DIARIO DE SESIONES DE LA CONVENCION CONSTITUYENTE 7 Artola, Beltdn, Bello, Guerra, Miranda y Molinet. (Votaron en contra los sefiores: Aguirre, Alfert, Andreu, Balanz6, Barrero, D. Beci, Bonet, Campos Marquetti, Camps, Cap6, Cartaya, CUspedes, Collado, D6n, Duque, Espinosa, Garcia Madrigal, Garcia Rivera, C. F. Cruti6rrez, Herndndez Cartaya, Jgstiz, Montero Bernal, Montero Broin, Naiiez, Oropesa, Pella,, Pgrez Vald6s, Pino, Planas, Portuondo, Pur6n, Ramirez, Salazar, Santo Tom6s, Silva Gil, Silva Muiioz, Zubizarreta, Alvarez, V. Guti6rrez y Sdnchez de Bustamante). Queda desechada la proposici6n. SR. ANDREU (PORFIRIO) : Pido la palabra. SR. PRESIDENTE (SINCHEZ DE BUSTAMANTE) : Tiene la palabra el sefior Andreu. SR. ANDREU (PoRuiRio) : Sr. Presidente y sefior, s Delegados: Felicito a esta Asamblea, por su votaci6n Deploro que mi querido compafiero haya pretendido lo impretendible: que no se delibere y que no haya debates. SR. BELTRN (SEBASTIUN) : YO no pretendia que no se deliberase, sino que se discutiese, tal como aparece en el dictamen de la Comisi6n. SR. ANDREU (PoRFIRIO): Respecto a la enmienda mia, yo tengo el derecho de sostenerla. Decia, queridos compafieros, que podia pretenderae oscurecerlo todo; pero, en lo absoluto, que una Asamblea, netamente deliberativa, prescindiese del debate. Tal parece que resulta pequefio el circulo que tenemos a nuestro alrededor, para pretender todavia escoger una equivocada ruta que pareciera sospechosa a los ojos del pais, que parece que no mira, per,) atisba, la labor que se est! realizando, noble, santa y pura. ,SR. PORTUONDO (AM RIco) : 1 Me permite S. S. una interrupci.6n? SR. ANDREU (PoRFIRIo): Con mucho gusto. SR. PORTUONDO (AmRICO) : He oido decir al Sr. Andreu que nos estamos moviendo dentro de un f6rreo y estrecho circulo. Yo deseo declarar muy altamente que nos movemos, por el contrario, dentro de una esfera de acci6n amplisima, sin otros limites que la conciencia de cada cual y el concepto de sus responsabilidades. Asi estd formado nuestro circulo de acei6n. SR. ANDREU (PoR iRo) : Parece que el sefior Portuondo no me ha comprendido, o yo no me he explicado bien. SR. PORTUONDO (AMfRIcO): Lo lamento. SR. ANDREU (PonRnuo) : Yo no puedo pensar jam~s, ni decir, que el circulo en que se desenvuelve la Asamblea a que yo pertenezco no es el que ella se merece. A lo que me refiero es a que aqui no se deseen escuchar las razones, manifestaciones y sentimientos que cada sefior Delegado quiera hacer en uso de su perfecto derecho. Antes que nada, he de hacer un pequeflo andlisis de los motivos por los cuales, disintiendo de mis queridos compafieros los Sres. CUspedes y Duque, he presentado la enmienda en forma distinta a la de ellos, pero con el mismo fin. Mis queridos compafieros desean que, en lugar del pdrrafo filtimo del artieulo 38, se lleve el pdrrafo que ellos sefialan; y en esa forma corren el riesgo, con seguridad, de haber legislado; acto este que ncsotros no podemos hacer. T1enemos funciones, en ese aspecto, de consulta, de acuerdo con el articulo 115 de la Constituci6n, respecto a los problemas que se nos han planteado; podemos aceptar, podemos rechazar parte o la totalidad de un articulo. La norma ha sido establecida por la dignisima Com-isi6n que inform6 la Reforma, y por eso, mi enmienda propone que se rechace el final del articulo, porque, rechazado ese extremo, la mujer cubana obtiene el sufragio universal, porque el articulo queda, entonces, redactado en esta forma: "Todo cubano... (continfia leyendo). A menos que algfin cerebro privilegiado logre demostrar que las eubanas no son "cubanos", quedaria debidamente justificado que tienen el derecho del sufragio. Estamos discutiendo, queridos compafieros, en pleno siglo XX, y con ello ya os puedo manifestar que se plantea un debate en la 6poca en que aquel celebre franc6s, quiziis no igualado en toda la humanidad declar6 que este siglo era el de la libertad de la mujer, como el XIX era el de la libertad de los hombres. La mujer ha tenido, a trav~s de su existencia, tres conquistas. Ha efectuado dos en Cuba, una total, otra a medias; y lucha por su conquista definitiva en el campo politico. Conquist6 la mujer, primero, la libertad de amar. Llevad vuestras mentes a 6pocas pasadas en que la mujer no elegia el compafiero de su alma ni de su vida, en que se lo imponia la conveniencia paterna o de familia. La marcha lenta dcl tiempo, el deseo de emancipaci6n de todo esclavo, lev6 a la mujer a la libertad de amar, al derecho de elegir al compaiiero de su vida y al derecho de abandonarlo si no convenia a sus afeeciones del coraz6n y a sus propios intereses materiales. Ha obtenido la libertad econ6mica, el derecho de trabajar, el dereeho de compartir, en las oficinas pfiblicas, con gran eficiencia, las labores con n osotros sus hermanos; el derecho de no sucumbir en el hogar en la mks espantosa miseria y salir a la via pfiblica a buscar el pan para ella y para sus hijos; y, ahora, quiere conqui3-