magnificos ejemplares de mujeres muy superiores a la medida de los hombres de aquella 6poca y marchando junto a los hombres m~ds superiores de esos pueblos; en el pueblo Egipto, en el pueblo mis antiguo de la tierra, de eivilizaci6n mas vieja, encon- tramos tambien mujeres muy superiores. Ahi est~n las mujeres de la leyenda cristiana sirviendo de ejemplo de pureza, de amor, de justicia, de valor, de constancia y de heroismo, igual que sabiduria, b qu6 me dicen de Santa Teresa, de Santa Eugenia y de tantas otras mkrtires de los ideales cristianos y cat6licos? Y si llegamos a la edad media y vemos mujer(,s como Catalina de M6dicis, como l a Reina Isabel de In-glaterra, como las mujeres her6icas de la Revoluci6n Francesa, 1 qu6 tienen que decir los que afirman que la mujer es inferior al hombre, y que por eso no tiene el derecho al sufragio? Asomemos la vista al balc6n que da a los campos de las diversas ciencias y las distintas artes y alld encontraremos a Madame LaChepelli ayudando a fundar la Obstetricia, a Madame Curi descubriendo el radium y conmoviendo por ello, los mds s6lidos principios de la quimica, y a tantas otras mujeres de la Europa y de la America que en esos campos de belleza incomparable han ayudado no s6lo al triunfo personal del hombre, sino tambi~n al triunfo del progreso y de la civilizaci6n. En la poesia y en la novela asi como en la pintura, las mujeres han laborado de eficiente modo, y si ellas no han lucido en mayor nfimero, es porque el hombre negdndoles capacidad, sumi~ndolas en ese estado de eselavitud indigna, no han podido desenvolverse de un modo adecuado. Hablamos de Cuba, y at6nitos y sorprendidos de manera agradable, eneontraremos a multitud de mujeres grandes en la poesia como a la Avellaneda, y Luisa Perez de Zambrana, y fervientes educadora3; y en el campo de la caridad y de la aoci6n a favor de ese sentimiento, encontraremos a la mujer cubana convertida en un verdadero Angel de protecei6n al infeliz, y por no poder citarlas a todas menciono aquel .Angel que se llam6 Margarita Pedroso, y si ha estudiamos en el campo social, la eneontraremos en nfimero de miles, haciendo el papel que cuadra hacer a los grandes de la cultura y la decencia, y si la analizamos en el campo del patriotismo la encontraremos grande, tan grande como cualquier patriota por grande ique 6ste haya sido; en la intuici6n, en la discreci6n y en la sagacidad, la encontramos sublimada en la mujer aquella, que se llama Candelaria Acosta, con el nombre familiar de "Cambula", aquella mujer prest6 an servicio inestimable, por lo grande, a aquel hombre audaz, de fiero e incomparable espiritu, que se atrevi.6 a desafiar al gran poder de Espafia con tan s6lo el poder de su gran amor por la libertad de Cuba. -Carlos Manuel de Cspedes iba a sublevarse en La Demajagua el 10 de Octubre de 1868 y por cireunstancias especiales, se encontr6 en la vispera sin bandera que flameara como simbolo de su idea en fren-